En la India, hay diversas sectas, extremas para ojos occidentales.
Los Aghori sorprenden porque recubren su cuerpo con cenizas de muertos y excrementos propios que llevan dentro de un craneo humano, y con eso piden limosna amenazando a la gente con ponerla perdida si no les dan algo. Los Naga Babas, otros ascetas sivaítas, tienen a gala ir completamente desnudos y con mucho orgullo, pues descienden de los luchadores que combatieron contra los ejércitos mongoles en el siglo XIII. Mientras, los Khareshwari, practican el voto de no sentarse ni acostarse durante 12 años. Otros sadhus se nombran en este post:
Sin embargo, existe una suerte de religión atea: el jainismo. Una filosofía autóctona de la India en la que no existe el concepto de la creación
del universo por Dios. Se considera que el cosmos es eterno e indestructible, y
en él existen componentes "vivientes" y "materiales" en
flujo continuo. "Ningún Dios, o profeta suyo, o delegado suyo, puede interferir en la vida humana. El alma, y solo ella, es responsable directamente de todo lo que hace" afirma el maestro jain Jagmanderlal. "La creación implica volición, un deseo de crear (...) implica imperfección. Y Dios no puede ser imperfecto"
Por eso, los jainíes no creen en un único dios ni rezan a los dioses para
que les ayuden. En su lugar, confían en guías espirituales o jinas, que
les entrenan sobre cómo alcanzar la liberación del ciclo de la reencarnación mediante la posesión del recto conocimiento, la recta fe y la recta conducta, que significa sobre todo Ahimsa (no violencia), Satya (veracidad), Asteya (no robar), Aparigraha (desapego a lo material) y Brahmacharya (castidad).
Un concepto esencial en esta religión es el de karma, distinto del de los hindúes y budistas. Para los jainíes se compone de finas
partículas que se adhieren al alma, modelándola de forma gradual y aportándole
un peso que la ata a la tierra. Todas las acciones, sean buenas o no, producen
cierta materia kármica que se adhiere al alma, pero las malas acciones producen
un karma más pesado, del que es más difícil liberarse. Lo peor que puede suceder es reencarnarse en algo que previamente haya sido asesinado por ellos.
Por eso, tienen de base el no matar, pero más que un mandamiento, lo convierten en una forma de ser. El jain no sólo no quiere matar a un ser vivo, sino que, llegado el caso, prefiere morir antes de matar. Eso puede entrañar la propia muerte, o el grado más extremo de perfeccionamiento, que practican los digambaras.
Como los desnudos Naga Babas, los "vestidos del aire", los digambaras son los "vestidos del cielo", que
también renuncian a todo lo terrenal, incluyendo el vestido, ya que entienden que se pudo haber matado algún ser vivo durante la
confección de esa ropa. Los monjes llamados jina-kalpin (independientes) llegan a la muerte por inanición mediante un yoga de total autopurificación o sallekhana (o santhara) Un suicidio ritual por no comer para llegar a la extrema santidad y liberación. Los más rigurosos practican una extrema forma de yoga sentándose (mulabanda) con todos los sentidos cerrados y simplemente respirando, con el fin de librarse del deseo de vivir.
Sassole, un pueblo del Rajastán, es conocido en la India porque autorizan la
santhara. Especialmente siguen esa costumbre mujeres ancianas, viudas casi siempre, que se sienten como un peso para sus familias y que no tienen otro horizonte que la muerte. Eso ha fomentado una especie de peregrinación a Sassole para cometer el suicidio ritual. "Hasta un millar de personas toman santhara cada año en la India y eso no se investiga como suicidio porque el acto es público y se santifica a través de sermones" afirma Sara MacDonald en su libro "Holy Cow"
Aún con todo, hay una razón de peso para estos jainíes. Además de considerar que el cuerpo es una carga, nunca están seguros de no cometer asesinato de gérmenes u otras vidas microscópicas en todo tipo de alimento. Si comen (poco y siempre crudivegano) se beben los residuos del plato para evitar que nazcan por generación espontánea "millones de pequeñas réplicas de ellos mismos de cuyas muertes ellos también serían responsables" Gustan hacer una bola con la comida para tragársela con agua de una vez y así evitar una gran matanza de estos seres diminutos. Así mismo, los que preparen comida para estos ascetas serán absueltos de sus pecados, paradójicamente, para que éstos no tengan que caer en el acto tan violento de cocinar.
Otros, la rama svetambara o los "vestidos de blanco", menos extremos, se decantan por usar mascarillas en la nariz para evitar la
inhalación de insectos y barren suavemente el suelo por el que van a pisar por el mismo motivo. Para no matar seres microscópicos beben agua poniendo un pañuelo como filtro. Otra obligación devocional es la ratri-bhukta-tyaga o "abstinencia de comer de noche", ya que los seres diminutos podrían desorientarse sin la luz y ser consumidos. Tampoco está permitido el alcohol por la destrucción de seres que se producen en los procesos de fermentación y destilación.
Es más, llegaron a asegurar que la vida no se puede dividir en orgánico e inorgánico y, de hecho, el profesor J.C. Bose de la Universidad de Calcuta ya ha roto con esa antigua dimisión en la biología. Los maestros jainíes supieron mucho antes que la ciencia moderna que habían seres en el agua. Incluso llegaron a diferenciar entre materias gruesas-finas (como la luz, que se ha visto que es ondulatoria y no corpuscular) y materias finas-gruesas (como la fragancia, el sonido...)
Una de las visitas más instructivas que se puede hacer en Delhi es al Hospital de los Pájaros, regentado por los jainíes de la zona que como veterinarios intentan librarse del samsara o rueda reencarnante. Se dice que una de las prácticas habituales en los jainíes era cortarse trozos de su propia carne y ofrecérselos a las aves de rapiña...
... Y esto quizás no resulte tan extravagante para ojos occidentales.
Fuentes:
http://www.historia-religiones.com.ar/el-jainismo-55
El banquete humano: Una historia cultural del canibalismo.
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