domingo, 20 de marzo de 2011

Caleidoscopio de géneros y sexos: berdaches y más.

"Nosotros, a diferencia de la sociedad blanca, no desperdiciamos gente. Cada persona tiene un don". 
Joe Medicine Crow, indio Crow.



"El capitalismo y el patriarcado de nuestra cultura occidental actual nos deja un esquema de género y prácticas y normas culturales muy estrechas. En nuestra sociedad que se autoproclama "moderna y liberal", sólo hay dos géneros, éstos son inviolables y están determinados por los genitales."
Marvin Harris, antropólogo. 

 "No clasificamos porque hay cosas que clasificar, sino que al clasificar escogemos (o incluso inventamos) elementos para hacerlo" escribe Jean Pouillon en "Appartenance et identité".

El término «sexo» se reserva para la descripción de la diferencia biológica y no determina necesariamente los comportamientos.

El término «género» designa lo que en cada sociedad se atribuye a cada uno de los sexos; es decir, lo que como construcción social se considera masculino o femenino.

Ésto que parece tan fácil de comprender se torna más complejo cuando a los dos términos se les impregna de cultura, que es lo que mejor sabemos hacer los humanos.

Al leer "sexo" o "género" nos viene a la cabeza "hombre/mujer" y "masculino/femenino". La verdad es que existen muchos más tipos de género que lo que nos parece "normal" en nuestra sociedad. ¡Incluso mucho más tipos de sexo.! (Por eso, términos como "tercer género" se tornan inútiles en otras culturas en las que no existe este binarismo)
 

Existen los cromosomas XX y XY. Esta claro que para sobrevivir, tenemos que
tener un cromosoma X por lo menos, que es el que otorga la mujer, porque sólo tiene X. Es el hombre el que otorga al feto su cromosoma X o Y, que es lo que decide el sexo del feto (aún cuando a las mujeres les repudian en muchas culturas por tener niñas y no niños)
Pero no sólo existen estos dos casos. Se puede ser XXY, "intersexual". También X sólo, o XYY ("super hombre"), o XXX ("super mujer")
Y no sólo estos es viable: una sola persona puede tener en distintos órganos lo que se llama "cromosomas en mosaico", un sistema con un esquema y otros sistema con otro esquema. Hay puestos intermedios desde el punto de vista cromosómico.

Ni siquiera la testosterona o los estrógenos marcan nada. Todas las personas tenemos de los dos, y cambian a lo largo de la vida.

¿Y como la cultura enfrenta todo este mosaico? Pues con un caleidoscópico método cultural.

En la "sociedad occidental" tenemos una estrechez de miras sobre este tema. Tanto es así que hasta avanzada la década de los 50, en EEUU, a las niñas que nacían con el clítoris demasiado grande, se le cortaba para "feminizarla". Los médicos entregaban a la familia, a través de la intervención quirúrgica, castrando, un hombre o mujer "normalizando". No aceptaban los casos intermedios, y se fabricaba la dualidad física sin ni siquiera pedir permiso.

Un caso extremo fue el de la mejor vallista española, María Patillo, que en 1988, los médicos del Comité Olímpico Internacional (COI), tras hacerle unas pruebas, le comunicaron que no era una mujer, sino un hombre. Puede que pareciera una mujer, pero los exámenes revelaron que tenía un cromosoma "Y". En consecuencia, se le prohibió competir en los Juegos Olímpicos.
Las autoridades deportivas españolas le propusieron simular una lesión, pero ella lo rechazó, y el asunto llegó a oídos de la prensa europea. La vida de Patiño se arruinó. La despojaron de sus títulos y de su licencia federativa para competir. Su novio la dejó. La echaron de la residencia atlética nacional y se le revocó la beca. La prensa nacional se divirtió mucho a su costa. Como declaró después, «Se me borró del mapa, como si los doce años que había dedicado al deporte nunca hubieran existido». Su caso, se supo después, era una condición congénita llamada "insensibilidad a los andrógenos"; lo que significaba que, aunque tuviera un cromosoma "Y", sus células no reconocían esta hormona masculinizante. Decidió plantar cara al COI, contó con el apoyo de Alison Carlson, ex tenista y bióloga de la universidad de Stanford, contraria al control de sexo, y juntas emprendieron una batalla legal, que ganaron. Ahora es profesora en Ciencias de la Educación y del Deporte, y miembro de la Comisión de Bioética del COI.

