sábado, 30 de julio de 2011

La revolución de la especie: Atapuerca.

"No ha habido la fase en la que la especie tenga conciencia y distribuya la energía. Todavía no lo hemos hecho, por eso digo que todavía no somos seres humanos".
“Es muy difícil pensar que tenemos conciencia de especie cuando en el planeta mueren cada años 30 millones de niños de hambre.” 
"El colapso es algo inevitable"
Eudald Carbonell.

Hace 30 años un ingeniero excavaba en las inmediaciones de la sima de los huesos en Atapuerca en busca de mandíbulas de osos para un estudio que realizaba. Entre los restos desenterrados halló mandíbulas y dientes, pero humanos. Salía a la luz uno de los yacimientos prehistóricos más importantes del mundo. Uno de sus directores es Eudald Carbonell.

“Atapuerca es un inmenso sistema de cuevas y galerías de más de 3 o 4 km es uno de los sistemas más grande del Duero, y está lleno, hay decenas de miles, millones, de fósiles por encontrar. Hemos sacado unos centenares de metros cúbicos, algún millar, y hay millones y millones de metros cúbicos de sedimentos. Por tanto, prácticamente no hemos hecho nada.”

Para este arqueólogo, antropólogo y paleontólogo, no podemos aprender nada de nuestros ancestros sino sabemos que queremos hacer como especie sapiens en el futuro.

“Sino sabemos que quiere hacer nuestra especie en el planeta, no sirve de nada estudiar el pasado. El pasado tiene que leerse a la luz de las necesidades futuras del planeta”
“Como pienso siempre en el futuro, al mirar hacia atrás, al mirar una mandíbula y ver como vivían (en que clima, en que sistema tecnológico, con que relaciones sociales establecidas)  me permite ver qué es lo que no se debe hacer si queremos mejorar el futuro, y que es lo que hay que hacer para que ese futuro sea un futuro de especie, y no un futuro arcaico, prehistórico y poco humanizado”

Este investigador explica que hasta que la conciencia de especie rija el devenir del planeta no alcanzaremos la cota de “seres humanos”.

"Hay un hecho importantísimo, y es que no ha habido la fase de incremento de la sociabilidad, que sería que en el mundo la especie tuviera conciencia y distribuyese la energía. Todavía no lo hemos hecho, por eso digo que todavía no somos seres humanos. Para mi ser humanos representaría tener conciencia crítica de especie. Pero ha habido mucha evolución. Seguramente sin la organización actual de la especie no vivirían 7.000 millones de personas. Aunque hay una fuerte desigualdad y desequilibrio, pueden vivir. Pero deberíamos progresar más rápido. Porque si se acelera todo, también se debería acelerar el incremento de sociabilidad, y por tanto la alfabetización, la igualdad, etc la cooperación, la coordinación… porque son factores muy importantes".

"El colapso es algo inevitable, y creo que es importante, porque en cierto modo es una catarsis que permitirá replantearnos el humanismo tecnológico en un sentido positivo y socializar la tecnología de modo que permita los equilibrios energéticos y materiales en el planeta. Por tanto, es bueno que haya este colapso, porque no hay ninguna otra forma. Somos unos animales primates, somos todavía incapaces de aprender tan rápido como deberíamos hacerlo. Pero es un colapso que tampoco es que sea tan grave, la revolución industrial causó 250 millones de muertes, era el 12% o 13% de la especie en ese momento. Es decir, forma parte del proceso de metabolización de la evolución"

“Cuando todo es exponencial, el crecimiento orgánico, el de consumo, las desigualdades… nadie puede controlar tanta complejidad, y los homínidos no hemos cambiado todavía el azar por la lógica” 

 “El sistema económico capitalista es válido para un sistema evolutivo de darwinismo social, porque es un sistema arcaico que se basa en la explotación, la competitividad, la explotación de los débiles, etc. Es algo prehistórico, es una evolución que no tiene conciencia La evolución consciente y responsable parte al revés: parte no de la competitividad sino de la competencia de las personas, de la educación, del equilibrio, de la igualdad de oportunidades, etc. Por eso es tan difícil el comunismo.”

“Es muy difícil pensar que tenemos conciencia de especie cuando en el planeta mueren cada años 30 millones de niños de hambre.”


“La conciencia de especie es la gran conciencia del Siglo XXI, como lo fue en el siglo XX la conciencia de clase para la emancipación de los trabajadores en la Revolución Industrial. Ahora hay una gran conciencia que emerge, que ya ha aparecido, en la guerra de Irak estaba presente: millones de personas se rebelaron contra una guerra injusta.. Es una conciencia que quema, que está dentro, pero luego somos incapaces de reconocerla en un acto de pensamiento, como una lógica humana, como una forma de entender el mundo". 

Por eso yo llamo a la revolución de la especie


Fuentes:

miércoles, 27 de julio de 2011

Shakespeare en la selva!

