“Con la guerra aumentan las propiedades de los hacendados, aumenta la miseria de los miserables, aumentan los discursos del general, y crece el silencio de los hombres”.
Bertolt Brecht.
"La mano invisible del mercado nunca funcionara sin un puño invisible (...) y el puño invisible que mantiene seguro el mundo para las tecnologías de Silicon Valley se llama armada, fuerza aérea y cuerpo de marines de los EEUU."
Thomas Friedman.
"La antropología es la actividad científica más libre porque no se detiene en límites que interfieran con la capacidad de la mente para la autorreflexión. Este es un planeta donde la supervivencia a largo plazo está en riesgo. Los antropólogos no deberían acobardarse ante las grandes preguntas."
Laura Nader, antropóloga.
Una gran pregunta.
Son tantas las sociedades que se han involucrado en la guerra que resulta tentador preguntar: ¿Es la guerra parte de la naturaleza humana? ¿Son inevitables el militarismo y la guerra?
Los seres humanos somos los únicos seres que sostenemos una violencia organizada a gran escala: la guerra completa. Nuestro pensamiento simbólico y nuestra comunicación compleja permitió que cooperáramos de manera tan sofisticada que no hay precedentes, pero también permitió nuevas formas de violencia completa, compleja y organizada. Hasta donde sabemos, otras especies de animales no luchan por ideas, conceptos y creencias.
Los seres humanos no somos malos ni buenos por naturaleza; tenemos una gran versatilidad cooperativa, una gran gama de capacidades y posibilidades.
Siempre que escribo sobre este tema, la mayoría de los comentarios que recibo insisten en que la guerra tiene sus raíces en el pasado evolutivo del Homo sapiens. Pero la evidencia antropológica indica que no es cierto. En 1940, la antropóloga Margaret Mead argumentó que algunas sociedades nunca habían inventado el conflicto armado organizado entre grupos rivales, es decir, la institución de la guerra, la guerra compleja. Ella señaló que algunos grupos contemporáneos de cazadores y recolectores, como los inuit de la región ártica y los lepchas del Himalaya, resolvieron los conflictos por otros medios. El registro etnográfico revela que los humanos hemos sido enormemente creativos a la hora de poner fin y prevenir a los conflictos: la mediación, los duelos, las pruebas, los juegos y las bromas, la música, los sistemas judiciales, las tradiciones orales, la autoayuda...
En el libro Beyond War, el antropólogo Douglas P. Fry identifica setenta y cuatro sociedades "no guerreras", en su mayoría cazadoras-recolectoras como los Mbuti de la República Democrática del Congo y los Semai de la península malaya. Ojo, no son sociedades pacíficas. Recordemos que la paz no es lo contrario a la guerra, sino a la violencia, y estas sociedades no están completamente libres de violencia. Pero han utilizado medios distintos del conflicto armado organizado para resolver disputas. Este antropólogo explica que la guerra humana no tiene raíces evolutivas, que el Homo sapiens tiene "una capacidad sustancial para abordar los conflictos de forma no violenta."
Otro antropólogo, R. Brian Ferguson, en un ensayo titulado "Diez puntos sobre la guerra" señala que: "Nuestra especie no está biológicamente destinada a la guerra" y "La guerra no es una parte ineludible de la existencia social" ni tampoco tienen una predisposición innata a la violencia. Desarrolla seis condiciones previas que hacen que la guerra sea más probable:
- Agricultura sedentaria;
- Aumento de la densidad de población;
- Jerarquías sociales pronunciadas;
- Comercio, particularmente de bienes de prestigio;
- Grupos sociales limitados;
- Graves reveses ecológicos.
Así, la guerra se volvió común y comenzó en más lugares. El surgimiento de los estados antiguos proyectó el militarismo en sus periferias y a lo largo de las rutas comerciales, y la expansión occidental desde finales del siglo XV generó o intensificó la guerra.
En definitiva: la guerra es una invención humana relativamente reciente que se ha extendido a medida que la humanidad se ha vuelto más agrícola, más organizada en sociedades estatales jerárquicas e imperios en expansión, y más involucrada en la conquista y el comercio intercultural.