Es decir, no es que haya dos modelos de género porque haya dos sexos. No sólo existen dos sexos. Hemos fabricado dos modelos de género y por consiguiente obligamos a las personas a tener un sexo u el otro y adecuarse en un modelo o en otro. Las conductas de género están configuradas por lo biológico, y lo biológico lo adecuamos en una dualidad cerrada hombre-mujer. Al final, lo social influye sobre lo físico.

Un ejemplo son los y las transexuales, hay una presión social para transformarl@s en una mujer o en un hombre para "normalizarlos" a través de la cirugía estética (lo primero que le preguntamos es "si se ha operado"). Este colectivo muchas veces asegura que a veces no es necesario operarse, que eso depende del deseo de cada individuo. Otro ejemplo es el de la homosexualidad institucionalizada, como la define Mary McIntosh. Cuando conocemos un caso de homosexualidad de alguien que está casado/a con una persona del sexo opuesto, tendemos a juzgarle y pensar que simplemente estaba mintiendo, como si la homosexualidad fuera un rol permanente. El acto de revelarse como homosexual puede anular una vida entera de heterosexualidad.

¿Y qué ocurre en otras culturas?

Los navajos reconocen tres sexos físicos: hermafroditas, varones, y mujeres, y al menos tres status de género: varones, mujeres y nadle o 'Nádleehí' (que significa "uno que se transformó"). A los nadle se les asigna esta posición sobre la base de sus genitales ambigüos, y sus parejas sexuales podían ser con mujeres u hombres. También existen falsos nadle, al que se reconoce como nadle, pero cuyos genitales no son hermafrodíticos. Así, la homosexualidad, que se define como rela­ciones entre personas del mismo sexo, no se permite. Si el del nadle es un status de tercer sexo, enton­ces el término homosexual carece de sentido.

Lo mismo ocurre con los hijra de la India. Los hijra son un "tercer género" reconocido, formado idealmente por varones hermafroditas impotentes que se someten a una emasculación quirúrgica ritualizada por la que se extirpan los genitales. Puede ser semejante a la del nadle en el sentido de que también proporciona oportunidades a los no hermafroditas. 

La forma local del mahu polinesio era un status de tercer género. Aun cuando el mahu realiza actividades laborales que se consideran tradicionalmente trabajos de mujeres, en Tahití ya no se visten de mujer. Aunque se considera que los mahu son «naturales», no tienen porqué ocupar el status de mahu durante toda su vida. Además, una persona puede tener aspecto de mahu sin serlo (como aquí diríamos que tiene "gestos femeninos"), y las relaciones sexuales con hombres se consideran una con­secuencia opcional.

Fa'afafine (también pronunciado faafafine, fafafige o fafafine) es el tercer sexo en la cultura de Samoa. La palabra fa'afafine incluye el prefijo causal fa'a que significa ¨en la forma de¨, y la palabra fafine que significa ¨mujer¨. Esta palabra está relacionada con otras lenguas polinésicas como el tongano que usa las palabras fakafefine o fakaleiti, o 'akava'ine en las Islas Cook.

Los guevedoce ("huevo a los doce" (años)) en República Dominicana, son al nacer genitalmente ambigüos producto de las relaciones sexuales entre parien­tes próximos. Se los crian como muchachas hasta la pubertad, cuando se produce una radical virilización debido a una deficiencia en una enzima, su identidad de género cambia, su conducta se hace masculina, y toman mujeres como objeto sexual. En la localidad de Salinas afecta hasta el 1% de los chicos nacidos en este lugar. El mismo fenómeno es conocido como kwolu-aatmwol entre los sambia de Papúa Nueva Guinea. (Hay una película argentina sobre este caso: XXY).

