sábado, 28 de junio de 2014

El mal gesto: la comunicación no verbal en diferentes culturas (2)


"Los gestos son los tambores de agua de la palabra" proverbio touareg.


"El cuerpo no es el pariente pobre de la lengua, sino su socio con todas las de la ley. Los signos del rostro y el cuerpo ponen al individuo en el mundo, pero son propiedad de una comunidad social." David Le Breton, antropólogo.


Y continúa explicando en su libro "Las pasiones ordinarias":


"Ray Birdwhistell observa así, entre los kutenai del sudoeste de Canadá, cómo modifican su gestualidad cuando dejan su idioma tradicional para expresarse en inglés. F. La Guardia, ex alcalde de Nueva York que habla corrientemente italiano, yiddish e ingles norteamericano, cambia también sus mímicas y gestos según hable uno u otro de esos idiomas. 

Un mismo movimiento o una misma expresión pueden tener significaciones opuestas de un lugar cultural a otro. Por ejemplo, el hecho de escupir, que Darwin toma como caso típico de la ira y el desprecio, puede ser una salutación o reconocimiento de afecto. En Japón, los religiosos escupen sobre las estatuas o las imágenes de los dioses que velan por su salud a fin de que sus oraciones sean escuchadas. Entre los ariaal, en Kenya, para saludarte, te cogen la mano y con indiferencia te escupen en la palma.



Tampoco las lágrimas significan universalmente dolor en todas las circunstancias, y la sonrisa no manifiesta necesariamente la alegría. 

Las lágrimas también se asocian a un rito de bienvenida para saludar la llegada de un extranjero o el regreso de un miembro de la comunidad. Clastres describe los saludos lacrimosos que, entre los indios guayakies, acompañan el reencuentro con un cazador. "El chenga ruvara, enfática recitación de frases apenas articuladas, que entrecortaban, como una especie de estribillo, esa extraña canción llorada, con lúgubres sollozos. [ ...]  Esto duró diez minutos" Radcliffe-Brown pidió a unos indígenas que los reprodujeran "en frío", y en el acto "dos o tres de ellos se sentaron y, a su pedido, lloraron sin demora con verdaderas lágrimas"


En cuanto a la sonrisa, Mircea Eliade cuenta su encuentro en la Universidad de Chicago con una estudiante japonesa que va a verlo para realizar una sesión de trabajo. Su padre acaba de morir y ella desea postergar la reunión para más adelante. "En el Japón -escribe Lafcadio Hearn-, si uno se ve ante la obligación absoluta de intervenir en un acontecimiento penoso o desdichado, la costum­bre es hacerlo sonriendo." La sonrisa es aquí una etiqueta social, una regla de urbanidad que apunta a proteger al otro de una emoción que no le incumbe. Aun en nuestras sociedades, la sonrisa acompaña también la sorpresa, la confusión, la cortesía, la sumisión, la incredulidad, el desdén, el desafío, etcetera. En China se podía asociar a la ira, porque las demostraciones públicas de ira son mal vistas. "Bèl dan pa vle di zanmi: dan pa kè." dice un viejo proverbio de Haití: Los bonitos dientes no significa que sea amigo: los dientes no son el corazón.

Así, cada sociedad impone un repertorio propio de gestos que no siempre se comprenden mas allá de su esfera de influencia. De tal modo, en Madagascar, para señalar a un interlocutor víctima de hechicería, sin que otra persona se entere, se frota rápidamente la palma con el indice de la otra mano.


En Italia, el gesto de tocarse la oreja puede hacer referencia a un hombre percibido como afeminado u homosexual. Hay que relacionar su origen con los aros de las mujeres. El gesto evoca así un rasgo femenino. Pero tocarse la oreja significa "en la Argentina lisonjero, adulador [ ... ];en Uruguay y España cumplir años; en Paraguay, estar en la cárcel; en América central indica la presencia de la policía; en Venezuela y otros lugares, la amenaza de dar un tirón de orejas a los niños; en Brasil, algo bello, bien hecho, muy logrado" explica Meo Zilio. 

Entre los bambara, el nacimiento de gemelos se anuncia mostran­do levantados el indice derecho y el izquierdo, sin decir una palabra, para no molestar a los recién nacidos. 



Si un norteamericano quiere decir que todo anda bien, levanta la mano y forma un circulo juntando el indice y el pulgar. Pero en Japón ese gesto designa el dinero y en Francia significa "cero". En Malta y Turquía, hace referencia a un homo­sexual, y en Cerdeña o Grecia es una pulla obscena dirigida a un hombre o una mujer (Morris, 1978). En algunos países de Oriente Medio, como Kuwait, el signo significa el mal de ojo. A. Carenini señala que en Japón ese gesto también significa el patrón e incluso el varón. 



