viernes, 19 de diciembre de 2014

Santa Claus: la pira, la cárcel y la esclavitud.

"Los residentes de la comunidad de ocupantes ilegales de Christiana, Dinamarca, tienen un ritual navideño en el que se visten con trajes de Santa, toman los juguetes de los grandes almacenes y los distribuyen a los niños en la calle, en parte sólo para que todos puedan disfrutar de las imágenes de los policías cayendo a plomo sobre Santa y arrebatando los juguetes de los lloriqueantes niños".
David Graeber's "Fragmentos de una antropología anarquista".



De esta manera, el antropólogo David Graeber cuenta lo que ocurrió en el período previo a la Navidad 1974, un ejército de cerca de setenta Santa Claus, hombres y mujeres, desfilaron por la ciudad de Copenhague, cantando villancicos, repartiendo dulces y chocolate caliente, y pidiendo a todos que les dijeran lo que querían para Navidad.

Después de pasar unos días cimentando la buena imagen del ejército Santa Claus, su generosidad se hizo cada vez más radical. Los Santas treparon una cerca de alambre de púas que rodea a la planta de montaje de General Motors recientemente cerrada, con el fin de dar puestos de trabajo a "sus legítimos propietarios." También invadieron unos grandes almacenes de Copenhague y comenzaron a repartir regalos directamente de los estantes a los clientes agradecidos. En poco tiempo, los guardias de seguridad y los dependientes de comercio interrumpieron la magia, y arrebataron los regalos de las manos de la gente, en medio de los lloriqueos desesperados de los niños. La policía pronto se presentó y escoltó a los Santa Clauses a la calle, a pesar de que no estaba claro cual fue el acto criminal, excepto el de los clientes inocentes que creían realmente en Santa Claus y se llevaron a casa los regalos sin pagar.

“Todavía recuerdo aquello, fue terrorífico, entraron disfrazados, unos cinco, cogieron todo lo que pudieron y se marcharon corriendo, ahora con los años después de enterarme para lo que fue, no me siento mal, me pareció original y humano, ahora se ha convertido en una de mis anécdotas favoritas” recuerda Signe Jensen, que tiene en la calle Pricessgade una de las tiendas más antiguas de la zona.

El objetivo fue demostrar que el mito de la generosidad sin límites de Santa
Claus es imposible dentro de los términos de la sociedad capitalista. Las imágenes de los Santa Claus golpeados y castigados por ser demasiado generosos fue una simbólica e impactante demostración.

La gente detrás de la barba de Santa era el teatro danés Solvognen colectiva ("El carruaje del sol", una alusión a la mitología nórdica). Durante la década de 1970, el colectivo realizó muchas acciones a gran escala destinados a la sociedad danesa burguesa que, decían, "actúan por sí solo como un teatro." 

Ya lo decía el antropólogo Lévi-Strauss en su libro "Tristes Trópicos": "No es solo para burlar a nuestros niños que nos entretenemos con la creencia de Papá Noel: su fervor nos reconforta, nos ayuda a autoengañarnos y a creer que, ya que ellos creen en él, un mundo de generosidad sin contrapartes no es absolutamente incompatible con la realidad. Y sin embargo, los hombres mueren: jamás volverán; y todo orden social se aproxima a la muerte: se apodera de algo contra lo cual no da equivalente"

Papa Noel no sólo ha sufrido el maltrato y la cárcel, sino también las brasas. El caso es que en Francia, no entró con buen pie. En 1951, una multitud de religiosos se creyeron en el deber de limpiar de paganos la imagen santa y cristiana de esta celebración religiosa. Papa Nöel, al fin y al cabo, no tenía nada de religioso, y debían preservar el sentido cristiano de la Navidad. En el periódico France Soir, contaban que:

ANTE LOS NIÑOS DE LA BENEFICIENCIA, PAPA NOEL FUE QUEMADO EN EL ATRIO DE LA CATEDRAL DE DIJON.


"Papá Noel fue ahorcado ayer en la tarde en las rejas de la catedral de Dijon y quemado públicamente en el atrio. Esta ejecución espectacular se desarrolló en presencia de varios centenares de niños de La Beneficiencia. Fue decidida con el apoyo del clero que había condenado a Papá Noel por usurpador y herético. Lo acusaban de paganizar la fiesta de Navidad, al instalarse en ella como un pájaro cucú invasor. Le reprochaban sobre todo haberse introducido en las escuelas públicas donde el pesebre está escrupulosamente prohibido.
El domingo a las tres de la tarde, el desdichado hombre de barba blanca pagó, como muchos inocentes, una falta de la que eran culpables los que iban a aplaudir su ejecución. El fuego abrasó su barba y se fue desvanecien
do en el humo."