La fiesta entre los tiv de África había comenzado. 

El anciano me saludó cordialmente. «Siéntate y bebe». Acepté una gran calabaza llena de cerveza, me serví un poco en un pequeño recipiente y lo apuré de un solo trago. 

-«Deberías sentarte a beber con nosotros más a menudo. Tus criados me cuentan que cuando no estás en nuestra compañía, te quedas dentro de tu choza mirando un papel».

Como no quería que me creyeran tan tonta, les expliqué, rápidamente que mi «papel» era una de las «cosas antiguas» de mi país.
 
-«Ah», dijo el anciano. «Cuéntanos».

Era mi oportunidad para demostrar de que Hamlet tenía una sola interpretación posible, y de que ésta era universalmente obvia.

-«Hace mucho tiempo, ocurrió una cosa. Una noche tres hombres estaban de vigías en las afueras del poblado del gran jefe, cuando de repente vieron que se les acercaba el que había sido su anterior jefe».

-«¿Por qué no era ya su jefe?»

-«Había muerto», expliqué, «es por eso por lo que se asustaron y se preocuparon al verle.»

-«Imposible», comenzó uno de los ancianos, pasando la pipa a su vecino, quien le interrumpió. «Por supuesto que no era el jefe muerto. Era un presagio enviado por un brujo. Continúa.»

Ligeramente importunada, continué.
-«Uno de esos tres era un hombre sabio. De modo que habló al jefe muerto, diciéndole: “Cuéntanos qué debemos hacer para que puedas descansar en tu tumba”, pero el jefe muerto no respondió. Se esfumó y ya no lo pudieron ver más. Entonces el hombre sabio -su nombre era Horacio- dijo que aquello era asunto para el hijo del jefe muerto, Hamlet.»

Los ancianos murmuraron entre dientes: tales presagios son asunto para jefes y ancianos, no para jóvenes; ningún bien puede venir de hacer las cosas a espaldas del jefe; evidentemente, Horacio no era un hombre sabio.

-«Sí que lo era», insistí tratando de apartar un pollo lejos de mi cerveza. «En nuestro país el hijo sucede al padre. Pero en este caso, fue el hermano menor del jefe muerto el que se había convertido en jefe, y además se había casado con la viuda de su hermano mayor tan sólo un mes después del funeral.»

-«Hizo bien», exclamó radiante el anciano, y anunció a los demás, «Ya os dije que si conociéramos mejor a los europeos, encontraríamos que en realidad son como nosotros. En nuestro país», añadió dirigiéndose a mí, «también el hermano más joven se casa con la viuda de su hermano mayor, convirtiéndose así en padre de sus hijos
»

-«El hijo Hamlet estaba muy triste de que su madre se hubiera vuelto a casar tan pronto. Ella no tenía necesidad de hacerlo, y es nuestra costumbre que una viuda no tome nuevo marido hasta después de dos años de duelo».

-«Dos años es demasiado», objetó una mujer, que acababa de hacer aparición con la desgastada bolsa de piel de cabra. «¿Quién labrará tus campos mientras estés sin marido?»


-«Hamlet», repliqué sin pensármelo, «era lo bastante mayor como para labrar las tierras de su madre por sí mismo. Ella no precisaba volverse a casar». 
Nadie parecía convencido y renuncié. 
«Su madre y el gran jefe dijeron a Hamlet que no estuviera triste, porque el gran jefe mismo (su tio) sería un padre para él. Es más, Hamlet habría de ser el próximo jefe, y por tanto debía quedarse allí para aprender todas las cosas propias de un jefe. Hamlet aceptó quedarse, y todos los demás se marcharon a beber cerveza».

Entonces uno de los más jóvenes me preguntó quién se había casado con las restantes esposas del jefe muerto.

-«No tenía más esposas», le contesté.

-«¡Pero un gran jefe debe tener muchas esposas! ¿Cómo podría si no servir cerveza y preparar comida para todos sus invitados?»
Respondí con firmeza que en nuestro país hasta los jefes tienen una sola mujer, que tienen criados que les hacen el trabajo y que pagan a éstos con el dinero de los impuestos.
De nuevo replicaron que para un jefe es mejor tener muchas esposas e hijos que le ayuden a labrar sus campos y alimentar a su gente; así, todos aman a aquel jefe que da mucho y no toma nada -los impuestos son mala cosa-.
Aunque estuviera de acuerdo con este último comentario, el resto formaba parte de su modo favorito de rebajar mis argumentos: «Así es como hay que hacer, y así es como lo hacemos».

Decidí saltarme el soliloquio. Estaba segura de que desaprobarían el fratricidio, de manera que continué, más esperanzada:
-«Esa noche Hamlet se quedó vigilando junto a los tres que habían visto a su difunto padre. El jefe muerto apareció de nuevo, y aunque los demás tuvieron miedo, Hamlet le siguió a un lugar aparte. Cuando estuvieron solos, el padre muerto habló».

