"La suposición del hombre blanco de que su hacha era mucho más eficiente, que su uso le ahorraría tiempo y que, por lo tanto, representaba un "progreso" técnico hacia las metas que había establecido para el nativo, apenas se confirmó en la práctica original. Se invirtió en cualquier tiempo de ocio que pudiera ganar el Yir Yoront, no en "mejorar las condiciones de vida" y, ciertamente, no en el desarrollo de actividades estéticas, sino en el sueño, un arte que habían aprendido a fondo." Laurent Sharp, 1952.
El antropólogo John Edward Bern afirmó a finales de los años setenta del
siglo veinte que la sociedad aborigen australiana (él estudió en la
zona de Arnhem Land) no tenía ninguna institución de coerción, que vivía
en algo así como en una anarquía organizada por el parentesco, y
añadió: "Tiene sentido considerarlo así como una anarquía si nos olvidamos de la existencia de que la mujer está absolutamente subordinada al hombre". Los hombres aseguran que todos los recursos alimenticios que recoge la mujer de la tierra proceden de las prácticas religiosas y el trabajo ritual que ellos activan.
Años después, el antropólogo australiano Lester Hiatt asevera que está firmemente establecido en la literatura que el estado de la mujer aborigen en Australia es despreciable. Barry Alpher en su libro "Yir-Yoront lexicon", explica como la palabra para "mujer" en dicho idioma viene de la reduplicación de la palabra para "malo". Wart' (malo); wart'uwər (mujer). Alpher señala: "Probablemente es a través de algunas asociaciones de este tipo ('fertilidad 'o' tabú ', tal vez a través de la prohibición de que las mujeres vean cosas sagradas), que "mujer" ha llegado a ser expresada por una forma reduplicada de "malo"."
"Propongo, sin embargo, que tales discursos no deben hacernos entender que la mujer nunca participó activamente en el modificar la vida en común, en ese devenir colectivo, en la historia" explica la antropóloga Mercedes Fernández-Martorell en su libro "Capitalismo y cuerpo".
"Mostraré que el antropólogo, en sus interpretaciones, ha prescindido de considerar que la diferencia de sexo es producida por practicas e ideas arbitrarias distintas en cada pueblo (...) no toda actividad en mujer responde, necesariamente, a la obediencia con el ordenamiento establecido por el hombre".
"Plantearé si, en su actividad, lo que pretende es reforzar la norma capitalista de que a cada hombre le pertenece un cuerpo de mujer,
o mejor,
¿reflexionan de tal modo porque habitan en esa norma?"
El pueblo cazador recolector de los yir-yoront habita en la parte suroeste de la península del cabo York de Australia, cerca de río Mitchell. El antropólogo Lauriston Sharp explica en 1952 que esta comunidad utilizaba, como herramienta principal, el hacha de piedra. Hacha que solo los hombres iniciados sabían confeccionar y que era de su propiedad. Sólo cuando aprendían a construirlo, pasaban de niños a adultos. Y para lograrlo, debían entablar alianzas con algún joven de los poblados que vivían alejados, junto al río, lugar donde sí había piedras adecuadas para confeccionar el hacha. Del aliado adquiría la piedra y, a cambio, el joven yir-yoront le proporcionaba flechas que el hombre adulto le había enseñado a confeccionar, utilizando la madera de los árboles que había en su medio.
Pero era la mujer quien manejaba diariamente el hacha, tanto para la recogida de alimentos como para cortar leña y mantener en buen estado las viviendas. (Sólo en dos circunstancias el uso del hacha de piedra estaba estrictamente limitado al hombre adulto: para recoger miel silvestre, el alimento más valorado entre los yir yoront, y durante las ceremonias.)
En el momento en que ella requería el hacha para su trabajo, estaba obligada a pedirla (normalmente a través del hijo) y devolverla inmediatamente al hombre. Así que, urgentemente cada vez, y en tantas ocasiones como fuera necesario a lo largo del día, la mujer solicitaba el hacha al hombre y se la devolvía. (Si era soltera, o si su marido estaba ausente, una mujer se dirigiría primero a su hermano mayor o a su padre. Una persona joven se dirigirían a un padre o a un hermano mayor para que les proporcionara un hacha. Así pues, el hacha de piedra era un importante símbolo de masculinidad y de prestigio de la edad entre los yir yoront.
