sábado, 16 de mayo de 2015

La masculinidad: la inesperada virtud de la invisibilidad.

"Yo no sé muchas cosas, es verdad.
Digo tan sólo lo que he visto.
Y he visto:
que la cuna del hombre la mecen con cuentos,
que los gritos de angustia del hombre los ahogan con cuentos,
que el llanto del hombre lo taponan con cuentos,
que los huesos del hombre los entierran con cuentos,
y que el miedo del hombre...
ha inventado todos los cuentos.
Yo no sé muchas cosas, es verdad,
pero me han dormido con todos los cuentos...
y sé todos los cuentos."
León Felipe, poeta.

 “Si bien es difícil ser mujer… es imposible ser hombre”.
Ferdinando Camon, escritor.



"Tengo la sensación de que todos los artistas que participamos en esta exposición nos hemos inventado un alter ego para poder explicar y hablar con sinceridad de lo que nos pasa. Hemos tenido que crear un personaje para poder ser nosotros mismos", sentencia Carlos Pazos, artista que participa en la exposición sobre masculinidad 'Chercher le garçon' (Buscar el hombre). Una exposición que cuestiona a través del arte los valores tradicionales asociados a la masculinidad: eficacia, autoridad, heroísmo, conquista, fuerza...

 

"Los niños no lloran", "no te comportes como una niña", "maricón el último"... ser hombre se construye a través de la oposición. No se sabe lo que es ser hombre, sino lo que no es serlo. 

 

“Ser rudo, ruidoso, beligerante; maltratar a las mujeres y convertirlas en objeto de fetichismo; buscar sólo la amistad entre los hombres al mismo tiempo que se detesta a los homosexuales; ser grosero, denigrar las ocupaciones femeninas. La primera obligación para un hombre es la de no ser una mujer” afirma Robert Stoller, antropólogo.

En este caso, son únicamente los roles masculinos los que legitiman la
virilidad "de tal manera que la masculinidad es cualquier cosa que no sean las mujeres" subraya el antropólogo Matthew C. Gutmann. Y explica:
 
"La antropología desde siempre se ha ocupado de hombres hablándoles a hombres sobre hombres. Sin embargo hasta hace poco tiempo, fueron contados aquellos quienes dentro de la disciplina del “estudio del hombre” realmente examinaron a los hombres como hombres."

"Los antropólogos que tratan diferentes temas reconocerán que en muchos trabajos se da por hecho la naturaleza de los hombres y la masculinidad. Una rápida ojeada a los índices de la mayoría de las etnografías muestra que las “mujeres” existen como categoría en tanto que los “hombres” raramente aparecen listados. La masculinidad o se ignora o se considera que es la norma, de forma tal que el hacer un inventario por separado es innecesario. Así que, aquí también “género” con frecuencia quiere decir mujeres y no hombres.

"La invisibilidad de la masculinidad no sólo es académica" explica el sociólogo Michael Kimmel, "sus consecuencias son graves y de carácter político. Para ilustrar lo anterior voy a referir una conversación entre una mujer blanca y una mujer negra: 
 
La negra pregunta: 

"Cuando te miras al espejo, ¿qué ves?" 

"Veo una mujer", responde la blanca. 

La negra explica: "Ese es el problema, cuando yo me miro al espejo, veo una mujer negra. Para ti la raza es invisible, porque así funcionan los privilegios." 

O sea que los privilegiados no saben cómo o por qué los son. Antes cuando me veía al espejo veía a un ser humano, sin raza, clase o género: universal. A partir de esa conversación me convertí en un hombre blanco de clase media. Me di cuenta de que la raza, la clase y el género también tenían que ver conmigo. Tenemos que hacer la masculinidad visible y darnos cuenta de que la invisibilidad es consecuencia del poder y el privilegio."