Pero lo que está sucediendo hoy tiene un alcance más amplio que cualquier cosa que el complejo militar-industrial haya creado antes. Las guerras por algoritmos. Otro antropólogo, Roberto J. González, en su libro "Guerra virtual: la búsqueda para automatizar los conflictos, militarizar los datos y predecir el futuro", explica que actualmente, los químicos, los físicos y los científicos sociales están ahora trabajando junto con empresas digitales. Las tecnologías militares utilizan cada vez más inteligencia artificial para automatizar procesos de adopción de decisiones. La elaboración de armas virtuales se basa en los esfuerzos combinados de una gran variedad de científicos y expertos técnicos, no solo químicos, físicos, ingenieros, informáticos y analistas de datos, sino también investigadores de biotecnología, politólogos, psicólogos y antropólogos.
La antropóloga Catherine Lutz lo ha llamado la “normalidad militar”:
“En un sentido importante, todos habitamos un campamento militar, movilizados para prestar apoyo al estado permanente de preparación para la guerra que nos ha acompañado desde la Segunda Guerra Mundial”.
Catherine Lutz, “The Military Normal: Feeling at Home with Counterinsurgency in the United States”.
Hibris (ὕβρις , hýbris) Desmesura. La arrogancia: esa persistente y terrible tendencia humana a abrazar la ambición ciega y la arrogante confianza en uno mismo. Los antiguos griegos comprendieron esta debilidad y conocieron sus peligros a través de mitos como la tragedia de Ícaro, un joven tan cautivado por el poder de la invención humana que se olvidó de sus límites.
En una sociedad fuertemente militarizada como la nuestra, los proyectos tecnológicos con exceso de financiación, y la prisa por crear sistemas computacionales para la guerra virtual, revela este defecto fatal que ha existido en el Homo sapiens.
... Amazon...
1.6 millones trabajadores (en 2021). Iguala el PIB de nueve países latinoamericanos juntos. Aúna la tecnología del S. XXI y la explotación del S. XIX. A los trabajadores les dicen "asociados". A los despidos, "cambio de roles".
Su lema: "Trabaja duro, diviértete y haz historia".
Como señaló el experto en tecnología Ramesh Srinivasan, de Estudios de la Información y Diseño/Artes de los Medios:
"Amazon ha hecho que sea tan barato y fácil comprar casi cualquier cosa... El Alibaba chino no es diferente... [Pero] ¿qué pasa con la tecnología de reconocimiento facial de Amazon que se vende a contratistas militares, la policía y el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas? ¿Estamos de acuerdo con este tipo de transacciones, de las cuales podemos encontrar ejemplos similares que involucran a todas las empresas tecnológicas poderosas?."
Todos los datos almacenados y transmitidos por estos dispositivos pueden militarizarse.
Pero es que la interconexión entre la tecnología y la militarización es muy estrecha y se remonta ya a mucho tiempo antes: "El radar, Internet, los sistemas de navegación GPS, los walkie-talkies, los motores de propulsión a reacción, la visión nocturna y la fotografía digital fueron inicialmente y se introdujeron como aplicaciones militares, y luego se adoptaron a usos civiles duales", explica el antropólogo David Price.
Sí, Internet. La Agencia de Proyectos de Investigación Avanzada del
Departamento de Defensa financió la investigación en informática que dio lugar a la creación de ARPANET, precursora de Internet. El desarrollo temprano de Silicon Valley fue financiado en gran parte por organismos de defensa y de inteligencia.
La aplicación de la tecnología ha aumentado, y la guerra resulta ser un acelerador del capitalismo y un factor más del mercado. El móvil, formaba parte del proyecto de defensa estratégica de los años 80, por el que se tuvieron que colocar cientos de satélites a los que después, tras la caída de la Unión Soviética, había que darles rentabilidad. Ahora es recíproco: el mundo del móvil está revolucionando el poder militar.
El antropólogo Roberto J. González en su libro antes mencionado Guerra Virtual, escribe:
"Cuando las personas se transforman en puntos de datos y las relaciones humanas se convierten en meras redes, la mercantilización de la información personal es casi inevitable sin una regulación significativa de la privacidad. Lo que esto significa, en términos prácticos, es que todos corremos el riesgo de que nuestra vida digital se convierta en parte de la economía militar-industrial.
