viernes, 31 de octubre de 2014

Humor... inverso.

#SIPoCHablaramosComoBlancos (PoC = Personas de color) es un hashtag de la red social Twitter que, con humor, saca a relucir todas las miserias de los prejuicios que se tienen en Occidente hacia todo lo que no sea blanco.

"Racismo inverso" dirían algun@s. ¿Existe el racismo inverso?


































 

Soy un inmigrante. Vine a quitarte tu trabajo, pero no tenías ninguno.

http://gazpachoagridulce.tumblr.com

"El gobierno ha estado hablando mucho últimamente sobre cambiar la Ley Anti-Discriminatoria, para, esencialmente, poder publicar más fácilmente discursos de odio.
Pero yo entiendo de dónde viene, porque soy un artista, sí? Creo en la libertad de expresión. Y pienso que la libertad de expresión debe ser protegida, pero más aún, pienso que la libertad de expresión necesita ser defendida para aquellas personas que no tienen voz. 
Y, chicos, creo que todos podemos acordar, si existe gente en este país que no tenga voz alguna, son los intolerantes. Racistas e intolerantes..." 


viernes, 24 de octubre de 2014

La homosexualidad iniciática de los Baruya: lo que no cuenta la antropología.

Canibalismo, homosexualidad iniciática, sexualidad, feminismo, poder y dominación... 

Son temas que sacan a la luz Maurice Godelier y Sophie Caratini en un diálogo del libro "Lo que no cuenta la antropología", lleno de anécdotas y choques culturales que merecen ser leídos.

Aquí, unos extractos:

"Al principio me hicieron preguntas: "¿por qué estás aquí?". Les di una respuesta que tal vez no sea muy inteligente, pero que me sirvió. Había ido con una mochila y un baúl, y en ese baúl llevaba unos cuantos libros. Los saqué y les dije: «Mirad, una parte de la fuerza de los blancos se encuentra ahí, en los libros». No sabían leer, pero habían visto la Biblia del pastor y el registro del oficial que llevaba a la gente a trabajar en las plantaciones. Les dije: «Quiero escribir un libro sobre vosotros, con vosotros». Comprendieron que yo les iba a dar o compartir una fuerza."

"Había en aquellos parajes un pueblo en donde vivía otro blanco, un misionero alemán.(...) Me preguntaron "¿Por qué no vas nunca a ver al pastor, no eres como él?" Les dije que no. "¿Entonces, qué hacéis en tu familia?" Respondí: "en nuestro clan, solo nos dedicamos a nuestros antepasados, no a los dioses." Eso les dejó satisfechos: yo era raro porque iba a ver a los dioses, pero no era anormal puesto que tenía antepasados. Me podían clasificar en alguna parte. Yo los clasifico, y ellos también, es recíproco."

"No elegí Nueva Guinea, ni siquiera había pensado en ello. Quería ir a Bolivia, lo había preparado todo con mi amigo Alfred Métraux. Pero el día en que terminamos de poner todo a punto, un miércoles por la tarde, se suicidó justo después de separarnos. En su entierro, en el cementerio de Bagneux, caminaba tras el catafalco al lado de Lévi-Strauss. Entonces me dijo: «Si me permite aconsejarle, en América del Sur hay ya muchos antropólogos, tanto en los Andes como en la Amazonía. El paraíso de la antropología está hoy en Nueva Guinea». No podía negarme.(...)"

"Me fui primero solo. Mi mujer y mis dos hijos se reunieron conmigo ocho meses después.(...) Mi mujer se quedó casi un año conmigo en Nueva Guinea, luego se fue, no podía soportarlo más. Los baruya entraban en nuestra casa, en nuestra habitación, como Pedro por su casa, y ella quería que yo los disuadiera, pero no era fácil. Debo decir que había construido una cama para dos, de madera. Así que venían a ver a ese blanco que se acostaba al lado de una mujer. Entre ellos, un hombre no se acuesta al lado de su mujer, es impensable. Era todo un espectáculo para ellos, los divertía mucho."

"De todas las maneras, nunca se está solo, siempre están los otros alrededor. Cuando trataba de escribir en mi mesa, con una mujer posando sus hermosos senos en mi hombro derecho y otra en mi hombro izquierdo, inclinadas para ver qué estaba haciendo, a veces resultaba complicado, dado que no se podía ir más lejos, ni de un lado ni del otro. Ellas me decían: «Maurice, nos gustaría… pero si lo hiciéramos, nos decapitarían, y a ti también». Eso, evidentemente, ayuda a mantener la sangre fría. Ahora eso se acabó, las mujeres llevan blusas que les venden los misioneros. Pero en mi época solo llevaban un taparrabos."

"Un día, nos trajeron de donde los misioneros una pierna de cordero congelada. La disfrutábamos por adelantado. La cocinamos a la manera francesa, o sea, bien sangrante, y estábamos relamiéndonos. ¡Pero cuando los baruya lo vieron! Comer carne sangrante es repugnante para ellos, estaban asombrados. Ya podía decirles yo: «Así la comemos en nuestro país», ellos sacudían la cabeza y repetían: «No, eso no está bien, Maurice! ¡No se puede hacer eso!». Cogieron los pedazos de carne que les ofrecíamos para probar y se fueron a recocerlos hasta conseguir una verdadera suela. Después, cogieron el hueso que habíamos desechado y se fueron a chuparlo, machacarlo y mascarlo con placer. El hueso es una verdadera delicia para ellos. Aquel día, nos dieron una buena lección de cómo deben comer los humanos."

