“Maneje su carro con un solo dedo”, “conozca el mundo sin salir de casa”, “endurezca sus glúteos sin levantarse del sillón”, “hágase millonario sin esfuerzo”,
“compre desde su hogar”, “lo hacemos todo por usted”, “hable más
tiempo, más lejos, más barato”, “beba, coma, duerma, rásquese, mire”,
“no lo piense más: haga daño”, “nosotros disparamos mientras usted descansa”,
“produzca diez toneladas de basura con un solo euro”, “mate más niños a
menos precio”, “mutílese gratis”, “destruya el planeta desde la
pantalla de su ordenador”, “no lea, no piense, no luche, no se canse, no viva: vea la televisión”.
Santiago Alba Rico, filósofo y ensayista, analiza la cultura capitalista en su libro filosófico con toques antropológicos "El Naufragio del Hombre":
El placer de hacerlo todo pedazos.
El placer de hacerlo todo pedazos.
"Lo único que no cuesta nada es la esclavitud;
lo único que no requiere esfuerzo es la derrota;
lo más cómodo es dejarse destruir.
Sin manos, desde casa, con un solo dedo, dejando resbalar apenas la mirada sobre una superficie plana, se introducen muchos más efectos que construyendo escuelas o curando heridas.
lo único que no requiere esfuerzo es la derrota;
lo más cómodo es dejarse destruir.
Sin manos, desde casa, con un solo dedo, dejando resbalar apenas la mirada sobre una superficie plana, se introducen muchos más efectos que construyendo escuelas o curando heridas.
En una sociedad que da tantas facilidades para perder el juicio,
que hace tan llevadero matarse
y tan irresistiblemente placentero dejar caer las cosas al suelo,
que proporciona tantas comodidades para que aumentemos nuestra ignorancia
y para que despreciemos a los otros y hagamos ricas a las multinacionales, podemos tener la casi total seguridad de que si algo nos produce pereza,
si algo nos molesta,
es porque vale la pena.
que hace tan llevadero matarse
y tan irresistiblemente placentero dejar caer las cosas al suelo,
que proporciona tantas comodidades para que aumentemos nuestra ignorancia
y para que despreciemos a los otros y hagamos ricas a las multinacionales, podemos tener la casi total seguridad de que si algo nos produce pereza,
si algo nos molesta,
es porque vale la pena.
En una sociedad que nos obliga precisamente a no hacer ningún esfuerzo, que nos impone una pasividad divertida,
que nos fuerza a no sentirnos jamás incómodos, perturbados o vigilantes (…), podemos estar casi seguros de que precisamente todo aquello que no queremos hacer nos vuelve un poco más libres.
que nos fuerza a no sentirnos jamás incómodos, perturbados o vigilantes (…), podemos estar casi seguros de que precisamente todo aquello que no queremos hacer nos vuelve un poco más libres.
En una sociedad tan
totalitariamente favorable, tan poderosamente benigna, he acabado por
adoptar este principio:
si algo no me gusta, es que es bueno;
si no lo deseo, es que es bello;
si no tengo ganas de hacerlo, es que es liberador.
Cada vez apetece menos leer, ser solidario, mirar un árbol: he ahí el
deber, he ahí la libertad.
Cada vez nos cuesta menos ver la televisión,
conectarnos a Internet, usar el móvil: he ahí una manifestación tan
feroz del poder ajeno y de la propia sumisión como lo son la explotación
laboral y la prisión.
Por eso es necesario recuperar la sociedad
misma; porque la única manera de frenar la tecnología, e incluso de
usarla a nuestro favor, es que la gestione una sociedad consciente y
libre y no la voluntad individual de miles de apetencias y gustos y
caprichos activados por la facilidad inmensa y el placer insuperable de hacerlo todo pedazos sin moverse del sillón."