-«¡Los presagios no hablan!» El anciano era tajante.

-«El difunto padre de Hamlet no era un presagio. Al verlo podría parecer que era un presagio, pero no lo era».
Mi audiencia parecía estar tan confusa como lo estaba yo. «Era de verdad el padre muerto de Hamlet, lo que nosotros llamamos un 'fantasma'».

-«¿Qué es un 'fantasma'? ¿Un presagio?»

-«No, un 'fantasma' es alguien que ha muerto, pero que anda vagando y es capaz de hablar, y la gente lo puede ver y oír, aunque no tocarlo».

Ellos replicaron.
-«A los zombis se les puede tocar».

-«¡No, no! No se trataba de un cadáver que los brujos hubieran animado para sacrificarlo y comérselo. Al padre muerto de Hamlet no lo hacía andar nadie. Andaba por sí mismo».

-«Los muertos no andan», protestó mi audiencia como un solo hombre. 


Yo trataba de llegar a un compromiso. «Un 'fantasma' es la sombra del muerto».
Pero de nuevo objetaron. 

-«Los muertos no tienen sombra».

-«En mí país sí que la tienen», espeté.

El anciano aplacó el rumor de incredulidad que inmediatamente se había levantado, y concedió con esa aquiescencia insincera, pero cortés, con que se dejan pasar las fantasías de los jóvenes, los ignorantes y los supersticiosos. «Sin duda, en tu país los muertos también pueden andar sin ser zombis». Del fondo de su bolsa extrajo un pedazo de nuez de cola seca, mordió uno de sus extremos para mostrar que no estaba envenenado, y me lo ofreció como regalo de paz.

-«Sea como sea», retomé la narración, «el difunto padre de Hamlet dijo que su propio hermano, el que luego se convirtió en jefe y se había casado con su esposa, lo había envenenado. Quería que Hamlet lo vengara. Hamlet creyó esto de corazón, porque le aborrecía». Tomé otro trago de cerveza. «En el país del gran jefe, viviendo en su mismo poblado, que era muy grande, había un importante anciano que a menudo estaba a su lado para aconsejarle y ayudarle. Se llamaba Polonio. Hamlet cortejaba a su hija Ofelia, pero su hermano Laertes y su padre, Polonio, le advirtieron que no fuera a visitarla cuando estaba sola en casa, puesto que él había de llegar a ser un gran jefe y por tanto no podría casarse con ella».

-«¿Por qué no?», preguntó la esposa, que se había acomodado junto al sillón del anciano. Él la miró con gesto de desaprobación por hacer preguntas tontas, y gruñó,
-«Vivían en el mismo poblado».

-«No era esa la razón», les informé.

-«Entonces, ¿por qué no podía Hamlet casarse con ella?»

-«Habría podido hacerlo», expliqué, «pero Polonio no creía que realmente se casaría con su hija. Después de todo, Hamlet había de casarse con la hija de un gran jefe. Polonio tenía miedo de que si Hamlet hacía el amor a su hija, ya nadie diera un alto precio por ella».

-«Puede que eso sea cierto», remarcó uno de los ancianos más sagaces, «pero el hijo de un jefe daría al padre de su amante regalos y protección. A mí Polonio me parece un insensato».


-«Mucha gente piensa que lo era», asentí. «Un día Hamlet abordó a Ofelia, comportándose de manera tan extraña que la asustó. En realidad el jefe y muchos otros habían notado también que cuando Hamlet hablaba uno podía entender las palabras, pero no su sentido. Mucha gente pensó que se había vuelto loco». 
 «El gran jefe quería saber qué era lo que le ocurría a Hamlet, así que mandó a buscar a dos de sus compañeros de edad para que hablaran con Hamlet y averiguaran lo que le tenía preocupado. Hamlet, al ver que habían sido pagados por el jefe para traicionarle, no les contó nada. No obstante, Polonio insistía en que Hamlet se había vuelto loco porque le habían impedido ver a Ofelia, a quien amaba».

-«¿Por qué», preguntó una voz perpleja, «querría nadie embrujar a Hamlet por esa razón?»

-«¿Embrujarle?»

-«Sí, sólo la brujería puede volver loco a alguien. A menos, claro está, que uno haya visto a los seres que se ocultan en el bosque».

-«Hamlet no había sido expuesto a los seres que se ocultan en el bosque. Un día, amigos de Hamlet habían traído con ellos a un famoso contador de historias. Hamlet decidió hacer que aquel narrador contara al jefe y a todo el poblado la historia de un hombre que había envenenado a su hermano porque deseaba a la esposa de éste, y porque además quería convertirse él mismo en jefe. Hamlet estaba seguro de que su tio allí presente, el mismo del que hablaba el cuenta cuentos, no podría escuchar la historia sin dar algún signo de ser realmente culpable. Cuando el contador de historias estaba contando su cuento ante todo el poblado, el gran jefe se levantó descompuesto. Por miedo a que Hamlet supiera su secreto, planeó matarlo».