"Incluso me sometieron a prueba sobre el canibalismo. Yo había tenido la suerte de poder entrevistarme con un caníbal, si se me permite la palabra, con un anciano ciego que se había enterado de que un blanco vivía allí. Quería hablar conmigo, tocarme. Aproveché para preguntarle. Yo creía, por mis lecturas, que comer el cuerpo de un guerrero enemigo era absorber su fuerza, impedirle que se transformara en antepasado. En realidad, Etche Ange -ese era su nombre- me informó de que los baruya se comían tanto a hombres como a mujeres e incluso niños. Cuando se fue, mis amigos me preguntaron si yo podría comerlos. Respondí: "Hay algo que no podría comer como vosotros, a un bebé, un crío o una cría. Pero quizá podría comerme a un guerrero enemigo, un pedazo de guerrero." El anciano me había dicho que la carne de bebé era deliciosa."

"Un día, mejor dicho, una noche, las mujeres me invitaron a que las acompañara en las iniciaciones femeninas. (...) ¡Qué lujo de regalo! Era la iniciación de una amiga de mi hija. (...) Tuve mucha suerte de poder pasar así del otro lado de la barrera de los sexos. Al día siguiente, vinieron a decirme dos hombres jóvenes: "Has estado con la mujeres en sus iniciaciones, así que nuestros mayores nos envían a decirte que no puedes seguir aquí, tienes que irte, se acabó" En una sociedad machista, que distingue las iniciaciones masculinas y femeninas, no podía aceptarse eso. Había ido demasiado lejos. (...) Afortunadamente, los baruya inventaron un recurso extraído de su cultura para que yo pudiera seguir: me "purificaron" como purifican a  una mujer después del parto. Me mandaron que me desnudara y me ahumaron todo el cuerpo, utilizando unos pájaros especiales que habían prendido fuego, e insistieron en las axilas y el sexo. Había que quitarme toda huella de lo femenino."

(Según el trabajo de Godelier, los baruya consideraban el género algo constituido por los fluidos corporales, así que los niños varones que habían sido alimentados por leche materna y habían nacido entre fluidos femeninos debían pasar por un proceso de iniciaciones que duraba casi 10 años. Este proceso se coronaba, normalmente, con el nacimiento del cuarto hijo. 
En el caso de las mujeres bastaban 15 días de ceremonias para convertir a una adolescente en una muchacha lista para casarse. El destino de una mujer es dejar una familia para fundar otra.)

"Evité provocar a los baruya. La única vez que lo hice fue cuando me contaron la historia del esperma que se transforma en leche materna. Les dije: "No, francamente, es demasiado. En mi país, la leche materna no tiene nada que ver con el esperma, es un don de las mujeres a sus hijos"

"Un día, estuvimos discutiendo entre los hombres sobre la regla de las mujeres. Un francés, yo, dos baruya y el carpintero que pertenecía a los guimi, que nos decía que él podía hacer el amor con su mujer cuando tenía la regla. Para los baruya, eso era totalmente escandaloso. Yo respondí que entre nosotros se puede hacer, pero que era algo reciente, moderno, que antes estaba prohibido. Los baruya gritaban: "¡Estáis locos! ¡Os vais a morir!! ¡Nosotros lo tenemos totalmente prohibido! ¡La sangre menstrual mata la fuerza de los hombres!". Y el guimi que añadía: "¡Que, no, que es un buen momento para hacer el amor!" ¡Era comparatismo erótico, salvaje, e instructivo!"

Pero lo que me hizo más feliz fue cuando un baruya quiso que comprendiera el sentido profundo de la homosexualidad en los ritos de iniciación de los chicos.

(Se trata de un rito por el cual adquieren su masculinidad: tragarse el esperma de hombres maduros, porque es a través de éste donde logran adquirir su nuevo status de hombre maduro. No son los únicos: los Kuks, los Tchetchai, los Sambia y los Etoro también tienen este rito, siendo anal entre los Kimam y los Kaluli, en la región Auya, entre otros. Entre los Onabasulu se centra en la masturbación y la diseminación del semen en el cuerpo del joven.)

"Me dijo solo esto: "Maurice, si no iniciáramos a los chicos, los poderes que nuestros antepasados arrebataron a las mujeres volverían a sus cuerpos" Era claro y genial. Quería decir que ellas seguían siendo peligrosas potencialmente, porque eran más creadoras. En el fondo de la dominación estaba el miedo de los hombres ante la superioridad de las mujeres."

"Me había ido con la convicción marxista, los sueños de un joven comprometido, persuadido de que la revolución, al hacer desaparecer las clases, liberaría a las mujeres. Y regresé con la idea, muy clara en mi cabeza, de que la dominación masculina había comenzado mucho antes que el capitalismo y la antigüedad, que se trataba de un fenómeno social profundo, fundamental. Había roto con el Partido Comunista en 1968, cuando aún estaba con los baruya; de regreso a Francia, me adherí a un grupo feminista de la CGT, "Suzanne" (...) Después, he estado siempre próximo a los movimientos feministas, pero no de cualquiera, las burguesas y las mujeres de clase media no me interesaban, prefería el MLF, pues en él encontraba toda clase de mujeres y de todas las condiciones."

No en vano, Maurice Godelier terminó así su libro La producción de Grandes Hombres: poder y dominación masculina entre los Baruya de Nueva Guinea, publicado en 1982:

“(…) las relaciones entre los sexos no están en el origen de las relaciones entre las castas y entre las clases, y no se puede esperar sólo de las luchas de clases el final de la dominación masculina. No puede, por tanto, separarse la lucha de las mujeres contra las formas de opresión masculina de la lucha contra todas las opresiones que comprenden la distinción en clases, castas o razas superiores e inferiores”

Oliver Muñoz Muñoz. www.phototempus.com





Fuente:

Lo que no cuenta la antropología, Sophie Caratini.
La construcción de la Homosexualidad, David F. Greenberg.
Poder y dominación masculina entre los Baruya de Nueva Guinea, Maurice Godelier.
Oliver Muñoz Muñoz
www.phototempus.com

sábado, 11 de octubre de 2014

Tojolabales de Chiapas: los que saben escuchar bien.