Elogio al aburrimiento:
El apocalipsis antropológico:
"Realmente el apocalipsis ya ha
ocurrido y no nos hemos dado cuenta por los mecanismos anestésicos que ha conseguido llevarnos a un punto de no retorno sin
que hayamos podido darnos cuenta. Este naufragio no sólo es económico,
sino antropológico, cultural y moral. Tenemos derecho a asistir al
apocalipsis por televisión, hasta el punto de que las cosas que nos
afectan a nuestro lado y nos interpelan o nos agreden nos parecen tan
ajenas como las que ocurren en Ruanda o en Asia. No son tanto los
discursos manipuladores las que nos causan el sentimiento de indiferencia, sino más
bien toda una serie de dispositivos materiales que en los últimos 60
años han erosionado todos los recursos antropológicos acumulados ante 8,
10, 15 mil años.
Es la erosión de recursos como
la razón, la imaginación y la memoria. La razón para pasar de lo
particular a lo universal; la memoria para tener una experiencia propia
de lo vivido (porque nunca hemos tenido tantos artefactos de
memorización exterior y menos memoria individual); y el tercero la
imaginación entendida como lo contrario a fantasía. Hitler era un gran
fantasioso. La imaginación es ese recorrido que todos los seres humanos
potencialmente pueden hacer de un niño que es tu hijo, a un niño que te
es ajeno, a todos los niños del mundo. Inseparable de la empatía, de la
solidaridad, de la movilización a favor de un mundo compartido. Son
recursos culturales ante catástrofes que nos permitían sobrevivir. Pero una características que comparten el capitalismo y otras
sociedades imperiales es esa ilusión de inmortalidad que ha generado en
los sujetos."
El relámpago se me hace largo:
"El gran poeta francés René Char escribió un poema necesariamente corto: “El relámpago se me hace largo” (“l'eclair me dure”). Pues bien, a nosotros, los relatos se nos
hacen largos; los libros, las catedrales, las explicaciones, las
conversaciones se nos hacen largas; la muerte de 3.000 personas o la de
1.000.000 se nos hace larga; la realidad misma se nos hace larga. Y también, claro, la revolución se nos hace larga."
"El
gag es una hilaridad pura. Tiene que ver con el gusto muy infantil y muy
primitivo
por la sorpresa, por el desorden, con el
placer muy instintivo de que las cosas se salgan de su sitio, caigan o
se desplomen. El gag visual supremo es el
atentado de las torres gemelas. Y el gag tiene que ver con la inmediatez. El relato es lo contrario, es el tiempo
de la humanidad, el tiempo de un embarazo que dura nueve meses y no se
puede acortar, tiempos de maduración insuperables. Y esto es una especie de batidora
económica feroz que acorta el tiempo de todas las cosas, empezando por
todos los objetos que nos rodean mediante la obsolescencia programada, y
que los vuelve objetos totalmente indiferentes. Incluso los
informativos están basados en gag visuales, que parece que no haya
diferencia entre una olimpiada y una guerra, o un centro de torturas y
un evento festivo."
El hambre occidental.
Por
debajo de “poco” hay hambre y son imposibles la conciencia, la
resistencia y la solidaridad; por encima de “bastante” hay más
hambre y son imposibles también la conciencia, la resistencia
y la solidaridad. “Demasiado” siempre quiere “más”.
La
hambruna extrema y la extrema abundancia producen los mismos síntomas:
la necesidad del canibalismo y el desprecio por los lazos humanos."
"Lo que produce el capitalismo no son objetos o bienes para saciar el
apetito, sino que produce más apetito y más hambre. Cuando se comienza ha padecer hambre, la gente busca
como compartir el alimento que todavía conservan creando lazos de
solidaridad, pero cuando se llega a la hambruna, lo único que preocupa es la
supervivencia individual. La sociedad de consumo es de destrucción y no
de intercambio y borra la diferencia entre las cosas de comer, las
cosas de usar y las cosas de mirar. Todas son cosas de comer, comérselo
todo para reproducirse. Es una sociedad de pura subsistencia."
La criminalización del cuerpo.