En 1915, una misión anglicana se intaló cerca de ellos. Observaron la importancia del hacha de piedra para el trabajo diario de la mujer, por lo que decidieron regalarle a cada una un hacha de acero, y cada una la aceptó (también algún niño resultó beneficiado). Los intrusos alegaban que realizaban tales obsequios con el objetivo de que aquellas afiladas hachas facilitaran el trabajo de la mujer en las tareas diarias que estaba obligada a ejecutar, acometiéndolas con mayor eficacia y rapidez.
En realidad, no fue así. Recolectó la misma cantidad de alimentos que antes, cortó el mismo número de leños, realizó todas las tareas necesarias con la misma competencia de siempre. (Los yir-yoront, escribió Sharp horrorizado, usan la misma palabra para palabra y juego: "woq". "Woq" significa actividad. Parece ser que los Yir Yoront seguían utilizando la mayor parte de su tiempo para descansar y construir historias, actividades igual de significativas que conseguir leña, construir casas, cocinar... todas ellas actividades o trabajo).
Eso sí: la mujer hacía referencia al hacha de acero como "mía" de manera posesiva, fórmula que jamás hubiera utilizado con el hacha de piedra. Tal hacha le proporcionó independencia y autonomía respecto del hombre, por lo que desencadenó la ruptura de las relaciones de sometimiento, de sumisión, de jerarquía entre quienes vivían en la diferencia de sexo yir-yoront.
Lauriston Sharp afirma que, a causa de la intromisión de esa tecnología, la mujer practicó la independencia y se destrozó la vida entera, la organización social de los yir-yoront.
"Lo que sostengo" explica Fernández-Martorell, "es que el hacha de acero en sí, no proporcionó beneficio alguno, utilitario, a ningún yir-yoront, contrariamente a lo que parecía evidente desde la lógica capitalista (...) conviene recordar que jamás una técnica significa algo si antes no existe el deseo de alterar alguna relación entre los individuos. En este caso, la mujer aceptó el instrumento del extranjero para alterar el vivir yir-yoront (...) ya que concibió que tal hacha le proporcionaría emancipación, libertad, como así fue."
"El instrumento no supuso ventaja en la hora de trabajar, en cambio, fue el hecho de aceptarla y de poseerla, aún utilizándola como si fuera la de piedra, lo que originó la ruptura en las relaciones de jerarquía y sumisión establecidas."
"El resultado fue que los hombres adultos perdieron el control sobre las prácticas diarias de la mujer, lo que proporcionó pérdida de prestigio en su masculinidad. Además, también se quebró la posibilidad de activar las prácticas tradicionales que permitían recrear la diferencia de sexo."
(Otro resultado fue que las relaciones comerciales tradicionales que constituían un mecanismo integrador importante también se derrumbó, así como las festividades y visitas comunitarias que las acompañaban.)
La interpretación de Sharp es que debido al hacha de acero en sí, se propició la rotura de todo aquel orden sociocultural. Concluye Sharp que aquella fue la estrategia que utilizó el invasor con la intención de aniquilar la autonomía del pueblo e imponerle su cosmogonía religiosa.
"Ésto supone utilizar como eje interpretativo la lógica e ideas capitalistas y empequeñecer el empuje de la mujer sobre el vivir colectivo. Bien podría no haber aceptado aquel presente, así como haber prescindido de entablar relación con el invasor. Pero la mujer realizó cada una de esas acciones provocando un cambio irreversible."
"La técnica en sí nada significa si no se desea alterar, con ella, alguna relación entre los individuos.(...) no se trata de que la técnica produzca ruptura en el sistema de vida. En el caso de los yir-yoront, ni siquiera habría que considerar que los invasores fueran tan eficaces en su objetivo de romper aquel vivir introduciendo aquella herramienta. Fue la mujer la que rompió el orden establecido en aquella sociedad; y el hombre no supo hacer frente a aquella situación, o no quiso, pues cualquier nuevo orden implicaba modificar su jerarquía y avasallamiento sobre la mujer. Renunciar a su dominancia."
"El pensamiento feminista siempre ha sostenido que no era cierto que la mujer no tuviera criterio".