La ''V'' de la victoria de Churchill alcanzó en la actualidad una dimensión casi universal. Pero en Gran Bretaña también tiene una connotación obscena si se hace con el dorsal de la mano al revés. Es una peineta ‘made in England’, pero se encuentra el mismo procedimiento en el Libano, Siria y Arabia Saudita. (Carenini, 1990). 
Los gestos de desprecio o insulto abundan. En Grecia, un gesto específico de insulto es la mutza, que consiste en lanzar la mano abierta hacia la cara de la persona en cuestión; que varía según la gravedad. Dos dedos cuando el ofensor tiene todavía una actitud moderada, la mano con la palma abierta cuando su ira es intensa y las dos manos cuando esta fuera de sí. En otros lugares, ese gesto significa más bien: "Detente! No te acerques más!" En el Líbano neutraliza el mal de ojo. 



La "higa" es un gesto muy difundido, consistente en pasar la primera falange del pulgar entre el indice y el mayor con el puño cerrado. Es el juego de la "nariz cortada" de los niños. Para los amerindios, mostrar la mano de esa forma es un signo de desafío. En un grupo bantu, esta postura de la mano es una condena simbólica a muerte para su receptor, sobre todo si el gesto emana de un moribundo. 

El sí o el no implican movimientos de la cabeza y el cuerpo arbitrarios

propicios para inducir el malentendido. En la India, por ejemplo, el asentimiento se traduce en un leve movimiento circular de la cabeza que un europeo entendería como una negación. Entre los ainus del Japón, la mano derecha que va hacia la izquierda enuncia la negación; la afirma­ción se traduce llevando ambas manos hacia el pecho y extendién­dolas con las palmas levantadas. Los indios ayores expresan la negación alzando los labios y frunciendo la nariz; los maoríes o los dayaks de Borneo lo hacen echando la cabeza hacia atrás. Los ovimbundus agitan la mano, con el indice extendido delante de la cara como signo de afirmación. 


Los soldados rusos emplazados en Bulga­ria durante la guerra en 1877-1878 tuvieron muchas dificultades. Las maneras mímicas búlgaras de asentir o decir "no" eran exactamente opuestas a las suyas y provocaban numerosos malentendidos, reforzados por el hecho de que, aún conociendo esta particularidad, los búlgaros o los rusos que querían evitar la incomprensión se enredaban aun más al adoptar el código mímico del otro, lo que generaba una nueva serie de equívocos. En realidad, el cabeceo afirma­tivo de los rusos se se limita a bajar la cabeza y luego llevarla a la posición inicial. La negación búlgara consiste en echarla hacia atrás y volverla a la posición original. En Europa, existe en Grecia y ciertas regiones italianas una tercera variedad mímica, en la que se inclina la cabeza hacia adelante para afirmar, y hacia atrás para indicar la negación. 

A veces es indecoroso señalar con el dedo a una persona o una cosa; en algunas sociedades, ese gesto atrae la desdicha sobre la persona señalada o incluso es muestra de desprecio hacia ella, como en Turquía, ya que la asimila a una cosa. Con frecuencia, los niños europeos escuchan esta advertencia: "iNo se señala a las personas con el dedo!"


El etnólogo La Barre cuenta que estando en una aldea kiowa, busca un lugar que no encuentra. Le pregunta a una anciana que manifiestamente lo escucha y lo entiende, pero parece seguir imperturbablemente con su trabajo sin preocuparse por él. Asombrado, La Barre cree que hay un malentendido y vuelve a hacer la pregunta. Irritada, la mujer por fin se vuelve hacia él. En el mismo instante el etnólogo comprende que ella le mostró varias veces el camino a la manera kiowa, con un imperceptible movimiento de los labios. 

Y así es también como los birmanos llaman a otras personas: lanzándose besos. Por ejemplo, para llamar al camarero o bien entre los mismos trabajadores se lanzan besos, cuanto más sonoros mejor.

Utilizar el dedo índice para señalar no está bien visto en Malasia y solo hay una forma posible hacerlo. Para ello hay que cerrar el puño e indicar con el pulgar hacia abajo. De lo contrario sería un gesto obsceno. En Melanesia, y en especial en las islas Salomón, se usa el movimiento del labio inferior para indicar una dirección. Lo mismo ocurre en el Africa subsahariana­ o en América Central, entre los kuna, por ejemplo. Los indios navajos solo utilizan el labio si la persona está cerca; si esta a mayor distancia, se recurre más bien al índice."