«El gran jefe pidió a la madre de Hamlet que le sonsacara lo que sabía, pero hizo esconder al anciano Polonio tras unas telas. Hamlet comenzó a increpar a su madre por lo que había hecho». 


Hubo un asombrado murmullo por parte de todos. Un hombre nunca debe reprender a su madre. 


«Ella gritó asustada, y Polonio se movió tras la tela. Hamlet exclamó: ¡Una rata!', y tomando su machete dio un tajo que la atravesó. ¡Había matado a Polonio!»


Los ancianos se miraron unos a otros con supremo disgusto.
-«¡Ese Polonio era realmente un necio y un ignorante! Hasta a un niño se le habría ocurrido decir: '¡Soy yo!'» 

Me lancé, a salvar la reputación de Polonio.
-«Polonio habló. Hamlet le había oído. Pero pensó que era el jefe, y quiso matarlo para vengar a su padre. Ya había querido hacerlo antes, esa misma tarde ... ». 

Un anciano discrepó:
-«Que un hombre levante su mano contra el que, siendo hermano de su padre, se ha convertido en padre para él es algo terrible. Si el hermano de tu padre ha matado a tu padre, debes recurrir a los compañeros de edad de tu padre; son ellos quienes pueden vengarlo. Nadie puede usar la violencia contra sus parientes de más edad»

Continué:
-«Este asesinato a Polonio le daba al jefe una razón para enviar lejos a Hamlet con cartas para un jefe de un lejano país que decían que debía ser asesinado. Pero Hamlet cambió lo que estaba escrito en las cartas, de forma que en su lugar mataron a otros».
«Antes de que Hamlet pudiera regresar, Laertes, hijo de Polonio y hermano de Ofelia, en el funeral de su padre, el gran jefe le contó que Hamlet había matado a Polonio. Laertes juró matar a Hamlet por esto, y porque su hermana Ofelia, al saber que su padre había sido muerto por el hombre a quien amaba, se volvió loca y se ahogó en el río. Su cuerpo fue encontrado y enterrado. De hecho, Laertes saltó a la fosa para ver a su hermana por última vez. Hamlet, que acababa de llegar, saltó también detrás de él».

«¿Ya te has olvidado de lo que te hemos dicho?», me echó en cara el anciano. «No se puede tomar venganza de un loco; Hamlet mató a Polonio en su locura. Y en cuanto a la chica, no es que simplemente se volviera loca, sino que se ahogó. Sólo la brujería puede hacer que la gente se ahogue. El agua por sí misma no hace ningún daño, es sencillamente algo que se bebe o en donde uno se baña».

Empecé a enfadarme. 
-«Si no te gusta la historia, no sigo».

El anciano hizo unos ruidos apaciguadores y me sirvió personalmente algo más de cerveza.

-«Tú cuentas bien la historia, y te estamos escuchando. Pero está claro que los ancianos de tu país nunca te han explicado lo que realmente significa. ¡No, no me interrumpas! Te creemos cuando dices que vuestra forma de matrimonio y vuestras costumbres son diferentes, o vuestros vestidos y armas. Pero la gente es similar en todas partes. Allí donde sea siempre hay brujos, y somos nosotros, los ancianos, quienes sabemos cómo funciona la brujería»

«Escucha», dijo el más anciano de todos, «y te diré cómo ocurrió y cómo sigue tu historia, y tú me puedes decir si estoy en lo correcto.
Hamlet procuró estorbarle, porque al heredero del jefe, igual que a cualquier jefe, no le gusta que ningún otro hombre se enriquezca ni se haga poderoso. Laertes se pondría furioso, porque había matado a su hermana sin sacar de ello ningún beneficio. En nuestro país, ese motivo hubiera bastado para que intentara asesinar a Hamlet. ¿Es eso lo que pasó?»

-«Más o menos», admití. «Cuando el gran jefe encontró que Hamlet aún vivía, animó a Laertes a que tratara de matarlo y se las apañó para que hubiera una pelea de machetes entre ellos. En la lucha ambos cayeron heridos de muerte. La madre de Hamlet bebió una cerveza envenenada que el jefe había dispuesto para Hamlet en el caso de que ganara la pelea. Cuando vio a su madre morir a causa del veneno, Hamlet, agonizando, consiguió matar al gran jefe, al hermano de su padre con su machete».

-«¿Veis? ¡Tenía razón!», exclamó. «Era una historia muy buena», añadió el anciano jefe, «y la has contado con muy pocos errores. Sólo había un error más, justo al final. El veneno que bebió la madre de Hamlet obviamente estaba destinado al vencedor del combate, quienquiera que fuese».

