Mizuki Shigeru |
"El antiguo sintoísmo es un culto
animista que concibe que todas las cosas y seres del universo están
habitados por un dios, en especial aquellos que son más antiguos o viven
más. Por los campos y montañas hay infinidad de árboles viejos o
grandes rocas rodeados de una soga (shimenawa,
literalmente "cuerda enrollada"
) que indican que son sagradas y las protegen de los malos espíritus" Chiyo Chida.
El libro "Yokai, monstruos y fantasmas de Japón" de los historiadores Chiyo Chida y Andrés Pérez Riobó, es una guía ilustrada incluso con grabados y miniaturas de la Edad Media, que nos descubre los seres mitológicos japoneses, los Yokai, dioses caídos en desgracia bien por el olvido de los humanos, bien por su propia degeneración. No confundir con los "Yurei" o fantasmas, que también describe el libro como complemento.
Los yokai funcionan
cómo advertencias, restricciones o lecciones para la vida: es mejor no
bañarse en tal parte del río porque hay un "Kappa" (niño de río), o si no se limpia el
aseo viene el "Akaname" (chupamugres). Al "Keukegen", o peluso, también le atrae la suciedad, y nos advierte que hay que mantener la casa aireada y evitar las humedades. La "Yukionna" o mujer de nieve , por su parte,
sería "un aviso para los
niños que en las noches de luna llena se quedarían a jugar hasta más
tarde de lo normal, aprovechando la claridad en las noches de invierno". Incluso hay un yokai, el vuelcalmohadas "Makuragaeshi", que nos recomienda mantener la sacralidad del sueño o nos acarreará desgracias. Y es que él es el cupable de que por las mañanas encontremos cambiada la posición de la almohada.
Pero los yokai se
transmiten de forma peculiar en cada lugar y en cada región y
cambian de apariencia o son diferentes manteniendo el mismo significado.
"(...) alguien enseñó a los miembros de una tribu en Malasia la colección de
dibujos de yokai de Mizuki Shigeru" cuenta Chida. "Los nativos reaccionaron
agitadamente, diciendo: "éste lo conozco", "éste también". Mizuki sintetizó sus
conclusiones diciendo "los yokai del mundo se reducen a mil tipos, y los
de cada región se parecen a los de otras regiones".
Generalmente, los yokai nos recuerdan que debemos
respetar la naturaleza y comportarnos prudentemente, ya que en caso
contrario, muestran su enfado castigándonos. De ahí la prevalencia e importancia de estos seres en el imaginario colectivo de la sociedad japonesa, incluso hoy en día.
En el oeste
de Japón se habla por ejemplo de "hoces salvajes", hoces abandonadas
que se mueven por el campo empujadas por el viento e impactando con los
humanos. En otras zonas de Japón, uno de sus yokai es la "kamaitachi",
de "kama" (hoz) y "itachi" comadreja. Comadreja falcada, comadrejas
con una curva parecida a la de la hoz.
"Existen casos de personas que han sentido un viento repentino
golpeándoles el cuerpo y sin darse cuenta tenían heridas, sobre todo en
las piernas, como de alguna arma incisiva. Muchas veces una caída y un
desmayo por el camino preceden a la aparición de estas heridas. Este
tipo de fenómenos extraños se empezaron a explicar como "ser cortado por
una comadreja", y de ahí se pasó a representar a la comadreja con hoces
en sus patas", cuenta Andrés Pérez Roibos.
La lección moral que
desprenden el fenómeno de las "hoces salvajes", y de todos los
yokai de su clase, los "tsukumogami", es claro: reutilizar los objetos antes de
abandonarlos.
Los
"tsukumogami" son el símbolo de este sentimiento de temor y
reverencia hacia los objetos antiguos. Son un tipo de "yokai", o
espíritus, que se manifiestan en objetos domésticos envejecidos o
abandonados por sus dueños, y de esta manera cobran vida y andan,
hablan...
Para que un artefacto se convierta
en tsukumogami, debe cumplir 100 años. La palabra "tsukumo" significa "noventa y nueve", que
es también una manera de decir "innumerable". Cobran vida a la noche, y
aunque pueden mostrarse inofensivos, también existen historias sobre
tsukumogami que hacen enfermar o enloquecer a las personas. Por eso,
también existen diversos ritos que evitan su llegada. Chiyo Chida explica:
"En algunas aldeas
se ofrecen tortas de arroz a herramientas caseras para que sus
espíritus renazcan cada año. Antes era costumbre realizar una ceremonia
de consagración para los objetos nuevos que entraban en casa. Consistía
solamente en que el padre de familia inscribía en ellos su nombre y
fecha, no sólo para señalar al poseedor, sino también para que el alma
de la familia penetrara en el objeto."
"En el gremio de costureros,
modistos y sastres, tienen un día festivo en que ofician una pequeña
ceremonia por aquellas agujas que se rompieron durante el trabajo de ese
año, insertándolas en trozos de tofu y ofrendándolas en algún
santuario. Peines y espejos que se rompen en casa también se llevan al
santuario local para deshacerse de ellos en su debida forma. Claro que la
vida moderna provoca que cada vez haya menos gente que siga estás
tradiciones".
"En los hogares japoneses, es costumbre realizar la limpieza
general de la casa en la segunda mitad de diciembre, siempre antes de que
empiece el año nuevo. La limpieza tiene connotaciones religiosas hogar de
purificación y renacimiento. Además, durante los primeros días
de enero, se recibe la visita de familiares y de los dioses del Año Nuevo, por lo que hay que tener la casa presentable para ellos. Por
último, la limpieza también se realiza para evitar que los utensilios
antiguos caigan a la categoría de tsukumogami, bien sea limpiándolos para
insuflarles vida, bien sea deshaciéndose de aquellos inservibles.
"Esto se
expresa en japonés con la palabra de uso diario "mottainai". La traducción
directa al español sería "¡qué desperdicio!", "qué pena" o "es necesario
aprovechar algo". Por ejemplo, es "mottainai" no comer toda la comida del plato
o que una mujer guapa e inteligente se case con un hombre que no está a
su altura. En la década de los ochenta, una agencia pública de publicidad creó
un anuncio de televisión con el objetivo de no desperdiciar los
alimentos, en el que aparecía el fantasma Mottainai. Este anuncio se
popularizó, y por ello aún se pueden encontrar padres que reprenden a sus
hijos diciéndoles: si no tratas con cuidado las cosas, ¡te va a venir el
fantasma Mottainai!
Sin embargo la idea de "mottainai" se ha debilitado en la
sociedad japonesa de consumo actual, movida por la primacía de lo
económico y en la que apenas hay descanso ni tiempo que no sea para el
trabajo. Tengo la impresión de que el pensamiento Mottainai ha sido
arrinconado por un ritmo de vida trepidante y unas modas que no dejan de
cambiar.
Cuando un utensilio alcanza los 100 años, se convierten en tsukumogami,
adquiere un espíritu y gasta bromas a los humanos.
Pero en la sociedad
actual, es muy difícil que un artefacto aguante sin tirarse a la basura
durante 100 años...
... Más bien se puede decir que los tsukumogami son unos yokai
en peligro de extinción.
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