"En tojolabal, no hay palabras para "rico" y "pobre". Tampoco hay palabra para “dinero”. No hay palabras que correspondan a "juez" y "jurado". La voz "castigo" tampoco tiene término equivalente. No hay palabra para "mal". Pero los tojolabales tienen dos palabras para lengua o palabra. Por un lado está la palabra hablada: k'umal, y, por otro, la escuchada: 'ab'aU. Se llaman a sí mismos tojolabales, es decir, "los que saben escuchar bien"." Carlos Lenkersdorf, lingüista y filósofo.

"En 1992, mientras se celebraban los cinco siglos de algo así como la salvación de las Américas, un sacerdote católico llegó a una comunidad metida en las hondonadas del sureste mexicano.

 Antes de la misa, fue la confesión. En lengua tojolobal, los indios contaron sus pecados. Carlos Lenkersdorf hizo lo que pudo traduciendo las confesiones, una tras otra, aunque él bien sabía que es imposible traducir esos misterios:

–Dice que ha abandonado al maíz –tradujo Carlos–. Dice que muy triste está la milpa. Muchos días sin ir.

–Dice que ha maltratado al fuego. Ha aporreado la lumbre, porque no ardía bien.

–Dice que ha profanado el sendero, que lo anduvo macheteando sin razón.

–Dice que ha lastimado al buey.

–Dice que ha volteado un árbol y no le ha dicho por qué.

El sacerdote no supo qué hacer con esos pecados, que no figuran en el catálogo de Moisés."

 
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"Carlos y Gudrun Lenkersdorf habían nacido y vivido en Alemania.

En el año 1973, estos ilustres profesores llegaron a México. Y entraron al mundo maya, a una comunidad tojolabal, y se presentaron diciendo:

—Venimos a aprender.

Los indígenas callaron.

Al rato, alguno explicó el silencio:

—Es la primera vez que alguien nos dice eso.

Y aprendiendo se quedaron allí, Gudrun y Carlos, durante años de años.

De la lengua maya aprendieron que no hay jerarquía que separe al sujeto del objeto, porque yo bebo el agua que me bebe y soy mirado por todo lo que miro, y aprendieron a saludar así:

—Yo soy otro tú.

—Tú eres otro yo." 

Estas dos son historias del escritor Eduardo Galeano sobre Carlos Lenkersdorf, lingüista, filósofo y teólogo, que supo escuchar y comprender la filosofía de los mayas tojolabales de Chiapas, hasta en el saludo:

 "La mujer dice:
- san kala tata. (que vivas, querido tata).
El hombre responde,
- san kala nana. jastal ‘ay ja kiximtiki. (Que vivas, querida nana. ¿Cómo está nuestro maíz).
La mujer.
-lek ‘ay t’usan. (Algo bueno)."
"Pregunta por "nuestro" maíz"- explica Lenkersdorf- "porque el maíz no es propiedad privada de nadie, sino de la Madre Tierra."

Y continúa contando: "El verano de 1972 se nos da la oportunidad de visitar los Altos de Chiapas. Viajamos para ver a pueblos y tierras desconocidos por parte de nosotros. Hay algo que no sólo nos llama la atención, sino que nos fascina e intriga y, a la vez, nos inhibe de fijarnos en otro asunto. Aunque no entendemos ni una sola expresión, escuchamos constantemente y con repetitiva insistencia una sílaba o palabra que cada ponente o hablante usa y usa sin cesar. No se nos olvidan estos sonidos: lalalatik; - lalalatik, - lalalatik... Nos preguntamos, qué puede significar ese -tik, -tik, -tik? Debe ser algo de mucha importancia para los tzeltales reunidos.

Preguntamos al sacerdote presente, ¿qué significa el-tik,tik,tik? Nos explica que el-tik,-tik,tik quiere decir NOSOTROS y agrega otra explicación adicional. El NOSOTROS es un distintivo de la lengua tzeltal y de todo el pueblo. El NOSOTROS predomina no sólo en el hablar sino también en la vida, en el actuar, en la manera de ser del pueblo.

Un ejemplo que hace explícito el nosotros. Se dice en español: yo te dije. La
expresión correspondiente en tojolabal es "yo dije, tú escuchaste." Es de dos sujetos (yo y tú), con sus verbos correspondientes, y se complementan, porque ambos son actores que se necesitan mutuamente para que la acción de comunicación se realice de manera recíproca. Todo es intersubjetivo, y ambos son activos y pasivos correlativamente. El que habla escucha al que oye, y el que oye habla al que habla. Si no se produce esa doble acción con doble sentido, aunque se digan mil palabras se dicen "a la pared". El escuchar es un elemento fundamental de la comunicación. Pero en Occidente, tenemos problemas para escuchar. Lo instructivo en este contexto es que los tojolabales tienen dos palabras para lengua o palabra. Por un lado está la palabra/lengua hablada: k'umal, y, por otro, la escuchada: 'ab'aU. Se llaman a sí mismos tojolabales, es decir, "los que saben escuchar bien".

Los mayas se organizaron y se organizan horizontalmente en la sociedad y en la política. El concepto clave, el Nosotros, indica que no hay reyes ni jefes, tampoco caudillos, caciques o mandones, palabras que no existen en tojolabal. El poder no se concentra en manos de uno o de una minoría, sino que es ejercido por el Nosotros, en el cual todos son corresponsables de las decisiones que se toman en el nivel de comunidad.
 