Envolviéndose en su raída toga, el anciano concluyó: «Alguna vez has de contarnos más historias de tu país. Nosotros, que somos ya ancianos, te instruiremos sobre su verdadero significado, de modo que cuando vuelvas a tu tierra tus mayores vean que no has estado sentada en medio de la selva, sino entre gente que sabe cosas y que te ha enseñado sabiduría».



Texto extraído y muy resumido de "Lecturas de antropología social y cultural. La cultura y las culturas" de Honorio M.Velasco. Shakespare en la selva es de la antropóloga Laura Bohannan.

jueves, 21 de julio de 2011

La tribu que no concibe el tiempo: Los amondawa.

Contactamos con los Amondawa en 1986. Muchos han aprendido el portugués e incorporado algunos objetos manufacturados a su vida diaria, pero en general permanecen relativamente fieles a su estilo de vida, empezando por su idioma.

En un estudio publicado por las universidades de Portsmouth y Rondonia se indica al respecto que el lenguaje Amondawa revela la ausencia del concepto de tiempo, algo que es altamente inusual considerando que la gran mayoría de las culturas llega recurrentemente a mapear el paso del tiempo como si fuera una dimensión espacial, pensando que el pasado quedó “atrás” y el futuro nos espera “adelante”.

Pese a que los Amondawa entienden que un evento ocurre en un determinado momento, no asumen que el tiempo fluye independientemente de los eventos que puedan o no ocurrir. No tienen una palabra puntual para “tiempo” ni para ninguna subdivisión arbitraria como mes o año. Para ellos no tiene ningún sentido la idea de “trabajar toda la noche” porque lo que importa es el fruto de ese trabajo y no el intervalo empleado. Esto contradice cualquier concepto de eficiencia del método científico, pero por otro lado el pensamiento racional tuvo que atravesar la revolución industrial y el capitalismo antes de llegar a concebir el trabajo orientado a metas tres siglos después.
Los Amondawa no miden su edad en años, obviamente, sino que se refieren a los distintos hitos de su vida y las distintas posiciones que van ocupando dentro de la tribu conforme pasa el tiempo y adquieren nuevas responsabilidades (ritos de paso)


Todo esto choca con nuestra concepción del tiempo… ¿pero qué es el tiempo? Julian Barbour, físico y matemático, al igual que otros muchos científicos, afirma con contundencia que, en realidad, el tiempo no existe. “Creo que en última instancia el tiempo no existe en absoluto, que el universo es estático e incluso que el movimiento es una ilusión. Cuando miras mis manos moverse en el universo real, si pudieras permanecer fuera del universo y vieras el universo como realmente es, verías que esta apariencia de movimiento es una ilusión, y esto es lo que creo”.

Como ilusión lo es también la percepción del tiempo: ¿Por qué nos parece que el tiempo se ralentiza cuando vivimos una situación peligrosa, novedosa o que no controlamos? Sin embargo, las películas que vemos o un recorrido que hacemos por segunda vez resultan más breves cuando ya no es la primera vez que lo hacemos. David Eagleman (neurocientífico, experto en la percepción) “Me dedico fundamentalmente, a estudiar cómo el cerebro interpreta el tiempo. Y lo sorprendente es que el tiempo es muy maleable; puedo hacer algo en el laboratorio que te haga creer que algo duró más o menos de lo que realmente duró, o que algo se produjo antes que otra cosa, aunque en realidad fue lo contrario. Resulta que nuestra noción del tiempo es cambiable. Como con las ilusiones ópticas” “Esto es porque hay una zona del cerebro llamada amígdala que sólo interviene en momentos de mucho estrés o miedo o emoción para retener esta información importante cuando se produce en su memoria. Durante un hecho que da miedo, nuestro cerebro retiene recuerdos más ricos, más densos. De modo que cuando se vuelven a leer más tarde, la sensación es que duró mucho”

Lo que está claro es que lo que no existe es una sola idea del tiempo. Robert Levine en su libro “La geografía del tiempo” recorre sus diferentes percepciones a lo largo de  diversas épocas y culturas, fruto de su investigación por treinta y un países. 
Con él viajamos a Brasil, donde llegar tres horas tarde es algo perfectamente aceptable, y al Japón, donde se nos revela un sentido del largo plazo inaudito en Occidente. En algunas comunidades de los Estados Unidos descubrimos que el crecimiento demográfico afecta el transcurso de la vida, e incluso el de una caminata. Así, establece las características principales en la determinación del ritmo de vida de las sociedades: cuanto más sana es la economía de un lugar, más rápido es su tempo y menos tiempo libre queda por día, y los lugares más calurosos son más lentos (los tres países más lentos, en la investigación de Levine, fueron México, Brasil e Indonesia). 