"Este es el lugar en el que habitaban los antropólogos al estudiar e interpretar las relaciones de poder de la diferencia de sexo en los pueblos ajenos al sistema capitalista. No es cierto que las capacidades y el empuje femenino les fuera invisible ni que no se interesase por la mujer en las sociedades que investigaban. La cuestión ha sido que no atendieron a la importancia de la diversidad de prácticas y discursos que dan sentido a la diferencia de sexo según cada pueblo. Trabajaban subsumidos en el secreto de que la potencialidad y las capacidades de la mujer no había que decirlas".
"En todo caso, lo hemos visto, ha sido largamente expresado el deseo de la mujer de modificar su situación, y cuando estimó que debía hablar sobre la represión que padecía, repetidamente tuvo que hacerse perdonar. Si la mujer había estado reprimida, destinada a la inexistente pública debido a su necedad, el solo hecho de hablar de su represión poseía un aire de transgresión deliberada. Su discurso ha sido permanentemente considerado de osado, de provocar al público al tratar un tema tan contrario al orden instaurado.
Ciertamente, este es el campo de sentido que durante tanto tiempo ha adoctrinado a un gran número de antropólogos de múltiples contextos y durante mucho tiempo. Cada uno explorando e interpretando el vivir en sociedades ajenas, pero habitados por la estructura de su particular sistema de vida, y simpre inmersos en un vivir capitalista.
Permítaseme denunciarlo (...) porque pensar en antropología es pensar en la diversidad de fórmulas ideadas por el humano para vivir en sociedad; pensar en los distintos discursos y prácticas que dan sentido a la diferencia de sexo y, por tanto, de manera crítica, a la originada en el capitalismo."
De hecho, no era la única ocasión en las que las mujeres Yir-Yoront se sublevaron. El mismo Sharp muchos años antes, en 1933, contaba que un
hombre Yir-Yoront podía tener varias esposas, entre las que la solidaridad en forma de "huelga sexual" era
un arma al que recurrir si era necesario: "En casos de malos tratos a una de ellas por parte del
marido, pueden instituir un régimen de Lysistrata, un boicot económico y
sexual en el que pueden alistar a sus otras hermanas en la comunidad" escribía Sharp.
En cuanto al hacha de acero, el sociólogo Everett Rogers usó el ejemplo de Yir Yoront en su libro "Diffusion of Innovations". En él, escribió que las introducciones de nuevas tecnologías tienen tres componentes: Forma, Función y Significado. Los dos primeros de estos tienden a ser entendidos y previstos durante la introducción: nos centramos en lo que es una tecnología y lo que hará. En este caso, la función fue la misma, pues las mujeres siguieron usando la nueva tecnología como si se tratase de un hacha de piedra. Pero ninguno entendió el significado, porque el significado se determina con el tiempo a través de la absorción de la tecnología en la cultura receptora. De aquí vienen las consecuencias no deseadas. El significado evoluciona: no puedes verlo hasta que sucede.
Y lo que sucedió es que únicamente desde 2012, los pueblos originarios Yir Yoront, Koko Bera, Kunjen y Koko Berrin tienen derechos de título nativos exclusivos sobre su territorio originario Kowanyama (que significa "lugar de muchas aguas"), convertido como parque nacional. Pero sus derechos al agua dentro del área no son exclusivos, y solo se pueden usar para fines no comerciales.
Fuentes:
Laurent Sharp. "Steel axes for stone-age australians", human organization, vol.11, núm. 2, 1952.
Laurent Sharp, 1933. The social organization of the Yir-Yoront tribe, Cape York Peninsula.
Barry Alpher "Yir-Yornt lexicon".
Mercedes Fernández-Martorell, "Capitalismo y cuerpo".
Everett Rogers,"Diffusion of Innovations"
J. Bern. "Politics in the conduct of a secret Male ceremony". Journal of Anthropological Research, vol. 35, núm. 1, 1979.
L. Hiatt, "Los argumentos sobre los aborígenes: Australia y la evolución de la antropología social, Cambridge, Universidad de Cambridge, 1996.
https://www.news.com.au/national/breaking-news/kowanyama-win-qld-native-title-claim/news-story/c1494e5412438baea1adadff0d65c65b
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