Entre los tojolabales nadie es señor y a nadie le llaman señor o señora, ‘ixawal. Los tojolabales se llaman entre sí ‘ermano, hermano, winik, hombre, ‘ixuk, mujer, moj’aljela, hermano, kumpare, compadre, kumare, comadre, tata, tata, nana, nana, tatjun, anciano, me’jun, anciana, etc. Todas estas formas de tratamiento no señalan ninguna diferencia de posición social, sino que reflejan que los tojolabales se consideran iguales entre sí. Los términos mencionados indican diferentes funciones dentro de la sociedad, pero ninguna estratificación social. Este "nosotros" tiene como objetivo la sociedad justa que en tojol ‘ab’al se expresa como jlekilaltik. Cuya raíz es lek que significa bien y unido a la partícula -tik se puede entender como el bien para todos. Por eso para los tojolabales el jlekilaltik expresa la salud, bienestar, pero también la libertad y la justicia de raíz nosótrica.
 
Un ejemplo que tuvimos una vez en nuestro grupo. Éramos unas diez o quince personas y surgió un problema. Había tojolabales y nosotros. Entonces un tojolabal comentó: “Vamos a resolverlo a la manera tojolabal”. Formamos un círculo y lo discutimos. De esta manera habló José, habló Martín, etc. y también Marta y Luisa, etc. Llegó el turno a Marta y ella dijo. “Yo pienso igual que Luisa”. El coordinador le contestó: “Mira, todos escuchamos la voz, la opinión de Luisa. Lo que nos interesa es lo que dice tu corazón”. Entonces la obligó: “Tienes que hablar lo que dice tu corazón porque el consenso solamente se puede formar de una voz unánime de todo el conjunto. Entonces todos tienen que hablar y el grupo tiene que discutir cómo formará un consenso entre las opiniones diferentes.” Y si no se llega al consenso, entonces no puede terminar la discusión. Eso lo he vivido varias veces.

En grupos de doscientas, trescientas personas es más complicado, de diferentes comunidades. Una vez, estaba una comunidad que envió a su representante. Cada comunidad antes conocía el problema y formaron el consenso entre sí. Los delegados lo trajeron a la reunión de todos. Una comunidad no estaba de acuerdo y lo manifestaron: “Nosotros trajimos el consenso de nuestra comunidad. No podemos aquí ponerlo a discusión, sino que tenemos que regresar, informar a nuestra comunidad lo que es el consenso de los demás y a ver qué es lo que nosotros pasamos y es eso lo que vamos a discutir. En la próxima reunión vamos a hablarlo”. Y así se hizo. Para los tojolabales no importa que inmediatamente se llegue al acuerdo. Tenemos tiempo. Hasta la siguiente reunión se tomará la decisión, que puede ser en quince días, en un mes, en una semana. 


Durante un curso, los tojolabales, dijeron “Hermano Carlos, danos un examen”. La solicitud sorprendió porque, durante el curso, jamás dábamos exámenes. En tojolabal ni siquiera existía un equivalente para la palabra examen. Rápidamente tuvimos que imaginar un problema y presentárselo. Lo sorprendente empezó con la reacción de los estudiantes al problema del examen que se les presentaba; porque, apenas fue anunciado el problema, al punto todos los alumnos se juntaron inmediatamente, sin ninguna consulta previa entre ellos.
Era obvio que querían resolver el problema juntos, en grupo. Una vez que se
estableció el grupo, se produjo entre todos ellos un dialogo animado y dentro de poco tiempo, resolvieron el problema.
Lo que habían hecho se prestaba a una comparación con los exámenes dados en las escuelas. En ellas, se exige que los alumnos no platiquen entre sí, ni se acerquen unos a otros, y que no copien las respuestas de sus vecinos. La explicación de los exámenes escolares fue desaprobada por los tojolabales. La razón de este comportamiento era obvia y el grupo de los 25 alumnos servía de ejemplo. Por eso, afirmaban:
"Aquí somos 25 cabezas que, por supuesto, pensamos mejor que una sola. Así también tenemos 50 ojos con los que vemos mejor que con solo dos"

 
La inclusividad de la lengua se manifiesta también de otra manera. Al hablar de los padres o papás, no se menciona sólo la parte masculina de nuestros procreadores, sino que hay que decir: nuestras mamás nuestros papás (ja jnan jtatiki). No sólo nombramos a madre y padre, sino que las mujeres preceden. 
Así para rico, pobre, no hay palabra. Se puede decir “Tiene mucho dinero”, pero sin rico y pobre. Tampoco hay palabra para “dinero”. En tojolabal, en cambio, dinero se traduce por metal (tak’in) como cualquier cosa hecha de metal, sea adorno sea herramienta. ¿No es un recuerdo de los tiempos precolombinos cuando las sociedades autóctonas no tenían dinero fuera de la semilla del cacao? Es decir, dinero no metálico que no dura, sino que se pudre en el curso de un año. ¡Imaginémonos el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional con esa clase de dinero! Al terminar cada ciclo agrícola se acabará todo el dinero amontonado. Se borran todos los estados de cuenta. Se acaban todos los debes o deudas. En aquel entonces, pues, no tuvo sentido de hablar de gente que tenga metal para referirse a los ricos. Por ello nos toca enfocar el problema del “rico”.

El concepto de ‘a’tel significa "trabajo", pero no al asalariado, sino a los trabajos  en  la  milpa  y  otros trabajos  en  y  a  favor  de  las comunidades.  Para   el   «trabajo asalariado», se  emplea  el  término "ganar". El  trabajo  que sirve  a  la  comunidad es el komon, y representa el trabajo político realizado por las autoridades eligidas por la comunidad. Dichas autoridades, en tojolabal, se llaman ‘a’tijum, trabajadores.  