  "Por ejemplo, bromas acerca de la imposibilidad de comprender a las mujeres" cuenta el antropólogo David Graeber. "¿Quién puede entender cómo piensan estas criaturas? Uno nunca tenía la sensación de que la mujer en cuestión tuviera problema alguno en comprender a los hombres. La razón es obvia: las mujeres no tienen otro remedio que comprender a los hombres. Este tipo de retórica (...) suele ir aparejado con la sensación de que, pese a ser ilógicas e inexplicables, las mujeres poseen cierto acceso a una sabiduría misteriosa, casi mística ("la intuición femenina") de la que los hombres carecen. Y, por supuesto, algo así ocurre en casi toda relación de desigualdad extrema; a los campesinos, por ejemplo, se los representa siempre como zafios y lerdos, pero de algún modo, también, místicamente sabios."

"Se espera siempre de las mujeres, en todas partes,que continuamente imaginen cómo se vería tal o tal otra situación desde un punto de vista masculino. Nunca se espera de los hombres que hagan lo mismo por las mujeres." 

"Nada de lo que estoy contando es especialmente nuevo para alguien que conozca la Teoría Feminista del punto de Vista, o los Estudios Críticos de la Raza":

Un párrafo de bell hooks añade: "Aunque nunca ha habido, en los Estados Unidos, una institución oficial de personas negras que se hayan reunido, como antropólogos y/o etnógrafos, para estudiar la condición de blanco, los negros han compartido desde los tiempos de la esclavitud en conversaciones particulares, un "conocimiento" "especial" de lo que es ser blanco deducido de un estrecho escrutinio de los blancos. (...) su propósito era ayudar al pueblo negro a soportar y sibrevivir en una sociedad de supremacía blanca."  

El antropólogo David D. Gilmore escribía que “la masculinidad obsesiva es siempre fuente de conflictos y de tensiones. Obliga a ponerse una máscara que simule una superpotencia y una independencia matadoras. Y cuando cae la máscara se descubre un bebé que tiembla y se pregunta: "¿por qué tenemos que ser competitivos y disciplinados a la fuerza? ¿Por qué no puede una sociedad industrial moderna existir y progresar sin un rol masculino agresivo? ¿Hay algo en las sociedades complejas que, en sentido general, requiera la existencia de estos roles masculinos?" se pregunta Gilmore.

En realidad, "no hay una forma de ser hombre" explica Andrés, miembro de la asociación Ahige (Asociación de Hombres por la Igualdad de Género) "hay múltiples formas de serlo, de vivir tu masculinidad. Se trata de que cada uno de nosotros seamos libres y tengamos capacidad para decidir qué tipo de hombre queremos ser". 

"Para cambiar la sociedad, tenemos que transformarnos nosotros primero a nivel personal. Tenemos el patriarcado absolutamente interiorizado y debemos ir quitándonos capas".

"Hay que pluralizar y desagregar la masculinidad pues son múltiples sus construcciones, aunque también hay que señalar que ideológicamente éstas no son vistas como iguales" explica el sociólogo Michael Kimmel. "Hay jerarquías, no sólo de hombres sobre mujeres, sino de hombres sobre otros hombres, heterosexuales sobre homosexuales, blancos sobre negros, personas de edad mediana sobre viejos y jóvenes, etcétera" 

"Pero el problema no son los hombres, sino la definición tradicional de masculinidad" aclara el sociólogo. "Es la masculinidad tradicional lo que mantiene a muchos hombres a la defensiva cuando se les presenta una ideología de equidad ante las mujeres, los gays, etcétera."



"Hay una definición hegemónica de la masculinidad: joven, casado, blanco, urbano, del norte, heterosexual, católico-protestante, padre, con educación universitaria y empleo de tiempo completo, buena complexión física, peso y estatura y un récord deportivo."

"El hombre que no pase cualquiera de estos requisitos se verá a sí mismo como devaluado, incompleto e inferior. El machismo es una consecuencia psicológica de esta sensación.

Un psicólogo acuñó las cuatro reglas de la masculinidad que tienen que ser suscritas por los hombres todo el tiempo. 

La primera y más importante es: Nada de mariconadas. No se puede hacer nada que remotamente sugiera la feminidad. La masculinidad es el repudio de lo femenino. Todo lo demás no es más que una elaboración de esa primera regla. 

