miércoles, 31 de octubre de 2018

Erisictón y Tántalo: La miseria de la abundancia.

"La mitología griega nos cuenta la historia de Tántalo, semidiós bravucón castigado por Zeus a padecer hambre y sed eternas en medio de los más deliciosos manjares y con el cuerpo sumergido en el agua. Nos cuenta también la de su contrapunto y complemento, Erisictón, al que los dioses condenaron a comer ininterrumpidamente todo lo que encontraba en su camino, una cosa tras otra, animales, bosques, hijos, sin hallar jamás satisfacción, hasta la suicida autofagia final. No son historias antiguas y fantasiosas." explica el filósofo Santiago Alba Rico.


En el libro VIII, Las metamorfosis, de Ovidio, se cuenta la leyenda del rico Erisicton, príncipe de Tesalia.

La diosa Deméter,  diosa de la agricultura, la fertilidad y la tierra, protectora de los cultivos y las cosechas, tenía un bosque sagrado, un santuario ancestral construido por los pelasgos, un pueblo pre-helénico. En él, resaltaba una vetusta encina donde vivía una ninfa hamadríade, ninfas tan conectadas con su árbol que mueren si éste se corta.

Un día Erisicton decidió cortar su árbol a pesar de las advertencias. Y es que deseaba construir con su madera un techo para su sala de banquetes. Tras muchos hachazos, Erisicton consigue que la encina caiga y, así, la ninfa muere.

Deméter, enfadada, decidió que Erisicton pasara un hambre atroz, pero ella no podía inculcarle tal maldición, porque su trabajo era precisamente el contrario: dar alimentos a los seres humanos. Por eso, le pidió el favor a la diosa Limos, personificación del hambre y engendro de Eris (la discordia). Esta horrenda diosa visitó a Erisicton mientras dormía y cumplió el deseo de Deméter: penetró en sus entrañas de tal forma que desde entonces nada saciaría sus ganas de comer, y cuanto más engulliera más crecería su hambre.

En ese momento, Erisicton despertó de hambre y empezó a comer todo lo que podía. Sin poder dejar
de comer, Erisicton gastó toda su fortuna y vendió todos sus bienes, incluyendo a su hija Mnestra, que consigue escapar e intenta, en vano, ayudar a su padre que no para de comer, ya hasta las basuras que encuentra. Su apetito infinito lo devora todo.

Finalmente, el hambre hizo a Erisicton, entre gritos de dolor, arrancárse sus miembros y su carne a mordiscos, devorar sus miembros y comerse a sí mismo. 
Cuenta Ovidio: "La fuerza aquella, aun así, de su mal, después que hubo consumido toda su materia, y había dado nuevos pastos a su grave enfermedad, él mismo, su organismo, con lacerante mordisco a desgarrar empezó, e, infeliz, minorándolo, su cuerpo alimentaba."

Tántalo (que deriva del griego "talas", sufrimiento) fue invitado por Zeus a la mesa de los dioses en el Olimpo, lo que originó que tuviera la soberbia de cometer los tres grandes pecados de la mitología griega: ofender a un anfitrión, hacer daño a un niño y desafiar a los dioses. 

Fue revelando a los mortales los secretos que había oído en la mesa de los dioses, robó néctar y ambrosía, negó la divinidad de Apolo (el Sol) y raptó a Ganímedes. Además, invitó a los dioses a un banquete en el monte Sípilo, y cuando la comida comenzó a escasear, decidió ofrecer la carne de su propio hijo Pélope. 

Cuando Pandáreo robó el mastín de oro de Rea para que cuidara del recién nacido Zeus, se lo dio a Tántalo para que lo ocultara, pero pasado el tiempo, Tántalo le juró por Zeus que nunca había oído hablar de él. 
Zeus, escandalizado, terminó aplastando a Tántalo con una roca que pendía del monte Sípilo.

Después de muerto, Tántalo fue eternamente torturado en el Tártaro

Así lo vio Ulises (Canto XI, la Odisea) cuando descendió al inframundo:

"Vi a Tántalo, que soportaba pesados dolores, en pie dentro del lago; éste llegaba a su mentón, pero se le veía siempre sediento y no podía tomar agua para beber, pues cuantas veces se inclinaba el anciano para hacerlo, otras tantas desaparecía el agua absorbida y a sus pies aparecía negra la tierra, pues una divinidad la secaba. También había altos árboles que dejaban caer su fruto desde lo alto perales, manzanos de hermoso fruto, dulces higueras y verdeantes olivos , pero cuando el anciano intentaba asirlas con sus manos, el viento las impulsaba hacia las oscuras nubes".

Además, una roca oscila eternamente sobre él, sin saber si llegará o no a aplastarlo.
Pese a todo, engendró tres hijos, entre ellos Níobe.