Para el tojolabal todo vive, por eso la milpa se pone triste si no la visitamos diariamente. Las casas también viven. Tampoco ocupan los tojolabales la casa patronal, sirve de bodega, escuela, tienda de la Conasupo o algo semejante. Por eso, las casas no sólo son reflejo del gusto de quienes las hicieron edificar, sino que, a su vez, forman a sus habitantes. Los tojolabales conoce muy bien el tipo de gente que habitaba las "casas grandes". Son autoritarias y "mandonas", no respetan a la gente sencilla o subalterna. ¿En qué tipo de casa vives?, nos interpelan siempre los tojolabales.

La voz castigo tampoco tiene término equivalente o correspondiente en tojolabal. Por ello, se suele emplear el término kastigo, adoptado del español. Hay palabra para "bueno", del lado bueno, que sabe cumplir con respeto, etc. Pero no hay palabra para "mal" más que la palabra española. Pero en tojolabal no hay palabra. No viven en la alternativa entre bien y el mal.

Cuando alguien de la comunidad comete un delito, no dicen "uno de nosotros cometió un delito" sino "uno de nosotros cometimos un delito" incluyendo a toda la comunidad. Toda la comunidad reúne las funciones de víctima, juez, jurado y dañado. En efecto, en tojolabal no hay palabras que correspondan a juez y jurado. "La JUSTICIA DEL NOSOTROS no es ni idealizada ni utópica, sino que representa relaciones sociales muy exigentes. Todos y cada uno de la comunidad tienen que reconocerse corresponsables de los demás miembros del conjunto social  del NOSOTROS. Prevalece el equilibrio de todos los miembros. El bienestar comunitario es la garantía del bienestar de cada uno. Uno sufre, todos sufren y el todo sufre también. El sufrimiento del todo afecta a cada uno. De ahí el interés primordial de mantener el equilibrio social de la comunidad.

 "No queremos la justicia de jueces, castigos, multas y cárceles. Los jueces no nos entienden, sólo saben castigarnos, hacernos pagar multas que jamás podemos pagar y encarcelarnos. La que queremos es la justicia nuestra. Al concluir el juicio se hace manifiesta la que llaman la "Justicia Nuestra".


Le quitaron al delincuente el cargo que tuvo en la comunidad y le explicaron que estos cargos son reconocimiento de honor por parte de la comunidad. El delincuente por el delito ya no mereció este honor hasta que se cambiase. La comunidad lo puso bajo vigilancia de los comuneros que se iban a fijar en la conducta del delincuente en el contexto de la comunidad. Después de un período determinado, la comunidad iba a revaluarlo para ver si lo pudieran reincorporar en la comunidad con todos los derechos y responsabilidades.

No se nace tojolabal, sino que uno se hace tojolabal. Es un proceso. Tojol originalmente quiere decir derecho como un pino o una cosa así derecha. Hay un ejemplo que Gudrun, mi esposa, me contó. Estaba en un bautizo y después del bautizo el sacerdote preguntó a la mujer: “Ahora, a tu hijo bautizado, cómo vas a educarlo”. La mujer, una sola palabra: “Respeto”.



A Carlos Lenkersdorf los tojolabales le enseñaron que todo cuanto existe y vive, tiene corazón, “[…] vivimos en un cosmos que vive, que tiene ‘atsil […]”. Atsil o corazón es “[…] el vivificador de todos y de cada uno, por eso no hay nada que no tenga ‘atsil. Es decir, la vida no está solamente presente entre los humanos, la fauna y la flora, sino también en nubes y aguas, cuevas y cerros, tierra y astros, ollas y comales.”  
Esta idea está clara en el testimonio del hermano Chepe que refiere Lenkersdorf:
 

"Mira hermano, todas las cosas tienen corazón, todas las cosas viven. Ahí el reloj que traes tiene corazón. Lo ves porque camina, se mueve. Las flores, las plantas, la milpa tienen corazón. Por eso, tenemos que visitarlas, platicarles y esperar que nos platiquen. Tal vez tú no lo ves ni entiendes sus palabras. Ya es otra cosa que tu reloj. Pero te digo, todas las cosas tienen corazón, todas las cosas viven aunque tú no te das cuenta. Mira esta piedra que nos sirve de banco. También ella tiene corazón. Los ojos no te lo dicen, tampoco lo oyes, ni lo sabes, porque no ves cómo vive, cómo se mueve. Tú no sabes cómo vive. Otra vez te digo, no lo ves ni lo sientes. Pero sí vive. Se mueve aunque muy, muy despacito. Otra vuelta te lo digo. Vive. Tiene corazón. Créeme."

"Por la tierra... el corazón no se vence" dicen los Tojolabales. 

Fuentes:
http://www.cebela.org.br/imagens/Materia/2000-2%20160-183%20carlos%20lenkersdorf.pdf
http://www.olimon.org/uan/13-tojolabal-lenkersdorf.pdf
http://www.journals.unam.mx/ojs/index.php/rap/article/viewFile/29617/27542

"La posibilidad de crear un nosotros desde la filosofía maya-tojolabal" De Lizbeth Aguilar Castellanos, Lucía De Luna Ramírez, Armando López Arcos, Diego Morollón, Manuel Ponce Rascón, César Antonio Popoca Gómez y Mayra Ruth Silva Estrada.
Lekersdorf, Carlos: Filosofar en Clave Tojolabal
Carlos Lenkersdorf, Aprender a escuchar: enseñanzas maya-tojolabales

domingo, 5 de octubre de 2014

La crianza en diferentes culturas: Transmitiendo la cultura.


 "Alfabetizarse no es aprender a repetir palabras, sino a decir su palabra." Paulo Freire.

