miércoles, 16 de septiembre de 2020

Memoria biocultural y Lo-TEK: la arquitectura de las comunidades originarias.

"Todos y cada uno de nosotros somos libres de decidir qué personas son primitivas y cuáles aún necesitan evolucionar". - Bruno Manser, activista ambiental.

  "(...) para elaborar las técnicas, a menudo prolongadas y complejas, que permiten cultivar sin tierra, o bien sin agua, cambiar granos o raíces tóxicas en alimentos, o todavía más, utilizar esta toxicidad para la caza, la guerra, el ritual, no nos quepa la menor duda de que se requirió una actitud mental verdaderamente científica, una curiosidad asidua y perpetuamente despierta, un gusto del conocimiento por el placer de conocer, pues una pequeña fracción solamente de las observaciones y de las experiencias (de las que es necesario suponer que estuvieron inspiradas, primero y sobre todo, por la afición al saber) podían dar resultados prácticos e inmediatamente utilizables" Levi Strauss, "El pensamiento salvaje."
 
Existen enclaves que todavía mantienen rasgos civilizatorios o no modernos en su continuo interactuar con la naturaleza, que se remonta al origen mismo de la especie humana. Según Levi-Strauss, una ciencia paleolítica y neolítica previa a la "ciencia moderna", esta última de tan solo 300 años. Conocimiento indígena que no solo se restringe a objetos y taxonomías plantas, hongos, suelos, nieves...), sino también a dimensiones dinámicas, relacionales y utilitarias (ciclos climáticos, períodos de floración, recuperación de sistemas...). Un proceso de acumulación de conocimiento en espiral, porque cada ciclo reproductivo incrementa la experiencia del productor y del grupo étnico, generación tras generación. La transmisión de este conocimiento se hace mediante el lenguaje, principalmente por via oral, no escrita.
 
Y regiones donde ocurren altas posibilidades de endemismo y riqueza tanto de biodiversidad como de lenguas. Hay una estrecha correlación que se evidencia cuando sobreponemos los mapas de distribución de la biodiversidad, de diversidad de lenguas y de origen y difusión agrícola y pecuaria, como lo han difundido Victor Toledo y Narciso Barrera-Bassols (La memoria biocultural). Los países situados en la franja intertropical, poseen la mayoría de las lenguas y especies endémicas. Estos países se ubican además en los principales centros de dispersión de plantas y animales domesticados y actualmente todavía una porción notable de sus habitantes rurales conservan las prácticas de manejo, selección y preservación de la diversidad genética de las especies y variedades domesticadas. 
 
Existen dos modelos de conocer la realidad: conocimiento y sabiduría. Según Víctor M. Toledo: "El conocimiento está basado en teorías, postulados y leyes; por lo tanto se supone que es universal […] La sabiduría se basa en la experiencia concreta, y en las creencias compartidas por los individuos acerca del mundo circundante, y mantenida y robustecida por testimonios” El conocimiento y la sabiduría no son fácilmente separables y tampoco se pueden reemplazar el uno por el otro, ambos son necesarios para la preservación de la experiencia humana. Si acaso existe una memoria colectiva de especie, se encuentra más en el conjunto de sabidurías, más aún cuando el conocimiento se ha ido orientando por la especialización, la parcelación y la fragmentación de la realidad e incluso por la mercantilización.

Toda cultura es una forma en que la humanidad desafía a la realidad a su manera. Los saberes locales se construyen en base a las experiencias sociales y necesidades locales, las estructuras naturales y sus relaciones y dinámicas ecológicas siempre inciertas y cambiantes. Por eso, es necesario para hacer frente a la incertidumbre este conocimiento sobre su comportamiento. Como la realidad cambia, la percepción y la organización mental sobre el  mundo natural no es fija ni estática, sino polisémica, multidimensional y polivalente. Los saberes tradicionales no son sistemas estáticos sino diseños innovadores, adaptables a procesos dinámicos siempre contextualizados en aspectos cultuales particulares, que ofrecen un sentido de pertenencia. 
Los valores locales encuentran su raíz en el mundo mítico y los ritos que los reorganizan. Los seres humanos y los no-humanos comparten su existencia y son parte de la naturaleza, y también la cultura. "La verdadera significación  del saber tradicional no es la de un conocimiento local, sino la de un conocimiento universal expresado localmente."
 
El libro de Julia Watson, "Lo-TEK: Design by Radical Indigenism", con un prefacio del antropólogo Wade Davis, reúne tecnologías de diseño, ingenio local, creatividad y espiritualidad.