La segunda regla: Sé importante. Medimos tu masculinidad por el tamaño de tu chequera, poder, estatus. 

La tercera regla: Sé duro como un roble. Lo que define a un hombre es ser confiable en momentos de crisis, parecer un objeto inanimado, una roca, un árbol, algo completamente estable que jamás demuestre sus sentimientos. 

La cuarta regla: Fóllatelos. Chíngatelos. Ten siempre un aura de atrevimiento, agresión, toma riesgos, vive al borde del abismo.

Mientras la idea de feminidad ha variado dramáticamente, la ideología de la masculinidad no ha cambiado en los últimos 50 años, pero además se aplica contra los "otros": las mujeres, los ancianos, los gays, los negros. Todos tienen mucho o poco en términos de género. Se les ve así como violentos, rapaces, bestias, o bien, débiles, indefensos o dependientes, no pueden sostener una familia, son feminizados

Esto se aplica en campos como la paternidad, en la que "La exigencia de ser importante y conservar poder y estatus implica pasar más tiempo en el trabajo y alejarse del hogar, la familia y los hijos; ser duro como un roble significa no cultivar las habilidades emocionales para cuidar, amar y criar a nuestros hijos."

"En conclusión" continúa Kimmel "hay que tener en cuenta que los hombres en lo individual están haciendo lo mejor posible para ser buenos padres, esposos o compañeros; sin embargo, la manera en que se les enseñó a ser hombres les dificulta mucho el camino. Por eso, por una parte, están reticentes al cambio, pues las demandas de la masculinidad tradicional los han dejado sintiéndose inseguros, devaluados, incompletos e inferiores. Entonces si pierden su noción de la masculinidad lo pierden todo

Por eso sugiero no retar a los hombres en lo individual, sino confrontar a la masculinidad en general, para permitirles vivir animados por el amor, la compasión, la crianza de los hijos y por mejores relaciones de pareja. 
 
Un autor escribió en 1917 que el feminismo hará por primera vez libre a los hombres porque representa un reto para las definiciones tradicionales de la masculinidad."
Fue Floyd Dell, poeta, novelista, literario crítico. Y ya en 1914 escribía, entre otras cosas:


"El feminismo va a hacer posible que por primera vez los hombres sean libres.
En la actualidad, el hombre común tiene la elección entre ser un esclavo y un sinvergüenza. Así es la forma en que se encuentra.

[...]
"Un hombre libre es un hombre que está dispuesto a tirar su trabajo cada vez que le de la gana. Si él es un albañil que quiere salir en huelga, o un poeta que quiere dejar de escribir tonterías para las revistas, si no hace lo que quiere hacer, no es libre"
"Y esto será así siempre y cuando las mujeres sean el sexo dependiente de los hombres. Es mucho pedir de un hombre que sea valiente, cuando su valentía significa tomar la comida de la boca de una mujer que no puede conseguir comida al margen de él.
[...]


Los hombres no quieren la libertad que las mujeres están empujando. Ellos no quieren la oportunidad de ser valientes, quieren la oportunidad de ser generosos. Quieren dar comida y ropa y casa con cortinas de encaje a alguna mujer.
Los hombres quieren la sensación de poder más que el sentido de la libertad. Quieren la sensación de ser proveedores para las mujeres más que el sentimiento de hombres libres. Quieren a alguien dependiente de ellos más de lo que quieren a un camarada. Mientras que puedan ser señores con un sueldo fijo, están dispuestos a ser esclavos en el gran mundo exterior."
En pocas palabras, tienen miedo de dejar de ser sultanes en pequeños harenes monogámicos. Pero el mundo no quiere sultanes. Quiere que los hombres puedan llamar a su propia alma. Y eso es lo que el feminismo va a hacer por los hombres, dar vuelta a sus almas, para que puedan correr el riesgo sin temor en la aventura de la vida. 
Cuando usted tiene una mujer en una caja, y paga el alquiler de la caja, su relación cambia insensiblemente. Pierde la emoción de la democracia. Deja de ser el compañero, porque la compañía sólo es posible en una democracia. Ya no es un intercambio de vida en común, se trata de una ruptura, de una vida partida. La mitad es una vida de cocina, ropa y niños; y la otra mitad una vida de negocios, política y béisbol. 
No hay mucha diferencia en cual es la mitad más pobre. 
Cualquier ruptura, 
cuando se trata de la vida, 
está muy cerca de la pobreza."
 