"Llamamos o recibimos llamadas
precisamente para no estar allí donde estamos. Ese rescoldo tenaz y
desazonador que queremos olvidar lo antes posible que es nuestro cuerpo.
El ágora capitalista es esta imagen: la de una plaza donde se reúnen
miles de personas para darse la espalda unas a otras y declarar por
teléfono a miles de ausentes diferentes: “No estoy aquí”, “no estoy en
ninguna parte”.
"Al igual que es
un mito que el capitalismo nos proporciona más satisfacciones, también
es un mito que el capitalismo ha liberado los cuerpos. Imágenes
corporales publicitarias dominan de tal manera el espacio que
acabamos por creer que lo que hace es exaltar la corporalidad. Más bien al contrario:
oculta, margina, silencia y criminaliza el cuerpo: oculta a los
muertos, a los ancianos, a las personas con discapacidad, a los obesos, o
los cuerpos en los que el paso del tiempo está dejando huellas
visibles. Se trata de que no tengamos conciencia de nuestra fragilidad.
Somos seres de razón, pero también de cuidado. El asunto no es que la
vida sea sagrada, sino fundamentalmente frágil. Ahora, en vez de ahorrar los Estados para pagar las medicinas de la gente, ahorramos en medicinas para suministrar fondos a los bancos."
El ciudadano.
"Recuperar la ciudadanía es el máximo
desafío al que nos enfrentamos en estos momentos. Más con estas medidas
de ajuste, que son de expropiación de bienes sociales que han
adquirido con mucho trabajo nuestros antepasados con luchas y mucho
sacrificio. Hay que recuperar los espacios públicos. La publicidad es la
invasión del espacio público por parte de los intereses privados. Hay
que proteger a nuestras familias de las corporaciones que penetran
incluso dentro de nuestras casas conformando materialmente nuestra vida cotidiana. La mirada del no-ciudadano se distingue muy poco de la mirada del piloto de un bombardero. Lo que hizo el 15M fue llamarnos la atención sobre el hecho de que lo público nos está siendo expropiado de una manera cada vez más rápida y con poca resistencia. Si no conseguimos el espacio público, no sólo no recuperaremos el bienestar económico sino que no podremos reintroducir todos esos parámetros antropológicos que nos permitían defendernos de una catástrofe. Estamos muy desprotegidos de la catástrofe. Hay un stress postraumático del placer."
Santiago Alba Rico fue guionista entre los años 1984-1988 del programa infantil "La bola de cristal".
Hoy, todavía continua educando... a través del humor!:
Fuentes:
4 comentarios:
felicitarla por los videos y fotos que pone, tiene muy buen gusto y coherencia con lo que escoge.
Sobre su último comentario sobre el 15M casi al mismo tiempo que leí su artículo me topé con este texto y pense en compartirlo:
http://issuu.com/samu_rantifuso/docs/15m_obeder_bajo_la_forma_de_la_rebeli_n/1
Muchas Gracias por ese blog tan interesante.
Gracias por la tesis:
"El tiempo de la indignación es el tiempo de la defensa de los privilegios, no el de la revolución contra el orden que los produce. Ir en su contra supondría aceptar una reducción drástica de muchas comodidades y prebendas que la organización técnica nos ofrece, y esa perspectiva no es alentadora para la mayoría. Más bien es exactamente lo contrario de lo que defienden cuando se indignan."
Estupenda entrada una vez más. Hace poco que entro en tu blog y lo encuentro muy interesante. Felicidades.
Yo veo que, dada la naturaleza humana, dándose cuenta de que es un ser destructivo y tan dañino, es mejor orientar sus impulsos naturales hacia la nada. Creo que si no fuera por las diversas maneras de ocio, por la tele etc etc, el planeta se destruiría con mayor rapidez, porque muchos, muchísimos, creo, descargaría su energía quemando bosques, maltratando animales, matando al prójimo cuando nadie le viera... en fin, en resumen, que merece la pena mantener a las masas controladas.
Me parece magnífico tu blog. Da gusto leer aquí
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