sábado, 9 de abril de 2011

Sabiduría natural: Los Awa y los Korowai.

"Para Emwi y el resto de Awá, dar de mamar a los monos es simplemente un modo natural de ayudar a un huérfano necesitado. Cuidar tan íntimamente a un animal al que matan regularmente puede parecer contradictorio. Pero los Awá creen que todo aquello que toman de la selva deben devolverlo"



Los awá cazan, pescan y recolectan productos del bosque como frutos secos y frutas. Aquellos que son nómadas, viven con gran movilidad, en grupos autosuficientes de no más de 20 ó 30 personas.

Construyen tapiris o refugios temporales mientras viajan por la selva, siempre manteniendo encendidas las brasas de sus hogueras con las que prenden de nuevo el fuego al llegar a su destino. Éstas también les sirven para ahumar la carne.
Los awá mantienen una profunda conexión con el mundo natural y cada grupo tiene su propio territorio, al que denominan harakwá.

Todo lo que los awá necesitan para vivir de forma próspera proviene de la selva. Los hombres son expertos cazadores y excelentes imitadores de los animales, lo que les resulta de gran utilidad a la hora de localizar a sus presas. Las mujeres recolectan frutos secos, frutas e insectos, y tejen faldas, hamacas y “portabebés” con las fibras que extraen de las hojas de la palma.

La mayoría de las familias awá tienen mascotas, y son especialmente aficionados a los monos.

Los awá piensan que los karawá, seres o espíritus de sus antepasados con forma de animales y aves que viven en el cielo y que cantan maravillosamente, curan sus enfermedades. Los karawá descienden a la tierra y cazan durante el día. También deben estar presentes por la noche cuando los awá celebran su ritual takajá, en el que los hombres bailan como pájaros alrededor de una estructura hecha con hojas de palma desde donde vuelan a los cielos, acompañados del canto de las mujeres. 

Posiblemente, hace varios centenares de años el pueblo de los awá era sedentario, y cultivaba mandioca y cereales en sus huertas. Sin embargo, las oleadas de colonos que durante los siglos XIX y XX invadieron su tierra, les forzaron a huir para evitar ser masacrados o convertirse en esclavos. Los indígenas se hicieron nómadas para sobrevivir. Una comunidad awá de 91 personas en el momento del contacto, cuatro años después contaba con sólo 25 miembros. Uno de los supervivientes es Karapiru, que sobrevivió a un ataque y pasó diez años viviendo solo, escondido en la selva y trasladándose continuamente de un sitio a otro.






Los Korowai, tribu que ha permanecido oculta al mundo exterior durante generaciones, viven en los densos bosques de Papúa Occidental, donde antiguas formas de vida han existido como cazadores y recolectores.

Alrededor de 250 idiomas se hablan en Papúa. La mayoría de los grupos que componen cada idioma, es hablado tan sólo por unos cientos de personas, y algunos han sido contactados por el mundo exterior sólo muy recientemente.

Hay más o menos 4000 miembros de la tribu Korowai, la mayoría de los cuales viven en ambientes familiares aislados, en casas de árbol. Son  tremendamente necesarias en especial para las inundaciones que se producen durante las fuertes lluvias de primavera, así como para ofrecer protección en tiempos de conflicto.

Los korowai son típicos cazadores-recolectores. Los hombres cazan una gran variedad de presas incluyendo jabalies,  utilizando arcos y flechas y valiéndose de unos adiestrados perros rastreadores. Los jabalies son domesticados para uso ritual de ofrenda a los Dioses

Parece ser que el canibalismo sigue siendo practicado por los Korowai, pero llevado como forma de castigo tribal, sólo los hombres identificados como brujos por las comunidades,  conocidos como los Khakhua Kumu-”o los hombres que practican la brujería”, han de ser muertos y posteriormente comidos. Como el alma se cree que se encuentran en el cerebro y en el estómago, la retribución viene por comer los órganos de la Khakhua-Kumu, para llevar el terror a su fin.

Otras tradiciones incluyen la perforación de sus narices con una espina. A veces, los ojos de los murciélagos también se utilizan para esta ornamentación, especialmente por las mujeres. Otra tradición incluye a los hombres retorciendo sus penes para luego ser envueltos por unas hojas.

Con todo esto, los Korowai son auténticos ingenieros:





Fotos espectaculares de George Steinmetz

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