"Nosotros troceamos la realidad que nos rodea, y la convertimos en
objetos aislados. Pero la realidad no está hecha de objetos, es un flujo
que varía constantemente. En esta variabilidad marcamos límites que nos
permiten hablar de la realidad." Carlo Rovelli,
físico teórico.
"Las sociedades capitalistas modernas, por muchos bienes de que
dispongan, están sujetas a los planteamientos de la escasez. El
principio que rige a los pueblos más ricos del mundo es el de la
insuficiencia de los medios económicos". Marshall Sahlins, antropólogo.
La bióloga Robin Wall Kimmerer hizo grandes esfuerzos por aprender el
idioma nativo americano de sus antepasados, el
potawatomi (pottawat-um-ees "los que hacen o mantienen el fuego"). Como estudiosa de la naturaleza, valoraba que en
algunos idiomas nativos (esas moradas de ideas o prismas a través del
cual ver el mundo), el término para "plantas" se traduce como "aquellos
que nos cuidan"; que en el idioma apache, la raíz léxica para tierra
es la misma que para mente; o que en su propia
lengua, tuvieran un término para "la fuerza que hace que los hongos se
levanten de la tierra durante la noche": Puhpowee. "De hecho, aprendí
que la palabra mística Puhpowee se usa no solo para los hongos, sino
también para algunos otros seres que se elevan
misteriosamente en la noche". Entendió que el idioma que tuviese una
palabra así, concebía perfectamente un mundo de ser, lleno de energías
invisibles que animan todo. Pero apreendiéndolo, chocaba
usualmente contra los límites que le imponía su
otra lengua, el inglés. El potawatomi definía incluso a las rocas, las
montañas, el fuego, el agua... como seres animados, y una bahía, que
para nosotros es un nombre o sustantivo, pasa a ser un verbo:
ser bahía, "wiikwegamaa".
Y así escribe en su libro "Una trenza de hierba sagrada: Sabiduría indígena, conocimiento científico y la enseñanza de las plantas":
“Recuerdo las palabras de Bill Tall Bull, un anciano Cheyenne", relata Kimmerer.
"Cuando era joven, le hablé con el corazón apesadumbrado,
lamentándome de que no tenía un idioma nativo con el que hablarle a las
plantas y los lugares que amo.
"Les encanta escuchar el idioma antiguo", dijo, "es verdad".
"Pero", dijo, con los dedos en los labios, "no tienes que hablar aquí".
"Si lo dices aquí", dijo, dándose unas palmaditas en el pecho, "Te escucharán".
“En la tradición occidental hay una jerarquía reconocida de seres,
con, por supuesto, el ser humano en la parte superior, el pináculo de
la evolución, el favorito de la Creación, y las plantas en la parte
inferior. Pero en las formas nativas de conocimiento,
a las personas humanas a menudo se les llama "los hermanos menores de
la Creación". Decimos que los seres humanos son los que menos
experiencia tienen sobre cómo vivir y, por lo tanto, más para aprender;
debemos buscar orientación en nuestros maestros entre
las otras especies. Su sabiduría es evidente en la forma en que viven.
Nos enseñan con el ejemplo. Han estado en la tierra mucho más tiempo que
nosotros y han tenido tiempo de resolver las cosas".
Y cuenta sobre la Cosecha Honorable, un código
colectivo de principios y prácticas que rigen los intercambios entre
las distintas formas de vida, que se podría resumirse con: tomar solo lo
que se da, usarlo bien, estar agradecido
por el regalo y corresponder el regalo. "Tomar solo lo que necesitas,
nunca más de la mitad." "Apoya a quienes te apoyan y la tierra durará para siempre."
“Imagínese si un
urbanizador, buscando un campo abierto para un centro comercial, tuviera
que pedirle permiso a la vara de oro, las alondras y las mariposas
monarca por tomar su tierra natal.
¿Y si tuviera que acatar la respuesta?"
