Los personajes navideños son títere, en realidad, del mayor chantaje de la globalización mercantil: la Inmortalidad.
Todos
los personajes propios de estas fechas, desde Papá Noel al Ded Moroz de
Rusia, tienen algo en común: hacen de puente entre la infancia y la
adultez, entre la vida y la muerte. Levi Strauss, antropólogo, escribió
que “no es sólo para burlar a nuestros niños que nos entretenemos con la
creencia de Papá Noel: su fervor nos reconforta, nos ayuda a
autoengañarnos (…). Y sin embargo, los hombres mueren (…)” Hoy,
pretendemos burlar a la muerte con el nuevo elixir de la juventud que
nos trae Papá Noel: sus regalos tecnológicos y de belleza, entre otros.
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A pesar del que ambos reconocemos estas fiesta como de adoración al consumo en las que hay que divertirse si o si, tampoco es malo felicitarse, especialmente si la felicitación va encaminada a desear un próximo año mejor que este que está a punto de concluir, aunque me temo que la conflictividad va a ser importante.
ResponderEliminarUn abrazo.
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