Siguiendo el saludo acostumbrado, los maestros inclinaron una rodilla, esperando en silencio a que el jefe hablase:
«¿Cómo va vuestra escuela?».
«Las clases están llenas y los niños están aprendiendo bien, Inkosi».
«¿Cómo se comportan?».
«Como niños ngoni, Inkosi».
«¿Qué aprenden?».
«Aprenden a leer y a escribir; aprenden las Escrituras, geografía y a cultivar plantas, Inkosi».
«¿Eso es la educación?».
«Eso es la educación, Inkosi».
«¡No! ¡No! ¡No! La educación es muy amplia,muy profunda. No está sólo en los libros, consiste en aprender a vivir. Soy un anciano. Cuando era un muchacho fui con el ejército ngoni contra los bemba. Entonces llegó la misión y fui a la escuela. Me hice maestro. Entonces fui jefe. Llegó el gobierno. He visto cambiar a nuestro país, y ahora hay muchas escuelas y muchos hombres jóvenes yéndose a buscar trabajo para conseguir dinero. Yo os digo que los niños ngoni deben aprender a vivir y a construir nuestra tierra, y no sólo a trabajar para ganar dinero. ¿Me escucháis?».
«Yebo, Inkosi» (Sí, oh jefe)

"Este capítulo trata de como los recién nacidos se convierten en miembros de grupos, en participantes de sistemas culturales.(...) de cómo acaban deseando hacer lo que deben para que se mantenga el sistema cultural en el que viven." explica George D. Spindler. Y da algunos ejemplos de diferentes crianzas:

¿Cómo se educa en Palaos (Micronesia)?



El pequeño Azu de cinco años, se arrastra detrás de su madre que camina por el sendero que conduce al pueblo, lloriqueando y pegando tirones a su falda. Quiere que lo coja y se lo dice de un modo ruidoso y exigente. ¡para!, ¡para! Pero su madre no hace un solo gesto de atención. Ella mantiene el paso, mientras sus brazos se balancean libremente a sus costados. Para él ha llegado la hora de comenzar a crecer.

Ella se lo sacude sin hablarle ni mirarle. Enfurecido, se tira decididamente en el suelo y comienza a gritar. Cuando comprueba de que este gesto no produce respuesta, echa una mirada de alarma.

Finalmente, toma impulso para plantarse sobre sus pies y emprende camino a casa. Todavía solloza y se enjuga los ojos con sus puños. Mientras camina trabajosamente hacia el patio puede oír como su madre le grita a su hermana, diciéndole que no se ponga por delante del niño.

Esta ha sido la primera lección dolorosa sobre el crecimiento de Azu. Habrá muchas mas, a menos que comprenda y acepte rápidamente la actitud de la gente de Palaos, que considera los vínculos emocionales como complicaciones crueles y traicioneras y entiende que es mejor no cultivarlos que llegar a repudiarlos o a disolverlos.

Azu está aprendiendo que la gente no es de fiar, que cualquier vínculo
emocional tiene unos cimientos débiles; está adquiriendo una actitud emocional. Todos los niños de Palaos experimentan este rechazo repentino, una forma culturalmente pautada de hacer que el niño comprenda una lección. La madre de Azu no sólo le comunicó que dejase de depender de ella y que se abstuviera de emprender lazos emocionales duraderos con los otros; lo que hizo fue demostrarle que así es la vida, al menos la que se vive en Palaos.

¿Cómo se educa en Ulithi (Micronesia)?


El pequeño recibe el pecho cuando llora pidiendo alimento, o cuando se considera que ha llegado el momento de comer; a veces, se le da el pecho sólo como un medio de apaciguarle. Toda la gente pone un gran empeño en el cuidado de la criatura. Así, cuando tanto la madre como el niño están durmiendo, el que no duerme y repara en que el niño ha de ser alimentado se encarga de despertarlos a ambos para que el bebé pueda mamar...

Existe una gran atención a la limpieza. Se le baña tres veces al día, y después de cada baño se le dan friegas con aceite de coco y polvos de cúrcuma.

Nunca se deja a un niño solo. El bebé parece estar constantemente en los brazos de alguien, y pasa de persona a persona para que todo el mundo tenga la oportunidad de hacerle fiestas. 

El destete se lleva a cabo con la menor perturbación posible. Algunos niños maman hasta la edad de cinco años, e incluso hasta que cumplen siete u ocho. El destete dura unos cuatro días; una técnica consiste en extender jugo de pimienta caliente alrededor de los pezones de la madre. Nunca se emplea el castigo físico
Un hombre me contó que cuando le estaban destetando, alrededor de los siete años, podía dormir alternativamente con su padre y con su madre, que ocupaban camas separadas. En las ocasiones en que dormía con su padre, éste le indicaba que diera a su madre las buenas noches. El muchacho podía acercarse entonces al lecho materno para restregar juguetonamente su nariz sobre los pechos. Ella entendía este gesto afablemente y le animaba diciéndole que era valiente y fuerte, como los otros muchachos. Entonces el niño regresaba con su padre, satisfecho de sus virtudes.

Uno tiene la impresión de que la relajación, para la que los nativos tienen una palabra que usan casi constantemente, es uno de los principales valores de la cultura ulithiana.

Los ulithianos hablan mucho de la añoranza, y no la consideran impropia. Cierto día quedé muy impresionado al preguntar a un amigo qué era lo que murmuraba un hombre que se hallaba de visita en mi casa. Su respuesta fue que el hombre se sentía triste porque yo estaba lejos de mi hogar y de mis amigos, y se preguntaba cómo podía soportarlo. A los ulithianos no les gusta que la gente se sienta sola; para ellos, la sociabilidad es una gran virtud.

¿Cómo es la educación en Gopalpur (India)?