Los grupos religiosos, protestantes y católicos, lanzaron un comunicado:


"En representación de todos los hogares cristianos
de la parroquia que quieren luchar contra la men
tira, 250 niños, reunidos ante la puerta principal de
la catedral de Dijon, quemaron a Papá Noel. No se
trataba de una atracción sino de un gesto simbólico.
Papá Noel fue sacrificado en holocausto. En verdad, la
mentira no puede despertar en el niño el sentimiento
religioso y de ningún modo es un método educativo.
Que otros digan y escriban lo que les parezca y hagan
de Papá Noel el contrapeso del Coco. Para nosotros,
los cristianos, la fiesta de Navidad debe seguir sien
do la conmemoración del nacimiento del Salvador."

Pero no hubo ningún problema. Como siempre, la magia del Mercado y del Capital, sin duda más supersticiosa y poderosa que la magia religiosa, hizo su aparición, y en el mismo comunicado, se informó también de que:

"Dijon espera la resurrección de Papá Noel, asesinado
ayer en el atrio de la catedral. Resucitará esta noche, a las
seis, en la alcaldía. Un comunicado oficial ha anunciado
que, como cada año, convocaría a los niños en la plaza de
la Liberación y les hablaría desde los tejados de la alcaldía
mientras se mueve entre las luces de los proyectores. El canónigo 
                                                                                    Kir, alcalde de Dijon, se habría abstenido de tomar
                                                                                                             parte en este delicado asunto."


En este caso, la revelación sorprendentemente racional de los grupos religiosos era la acertada. Papa Nöel era un personaje de EEUU totalmente pagano e inventado y novedosamente importado en esas fechas. Un personaje creado a imagen y semejanza de “una fiesta esencialmente moderna” como la definía Strauss. ¿Pero que personaje mitológico no es sino una fantasía?

Sin embargo, para darle credibilidad, nos esmeramos en rebuscar analogías de esta creencia en el pasado más remoto. ¿Qué hay del muérdago, el árbol de Navidad, la reciprocidad de los regalos...? Según Lévi-Strauss, "el uso del muérdago no es una sobrevivencia druídica porque volvió a estar de moda en la Edad Media. El árbol de Navidad no está mencionado en ninguna parte antes del siglo XVII, cuando aparece en algunos textos alemanes; pasa a Inglaterra en el siglo XVIII y a Francia en el siglo XIX. El diccionario Littré apenas lo reconoce o lo hace bajo una forma muy diferente de la nuestra. El artículo Navidad lo define así: “en algunos países, una rama de pino o de acebo diversamente adornada y llena de dulces y juegos para los niños, que los disfrutan felices”" Lo que está claro es que, por ejemplo, en el caso del origen de este adorno vegetal, éste no hubiera tenido lugar si no fuese por nuestro culto a los árboles en el pasado.

Otro método para dar credibilidad a esta creencia es encontrar analogías en culturas remotas. Uno de los más citados es el del Kachina de los nativos americanos, personajes disfrazados y enmascarados que regresan periódicamente a sus aldeas en los ritos de iniciación, para premiar o castigar (las más de las veces, muy duramente) a los jóvenes, quienes pronto sabrán, no sin sentirse traicionados, que bajo el disfraz se esconden sus padres.

"Se nos había dicho que los Kachina eran seres de otro mundo. Había algunos chavales que decían que eso no era así, pero nunca pudimos estar seguros de ello, y la mayoría de nosotros creía lo que nos habían contado. Nuestros propios padres y nuestros mayores habían intentado hacemos creer que los Kachinas eran seres poderosos, que algunos eran buenos y otros malos, y que conocían nuestros más íntimos pensamientos y actos. (...) El ogro Kachina, el Soyoku, venía todos los años y amenazaba con llevamos lejos; se nos había dicho que el día de la iniciación tendríamos que vérnoslas con esas criaturas espantosas y con muchas otras. (...) Cuatro días antes del Powamu nuestros padres y madres ceremoniales nos llevaron a Court Kiva (...) nos incitaron a ofrecer maíz sagrado a los Kachinas y, tan pronto como lo hicimos, comenzaron a golpearnos con sus azotes de yuca. A mí me golpearon tan fuerte que defequé y me oriné encima, mientras sentía cómo los cortes de los latigazos se formaban en mi espalda y creía sangrar abundantemente. Me golpeó cuatro veces, la última vez me dio sobre la pierna y cuando el látigo comenzó de nuevo a golpear, mi padre ceremonial me arrastró hacia sí cogiéndome por la espalda y comenzó a pegarme. «Éste es un buen chico, señor mayor», le dijo al Kachina, «ya le has golpeado lo suficiente». Muchos días duraron las heridas en mi espalda, y tuve que dormir de costado hasta que las cicatrices sanaron.
Después de los azotes nos ataron al pelo una pequeña pluma sagrada, y nos dijeron que no comiéramos carne o sal. Cuatro días después fuimos a ver la ceremonia Powamu en el kiva. (...) En esta danza vimos que los Machina eran en realidad nuestros propios padres, tíos y hermanos. Esto hizo que me sintiera extraño. Sentía algo así como que todos mis parientes eran responsables de los azotes que habíamos recibido. (...). Me sentía defraudado y maltratado"
contaba Edward Dozier, un antropólogo estadounidense de etnia santa clara y cultura pueblo.