A lo largo de la historia, recorremos la Antigua Grecia para examinar los primeros instrumentos de medición y luego nos desplazamos a través de los siglos hasta el inicio del ‘tiempo reloj’ creado durante la revolución industrial. Los relojes son cada vez más exactos y alrededor de 1880, un joyero neoyorquino llamado Willard Bundy y un físico y matemático escocés de nombre Alexander Dey desarrollaron sistemas de medida de tiempo para registrar la entrada y salida del trabajo de los empleados. O sea que empieza el control laboral estricto de parte de la patronal y se difunde cada vez más el concepto de puntualidad como una virtud esencial y necesaria para vivir armoniosamente en sociedad. Para facilitar el adoctrinamiento social masivo, esta noción se incorpora sin demora a los textos escolares. 

A partir de allí se produce una escalada fanática en términos de control de tiempo. Frederick Taylor, obsesionado con la eficiencia absoluta en la administración de las fábricas, llegó a cronometrar el tiempo de los movimientos de cada trabajador. Sus conclusiones fueron aplicadas en los más variados ambientes de trabajo y marcaba los tiempos adecuados para las siguientes actividades: abrir y cerrar cajones de carpetas, sin seleccionarlos: 0,04 segundos; levantarse de la silla: 0,033 segundos; moverse en la silla hasta un escritorio adyacente, distante a un metro, 30 centímetros: 0,050 segundos.


Levine agrega que una de las grandes ironías de la época moderna es que con todas las creaciones que supuestamente ahorran tiempo la gente cuenta con mucho menos tiempo para sí que antes. Por lo general, se considera que la vida en la Edad Media era triste y deprimente, pero la gente disfrutaba entonces mucho del tiempo libre. En realidad, hasta la Revolución Industrial, la mayor parte de los hechos indica que la gente mostraba poca inclinación por el trabajo. 

El antropólogo Allen W. Johnson en “La evolución de las sociedades humanas” dice que “como resultado de producir y consumir más, tenemos menos tiempo. Esto funciona así: a mayor eficacia en la producción, cada individuo debe producir más bienes por hora. Y si aumenta la productividad, para mantener activo el sistema, debemos consumir más bienes. El tiempo libre, entonces, queda convertido en tiempo de consumo, porque en sociedades como la nuestra, el tiempo que no se dedica a la producción o al consumo es considerado cada vez más como una pérdida”

Dado que el tiempo es una construcción humana que define y marca culturas, que influye sobre la vida social y hasta sobre la salud de las personas, deberíamos aprender a funcionar en medio de una sociedad multitemporal, donde cada individuo sea el portador de su propia geografía del tiempo. Philip G. Zimbardo ha estudiado la psicología del tiempo durante 30 años y resume sus investigaciones en su libro “La paradoja del tiempo”

“Se puede pensar en el pasado de dos maneras: pensar en todas las cosas malas (los abusos, los rechazos) o pensar solamente en las cosas buenas. Se puede vivir en el presente disfrutando del momento (y ser feliz) pero si lo haces en exceso te puedes volver adicto a todo. En cambio, si eres un fatalista del presente: «nada de lo que haga va a cambiar las cosas». Entonces no planearás nada, porque tener planes o no tenerlos no cambia nada. Si estás orientado al futuro, antes de tomar una decisión, sopesas cuáles son los costes y cuáles son los beneficios. Pero si te centras excesivamente en el futuro, te vuelves adicto al trabajo… por ejemplo”

“Me planteo entonces cómo podemos empezar a entrenar a las personas para que tengan una perspectiva temporal equilibrada. Que no sea negativo sobre el pasado, sino positivo, porque lo positivo del pasado son tus raíces, tu familia, tu cultura en el tiempo, tu identidad. También hay que tener un poco de hedonismo del presente en momentos seleccionados: al acabar el trabajo, que está proyectado al futuro, date una recompensa. Éste es el equilibrio temporal ideal”

Y un truco de Eagleman (neurocientífico): “Si quieres que parezca que tu vida ha durado más, lo que tienes que hacer es perseguir cosas nuevas, necesitas probar cosas nuevas todo el tiempo, conducir por un camino distinto cuando vuelves a casa. Si siempre almacenas recuerdos nuevos, parecerá que tu vida ha sido más larga”


“Ten paciencia, mira a tu alrededor. Comprende quien eres, de donde vienes y por qué y a dónde vas. Comprende que el tiempo está de tu lado y que el hecho de que alguien haya inventado un reloj no te obliga a apresurarte en la vida. Si comprendes eso, sabrás como utilizar el tiempo. Por lo tanto, la vida ya no es un problema. Hoy ya no es un problema. Nada es un problema, porque tú comprendes que el tiempo no existe” Russell Means, Sioux.

Fuentes:

"Indios Norteamericanos, Sabiduría Esencial" Compilación de Osvaldo Rao.

sábado, 16 de julio de 2011

La guerra de la semilla y del agua: las privatizaciones.


LA GUERRA DE LA SEMILLA. 