"En los diarios de quienes se asentaron en la zona de
los Grandes lagos se menciona la abundancia de arroz silvestre que
cosechaban los pueblos nativos (...). Lo que más les sorprendió fue que,
como escribió uno de ellos, <los salvajes dejaron
de recoger mucho antes de que se acabara el arroz>. Los colonos
vieron aquí una prueba de la pereza y falta de ánimo de los paganos. No
concebían que las prácticas indígenas de cuidado de la tierra pudieran
contribuir a la misma riqueza que habían hallado."
“Las historias de advertencia sobre las consecuencias de tomar
demasiado son omnipresentes en las culturas nativas, pero es difícil
recordar una sola en inglés.
Quizás esto ayude a explicar por qué parecemos estar atrapados en
una trampa de consumo excesivo, que es tan destructivo para nosotros
como para aquellos que consumimos ".
“Me pregunto si mucho de lo que aflige a nuestra sociedad se debe al
hecho de que nos hemos dejado aislar de ese amor por la tierra y por
ella". “Los filósofos llaman a este estado de aislamiento y
desconexión “soledad de la especie”, una tristeza
profunda y sin nombre que surge del alejamiento del resto de la
Creación, de la pérdida de la relación. A medida que nuestro dominio
humano del mundo ha crecido, nos hemos vuelto más aislados, más
solitarios cuando ya no podemos llamar a nuestros vecinos."
"Hemos construido este aislamiento con nuestro miedo, con nuestra
arrogancia y con nuestros hogares brillantemente iluminados contra la
noche."
"La tierra en ruinas fue aceptada como daño colateral del
progreso". "Recuerdo las palabras del viejo Henry Lickers: “Vinieron
aquí pensando que se harían ricos trabajando en la tierra… la tierra es
la que tiene el poder; mientras ellos trabajaban en
la tierra, la tierra trabajaba en ellos. Enseñándoles".
"La tierra regala gratis el poder del viento, el sol y el agua,
pero en su lugar abrimos la tierra para tomar combustibles fósiles.
Si hubiéramos tomado solo lo que se nos dio, si hubiéramos
correspondido el regalo, no tendríamos que temer nuestra propia
atmósfera hoy".
"En el pensamiento occidental, la tierra privada se
entiende como un "paquete de derechos", mientras que en una
economía del regalo la propiedad tiene un paquete de
responsabilidades.
"Hemos permitido que el "mercado "defina lo que valoramos, para que el
bien común parezca depender de estilos de vida derrochadores que
enriquecen a los vendedores mientras empobrecen el alma y la
tierra".
"El crecimiento perpetuo simplemente no es compatible
con la ley natural"
“Hemos construido un artificio, el pueblo
Potemkin de un ecosistema en el que perpetrar la ilusión de que las
cosas que consumimos nos llueven del trineo de Papá Noel, que no han
sido arrancadas de la tierra.
La ilusión nos permite imaginar que las únicas opciones que tenemos son entre una marca y otra".
Recuerda que la nuestra es una economía basada en la escasez. No
significa que haya poca cantidad de riqueza material, sino que el
sistema de mercado crea escasez artificialmente al bloquear el flujo entre la fuente y el consumidor. "El grano puede pudrirse en el almacén mientras las personas hambrientas mueren de hambre porque no pueden pagarlo.
El resultado es hambre para algunos y enfermedades excesivas para otros.
La misma tierra que nos sostiene está siendo destruida para alimentar la injusticia.
Una economía que otorga la condición de persona a las
corporaciones pero se la niega a los seres más que humanos: esta es una
economía de Wendigo”. El
"wendigo" (que puede derivarse de las raíces para "exceso de
grasa" y "pensar solo en uno mismo"), es en la mitología algonquina, un
espíritu malvado cuya avaricia ha desbordado su capacidad de autocontrol
hasta el punto de la autodestrucción. "Esa mentalidad
que solo piensa en el consumo se camufla bajo la noción de "calidad de
vida" mientras nos corroe por dentro. Es como si nos hubieran invitado a
una fiesta en la que toda la comida sirviera solo para alimentar el
vacío, el agujero negro del estómago que nunca
se llena. Mi auténtico miedo es que hayamos liberado a un monstruo", se
lamenta la bióloga.
Al contrario, la cultura de los pueblos originarios de
américa están basadas en la gratitud y la reciprocidad. La Nación
Onondaga recita el Mensaje de gratitud, un río de palabras tan antiguas
como las mismas personas, conocidas en el idioma Onondaga
como "las Palabras que vienen antes que todas las demás". Este antiguo orden de protocolo establece la gratitud como la máxima prioridad, y se recitaba como preámbulo en toda asamblea.
La gratitud se dirige directamente a quienes comparten sus
dones con el mundo: la Madre Tierra, el agua, los maestros, los peces,
las estrellas, los abuelos... y por cada agradecimiento, se repite "Ahora nuestras mentes son una."
"Cuando se recita la versión
larga en una reunión con empresarios no indígenas o funcionarios del
Gobierno, suele ocurrir que éstos se muestran inquietos. Sobre todo,
los abogados. Se les nota que están deseando
que termine: dirigen la vista a cada rincón de la habitación, hacen
todo lo posible por no mirar el reloj.(...) Pobrecitos, ya siento que
tengamos tanto por lo que estar agradecidos."
“Aunque expresar gratitud parece bastante inocente, es una idea revolucionaria.
En una sociedad de consumo, la satisfacción es una propuesta radical.
Reconocer la abundancia en lugar de la escasez socava una economía que prospera al crear deseos insatisfechos.
La gratitud cultiva una ética de plenitud, pero la economía necesita el vacío.
El discurso de gratitud recuerda que ya tienes todo lo que necesitas.
La gratitud no te envía de compras para encontrar satisfacción;
se presenta como un regalo más que como una mercancía, subvirtiendo los cimientos de toda la economía.
Esa es una buena medicina tanto para la tierra como para las personas ".
“He oído decir que a veces, a cambio de los regalos de la tierra, la gratitud es suficiente.
Es nuestro don exclusivamente humano expresar
agradecimiento, porque tenemos la conciencia y la memoria colectiva para
recordar que el mundo podría ser de otra manera, menos generoso de lo
que es.
Pero creo que estamos llamados a ir más allá de las culturas de
gratitud, para convertirnos una vez más en culturas de
reciprocidad". El indígena orientaba sus acciones siempre a la
reciprocidad, el toma y daca con la tierra, "como si el futuro de sus
hijos importara, cuidar la tierra como si nuestra vida, tanto material como espiritual, dependiera de ella. Porque así es”.
Kimmerer se pregunta si la manera que tiene la Tierra de dar y, con
ello, salir ganando, fue el modelo para que el sistema económico de los
pueblos originarios fuera una economía del regalo, un sistema de
reciprocidad, donde igualmente, "el
bienestar de uno está vinculado al bienestar de todos".
"La palabra con la que nos referimos a la ceremonia del obsequio,
"minidewak", significa "ellos entregan el corazón". En el centro de esa
palabra se encuentra la palabra "min". "Min" es la raíz que significa
"obsequio", pero también "baya".
Cuenta que en potawati, si bien hay varias palabras para agradecer, no hay
una palabra para "por favor".
La comida está destinada a ser compartida, no se necesita cortesía adicional.
Los misioneros tomaron esta ausencia como una prueba más de los modales groseros de los nativos.
"La riqueza entre la gente tradicional se mide por tener suficiente para
regalar". "La diferencia fundamental entre el regalo y el intercambio
de mercancías es que un regalo establece un vínculo afectivo entre dos
personas".