La madre mira al niño con el ceño fruncido: «Debes haber trabajado duro para estar tan hambriento». Le sirve comida y le dice: «Cómete esto. Después de que lo hayas comido debes sentarte aquí y acunar a tu hermana pequeña». El niño come y le responde: «Iré afuera a jugar; no acunaré a mi hermana». Cuando acaba su comida, el niño sale de la casa. Más tarde su tía le ve y le pide que corra al almacén a comprar aceite para cocinar. Cuando regresa, la tía le dice: «Si me sigues obedeciendo de este modo te daré algo bueno para comer». Cuando la madre coge de nuevo al niño, le pregunta: «¿Dónde has estado?», y al darse cuenta de lo ocurrido le dice: «Está bien que comprases el aceite para cocinar, ahora ven y juega con tu hermana». El niño le dice: «Primero dame algo de comer, y jugaré con mi hermana». Entonces la madre le increpa: «Te morirás de tanto comer; a veces no estás dispuesto a trabajar. Puedes comer basura». Finalmente le da comida y el niño se pone a jugar con su hermana.
Ésta es la forma en la que el niño de Gopalpur aprende pronto que dependen de los demás en lo que respecta a los valores y satisfacciones principales de la vida. Aquel que tiene un gran número de amigos y partidarios está seguro; y el individuo acaba sintiendo que el modo de ganarlos y controlados es por medio de la comida, pero también por medio del llanto, la súplica y el trabajo.
 

¿Cómo se educan los esquimales, inuit?


Los niños esquimales reciben un trato tolerante y permisivo. Los encargados de cuidar a los niños son diversos, no existe un horario para el sueño o la comida y el destete es gradual.

Los pequeños se sienten importantes porque aprenden pronto que de ellos se espera que sean miembros trabajadores y provechosos de la familia.

Aunque no se les carga de responsabilidades, deben tomar parte activa en las tareas familiares. Sea cual sea su sexo, es importante para el niño saber desenvolverse en una amplia variedad de tareas y prestar ayuda cuando se le necesita. Conforme crece se le van asignando responsabilidades más específicas y acordes con su sexo. Aunque se reconoce que existe una división del trabajo según el sexo, no es una división rígida en ningún tramo de edad. Los miembros de cada sexo pueden asumir generalmente las responsabilidades del sexo contrario.
 
Los esquimales adultos dan órdenes, dirigen y reconvierten la conducta de los niños, pero sin hostilidad.

Viven en un clima extremadamente imperante. Quizá son criados de este modo porque solo las personas seguras, ingeniosas y de buen humor son capaces de sobrevivir durante un largo tiempo en ese ambiente.

¿Cómo sucede en Guadalcanal (Islas Salomón)?

 

Hay dos virtudes, la generosidad y el respeto hacia la propiedad. Los padres insisten en que la comida debe ser compartida con cualquier compañero de juego que se halle presente y en que no han de tocarse los bienes que pertenecen a los otros aldeanos.

Cierto día, durante una comida, Mwane-Anuta y su mujer estaban enseñando a sus tres hijos a comer adecuadamente. «Bien, Mbule -dijo su madre-, muéstranos la cara para que podamos ver que no comes demasiado. Y tú, Konana, sal y dile a tu vecino Misika que venga a comer contigo. Su madre aún no ha llegado a casa y supongo que estará hambriento. Tu barriga no es la única, hijo mío». «Así es -añadió Mwane-Anuta-, piensa en los que están contigo y ellos pensarán en ti». En este punto la madre llamó al chico mayor, Kure, y puso sobre sus manos la cesta de ñames que me estaba destinada. «Venga, dásela a nuestro invitado y dile que es bueno tenerle con nosotros esta tarde», le susurró al oído. Este gesto era típico. Pude darme cuenta de que siempre que se servían los alimentos a las visitas los niños hacían de camareros. Quise saber por qué. «Para enseñarles,-contestó Mwane-Anuta-, éste es el modo en que enseñamos a comportarse a nuestros muchachos» 

¿Cómo sucede en Demirciler (Turquía)?


En Demirciler, una aldea anatolia del árido altiplano central de Turquía, Mahmud, un niño pequeño, aprende de la casa del Muhtar (el cabecilla), adonde acuden por las noches los hombres adultos para discutir los asuntos del día:

El Hocam hizo la primera pregunta: «Muhtar Bey, ¿cuándo se hará la colecta de dinero del próximo año para la mezquita?».
«Hocam, la cantidad aún no ha sido fijada», respondió el Muhtar.
«Muy bien, hagámoslo ahora», insistió el Hocam.
El Muhtar estaba de acuerdo: «Hagámoslo».

Los jóvenes que escuchan, aprenden de las deliberaciones que realizan sus mayores para decidir qué es lo que se debe hacer con el hijo adolescente de uno de ellos que es demasiado propenso a echarle miradas a las chicas, o para resolver el problema de la construcción de un nuevo camino.
 
Ahora vendría la parte que más le gustaba a Mahmud, así que su interés se
acrecentó.
«Dedem, cuéntanos algunas historias de los tiempos pasados».
«¿Quieres que te hable de las guerras?», le preguntó el anciano que estaba más cerca del Muhtar.
«Sí, de la gran guerra con los rusos», respondió el joven.
«Bueno, yo por entonces no era más que un muchacho, pero mi padre se fue con el ejército del Sultán aquel verano. Él me contó esta historia»
 

La narración de historias ha sido, y continúa siendo, un modo de transmitir información a la gente joven en muchas culturas, sin que se den cuenta de que se les está enseñando. Las historias y las narraciones de mitos se utilizan virtualmente en todas las culturas para transmitir información, valores y actitudes.  


Sólo en Nueva Guinea...


Para dar más ejemplos de educar y criar a los más jóvenes, sólo en una misma isla, Nueva Guinea, se pueden encontrar casos muy diferentes entre sí: 

Los Arapesh tratan a los bebés como un objeto precioso que de ser resguardado de todo peligro. La madre los lleva colgando debajo de sus senos en posición fetal contra su estómago. Cada vez que pide comida es alimentado con cariño e interés.