Entre los chukchee, habitantes de la costa ártica, existían unas prácticas de chamanismo, mediante las cuales se dice que hombres y mujeres podían cambiar de sexo. Había varios niveles de transformación; en el primer nivel, la persona que había de convertirse en mujer se arreglaba el pelo en forma femenina. En el segundo, se vestían con ropas femeninas. Finalmente el cuerpo se transformaba, según ellas, si no en su apariencia externa, sí al menos en sus facultades y fuerza física. Él se convertía en mujer con apariencia de hombre. Al cabo de cierto tiempo tomaba esposo. La esposa se hacía cargo de la casa. Según la leyenda, algunas llegaban a adquirir órganos de mujer

Desde la década de los noventa Mika es uno de los whakawahine más queridos en Aotearoa Nueva Zelanda, cuyos espectáculos fusionan el cabaret y elementos de la cultura māori. Su labor artística ha ayudado a una mejor comprensión de la homosexualidad por parte de la comunidad de los Tangata Whenua. Las coreografías de Mika fusionan elementos māori y polinesios junto a tradiciones de baile europeas en lo que el mismo califica como Urban Māori Dance Style. Su intención es trasmitir al público que la cultura māori no es una cultura muerta.

 
Los xanith omaníes es una opción de tercer género. El xanith no se traviste, sino que se ciñe la túnica masculina como las mujeres se ciñen su vestido. Este status de género tiene un componente económico en términos de prostitución homosexual, como un género salvavidas para hombres que pasan por una mala racha económica. Un xanith puede despojarse de su status y puede recuperar su posición de varón, incluidos el matrimonio y la familia y no padecerá estigmas negativos al reasumir su posición de varón. 

Entre los indios norteamericanos, cuando el hombre no reforzaba su estatus de género con las esenciales actividades masculinas de la caza y de la guerra y se contradecía por las tareas femeninas, la nueva identidad que surgía era la de «medio hombre, medio mujer» del niizh manidoowag/dos espíritus (en lengua ojibwa). Dentro de los Lakota está el 'Winkté' (nombre que se da a los hombres que tienen la costumbre de comportarse como mujeres), mientras que los Cheyenne tienen al Hemaneh ("mitad hombre, mitad mujer). En este caso, los genitales no son las insignias fundamen­tales del género,  sino su interés y libre elección que potenciará de mejor manera su desarrollo personal.  

Will Roscoe ha dedicado los últimos años al estudio de la diversidad de roles e identidades de género entre los amerindios. Se han documentado personas dos espíritus, en más de 130 tribus amerindias, en cada región del continente y en cada tipo de cultura nativa. En un estudio reciente escribe: “La evidencia de la multiplicidad genérica en Norteamérica refuerza la teoría del constructivismo social, que sostiene que los roles de género, las sexualidades y las identidades no son naturales, esenciales ni universales, si no que se construyen a través de discursos y procesos sociales”.
 
We’wha fue un nativo americano de la tribu Zuñi, de Nuevo México. Ella fue la más famosa Lhamana.
 

La antropóloga Matilda Coxe Stevenson, en 1886, consiguió que We'wha conociera al presidente Grover Cleveland. Su caso fue descrito en el libro “The Zuñi Man-Woman” de Will Roscoe de 1991.

