miércoles, 28 de diciembre de 2011

Los indignados: el futuro es ahora.

“Actualmente en ningún lugar en el mundo hay mayores que sepan lo que saben los jóvenes. Antaño siempre había algunos adultos que sabían más que cualquier joven en términos de experiencia adquirida. Ahora no los hay. No se trata sólo de que los padres ya no son guías, sino de que no existen guías, los busque uno en su propio país o en el extranjero.”

“El desarrollo del futuro depende de que los jóvenes puedan conducir a sus mayores en dirección a lo desconocido."


Extraído del libro: “Cultura y compromiso: estudio sobre la ruptura generacional de Margaret Mead (antropóloga)”


Nuestra crisis actual ha sido atribuida tanto a la abrumadora celeridad del cambio, al derrumbe de la familia, a la decadencia del capitalismo, al triunfo de la tecnología sin alma y a la quiebra definitiva del Sistema. Pero seguimos enfocando el futuro como una prolongación del pasado: los historiadores hablan de la decadencia en que cayeron en el pasado los sistemas religiosos y el derrumbe de los imperios. Asimismo, la mayoría opina que la juventud disconforme de todas las sociedades del mundo es sólo una forma exagerada de las rebeliones adolescentes de  siempre.

La pregunta clave es ésta: ¿cuales son las condiciones que han desencadenado la revuelta juvenil en todo el mundo?

La primera de ellas es la aparición de una comunidad mundial. Por primera vez los seres humanos del mundo se han congregado, en razón de las informaciones que los unos tienen acerca de los otros y de las reacciones que los unos provocan en los otros, en una comunidad unida por el conocimiento y el peligro compartidos. Los veloces viajes aéreos en escala mundial y los satélites de televisión que giran en torno del globo nos han trasformado en una comunidad única en la cual los acontecimientos que se registran en un punto de la Tierra están inmediata y simultáneamente al alcance de los pueblos que habitan todo el resto del mundo. El mundo es una comunidad a pesar de que todavía carece de las formas de organización mediante las cuales se puede gobernar una comunidad política.

Nuestro pensamiento nos ata todavía al pasado, al mundo tal como existía en la época de nuestra infancia y nuestra juventud. Nacidos y criados antes de la revolución electrónica, la mayoría de los adultos no entiende lo que ésta significa. Los adultos forman una generación extremadamente aislada. Ninguna otra generación ha conocido ni ha experimentado jamás un cambio tan masivo y rápido... En cambio, la nueva generación, los jóvenes rebeldes y explícitos de todo el mundo que se baten contra los controles que los sujetan, están cómodos en su tiempo. A su juicio, la matanza de un enemigo no es cualitativamente distinta del asesinato de un vecino. No pueden conciliar nuestros esfuerzos por salvar a nuestros niños mediante todos los recursos conocidos con nuestra predisposición a exterminar con napalm a los niños ajenos.

Los jóvenes no saben qué es lo que se debe hacer, pero intuyen que debe de haber un sistema mejor. La situación en que nos encontramos actualmente se puede describir como una crisis de fe en la cual los hombres, que han perdido su confianza no sólo en la religión sino también en la ideología política y en la ciencia, se sienten despojados de todo tipo de seguridad. Pienso que esta crisis de fe se puede atribuir, por lo menos en parte, al hecho de que ahora no hay adultos que sepan más que los mismos jóvenes acerca de lo que éstos experimentan.
La mayoría de los padres se sienten demasiado inseguros para atreverse a ratificar los viejos dogmatismos. No sabe cómo educar a estos hijos que son tan distintos de lo que ellos mismos fueron. “Hasta hace muy poco tiempo, los adultos podían decir: «¿Sabes una cosa? Yo he sido joven y tú nunca has sido viejo». Pero los jóvenes de hoy pueden responder: «Tú nunca has sido joven en el mundo en el que soy joven yo, y jamás podrás serlo»”. Actualmente en ningún lugar en el mundo hay mayores que sepan lo que saben los jóvenes. Antaño siempre había algunos adultos que sabían más que cualquier joven en términos de experiencia. Ahora no los hay. No se trata sólo de que los padres ya no son guías, sino de que no existen guías, los busque uno en su propio país o en el extranjero.

Estos jóvenes disconformes comprenden que existe la necesidad crítica de que el mundo actúe inmediatamente para solucionar problemas que afectan a la totalidad del globo. Lo que desean es, en cierta forma, empezar a partir de cero. La idea del cambio ordenado, evolutivo, no entusiasma a esta generación de jóvenes, que no pueden asumir el pasado de sus mayores y que sólo atinan a repudiar lo que éstos hacen ahora. Desde su punto de vista el pasado es un fracaso colosal, ininteligible, y es posible que el futuro no encierra nada más que la destrucción del planeta.

El desarrollo del futuro depende de que se entable un diálogo continuo en el curso del cual los jóvenes gocen de libertad de actuar según su propia iniciativa y puedan conducir a sus mayores en dirección a lo desconocido. Sólo podremos construir el futuro con la participación directa de los jóvenes, que cuentan con ese conocimiento.