Níobe, diosa de la mitología griega, se burló de Leto por haber tenido solo dos hijos, y presumía de los suyos, tan numerosos. Estas burlas llegaron hasta tal punto de soberbia (hybris) que los dioses, ofendidos, castigaron a Níobe matando a sus hijos: Apolo se encargó de los varones, y Artemisa de las mujeres. Sólo se salvaron Amiclas y Melibea.

Níobe, deshecha y desconsolada ante la contínua pérdida de sus hijos, se convirtió en piedra, y la leyenda cuenta que es el mármol con forma de mujer del que brotan lágrimas en el monte Sípilo. Otra leyenda cuenta que sus lágrimas formaron el río Aqueloo.

El suplicio de Tántalo y Níobe continúa. 
El coltán contiene los minerales niobio y tantalio. El coltán fué lo que financió la Segunda Guerra del Congo. Y no sólo eso: República Democrática de Congo posee el 80% de las reservas mundiales de este nuevo ‘oro negro’, presentes en los smartphone, tablets, ordenadores portátiles... Cada kilo de coltán le cuesta la vida a dos personas en Congo. Jornadas laborales de más de 14 horas en la mina a cambio de un euro, un minero muerto al día, hombres, niños y niñas, mujeres embarazadas... Más de 120 grupos armados se lucran de la extracción ilegal de coltán para comprar armas con las que cometen masacres masivas y violaciones indiscriminadas a mujeres y niñas, secuestrándo a niños para convertirlos en máquinas de matar.
El total de refugiados congoleños alcanza los cuatro millones (más que Siria, Yemen o Irak) y existen 7,7 millones de personas que padecen inseguridad alimentaria grave.

No son historias antiguas y fantasiosas.

Nota: La hibris (en griego antiguo ὕβρις hýbris) es un concepto griego que puede traducirse como ‘desmesura’. La transgresión de los límites impuestos por los dioses a los seres humanos mortales y terrenales, inspirado por las pasiones exageradas.
«Aquel a quien los dioses quieren destruir, primero lo vuelven loco»

jueves, 11 de octubre de 2018

Una sociedad pacífica: Los Batek de Malasia

 "El sexo es un instinto irresistible; la guerra, no" Marvin Harris, antropólogo.


Los Batek de Malasia excluyen la guerra y cualquier violencia física. Kirk Endicott y Karen L. Endicott les preguntaron porqué no se enfrentaron con sus cerbatanas a los malayos cuando los asaltaron para raptarles como esclavos. Un batek les respondió, escandalizado: "¡Los habríamos matado!".

En otra ocasión, en una pelea entre dos hombres, observaron cómo todos huían aterrorizados, pensando que los dioses los castigarían abriendo el suelo para ser tragados. Uno de los hombres les espetó "¡Pensad en el Sol, pensad en la Tierra, todo se disolverá!!"

Las sociedades no pueden ser etiquetadas simplemente como violentas o no violentas sobre la base de teorías socio-biológicas, la no-violencia de los Batek es simplemente una forma poderosa de resistencia a las presiones externas y su mejor estrategia posible de supervivencia. La violencia, la coerción, el comportamiento agresivo y la retribución física son tan inaceptables para los Batek que excluirían a cualquiera que fuera beligerante. Creen que si una persona se comporta con violencia, los dioses no aceptarán su "espíritu-sombra" y vagarían por siempre por el bosque.

También creen que una de sus enfermedades, "ke’oy", que consiste en fiebre, depresión, falta de aliento y debilidad, es causada cuando alguien está enojado con otro sin justificación. Si bien hay algunos hechizos que pueden ayudar, la cura para la enfermedad es que la persona que está enojada controle sus sentimientos para que la víctima se recupere. La persona responsable del problema trata a la víctima con varios remedios populares, le dice al corazón de la víctima que se enfríe, sopla sobre su pecho para el efecto de enfriamiento y agarra y tira la enfermedad. Esta creencia en "ke’oy" ayuda a garantizar que la cooperación y cohesión social, ya que las víctimas reciben apoyo grupal y las personas enojadas, que causan enfermedades, pueden perder el apoyo social y ser excluidas.

Con frecuencia, tienen discusiones públicas sobre disputas para intentar obtener partidarios de sus argumentos. Cuando las estrategias de resolución de conflictos fallan, una de las partes en una disputa abandona el grupo por un tiempo para dejar que los sentimientos de enojo se disipen.
Los hombres normalmente cazan mientras las mujeres recolectan vegetales,
pero ambos alimentos se valoran por igual y así, ambos sexos forman parte de la red de distribución de alimentos en sus campamentos. Los hombres a veces recolectan vegetales y las mujeres a veces (aunque rara vez) cazan, no tienen reglas rígidas que separen sus roles sexuales. Ambos sexos reúnen el ratán que intercambian por bienes externos, y hombres y mujeres conocen y participan en actividades agrícolas y en el cuidado y cocina.