El primer paso de un "doble espíritu" se daba durante la infancia. En el ritual de los indios papago, si los padres notaban que su hijo no estaba demasiado interesado en los juegos de niños o en las actividades de hombres, organizaban una ceremonia para determinar cómo debían criarlo. Hacían una cerca, en cuyo centro colocaban un arco (instrumento de hombres) y una cesta (de mujeres). Se decía al niño que se metiese en el cercado y que sacase algo y, cuando entraba, se prendía fuego a la cerca. "Miraban lo que llevaba consigo al salir, y si era la cesta, se asumía que era un berdache"

El ritual de los indios mojaves era diferente: se preparaba un círculo de cantantes y se llevaba al niño al centro del círculo. Si el niño estaba llamado a seguir el camino de los dobles espíritus, empezaba a bailar como una mujer. Los mojaves decían "No puede evitarlo". Tras la cuarta canción, se proclamaba al chico persona de doble espíritu y, desde ese momento, se le criaba adecuadamente, conforme a esa condición. ¿Qué significaba "adecuadamente"? Se trataba de enseñar al muchacho a hacer los trabajos de las mujeres así como aquellos reservados a los hombres. También debía pasar tiempo con los sanadores o chamanes, que también solían ser dobles espíritus. Por encima de todo, su niñez estaba marcada por la aceptación y la comprensión. "Tibasa" significa “mitad mujer” en hopi-navajo; "mixu’ga", literalmente “instruido por la luna” en lengua Omaha; "panaro" que se traduce como “dos sexos”, etc.

Los pokot de Kenya reconocen la existencia de dos sexos, hombres y mujeres, y de un tercer género denominado “sererr”, que no es considerado propia del macho ni de la hembra debido a su desarrollo genital incompleto. «Un sererr no puede ser una persona de verdad. Para ser un verdadero pokot hay que ser muy hábil en el sexo. O se hace bien el sexo o no se puede tener buena opinión de sí mismo y nadie pensará bien de uno.»

Los piegan septentrionales forman una cultura dispar con un acentuado rol sexual en el que los hombres son agresivos mientras que las mujeres son sumisas. Las "corazones de hombre" son mujeres «macho» caracterizadas por agresión, independencia, audacia y descaro, y sexualidad, todos ellos rasgos asociados a la conducta de rol masculino.

Entre los isleños de las Marquesas, se ha descrito a la vehine mako o mujer tiburón. La mujer tiburón se caracteriza por una sexualidad agresiva y vigorosa. El rasgo definidor de la vehine mako es que toma la iniciativa en la relación sexual heterosexual, actividad relegada al ámbito masculino/de los hom­bres.

En Filipinas hay una serie de identidades sexuales/«géneros» que incluyen bakla (tagalo), bayot (cebuano), agi (ilongo), bantut (tausug), binabae, bading... Las mujeres son llamadas lakin-on o tomboy. Las  vírgenes juradas en los balkanes son las mujeres que trabajan y visten como hombres y emplean espacios reservados para los hombres, pero no se casan. En Etiopía meridional: ashtime de la cultura maale. En Kenia: mashoga de las áreas que hablan suahelí de la costa keniana, particularmente en Mombasa. En República Democrática del Congo: mangaiko entre los mbo. En la población zapoteca, en Oaxaca, México, se les llama muxes ('mushes') a los varones travestidos que asumen roles femeninos en la comunidad.

En Indonesia, en pueblos como los Bugi de Sulawesi, tienen hasta cinco géneros legales cumpliendo diversas funciones en la sociedad: Makkunrai (mujer femenina), oroani (hombre masculino), calalai (hombre femenino), calabai (mujer masculina), bissu (sacerdotes transgénero). 

"Imagínese que alguien está aquí, en el final de una línea y que son, como podrías llamarlo, XX, y luego viajas a lo largo de esta línea hasta llegar al otro extremo, y eso es XY. Pero a lo largo de esta línea hay todo tipo de personas con todo tipo de diferentes maquillajes y caracteres" le explicó un hombre a la investigadora Sharyn Graham Davies.

En Malasia, a las personas intersexuales se les denomina "Mak Nyah"  (chico-chica). Algunos eruditos musulmanes (y que no aparecen en el Corán) han escrito acerca de la división de género en el Islam como: hombres, mujeres, hermafroditas (khunsa), mukhannis y mukhannas. Mukhannis son varones biológicos que se identifican como mujeres y quieren un cambio de su sexo biológico. Mukhannas son varones biológicos que (desean) asumir un rol de género femenino, pero no un cambio de su sexo biológico (Teh).