"No es justo que los agricultores guarden sus semillas porque nos están robando. Porque podríamos estar ganando un montón de dinero”. Y así es como piensan las empresas hoy en día. Cuando la naturaleza nos da una semilla no nos cobra un alquiler. Cuando voy a recolecciones de semillas con agricultores, la comparten gratuitamente"

"Para poder definir la semilla como su propiedad, las empresas se dieron cuenta de que primero tenían que modificarla un poco. Y por eso crearon la ingeniería genética y los transgénicos. Así cogen un gen de una bacteria, lo introducen en una planta, y dicen: "Ahora hemos creado algo nuevo. Somos creadores, y por tanto, dueños”. 

"Es una cuestión que atañe a los que comemos, y todos tenemos que comer. Si hay una dictadura de la semilla, entonces los consumidores no tenemos la opción de comer comida sana."

Dra Vandana Shiva: Física y filósofa, activista defensora de la tierra, del campo, de los valores indígenas.


Creación está pasando constantemente. La semilla es la encarnación de esa creación continua. En la semilla está el árbol entero. Y no solo una planta, cientos y miles. Pero más importante aún, no sólo son plantas para la próxima generación sino por siempre. Porque de la semilla viene la semilla hasta el infinito…

En nuestro idioma, hindi, llamamos a la semilla "Bija”. "Ja” es vida. "Bija” es  "aquello en lo que la vida surge por su cuenta para siempre”. Cuando plantamos una semilla decimos una pequeña oración: "Haz de esta semilla algo inagotable”

Así que las dos características intrínsecas de la semilla son:

1.      Regenerarse
2.      Multiplicarse

Así que está en la naturaleza de la semilla está el nunca agotarse. Es así como la naturaleza ha constantemente creado lo suficiente para las necesidades de las personas y para el futuro. Y no ha habido diferencia alguna entre las semillas y grano que comemos y las que guardamos para plantar en el futuro, en agricultura ecológica.

Mientras la agricultura se realizado con esta intención, alimentarnos, disfrutar los sabores, como formas de vida agrícolas, así ha funcionado: se cultivaba la cosecha, se guardaba una parte, se comía el resto y se tenía alimento continuamente. Pero hace unas décadas las grandes compañías que han creado químicos, los químicos que fueron usados para la guerra que después fueron utilizados en agricultura (Pesticidas, herbicidas…) empezaron a introducirse en el sector de las semillas. Y dijeron: "No es justo que los agricultores guarden sus semillas porque nos están robando. Porque podríamos estar ganando un montón de dinero”.

Y así es como piensan las empresas hoy en día. Primero piensan en cómo pueden ganar dinero, y si no lo ganan lo definen como un "robo”.  Les daré un ejemplo: Canadá no quería vender su agua, una compañía quería comprar agua y venderla en California. Canadá dijo "Pero, no queremos venderla”. Ellos demandaron al país. Denunciaron al gobierno de British Columbia diciendo "Nos estáis robando nuestros beneficios”. Estas empresas químicas hicieron lo mismo con las semillas. Dijeron: "Tenemos que tener leyes que impida a los agricultores guardar su semilla”.

Normalmente cuando se intenta introducir un concepto tan disparatado en la sociedad, se inventa una palabra rimbombante para acompañarla, y lo llamaron "derechos de propiedad intelectual” y dijeron que la semilla es su propiedad intelectual. Para poder definir la semilla como su propiedad, las empresas se dieron cuenta de que primero tenían que modificarla un poco. Y por eso crearon la ingeniería genética y los transgénicos. Así cogen un gen de una bacteria, lo introducen en una planta, y dicen: "Ahora hemos creado algo nuevo. Somos creadores, y por tanto, dueños”.

La fertilidad de la semilla viene de la polinización, para que exista la siguiente generación de semilla tiene que haber fertilización. Y la fertilización es comunicación, es un bien común, tiene que ser compartido. Pero al declararla "propiedad intelectual”, compartir se convierte en un crimen, conservar se convierte en un crimen. La ingeniería genética surgió pues, por el deseo de patentar. La patente significa que nadie más puede utilizar, fabricar, producir, distribuir lo que se ha patentado. Las patentes están asociadas con el cobro de "royalties”. Igual que la gente cobra alquileres por las casas, Monsanto cobra alquileres por la siguiente generación de plantas.

El resultado de todo esto es que hoy Monsanto, una sola empresa, controla el 95 por ciento de la semilla de soja transgénica vendida en cualquier parte del mundo. Debido a que quieren vender semillas de las que quieren comprar "royalties”, están extendiendo estas semillas por todas partes. Existen ahora mismo solo cuatro tipos de cultivos que se están extendiendo: maíz, canola, soja y algodón. India solía tener doscientas mil variedades e arroz, mil quinientas variedades de mango, cientos de miles de variedades de plátano. Toda esa diversidad está desapareciendo porque está siendo sustituida por maíz y soja, maíz y soja. Ya que la idea tras la ingeniería genética era ser propietarios de las semillas, y la vida, ahora las empresas ya no tienen que utilizar el argumento de que han inventado una planta se están haciendo directamente de la propiedad de las plantas. 

