"Tenemos que definir quiénes somos definiendo, ante todo, quiénes no
somos. Somos hombres sabios porque no somos hombres salvajes. Nos
sentimos integrados en el grupo gracias a quien ha quedado excluido” Robert McLiam Wilson, escritor.
De Francia a Bulgaria y de Italia hasta Finlandia, Charles Fréger fotografió
decenas de comunidades rurales a lo largo 18 países que siguen celebrando estos ritos
originados en el neolítico, pensados para exorcizar demonios interiores,
despertar una animalidad reprimida sin tener que lamentar las
consecuencias o invocar a la naturaleza en nombre de la fertilidad de la
tierra.
Sucede por todas partes, pero siempre durante los días más cortos del
año. Entre noviembre y febrero, pueblos de toda Europa se unen al
unísono en celebraciones ancestrales que se reproducen por todos los
rincones del continente. En ellas, cientos de comunidades rurales
conservan la costumbre de disfrazarse de bestias diabólicas y animales
indomables, a través de espectaculares atuendos confeccionados con
pieles de oso, cuernos de cabra y ramas de la vegetación más frondosa.
Hace unos años, Charles Fréger
descubrió uno de estos ritos paganos en la región austriaca de
Salzburgo. Antes de las fiestas navideñas, los adolescentes suelen
desfilar por las calles disfrazados de Krampus, ogros hirsutos y
cornudos que atemorizan a los niños que se han portado mal durante el
resto del año. El fenómeno le fascinó tanto que pasó dos años
investigando si existían fiestas similares en el resto de Europa.
“Terminé visitando 19 países durante dos inviernos sucesivos, para
descubrir decenas de fiestas paganas que, bajo un aspecto meramente
folclórico, esconden cuestiones fundamentales sobre nuestra cultura y
nuestros miedos”, afirma Fréger, autor de una espectacular serie
titulada Wilder Mann.
Los ritos donde los hombres se convierten en monstruos existen en todas
las civilizaciones del planeta, pero Fréger prefirió ceñirse al
continente europeo. “Que en África existen tradiciones de este tipo ya
es suficientemente conocido. Me interesaba más ir al encuentro del lado
tribal de Europa”, dice el fotógrafo. “Castilla fue el único lugar del continente donde vi que se
utilizara sangre animal para decorar los disfraces”, explica.
Con una mirada antropológica entusiasta, el fotógrafo Charles Fréger ha dedicado su carrera a la creación de retratos clásicos de grupos de personas, a menudo en uniforme o con una afiliación organizativa definida. Se ha centrado en temas tan diversos como la legión extranjera francesa, los escolares y los luchadores de sumo, discerniendo sobre las trampas de la identidad. “Ni soy antropólogo ni pretendo serlo. Pero me interesa lo humano y el concepto
de comunidad. En el fondo, estos rituales se han convertido en
celebraciones de la vida en grupo”, dice Fréger.
"Para mí, es la cuestión de lo que es estar en una comunidad, tomar parte de un grupo, la relación, no cuestionar a la persona, sino más bien el propio grupo" dice Fréger. "Uno ve a cada individuo, y entonces entiendes cómo el grupo está trabajando."
"Para mí, es la cuestión de lo que es estar en una comunidad, tomar parte de un grupo, la relación, no cuestionar a la persona, sino más bien el propio grupo" dice Fréger. "Uno ve a cada individuo, y entonces entiendes cómo el grupo está trabajando."
Roger Bartra, antropólogo y sociólogo de formación, ha dedicado buena
parte de su actividad investigadora al mito del salvaje, una encarnación
de la otredad que hoy sigue vigente. Fruto de
estos estudios son dos libros, "El salvaje en el espejo" y "El salvaje artificial"
en el que explica que Europa ha vivido
obsesionada con la idea del Otro y en todo momento le ha necesitado para
configurarse.
Link: El hombre salvaje: la otra cara de Europa. Más fotos, aquí.
Fuentes:
http://www.interviewmagazine.com/art/charles-freger-the-gallery-at-hermes/#_
http://cultura.elpais.com/cultura/2013/03/08/album/1362757931_933514.html#1362757931_933514_1362758064
http://cultura.elpais.com/cultura/2013/03/15/actualidad/1363348917_352297.html
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