Más casos:  http://unaantropologaenlaluna.blogspot.com.es/2013/02/las-mujeres-que-no-amaban-los-hombres.html

Todos estos ejemplos resaltan nuestra perspectiva biocéntrica occidental, cuando el sexo (los genitales, los cromosomas, el funcionamiento endocrino, y las estrategias reproductivas) son antecedentes de la conducta de género. 
En nuestra sociedad, el género, las conductas culturales, las normas de lo que debería ser y lo que no... son una característica adscrita en base al sexo y la biología. No cabe otro género y menos otro sexo. Aunque en realidad, como hemos visto, no existen unicamente dos sexos, por lo que en realidad es un "generocentrismo" ocultado: constreñimos dos sexos en dos géneros que hemos construído.

Oyeronke Oyewumi critica la imposición de un sistema de género colonial sobre su sociedad yoruba, en la que la edad es un organizador social mucho más significativo que el sexo. Los pronombres de la cultura yoruba no indican el sexo, sino si el aludido es mayor o menor que el hablante.

Así mismo, pone en relieve que el capitalismo y el patriarcado de nuestra cultura occidental actual nos deja un esquema de género y prácticas y normas culturales muy estrechas, donde los significados que asignamos a pequeñas insignias como los adornos o los músculos definen ya de facto el género e incluso el sexo. Parece ser que en nuestra sociedad que se autoproclama "moderna y liberal", los grandes cambios en lo social, lo económico, y lo político son estrechamente limitados en tres ideas inamovibles: sólo hay dos géneros, éstos son inviolables y están determinados por los genitales. 


 

Cuando Gauguin llegó a Tahití, por primera vez, en junio de 1891, llevaba una cabellera que le barría los hombros y un coqueto tocado. Los indígenas de Papeete, sorprendidos, lo creyeron un mahu, término prohibido por los colonos y los misioneros.

Fuentes:
"Cuerpos sexuados" Anne Fausto-Sterling.
http://indiancountrytodaymedianetwork.com/2016/01/23/two-spirits-one-heart-five-genders
https://www.youtube.com/watch?v=Z6RmnfC6F0Q
http://www.antropokrisis.es/contextoculturalypracticasdegenero.html
La transversalidad de género. Contexto cultural y prácticas de género. Anne Bolin.
Marvin Harris "Nuestra especie" 
Antropología del género: culturas, mitos y estereotipos sexuales. Aurelia Martín Casares.
https://islasdelpacifico.wordpress.com/2010/03/11/mika/ 
http://www.spiritofchange.org/mind-spirit/What-We-Can-Learn-From-An-Indonesian-Ethnicity-That-Recognizes-Five-Genders/

9 comentarios:

Valentín dijo...

Noemí,

Muy interesante tu post, yo soy estudiante de antropología en la Universidad de Buenos Aires y al mismo tiempo soy investigador en el equipo de Antropología y Sexualidades.

Muchas gracias por compartir tus reflexiones, estamos en contacto.

Un beso grande,

Yo voy por Guate dijo...

Muy buen artículo, felicidades.

Antropólogaenlaluna dijo...

Muchas gracias! :)

Antillana dijo...

Gracias Noemí Maza, por tu investigación antropológica desde una visión globalizadora que incluye el género. Un abrazo, Francisca Martín-Cano

Anónimo dijo...

Según mi forma de ver el mundo, lo que hace la sociedad es etiquetar conceptos para que todo lo que no tenga nombre, sea anormal.
Yo creo que hay muchos géneros, porque aunque el ser chico o chica lo determinen los órganos sexuales,cada uno tiene un grado diferente de feminidad o masculinidad (gestos, pensamientos etc...). Y respecto al sexo, más de lo mismo, mis pensamientos quizás se acerquen un poco a la "escala Kinsey de la sexualidad humana", que determina 7 grados de sexualidad. Aunque yo pondría unos 100 grados más ;-).
Algún día se romperán límites y no estará mal vista ninguna conducta sexual; algún día.