En 20 años de viaje, esta arquitecta ha recopilado el conocimiento ecológico tradicional (TEK), sus prácticas y mitologías (del griego "mytho", que significa "historia del pueblo") para generar infraestructuras sostenibles y resistentes al clima. Conocimientos que provienen de un largo linaje desarrollando civilizaciones en ecosistemas complejos. En definitiva, tecnologías sostenibles, adaptables y resistentes que nacen de la necesidad: hambre, inundaciones, heladas, sequías, enfermedades... A pesar de que la sociedad valora y preserva los artefactos arquitectónicos de las culturas muertas, como las pirámides de Giza, al mismo tiempo, ignoran y destruyen otras aún vivas.
Además, "muchas tecnologías ecológicas contemporáneas, como los techos verdes y los humedales flotantes que han existido durante miles de años, son "redescubiertas" empaquetadas como algo nuevo" explica Watson.
 
Más de 100 ejemplos de arquitectura de comunidades originarias, de 20 países que están divididos por ecosistemas: montañas, bosques, desiertos y humedales.

El puente es de la aldea Mawlynnong, India. La gente Khasi ha usado raíces de los árboles de caucho para cultivar puentes "Jingkieng Dieng Jri" sobre los ríos, durante siglos. Así hacen frente a la humedad e inundaciones del monzón de las selvas de Meghalaya (que en sánscrito significa "sobre las nubes").

Ganvie es una ciudad en la república de Benin, en África occidental, que surge de la superficie de un lago. La extensa cuadrícula que rodea sus casas agrupadas y edificios públicos está llena de arrecifes artificiales que funcionan como criaderos de peces y corrales para la acuicultura indígena.

 

La caña qasab como materia prima para hogares, herramientas y forraje. Las casas del pueblo Ma'dan, que se llaman "mudhif", están entre el Tigris y el Eúfrates (Iraq), y aparecen ya en obras de arte sumerias de hace cinco mil años. Su construcción es comunal.

 

Los uros construyen toda una civilización con la caña de totora. Son las Islas Flotantes del lago Titicaca, Perú. Alrededor de 1600, comenzaron a usar cañas para construir aldeas flotantes en el vasto lago Titicaca. Estas islas siempre han desempeñado el papel de granjas acuícolas y humedales móviles, pero cada vez más también están filtrando el agua contaminada descargada de la ciudad de Puno.

 
Un sistema agrario de mil años, subak, son terrazas de arroz Mahagiri. En Bali, Indonesia, donde el agua se ha desviado por un complejo laberinto de túneles y canales para optimizar el riego para todos.

Luego están las Terrazas de Arroz Palayan de 2000 años de antigüedad en Filipinas que, en una gran hazaña tanto de movimiento de tierras como hidráulica, los Ifugao filtran y purifican el agua de lluvia que cae en los bosques de las montañas para convertir laderas inutilizables en tierras productivas.


Como el agua corre cuesta abajo, los jardines hundidos se crean para "atrapar" la humedad disponible a medida que el agua corre por los bordes y hacia las plantas. Así, estos jardines hundidos ayudan a conservar el agua, permitiendo que el agua penetre en el suelo y nutrir las raíces. El pueblo Zuni en Nuevo México crea "jardines de gofres" para cultivar en zona desértica.

En México también, los mayas son veteranos en la rotación de cultivos, después de haberlo practicado durante un astuto ciclo de cuatro etapas que dura más de 20 a 25 años, durante milenios. 

Y en las estribaciones del monte Kilimanjaro, Tanzania, las parcelas de alta biodiversidad que han sido cultivadas por la gente de Chagga durante siglos ahora se muestran como un ejemplo a seguir por otros países.


El yãkwa dura cuatro meses y es uno de los mayores rituales que tienen lugar en la Amazonia brasileña. Los enawene nawe construyen intricadas presas de madera (waitiwina) de un lado a otro de los afluentes del río para atrapar grandes cantidades de peces. Las construyen con troncos entrecruzados unidas por cortezas y lianas, formando un encaje de madera enlazada, en la que insertan decenas de trampas con forma de cono que atrapan los peces que nadan corriente abajo. Luego los ahuman antes de llevarlos a sus comunidades en canoa. Es un alimento imprescindible para su dieta, ya que no comen carne roja. Yãkwa mantiene la armonía del mundo y es un intercambio de comida con los espíritus (yakairiti) subterráneos, dueños de los peces y de la sal. 
Pero la construcción de represas hidroeléctricas en el río ya no permite que los peces vayan río arriba a poner sus huevos. 
En 2009, la empresa constructora de una presa llegó a comprar tres mil kilos de pescado de piscifactoría para esta comunidad.


Fuentes:
https://www.taschen.com/pages/es/catalogue/architecture/all/04698/facts.julia_watson_lotek_design_by_radical_indigenism.htm
https://commonedge.org/the-power-of-lo-tek-a-design-movement-to-rebuild-understanding-of-indigeous-philosophy-and-vernacular-architecture/

Levi Strauss, "El pensamiento salvaje."

Victor Toledo y Narciso Barrera-Bassols (La memoria biocultural)