Estas multinacionales están comprando todas las pequeñas empresas locales que venden semillas, de modo que hay un monopolio de cinco compañías que controlan todo el suministro de semillas en el mundo. La semilla significa alimento: cuando controlas la semilla, controlas el alimento. Como esto es ahora una cuestión de beneficios, ¡Alguien tiene que pagarlos!

Cuando la naturaleza nos da una semilla no nos cobra un alquiler. Cuando voy a recolecciones de semillas con agricultores, la comparten gratuitamente. Así que la semilla que pertenecía a los agricultores y a las comunidades es ahora propiedad por la cual el agricultor debe pagar "royalties” a las empresas. Y en condiciones como en la India, si un agricultor que tiene que pagar diez veces más por la semilla, y además cada año, porque en lugar de renovarse, ahora han hecho que la semilla sea no renovable, los agricultores son obligados a endeudarse. Doscientos mil agricultores indios se han suicidado porque estaban sumergidos en deudas debido a estos monopolios de semillas.

Así pues todo el tema de la semilla es importante por muchos motivos:

1.      Creo que es el trabajo medio ambiental más importante, la protección de la biodiversidad, pero como la vas a proteger si no tienes las semillas de biodiversidad.

2.      Para los agricultores y el medio rural: si no tienen acceso a las semillas como propiedad pública comunitaria, ya no tendremos pequeños agricultores. Así que proteger la agricultura pasa por proteger a la semilla.

3.      Y finalmente es una cuestión que atañe a los que comemos, y todos tenemos que comer. Si hay una dictadura de la semilla, entonces los consumidores no tenemos la opción de comer comida sana. Porque las semillas no renovables son tóxicas, están limitadas en cuanto a diversidad.

La semilla es la fuente de fertilidad. Ahora se está haciendo estéril. La oración que rezábamos al plantar la semilla "Haz que esta semilla sea inagotable”, se ha transformado en una oración corporativa, "Haz que esta semilla se agote cada año para que mis beneficios sean inagotables”.

Los beneficios de Monsanto se multiplicaron el año pasado, en medio de la crisis de alimentos. Incrementaron en cien dólares el precio del saco de maíz. Hasta ahora controlan, como les decía, cuatro cultivos de forma total. Pero quieren controlarlos todos. Si no hemos guardado las semillas de los otros cultivos, estaremos no solo en la dictadura de la semilla sino que aún peor, sufriremos desastres a gran escala porque no son lo bastante listos como para inventar semillas para un clima cambiante, ni para toda la diversidad de climas que hay en el mundo. Así que no podemos permitirnos que la semilla se vea reducida a un monocultivo y un monopolio. Tenemos que mantener su diversidad y descentralizarla, que esté en manos de la gente. 


LA GUERRA DEL AGUA. 

“Qué, ¿acaso no toman agua ustedes?” les gritaban las bolivianas a los militares y policías: “Acaso no han crecido en las barrigas de sus madres dentro de una bolsa de agua?”, “El agua es nuestra, el agua es sagrada, el agua es la vida”.
 


El conflicto generado por la privatización del agua en Cochabamba (la tercera ciudad más grande de Bolivia), el 2000, es un caso emblemático que ejemplifica muy claramente los procesos de privatización del agua:

“De pronto llegamos a nuestra toma de Tiquipaya y estaba con soldados, resulta que ya no podíamos acceder a nuestra fuente que había sido nuestra desde siempre, desde antes de nuestros abuelos… Nos estaban prohibiendo el derecho al agua y a la vida. Eso no podía ser.” (Vicky, Regante de Tiquipaya).

“Mi factura se había duplicado apenas en un mes y no es que habíamos usado más agua, yo pagaba 11 bs., a 12 bs., casi generalmente, (…) de un día para otro ya hemos visto pues, tenía que pagar el doble: 25!. Cláro, algunos dirán que 12 o 13 bolivianos es nada, pero para una familia como la mía que sólo depende de mi sueldo es bastante. (…) Esos 12 que estaba yo pagando de más me servía para mis movilidades. No quedaba otra que levantarse más temprano y caminar al trabajo, no ve?”

“El tarifazo decía la gente, todos estábamos indignados por esa elevación en las facturas, al final la gente ya se negó a pagar, íbamos con nuestras facturas a la prensa, a la oficina de la Coordinadora, era un escándalo” (vecina Casco Viejo).

Después de una insidiosa "Guerra del agua", en una sesión especial el 11 de abril de 2000 dicha ley (impulsada por el Banco Mundial y la multinacional Bechtel) fue anulada.

Fuentes: