martes, 5 de abril de 2011

Los sagrados perros de paja: el hombre.

El cielo y la tierra son implacables, y tratan a la miríada de criaturas como perros de paja”Lao-Tse

El cristianismo, hace tiempo marchito, ha sido sustituido por una religión aún más inverosímil: una fe irracional que cree en el progreso y en la mejora social mediante la ciencia; que cree en definitiva que el mundo puede hacerse a nuestra imagen.

"Es una extraña fantasía suponer que la ciencia puede traer la razón a un mundo irracional, cuando lo único que puede hacer es dar otro giro a la locura habitual" (1)

Pero nuestra querida autoimagen, como seres responsables y racionales, no se sostiene. La psicología cognitiva y la neurología muestran que en nuestra mente casi todo lo que ocurre es inconsciente. Cuando creemos haber tomado una decisión racional, las neuronas ya lo habían hecho unos diez segundos antes. El inconsciente es una fuente tan válida de conocimiento como la razón, porque desarrolla procesos cognitivos tan complejos como el pensamiento racional. Según esto, el yo es poco más que una ilusión, y el libre albedrío una ilusión completa. No hay ninguna discontinuidad entre hombres y animales

La historia, por su parte, parece igual de irracional. Es un catálogo de sinrazones. Tampoco podemos controlar la tecnología, que funciona por sí misma y es irreversible. Sólo nos queda adaptarnos a su caótico flujo de novedades.  

Así, el "progreso" no es más que otra religión, y una que requiere más fe que las tradicionales. Y que puede ser más nociva e incluso más irracional (el capitalismo, el consumismo...). Algunos dicen que nos aleja de nuestra verdadera naturaleza, y que lo que hay que buscar es nuestro verdadero yo, sin espejismos. 

"Otros animales no necesitan un propósito en su vida. El animal humano, una contradicción en sí mismo, no puede prescindir de él. ¿No podemos pensar que el objeto de la vida es simplemente mirar?" (1)

Pero cual es nuestra verdadera naturaleza? Todos los espejismos son prescindibles?

Pensándolo fríamente, es posible que no nos afecte que la ciencia diga que no tenemos libre albedrío, que lo que manda es el inconsciente y la irracionalidad, o incluso que no hay tal cosa como la “dignidad” o los “derechos”. Al fin y al cabo, tampoco pasó gran cosa cuando Darwin dijo que descendíamos del mono, aunque algunos opinaban que sería “el fin de toda moralidad”. Enseguida se adaptaron a la nueva idea: casi enseguida hubo clérigos dispuestos a ver la evolución como una manera de actuar de Dios.

La cuestión es que la única moral satisfactoria es la que incorpora la idea de lo sagrado. Todavía tal idea pervive en nuestra sociedad, e influye en nuestro sistema legal. Por ejemplo, la cita "la dignidad de la persona y los derechos inviolables que le son inherentes". Inviolables es una forma de decir "sagrado" La misma idea de que la vida es sagrada es religiosa en origen.

Lo mismo ocurre con el conocimiento sobre nosotros mismos. Hay múltiples creencias de lo que es la verdadera naturaleza del hombre. Unas quizá parecen más científicas que otras. Pero el auténtico criterio no es ese, sino cuales dan mejores resultados. Cuales hacen la vida más plena, cuales hacen la convivencia mejor, cuales, por el contrario, llevan al colapso… Científicamente, el concepto de “dignidad” o incluso de la "paz" es un mito, pero hace la vida mejor. Luego es válido. 

Puede que la ciencia nos diga que genéticamente sólo un 1% nos diferencia de los simos, pero no hay más que mirar a nuestros frutos y a los suyos para encontrar que somos muy distintos. No hace falta mayor análisis.

En múltiples ocasiones, la ciencia y el mito (lo sagrado) ,se dan la mano :El cerebro reacciona ante una injusticia social o el dolor ajeno como si se tratara de una inflamación producida por una herida o de un desfallecimiento por falta de comida. A eso lo llamamos la empatía,

¿y no es válida?



(1) Libro: Perros de paja, de John Gray.
Datos extraídos de http://pseudopodo.wordpress.com

1 comentario:

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