Anónimo dijo...

Hola Noemí,

Muy buen artículo, es curioso ver que nuestras sociedades "desarrolladas" siguen limitándose a unos estereotipos de género muy cortos de miras.
No soy un experto en antropología, sólo tuve un par de asignaturas en mis estudios de Filosofía, hará ya bastantes años. Pero me fascina contemplar los fragmentos de sabiduría perdidos entre las distintas culturas del planeta.

Gracias por dirigirme a tu blog, está fantástico, sigo leyéndote.
J.

Ileana Medina dijo...

La construcción cultural del género es algo que ya nadie con dos dedos de frente puede negar. Y por supuesto incluir la homosexualidad o transexualidad como opciones legítimas y normales, también es fundamental.

Pero este discurso -que creo puede integrarse perfectamente a un análisis ecológico compatible- a veces suele terminar sin embargo em un desvarío: y es cuando se llega al análisis de la reproducción y de la maternidad.

Decir que la construcción del género es cultural no debería significar negar la realidad de que el embarazo, el parto y sobre todo la lactancia (porque ahí es donde hay más conflicto con muchas analistas de género feministas) sean también culturales (que lo son, además de biológicas) y por tanto intercambiables con hombres o con máquinas.

Pero incorporar al bebé humano y su necesidad de lactancia y exterogestación en el análisis es fundamental hoy, a riesgo de ser tildados de "biocentristas". Bueno, lo soy si eso significa poner a la vida en el centro ;-)

Gracias por permitirme hacer esa apreciación por aquí.

Saludos a todos!

Anónimo dijo...

Este artículo hubiera sido válido si estuviéramos viviendo hace uno treinta o cuarentas años atrás. En la actualidad, salvo los grupos religiosos se horrorizan de la homosexualidad y quieren mandarlos al infierno.En cuanto al artículo le da vuelta pero habla de la aceptación de los travestis como el tercer sexo, opinión discutible. En la Argentina que sanciona el matrimonio igualitario que no está bien visto atacar un homosexual. Yo trabajo en escuela pública, es cierto nivel secundario hay varios trabajando sin problemas. NO TRAVESTIS, ESO SERÍA OTRO TEMA. Yo vivo en la prov de Mendoza, existía en la prov un comando llamado Pio XII donde atacaba a homosexuales y prostitutas, entonces digo es mucho mejor esta sociedad en este tiempo. EL PROBLEMA SE DA CON LOS TRAVESTIS EN LOS CLUBES POR EJ NO SABEN QUE HACER, SI VAN AL VESTUARIO DE DAMAS O CABALLEROS.El artículo tal vez se olvida que en esta época también somos castigadas la que optamos por ser madre ¿ en las sociedades analizadas no saben que pasaba con las solteronas?

Sonia dijo...

Estoy de acuerdo a medias. Me explico:

Opino que solo hay dos sexos. Y me parece un hecho irrefutable. Lo que aquí se expone son anomalías, fallos durante la gestación del feto que resultan en la mezcla de los dos sexos, dando lugar a muchas variables.
¿Pero que solo hay dos sexos? Solo hay dos sexos. Masculino y femenino.

Lo que hay que hacer es dejar el odio y la discriminación hacia lo que no entendemos, hacia lo que no nos parece normal. Que yo soy la primera que digo que son anomalías de la naturaleza, porque es lo que son, algo falló durante su desarrollo, es obvio, pero eso no significa que no merezcan respeto como seres humanos que son, igual que cualquier otra persona, ya sea que tenga anomalías o que no las tenga. Además, se pueden tener mil anomalías, no todas son sexuales, hay casos y casos a cual más extraño... Y todos somos humanos y merecemos respeto.

En conclusión, veo claro que solo existen dos sexos, pero si con todo esto de no imponer sexos ni géneros, se consigue eliminar la discriminación o ayudar a ello, bienvenido sea.