Publicado por primera vez en The Masses (julio 1914).



"Los hombres nacen suaves y blandos;
muertos, son rígidos y duros.
Las plantas nacen flexibles y tiernas;
muertas, son quebradizas y secas.
 Así, quien sea rígido e inflexible
es un discípulo de la muerte.
Quien sea suave y adaptable
es un discípulo de la vida.
 Lo duro y rígido se quebrará.
Lo suave y flexible prevalecerá."
 Tao, Lao Tse.

"Casi muero por todas las lágrimas que no derramé”. Del libro "El caballero de la armadura oxidada" Robert Fisher.




Fuentes:
"Traficando con hombres, antropología de la masculinidad" Matthew C. Gutmann.
"Hacerse hombre" David Gilmore.
Ser gordo, mulato, femme, feo y aborrecible: https://eldemonioblancodelateteraverde.wordpress.com/2014/08/06/ser-gordo-mulato-femme-feo-y-aborrecible/
http://www.thebaffler.com/ancestors/feminism-for-men
http://www.elmundo.es/cultura/2015/04/06/55218c47ca4741c5648b4582.html
http://www.elmundo.es/espana/2014/11/29/547842ce22601d6d378b4575.html
http://www.eurowrc.org/06.contributions/3.contrib_es/12.contrib_es.htm

http://haikita.blogspot.com.es/2008/06/qu-es-ser-un-hombre.html
http://inadi.gob.ar/promocion-y-desarrollo/publicaciones/documentos-tematicos/genero-y-discriminacion/teoria-de-genero/
Representing Whiteness in the Black Imagination. bell hooks.
La utopía de las normas. David Graeber.

6 comentarios:

Martha dijo...

Naturaleza muy rígida la del binario hombre-mujer. Muy bueno

Martha dijo...

Naturaleza muy rígida la del binario hombre-mujer. Muy bueno

Ghuleh dijo...

Lo mejor que he leído en esta semana. Saludos.

Anónimo dijo...

Bueno concuerdo con algunas cosas pero no veo porque el camino de la mujer debe ser el de la libertad osea las mujeres también están llenas de estereotipos y mucho mas q los hombres creo. Dicen no elijen la libertad y si la esclavitud pero eso es según el punto de vista porque si quiero tener un trabajo fijo y estable no veo cual es el problema además si estoy soltero estaría bien pero si tengo una familia soy un esclavo.. entonces creo q el problema no es del hombre sino de las mujeres q esclavizan a los hombres(en cierto sentido).
Otra cosa hablan de las tareas del hogar y esas cosas pero te reto a encontrar a una mujer que deje q los hombres hagan las tareas del hogar o cuiden a los niños si así lo desean, son muy pocas porque en su crianza esta dicho que los hombres no sirven para las tareas y ni hablar de cuidar niños, según su pensamiento(el que les inculcaron) "ellos" no están hecho para eso y con los niños de seguro podrían ocurrirse violaciones de parte de "ellos". Por ultimo te comento que la paternidad o el cuidar de niños reduce el nivel de testosterona, te invito a q averigües cuales son las consecuencias de este suceso, nada agradable te aseguro..
bueno es solo mi opinión me despido. saludos! jose teron

Unknown dijo...

Excelente artículo, lo comparto.

Luis Manteiga Pousa dijo...

¿Masculinidad? ¿Heroísmo? Si hay que lanzarse al mar para salvar a alguien que se está ahogando, si hay que intervenir para detener una agresión o una violación o un robo...socialmente se "exije" que sea el hombre el que intervenga y no la mujer. Hay muchos casos más. Supongo que también son consecuencias de la sociedad patriarcal.