martes, 19 de diciembre de 2017

Navidad, Nochevieja, los rituales y la regla de punta

Las vacaciones navideñas conllevan a la mayoría un sentimiento de nostalgia dulce, de buenos recuerdos, especialmente recuerdos de la infancia, de colores, luces, olores y adornos en nuestras casas y calles. De las bromas y la buena comida, y todos los momentos inovidables de personas queridas.

Los rituales no son algo del pasado ni algo propio de grupos humanos a los que consideramos "exóticos". Como animales simbólicos que somos, toda vida humana está repleta de rituales que marcan hitos grupales y, por lo tanto, también personales. "La vida cotidiana es estresante y llena de incertidumbre. Tener un momento especial del año en el que sabemos exactamente qué hacer, de la manera en que siempre lo hemos hecho, proporciona una cómoda sensación de estructura, control y estabilidad. Desde recitar bendiciones hasta levantar un vaso para hacer un brindis, las tradiciones navideñas están repletas de rituales. Los experimentos de laboratorio y los estudios de campo muestran que las acciones estructuradas y repetitivas involucradas en tales rituales pueden actuar como un amortiguador contra la ansiedad, haciendo que nuestro mundo sea un lugar más predecible. Reunirse en lugares lejanos ayuda a las personas a dejar atrás sus preocupaciones y, al mismo tiempo, les permite reconectarse con tradiciones familiares consagradas por el tiempo.", explica el antropólogo Dimitris Xygalatas, de la Universidad de Connecticut.

Bodas, cumpleaños, y celebraciones estacionales como la Navidad o la
Nochevieja. Cuanto más importante sea el hito, tanto más exuberancia sensorial contienen los rituales. Las luces, los olores a velas o a comida, los colores de los adornos navideños... Las canciones navideñas o villancicos tampoco pueden faltar en estas fechas, aunque al contrario de lo que se cree, su origen no es popular: “Se empieza a cantar en entornos eclesiásticos y sustituyó a los responsorios que se cantaban en el servicio de maitines de la Navidad” explica Maricarmen Gómez Muntané, musicóloga especializada en los repertorios de la Edad Media y del Renacimiento y experta en villancicos, a la antropóloga y periodista Virginia Mendoza. Por lo tanto, el origen de los villancicos es sacro y culto. Eso sí: los maitines se cantaban en latín, mientras que los villancicos se hacían en lengua vernácula, del país, ya que su objetivo era convertir a la gente, especialmente "a los moriscos de Granada, tras su Reconquista”. Después, explica la musicóloga, apareció un género conocido como “ensalada”, en el que se unían la canción popular, el villancico y el romance. "Las negrinas" de Hispanoamérica protagonizadas por personas de los pueblos originarios para favorecer la evangelización, eran en realidad "ensaladas", aunque este género musical llegó a confundirse con el villancico. También llamado "vilancete" y "cantinela" en Portugal, "carols" o "Christmas Carols" en el mundo anglosajón, "nöels" en francés, "canzonetta di Natale" son para los italianos y "Weihnachtslieder" para los alemanes.

No hay una buena celebración sin un buen banquete festivo, y ninguna tradición navideña estaría completa sin una comida festiva. Muchos antropólogos están de acuerdo en que cocinar nos hizo humanos, pero su consumo alrededor del fuego o alrededor de una mesa, también. La cocina ha sido una de las características definitorias de nuestra especie, pero compartir una comida ceremonial simboliza comunidad, reunión de todos los presentes alrededor de la mesa y estrecha conexión entre ellos. Algo totalmente imprescindible para nosotros, animales archisociables. Por eso, no es de extrañar que muchas culturas humanas mantengan múltiples tabús en este espacio y tiempo de ingesta de alimentos. El antropólogo Malinowski contaba que en el archipiélago Trobriand (en Papua, Nueva Guinea) la sexualidad se vivía desde muy temprana edad, y tampoco estaba mal visto tener muchas parejas sexuales antes del matrimonio, pero lo que sí se consideraba tabú era compartir la comida. 

Xygalatas explica que "hay investigaciones que muestran que un ritual antes de una comida mejora la experiencia de comer y hace que la comida (¡incluso unas simples zanahorias!) parezcan más sabrosas. Otros estudios encontraron que cuando los niños participan en la preparación de alimentos, disfrutan más de la comida, y que cuanto más pasamos preparando una comida, más la apreciamos. De esta forma, el trabajo y la fanfarria asociados con las comidas festivas prácticamente garantizan una mejor experiencia gastronómica."

Los regalos bajo el árbol son otro componente clave de las celebraciones de
Navidad. "Los antropólogos han notado que, entre muchas sociedades, la entrega de obsequios ritualizada desempeña un papel crucial en el mantenimiento de los vínculos sociales mediante la creación de redes de relaciones recíprocas." recuerda Xygalatas. El regalo nunca está dentro del paquete: siempre son las manos que lo entregan. En Japón lo saben bien, por eso el intercambio de regalos está llena de simbolismo y tradición. Cuando se ofrece un regalo, es costumbre que el receptor en un principio se niegue a aceptarlo ¡hasta tres veces! y se devuelva el detalle haciendo un regalo después de haberlo recibido, efecto que se conoce como "okaeshi". El peine es un objeto que nunca debería regalarse, ya que su pronunciación es igual a la de la palabra sufrimiento y la de muerte. Nunca se debe ofrecer cuatro regalos o un regalo dividido en cuatro partes, ya que cuatro, en japonés "shi", es considerado de mal augurio porque su pronunciación también se asemeja a la de muerte. Una de las cosas que más sorprenden al occidental que da un regalo a un japonés es que éste lo agradezca pero no lo abra inmediatamente. Ésta es una tradición muy japonesa que puede entenderse como una manera de evitar tener que fingir al abrir el regalo si éste no llega a cumplir las expectativas y de esta manera se evita la vergüenza tanto del receptor como del donante. Esta norma de etiqueta es muy respetada en ocasiones formales. Entre amigos, sin embargo, cada vez es más típico preguntar al recibir el regalo si se le permite abrirlo en ese mismo instante, sabiendo que la respuesta será comúnmente “sí, ¡claro!”.

Nadie duda del mantenimiento y fortalecimiento de los lazos familiares en estas celebraciones. Todo ritual colectivo crea sentimientos de pertenencia, solidaridad y armonía social. Si bien es cierto que también se crean tensiones, discusiones, roces... es poco probable que arruine la experiencia general.
Según el psicólogo y premio Nobel Daniel Kahneman, cuando evaluamos las experiencias pasadas, tendemos a recordar los mejores e intensos momentos, y también los últimos momentos, prestando poca atención a todo lo demás. Esto se conoce como la "regla de punta". Es decir, que si una buena celebración de Navidad termina con un triste incidente, será recordada como “las peores navidades”. Pero todo año puede ser recordado como un año no tan malo si termina con una gran fiesta...
Feliz Navidad y Feliz Nochevieja!


Fuentes:
https://verne.elpais.com/verne/2017/12/15/articulo/1513357935_451898.html
https://theconversation.com/an-anthropologist-explains-why-we-love-holiday-rituals-and-traditions-88462

http://www.vwl.tuwien.ac.at/hanappi/TEI/momentsfull.pdf

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