Quizás, visto así, en nada se parecen al bonachón Papa Noel, pero en realidad, los Kachina eran parte imprescindible del rito de paso de un adolescente a la adultez. Conociendo el secreto de que los kachina eran, en realidad, los padres, se separarían para siempre del mundo de los niños, y ahora serían incluidos en situaciones de las que previamente habían sido excluidos. 

De esta manera le habló un hopi a la antropóloga Dorothy Eggan «no hablaré de este asunto con usted, pues sólo le diría que uno no puede olvidado. Es la cosa más maravillosa que cualquier hombre pueda recordar. Es entonces cuando sabes que eres un hopi. Es la única cosa que los blancos no pueden tener, la única cosa que no pueden quitamos. Es el modo de vida que se nos dio cuando comenzó el mundo»

Creo que podemos hacernos una idea si recordamos el momento en el que nos confesaban o descubríamos el mismo secreto de la Navidad occidental.

De cómo hemos decidido que lo que reciban los niños sean regalos y no palizas, es, aparte de otras razones Capitales,
por los Saturnales en honor a Saturno, dios de la agricultura (Cronos para los griegos, dios del tiempo), por el solsticio de invierno, al final de las cuales los niños recibían obsequios de todos los mayores. También se las denominaba “fiestas de los esclavos” ya que en ellas, los esclavos recibían raciones extras, tiempo libre y otras prebendas (¿recordáis la casi extinta paga extra de Navidad?). El antropólogo Frazer describió que provenía de un prototipo antiguo que, después de personificar al rey Saturno y haberse entregado a todos los excesos durante un mes, era solemnemente sacrificado en el altar de Dios. Así también nos entregamos a los excelsos en estas fechas, y así también se les sacrificaba simbólicamente a esos extraños seres, gigantes u hombres de varios ojos u ojos rojos que simbolizaban “lo malo y viejo” del pasado. Algunos, como el Olentzero vasco, han pasado de ser un sacamantecas de ojos rojos al que se le quemaba en un pira, a convertirse en un análogo de Papa Noel, bonachón e inmortal.


La Iglesia, por su parte, ha pasado a ver esta manera de entregar los regalos como un buen ejemplo de caridad. David Graeber explica que: "la verdadera caridad es anónima: en otras palabras, pensada para no poner a quien la recibe en una situación de deuda" , "La figura de Santa Claus o San Nicolás (que, recordémoslo, no sólo era santo patrón de los niños, sino también de los ladrones) aparece como (...) un ladrón benevolente, con el que no es posible relación alguna y al que, por tanto, nadie puede deber nada (...)"




Sea como fuere, el Olentzero del País Vasco, el Apaldador de Galicia, el Esteru de Cantabria, el Tió de Nadal de Cataluña, los Reyes Magos de Oriente… Ded Moroz de Rusia, Dun Che Lao Ren de China, Swagman de Australia, Befana de Italia, Sinterklaas de los Países Bajos, o el mismísimo Niño Jesús en algunos lugares de Latinoamerica o Europa Central …Todos los personajes propios de estas fechas tienen algo en común: hacen de puente entre la infancia y la adultez, entre la vida y la muerte.

 Mientras que nosotros seguimos queriendo creer en una generosidad e inmortalidad infantil e inocente, sin límites, Papa Noël sigue consumiéndose por nosotros, pero no en la cárcel ni en las brasas, sino en la esclavitud de la deuda consumista.

Fuentes: 
https://www.youtube.com/watch?v=y1cvCVgv47Q
http://beautifultrouble.org/case/santa-claus-army/
http://revistamito.com/papa-noel-titere-del-consumismo/
http://www.bdigital.unal.edu.co/19317/1/15285-46412-1-PB.pdf ("Papa Noel en la pira", Claude Lévi-Strauss)
"La transmisión de la cultura" de George D. Spindler.
En deuda, David Graeber.

4 comentarios:

Oscar dijo...

Realmente fascinante!

Patricia de la Torre dijo...

Hola, soy Patricia del blog Baby Art Creative Kids. Me encanta tu blog y le leo desde hace ya tiempo. Soy maestra pero la antropología siempre me ha interesado muchísimo.
Te nomino para el premio blogger Liebster Award, si te aptece participar pástae por mi blog para más info :)

Rodrigo dijo...

Hola, cómo estás? Soy estudiante de antropologia en Argentina. Verdaderamente me gustó mucho este artículo y muchos más que has subido. Te felicito por tu trabajo!

Un saludo.

Unknown dijo...


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