martes, 1 de julio de 2025

El negro no existe, excepto ¡Mi gente!: Zora Neale Hurston

"El Negro no existe. Nuestras vidas son tan diversas, las actitudes internas tan variadas, las apariencias y las capacidades tan diferentes, que no hay una clasificación posible tan católica que nos cubra a todos, excepto ¡Mi Gente! ¡Mi Gente!".
Zora Neale Hurston. Antropóloga.


¡Mi gente! Grita aquel negro educado que sabe comportarse en público y a quien molestan las groserías de ese otro negro vulgar que deja en mal lugar a toda la raza. Zora neale Huraton, como antropóloga, no se deja embaucar. Son la clase y la cultura las responsables del abismo abierto entre estos dos "tipos de negro", y no la capacidad intelectual. 
De hecho, señala, el negro de clase baja supera con creces al de clase alta en habilidad retórica a la hora de un enfrentamiento verbal. Y es que son parte del folclore afroamericano, como "las docenas"-"the dozens"-, у "especificar"-specifyin'.

Neale Hurston tuvo recurrir a la beneficencia hacia el final de sus días para comprar medicamentos.
Falleció en 1960 en la más completa pobreza. Su funeral se pagó con una colecta pública, y fue enterrada en el cementerio segregado de Fort Pierce, Florida. Trece años más tarde, en agosto de 1973, la escritora Alice Walker llegó hasta ese cementerio, abandonado ya, para encontrar su fosa. Fue incapaz. Pero sí colocó una lápida conmemorativa: 

Zora Neale Hurston "Un Genio del Sur" 1901--1960. Novelista, Folclorista, Antropóloga.

Zora Neale Hurston escribe en el texto "¡Mi gente! ¡Mi gente!":

"La "Consciencia de Raza" es una llamada a los negros para que sean conscientes de su color en todo momento. De niña sólo era una expresión para mí. Sabía que debía significar algo profundo. Cuando crecí me dí cuenta de que sólo era una imponente hilera de sílabas, porque a ningún negro en América le es fácil olvidar su raza.

"Solidaridad Racial parecía algo sólido en mi niñez, pero como todos los
demás espejismos, se desvaneció al acercarme
lo suficiente para contemplarlo. Tan pronto como fui capaz de pensar vi que no existe tal cosa como la Solidaridad Racial en América en ningún grupo. Se admite libremente que no existe entre los negros. Nuestros llamados Líderes de la Raza se lamentan de ello."

Así, cuenta una anécdota sobre discursos que arrancaban aplausos explosivos en los centros escolares, en los que narraban los logros de la raza negra:

"La genialidad del negro había inventado el motor de vapor, la desmotadera de algodón, el freno neumático, y muchas otras cosas, pero blancos confabuladores habían visto los inventos del negro y salieron corriendo para ponerlos en práctica antes de que el negro tuviera ocasión de hacer nada. Así pues el hombre blanco recibió crédito por lo que el genio del cerebro negro había producido.

Si no fuera por la envidia y avaricia del hombre blanco, el negro ostentaría su legítimo puesto el del hombre más noble y más grande de la tierra.
El auditorio gritaría con entusiasmo hasta quedarse afónico y se iría a casa sintiéndose bien."

Pero tan pronto como esta oleada motivacional perdía fuerza, la niña que fue escuchaba otro tipo de discurso:

"El negro siempre tie qu'hacer el tonto, sabes. To' lo qu'el mono ve, va y lo hace. El negro ve al blanco hacer algo, y quie' hacer como el blanco, y monta un lío d'impresión." "¡Mi Gente!¡Mi Gente!"

La joven Zora estaba cada vez más confusa. 

"Si era tan honorable y glorioso ser negro, ¿por qué tenía tanto prestigio entre nosotros la gente de piel ámbar? Incluso un niño de primero podía ver que era así por lo que ocurría en la clase o en los programas escolares. Los niños de piel clara eran siempre los ángeles, las hadas y reinas de las obras de la escuela. Cuanto más clara fuera una niña, más fácil, y esperable, sería que consiguiera dinero y prestigio a través de su matrimonio. Así que, durante los años de instituto yo ya me hacía preguntas. ¿Eran los negros los grandes héroes de los que oía hablar desde la plataforma, o eran los monos ridículos de la charla cotidiana? ¿Era de verdad honroso ser negro? Incluso se hablaba de que no servía de nada que los chicos y chicas negros se quemaran las pestañas estudiando una carrera."

Pero llegó el día en que llegó a celebrar estas contradicciones. En que llegó a denunciar el racismo, el sexismo dentro de la sociedad afroamericana, y a la vez, celebrar. A celebrar su folklore, su retórica, la memoria colectiva, la fortaleza para salir de toda las trabas... Y la valentía para unirse como comunidad cuando se trataba de defenderse del enemigo común de la violencia racista, como aquella vez que su padre salió rifle en mano:

"Habían ido a rescatar a un vecino o morir en el intento, y habían vuelto con sus
familias. Así que dieron rienda suelta a sus tripas y se rieron. (...) Los hombres que hablaban de los miembros de su raza como si de monos se tratara habían salido a morir por uno de ellos. Los hombres que estaban siempre diciendo, "Mis hermanos de piel, pero no mis semejantes; mi raza pero no de mi gusto," se habían lanzado a morir por uno de estos mismos despreciables. Se empujaban unos a otros y se reían. Así pude ver que lo que parecía ridiculización era en realidad el negro riéndose un poco de sí mismo.
"

Ese fue el comienzo de su paz.

"Se me hizo la luz cuando me di cuenta de que no tenía que considerar a ningún grupo racial en su conjunto. Dios los hizo uno a uno y esa era la única manera en que yo podía verlos. Aprendí que las pieles no eran la medida de lo que había dentro de la gente. Así que ninguno de los clichés de raza significaba nada ya. Empecé a reírme tanto de los blancos como de los negros que reclamaban bendiciones especiales basados en la raza. (...) No veía ninguna ventaja en excusar mi aspecto diciendo que era mitad india.(...) No me confieso tímidamente culpable de un toque de brocha embreada a mi ascendencia india y blanca. Me podéis considerar la Vieja brocha de Brea en persona si queréis."

Zora Neale Hurston recibió apoyo en sus estudios de antropología y folklore, del antropólogo Franz Boas, un destacado opositor a las ideas del racismo científico que defendían la raza y el comportamiento humano como un concepto biológico. Algo muy popular en aquella época y de la que se mostraba totalmente en contra.

Ya, Zora no creía en que el amor solo se encuentra en las comunidades unidas por una pigmentación de la piel. Tampoco en la pureza de las razas, un discurso que conocía bien:


"Me han dicho que Dios pretendía que todas las llamadas razas del mundo se quedaran como son."

"Puede que incluso Él se haya dado por vencido. Quizás en un momento de desaliento encomendó la tarea a Adolf Hitler y siguió con su oficio de crear más escarabajos."



Dejo aquí otra cita. Es un gustazo leerla. (Zora Neale Hurston, Cómo se siente que me coloreen).

"No estaré mucho tiempo en la sollozante escuela de los negros que sostienen que la naturaleza de alguna manera ha Les he dado un trato sucio y cuyos sentimientos no tienen nada que ver con eso. Incluso en la escaramuza atropellada que es mi vida, he visto que el mundo es para los fuertes, independientemente de un poco de pigmentación más o menos. No, no lloro por el mundo. Estoy demasiado ocupado afilando mi cuchillo para ostras."