Desde la perspectiva de un científico de datos, los dispositivos digitales portátiles preparados para Internet han transfigurado a miles de millones de personas en todo el mundo en máquinas atomizadas de producción de datos, alimentando información a cientos, si no miles, de algoritmos a diario. La militarización de estos datos es ahora una parte rutinaria del proceso, como lo sugieren informes recientes que detallan el uso por parte de la Agencia de Inteligencia de Defensa de datos de geolocalización disponibles comercialmente recopilados de móviles. Las agencias militares y de inteligencia pueden utilizar esos datos no sólo para vigilancia, sino también para reconstruir redes sociales e incluso atacar letalmente a personas individuales."
... Palestina...
En este genocidio emplean la inteligencia artificial conocida como “Habsora”, un término hebreo que se traduce como “El Evangelio”.
Los sistemas predicen la probabilidad de que una persona sea miembro de Hamás (Lavender), de que un edificio albergue a esa persona (Gospel) o de que esa persona haya entrado en su casa (Where's Daddy?, que se traduce como ¿Dónde está mi papa?).
Cada perfil del objetivo que genera Habsora incluye una estimación de las bajas civiles que se producirían si el objetivo fuera atacado. Esto implica que los comandantes israelíes están informados de los daños civiles que se causarán antes de ordenar a su personal que presione el botón.
"De la idea de que las personas estamos por encima o fuera de la naturaleza, de esta idea antropocéntrica, surge mitologías como la del superhombre nazi, o el hombre nuevo stalinista, o el hombre nuevo tecnológico que está por encima de cualquier problema." afirma la antropóloga e ingeniera ecofeminista Yayo Herrero. "Hay un salto enorme entre la trivialidad y ligereza de algunos actos y las consecuencias que tienen. Por ejemplo, basta apretar un botón para que se descargue una bomba, o para disparar un misil o para que nuestros planes de pensiones devoren territorios y miles de vidas humanas. Somos incapaces de articular reglas morales, porque la moral se basan en poder anticipar las consecuencias de nuestros actos, y decidir sobre ello. Muchos de nuestros actos cotidianos tienen consecuencias que no conocemos. Es una tecnociencia sin estar sujeta a la ética o por la moral y no tiene control social."
Los drones son la pieza central: se anuncian como armas de “precisión”, pero...
Un caso dramático ocurrió en septiembre de 2011, cuando en una operación conjunta con drones autorizada por la administración Obama, la CIA y personal militar estadounidense, asesinaron a Anwar al-Awlaki. Quienes organizaron el ataque con drones se basaron en la ubicación de su teléfono celular, que fue monitoreado por la Agencia de Seguridad Nacional como parte de un programa de vigilancia. Dos semanas después, un ataque con aviones no tripulados de la CIA, utilizando el mismo tipo de datos, mató a su hijo de dieciséis años, Abdulrahman al-Awlaki.
Pero hay trabajadores que se oponen a la
militarización de sus empresas: los investigadores de Google protestan contra el Proyecto Maven (un contrato del Pentágono que utiliza inteligencia artificial para analizar imágenes de drones); las protestas de los trabajadores de Amazon contra el uso de tecnología de reconocimiento facial por parte del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas de Estados Unidos; y la oposición de los empleados de Microsoft a un acuerdo para proporcionar cascos de realidad aumentada al Ejército de Estados Unidos.
Fuentes:
Roberto J. González es catedrático de Antropología en la Universidad Estatal de San José. Su último libro es War Virtually: The Quest to Automate Conflict, Militarize Data, and Predict the Future .
David H. Price es profesor de Antropología en la Universidad de Saint Martin en Lacey, Washington. Su último libro es The American Surveillance State: How the US Spies on Dissent (El estado de vigilancia estadounidense: cómo Estados Unidos espía a los disidentes) .
Cambiar las gafas para mirar el mundo. Herrero, Yayo; Cembranos Díaz, Fernando; Pascual Rodríguez, Marta.