Los Iatmil, tratan al niño casi como si fuese un adulto. Pasadas unas pocas semanas desde el nacimiento, la madre ya no lo alza y transporta con ella, sino que lo coloca sobre un taburete alto a bastante distancia, dejándole llorar bastante antes de alimentarlo.

Entre los Mundugumor, los niños son transportados en bolsas ásperas sobre los hombros de la madre. Las madres amamantan de pie, apartando al bebé tan pronto consideran que han mamado bastante. 
El infante alorés, si bien es deseado, es descuidado y recibe muy poca atención por parte de su madre y de su padre, quienes pasan mucho tiempo fuera de la casa. Es frecuente que no sea la madre sino otras mujeres quienes lo alimenten. El niño aprende a caminar con muy poca ayuda y se pone muy poco énfasis en el control de esfínteres. Al amamantarlo, cuando se considera que ha tenido bastante, se lo aparta del seno bruscamente y se comienza a amamatar a otro niño. Esta continua frustración también se manifiesta en otra costumbre que los adultos encuentran “divertida”: la de prometerle comida al niño y luego no dársela.
Paul Bohannan en su libro "Para raros, nosotros" explica, por su parte, como es
la educación norteamericana: 

"Los niños norteamericanos aprenden desde muy pequeños que deben ser independientes y autónomos. Conocí a una mujer holandesa que vió a una madre norteamericana que discutía con su hijo de dos años. Cuando la madre le dijo:"¡Bueno, decídete!", la holandesa se encolerizó. Ella creía que a ningún niño de esta edad se le debía permitir a tomar una decisión.
Otros dogmas es que los niños deben ser apartados de la muerte, que no deben saber qué es el sexo demasiado jóvenes, y que hay muchos traumas inadecuados para los niños. Muchos adultos consideran estos asuntos vergonzosos o como una carga, y por lo tanto dicen que no quieren sobrecargar a los niños"

"- "¿Qué haces, Dan?" me preguntaron un par de mujeres pirahãs (pueblo del Amazonas brasileño).

- "Estoy, eh, bueno ..."- Hmm. Yo no tenía una respuesta. ¿Qué demonios estaba haciendo?

De todos modos, sentí el peso de la Biblia y así le dije a Shannon,
- 'OK, no te azotaré aquí. Nos vemos en el final de la pista de aterrizaje y recoge otra vara en el camino. Nos encontraremos allí en cinco minutos!"

Lo que pretendía hacer Daniel Everett era dar unos azotes bien merecidos a su hija Shannon.

"Yo era un joven padre, Shannon nació cuando yo tenía diecinueve años. Y debido a mi falta de madurez y el marco de crianza cristiana, pensé que el castigo corporal era apropiado y útil", explica Everett.

Cuando Shannon comenzó a salir de la casa, los pirahãs le preguntaron a dónde iba.

"Mi papá me va a golpear en la pista de aterrizaje," respondió ella con una mezcla de irritación y alegría, sabiendo cuáles serían los efectos de sus palabras.

Niños y adultos pirahã llegaron corriendo detrás de Everett, cuando se dirigía a la pista.

"Fuí derrotado. No más azotes ... "

El castigo corporal para los Pirahãs era una forma extraña e ineficaz para enseñar a los niños acerca de la vida.

Los Pirahãs no coaccionan a los niños, al igual que no lo hacen, por lo general, a ninguna persona en su sociedad. Siempre hay excepciones, por supuesto, pero los niños no son golpeados hasta la sumisión por sus padres. Entonces, ¿cómo aprenden a ser responsables pirahã? Se les da tareas relativas al bienestar de la familia, tales como la recolección de frutas y nueces, la pesca, la recolección de leña, y así sucesivamente. Si fallan, todo el mundo sufre, incluyéndolos a ellos. Pueden ser regañados, como cualquier otro miembro, pero la principal lección que aprenden es que no vuelven a confiar en ellos debido a su irresponsabilidad. Hasta que maduran.

Los Pirahãs me han enseñado, como tantos otros grupos han enseñado a los extranjeros fuera de su elemento en los últimos años, sobre la paternidad y la vida, entre muchas otras cosas. Los encuentros con "el otro" en la literatura y la vida son componentes vitales de nuestro crecimiento en la vida y el pensamiento."

"No duermas. Hay serpientes" Daniel Everett.


En su libro "Rethinking Innateness", el psicólogo Jeffrey Elman y coautores se preguntan porqué los humanos, con una vida social compleja, pasan por largos periodos de inmadurez posnatal, lo que representa un gran peligro: "Vulnerabilidad, dependencia, consumo de recursos parentales y sociales... De todos los primates, los humanos son los que más tardan en madurar" Su respuesta: una ontogenia más larga deja más tiempo al entorno (histórico, cultural y físico)  para conformar al organismo en desarrollo. De hecho, el desarrollo en el marco de un sistema social es el sine qua non de la complejidad sexual humana.

"Todos los jóvenes monos son curiosos, pero el impulso de su curiosidad tiende a menguar al convertirse en adultos. En nosotros, la curiosidad infantil se fortalece y se extiende a nuestros años maduros. Nunca dejamos de investigar. Nunca pensamos que sabemos lo bastante para ir tirando. Cada respuesta nos lleva a otra pregunta, éste ha sido el más grande ardid de supervivencia de nuestra especie." afirma el etólogo y antropólogo Desmond Morris.




Fuentes: George D. Spindler. "La transmisión de la cultura", en Honorio M. Velasco, Javier García Castaño y Ángel Díaz de Rada (Eds.). Lecturas de antropología para educadores, Madrid: Trotta, 1993. Pp. 205-241. 
http://es.scribd.com/doc/7262931/5-Spindler