Hoy, cuando empezamos a entender mejor los procesos circulares mediante los cuales se desarrolla y transmite la cultura , reconocemos que la característica más humana del hombre, no consiste en su capacidad para aprender, que comparte con muchas otras especies, sino en su capacidad para enseñar ...El aprendizaje, que se funda sobre la dependencia humana, es relativamente sencillo. Pero las aptitudes para crear refinados sistemas aptos para enseñar, para entender y utilizar los recursos del mundo natural, y para gobernar la sociedad y crear mundos imaginarios, son muy complejas.

Debemos crear nuevos modelos para que los adultos puedan enseñar a sus hijos no lo que deben aprender sino cómo deben hacerlo; y no con qué deben comprometerse, sino cuál es el valor del compromiso. Las viejas culturas constituían sistemas cerrados que copiaban el pasado. Ahora debemos encaminarnos hacia la creación de sistemas abiertos que apunten al futuro y a los jóvenes. En lugar de orientar la rebeldía hacia la recuperación del sueño utópico que concibieron los abuelos, debemos aprender junto con los jóvenes la forma de dar los próximos pasos.

Tal como sucede en un país nuevo donde las viviendas de emergencia son el producto de la adaptación de modelos obsoletos, los hijos deben disfrutar del derecho a proclamar que tienen frío y a especificar de dónde provienen las corrientes de aire. El padre continúa siendo el hombre que tiene la pericia y la fuerza necesaria para derribar el árbol con el que edificará una casa distinta.

Archibald Macleish escribió en The Hamlet of A. Macleish:

Hemos aprendido las respuestas, todas las respuestas:
lo que ignoramos es el interrogante.

Yo recibí su libro en 1928, mientras estaba en las Islas del Almirantazgo estudiando a los manus. En esa época parecía casi seguro que los manus, un pueblo que todavía se adaptaba orgullosamente a su cultura de la Edad de Piedra, terminarían por convertirse eventualmente en proletarios incultos dentro de un mundo que no conseguían entender y sobre el que no podían ejercer ninguna influencia.  Hoy, cuarenta años más tarde, el pueblo manus ha salteado miles de años y ha logrado tomar su destino en sus propias manos como no podría haberlo hecho cuando, encerrado dentro de la Edad de Piedra, hostigaba y saqueaba las aldeas de sus vecinos menos agresivos. Actualmente prepara a sus hijos para la universidad, para el estudio de derecho y la medicina, y trasfiere al mundo más vasto de una nación en desarrollo el liderazgo que otrora ejerció, caprichosa y desorganizadamente, como tribu, dentro de un pequeño archipiélago.

Y ahora, al recordar la cita, cambié su enunciado porque ya podemos decir que por lo menos sí sabemos quiénes deben formular las preguntas para que nosotros, que tenemos a nuestra disposición un rico acervo de respuestas, podamos contestarlas. Los jóvenes deben formular las preguntas que a nosotros jamás se nos ocurriría enunciar, pero es necesario reconquistar la confianza suficiente para que los mayores puedan trabajar con ellos en la búsqueda de las respuestas.

La guerra no es la respuesta.
Pero para proceder así nosotros, los pueblos del mundo, debemos reubicar el futuro. A juicio de los occidentales, el futuro está delante de nosotros, quizá a sólo unas pocos horas del presente, a veces a mil años de distancia, pero siempre delante, aún no aquí, fuera de nuestro alcance. A juicio de muchos pueblos de Oceanía el futuro reside atrás, no adelante. Los balineses opinan que el futuro se parece a una película expuesta pero no revelada, que se despliega lentamente, en tanto que los hombres están a la espera de lo que les mostrará. Interpretan que es algo que los está alcanzando, y nosotros también utilizamos esta figura retórica cuando decimos que oímos a nuestras espaldas las pisadas implacables del tiempo. Para construir una cultura en la que el pasado sea útil y no coactivo, deberemos modificar la ubicación del futuro. También en este caso nos inspirarnos en los jóvenes que parecen anhelar utopías instantáneas.
Ellos dicen: 

El Futuro Es Ahora. 



*A pesar de los años transcurridos desde que la autora presentó estas reflexiones (1970), sus ideas son plenamente vigentes, y es más, nos afectan hoy más que nunca. ¿El futuro de Mead nos alcanza? 
"Si me dieran una hora para solucionar el mundo, gastaría 50 min en formular la pregunta correcta y 10 min en solucionarla" Albert Einstein.

3 comentarios:

  1. Gracias por recordarme el libro de Margaret Mead "cultura y compromiso", lo releeré en estos días.

    Un saludo y feliz año 2012, que buena falta nos hará.

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  2. espléndido blog. lo subiré en el mío entre los preferidos. Gracias

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  3. Felicidades por tu blog. Estamos en una crisis de valores que irradia en todos los sentidos. La única manera de poder progresar es volver a tener una identidad única como individuos.

    Te invito a que eches un vistazo a mi blog.

    http://lablogoteca.20minutos.es/reflexiones-e-inquietudes-sobre-temas-de-marketing-24910

    Saludos

    :)

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