"Lewis Hyde ilustra esta disonancia en su análisis del Indian giver [el
dador indio]. Esta expresión, que hoy se utiliza peyorativamente para
describir al que da algo y después espera que se lo devuelvan, procede
de una fascinante falta de entendimiento entre
una cultura en la que prevalecía la economía de los dones y otra, la
colonial, que intentaba extender el sistema de propiedad privada. Cuando
los nativos les entregaron regalos a los colonos, estos entendieron que
eran valiosos y que debían quedárselos. Que
deshacerse de ellos era una afrenta. Sin embargo, para los pueblos
indígenas el valor de un regalo se basaba en la reciprocidad y la
afrenta se producía cuando estos no se ponían en circulación y volvían
de nuevo a sus manos."
"Esa es la naturaleza fundamental
de los dones: se mueven y su valor aumenta con su paso".
“En una
cultura de gratitud, todo el mundo sabe que los regalos seguirán el
círculo de reciprocidad y volverán a ti.
Esta vez das y la próxima vez recibes. Tanto el honor de dar como la humildad de recibir son mitades necesarias de la ecuación".
“Todos los días nos bañan con regalos, pero no están destinados a que los guardemos.
Su vida está en su movimiento, la inhalación y la exhalación de nuestra respiración compartida.
Nuestro trabajo y nuestra alegría es transmitir el regalo y
confiar en que lo que lanzamos al universo siempre regresará”.
“Si
todo el mundo es una mercancía, cuán pobres nos volvemos.
Cuando todo el mundo es un regalo en movimiento, cuán ricos nos seríamos".
Incluso el tiempo es también algo que vuelve, cíclico. "Algunas
personas dicen que el tiempo es un río en el que podemos entrar una
sola vez, ya que fluye en un camino recto hacia el mar.
Pero la gente de Nanabozho conoce el tiempo como un círculo.
El tiempo no es un río que corre inexorablemente hacia el mar,
sino el mar mismo: sus mareas que aparecen y desaparecen, la niebla que
se eleva para convertirse en lluvia en un río diferente.
Todas las cosas que fueron, volverán".
"Una especie y una cultura que tratan al mundo
natural con respeto y reciprocidad seguramente transmitirán genes a las
generaciones subsiguientes con mayor frecuencia que las personas que lo
destruyen.
Las historias que elegimos para dar forma a nuestros comportamientos tienen consecuencias adaptativas", advierte.
"Es un principio fundamental: subordinar no es solamente modificar el elemento subordinado, sino ser uno mismo modificado. La herramienta cambia juntamente a la naturaleza y al hombre: somete la naturaleza al hombre que la fabrica y la utiliza, pero une al hombre a la naturaleza avasallada. La naturaleza se convierte en la propiedad del hombre, pero deja de serle inmanente. Es suya a condición de estarle cerrada. Si él pone al mundo en su poder, es en la medida en que olvida que él mismo es el mundo: niega al mundo, pero es él mismo quien resulta negado. Todo lo que está en mi poder anuncia que he reducido lo que me es semejante a no existir por su propio fin, sino por un fin que le es extraño."
ResponderEliminarGeorges Bataille
Amo todo lo que compartes, Yupaychani Shunku 🙏
ResponderEliminarTodavía no puedo creer que no sé por dónde empezar, mi nombre es Juan, tengo 36 años, me diagnosticaron herpes genital, perdí toda esperanza en la vida, pero como cualquier otra, todavía busqué un curar incluso en Internet y ahí es donde conocí al Dr. Ogala. No podía creerlo al principio, pero también mi conmoción después de la administración de sus medicamentos a base de hierbas. Estoy tan feliz de decir que ahora estoy curado. Necesito compartir este milagro. experiencia, así que les digo a todos los demás con enfermedades de herpes genital, por favor, para una vida mejor y un mejor entorno, póngase en contacto con el Dr. Ogala por correo electrónico: ogalasolutiontemple@gmail.com, también puede llamar o WhatsApp +2348052394128
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