Los matrimonios se basan en la igualdad, la compatibilidad y el afecto. No hay ceremonia matrimonial, solo una pequeña fiesta. Lo importante es ocupar un refugio nuevo con su fuego y empezar a trabajar en equipo. El primer año viven cerca de los progenitores de ella, y en el segundo, en la de él, y así van alternando. Las parejas toman decisiones conjuntas sobre sus actividades. Normalmente tienen relaciones cercanas y de compañía mientras trabajan juntos y disfrutan de su tiempo libre. Los batek toleran a las personas perezosas ocasionales, ya que sus cónyuges a menudo hacen esfuerzos adicionales como para compensar. Si la calidez de la relación se erosiona, cualquiera de los cónyuges puede divorciarse del otro y contar con el apoyo de la banda para ayudar con la manutención de los hijos y el intercambio de alimentos.

"Los batek no adoptaban medidas especiales para evitar las aventuras o para castigar a las que las iniciaban. No vigilaban a su cónyuges ni les prohibían trabajar en el bosque lejos del campamento y con gente del sexo opuesto. Su punto de vista era que nadie podía controlar la sexualidad de otra persona en un contexto prematrimonial, matrimonial o extramatrimonial", explican los Endicott.
 

Tanto los padres batek como las madres pasan mucho tiempo abrazando y hablando con bebés de ambos sexos. Abunda el contacto físico no erótico entre ambos géneros. Los padres están bastante relajados con la disciplina, procuran que el ejemplo constituya la mejor enseñanza, y aunque los reprenden, no los responsabilizan de incumplir reglas que aún no entienden. Un niño de dos años usó como martillo una flauta de bambú que su padre acababa de terminar de hacer, pero al padre no le importó, ya que podía hacer otra fácilmente. Los padres rara vez golpean a un niño o usan fuerza física sobre ellos, ya que su palabra "sakel" significa tanto golpear como matar, un concepto abominable para ellos. Los padres pueden disciplinar a los niños advirtiéndoles sobre tigres, extraños o sobre el dios/a del trueno que castiga a las personas que violan las prohibiciones religiosas. Los niños juegan activamente pero no agresivamente, y carecen de juegos competitivos. Una de las estrategias de crianza batek es hacer que sus hijos lleven platos de comida a otras familias para enseñarles sus valores basados en compartir. Si alguno manifiesta posesividad, no interfieren ni lo dramatizan, saben que con la edad esta actitud desaparecerá sola. Es la ausencia de un modelo violento en la vida adulta lo que mantiene dormida la agresividad de los/as pequeños/as.
 
Son un pueblo igualitario. Toman todas las decisiones grupales por consenso, a veces después de días o semanas de discusión y debate, y confían en los líderes naturales para su experiencia, juicio y consejo. Estos líderes solo pueden ser persuasivos, no tienen autoridad. La jefa natural del campamento de Lebir Alto, cuando estuvieron los Endicott, era una mujer llamada Tanyong. Era la "penghulu". Ella y su esposo cuidaban de dos niños huérfanos, y cuando oía a algún otro niño desatendido, se apresuba a consolarlo. Conocía bien la partería, las hierbas medicinales, las prácticas religiosas y muchos otros asuntos cruciales para su cultura. Además de aportar consejo mediante la palabra, también lo hacía mediante sus acciones, ya que era la más trabajadora del lugar y servía como ejemplo. Por ejemplo, cuando vio a los antropólogos Endicott deslizarse por un sendero lleno de lodo cerca de su campamento, resolvió crear ella misma un camino más cómodo que en realidad ningún paisano necesitaría, pero que era útil para Kirk y Karen. Tras su muerte, todavía era recordada por su marcada personalidad persuasiva y habilidad para "combatir con forasteros" y comerciantes malayos.

Hoy, son menos de mil individuos que sobreviven como cazadores y recolectores nómadas en la selva virgen de Malasia gracias al turismo de masas. El conjunto de los "orang asli" ("pueblo original" en malayo), suponen menos del uno por ciento de la sociedad malasia y la mayor parte vive integrada en la vida moderna. Los batek son de los pocos que se resisten todavía a los cantos de sirena y se identifican como gente del bosque, porque es fresco, y también porque el bosque les da refugio de otras personas. Y no es decir poco: su hogar, "Taman Negara", podría ser la selva más antigua del planeta, con una edad de unos 130 millones de años.


Fuentes:
https://cas.uab.edu/peacefulsocieties/societies/batek/
The headman was a woman: the gender egalitarian Batek of Malaysia / Kirk M. Endicott, Karen L. Endicott. 2008.