Sea como sea, hay un gesto que parece universal. El escritor Eduardo Galeano lo cuenta:


Las pasiones ordinarias. Antropología de las emociones" Davi Le Breton.
http://www.traveler.es/viajes/mundo-traveler/articulos/costumbres-y-expresiones-ofensivas-en-el-extranjero/5180

viernes, 20 de junio de 2014

Afectos y emociones alrededor del mundo: las pasiones tribales.

«Hay personas que nunca se habrían enamorado  
si nunca hubieran oído hablar del amor»  
La Rochefoucauld

"¿Tal vez la pérdida de la risa sea un signo de civilización? En Europa, lamentablemente, se ríe poco; es muy extraño ver a alguien reír hasta provocarse el lagrimeo y, menos aun, se ve a las personas reír golpeándose las piernas; esto era antes de formalizar la sociedad hasta el nivel de control y desconexión emocional (y neurótica) actual." David Le Breton, antropólogo.

Este antropólogo, David le Breton, describe en su libro "Las pasiones ordinarias" que:

"La particularidad social y cultural de la afectividad de las socieda­des se ve por la existencia de emociones o sentimientos que no son traducibles en otros lugares. (Para ver más: http://unaantropologaenlaluna.blogspot.com.es/2012/11/palabras-indescriptibles-e.html)
La red social se construye sobre las emociones y sentimientos específicos en que ha sido enculturada cada sociedad. 

Nuestras socieda­des, para explicarlas, sugieren teorías hormonales, neuronales, anatomo-fisiológi­cas, evolucionistas, psicológicas, sociológicas, etcetera. El origen de nuestro concepto moderno de emoción se remonta al nacimiento de la ciencia empírica a mediados del siglo XVII.
No siempre fue así: según la teoría de la medicina humoral del antiguo médico griego Hipócrates, cada persona tenía un equilibrio de cuatro sustancias elementales en sus cuerpos: sangre, bilis amarilla, bilis negra y flema. Se pensaba que estos humores moldeaban la personalidad y el estado de ánimo: los que tenían más sangre en las venas eran de temperamento rápido, pero también valientes, mientras que el dominio de la flema lo hacía pacífico pero lúgubre. Los médicos creían que las pasiones fuertes perturbaban este delicado ecosistema al mover el calor alrededor del cuerpo y despertar los humores a su vez. La rabia envió sangre desde el corazón a las extremidades, preparando a una persona para lanzar un ataque. Una vez que se calentó la bilis negra, por contraste, envió vapores venenosos que se curvaban hacia el cerebro y la llenaron de visiones aterradoras. Las huellas de estas ideas aún persisten: es por eso que hablamos de personas flemáticas o de mal humor, o decimos que su sangre está hirviendo.

Pero hay otras teorías. 

Los chewongs de Malasia y los elemas, por ejemplo, traducen sus sentimientos por medio del hígado. "Así, pueden decir 'tengo el hígado bien' (me siento bien) o 'tengo el hígado encogido' (tengo vergüenza)". 

Entre los ilongots de Filipinas, el corazón es el centro de la vida emocional, y cuando la ira (liget) se percibe como un brotar de chispas que salen de él, no se trata de una metáfora. Sin embargo, para los candoshi de la Amazonía, el corazón "relampaguea" no cuando se enfada, sino cuando se equivoca, "entra" cuando se está aprendiendo y "descansa" cuando se tiene confianza en alguien.

Entre los pintupis, población aborigen australiana, es el estómago el lugar en que reside el espíritu, y fuente de una serie de emociones. 

Para los tahitianos que conoció Levy, éstas tienen su sede en diferentes órganos. Se habla de ellos en tercera persona. Un hombre encolerizado dirá, por ejemplo: "Mis intestinos están encolerizados"

Entre los dogones, las emociones tienen su fuente en una corporeidad simbólica. La alegría, por ejemplo, es un sentimiento benéfico que despierta al hígado y hace latir suavemente al corazón al modo de un fuego que arde con regularidad. El "aceite" del hígado se funde y se traslada a las articulaciones para fortale­cerlas. En la ira, el corazón llamea, late con fuerza y "da punta pies que golpean los pulmones"; "'Todo se remueve' y el agua del hígado hierve, mientras que su aceite salta y chisporrotea como manteca demasiado caliente [ ...] . La vesícula biliar se hincha y derrama bilis en el hígado, lo que confiere "amargura a las palabras". El dolor físico o moral "carboniza" el hígado. Las lágrimas se consideran como una perdida del "agua de la sangre" (la linfa); el corazón se caldea y esta escapa por los ojos a la manera de agua hirviente. 

No sólo las teorías sobre el origen de las emociones varían de un lugar a otro. Las etnopsicologías revelan con claridad particularidades sociales y culturales que relativizan el repertorio afectivo universal.

El concepto "amae", considerado por el psiquiatra Doi como una clave para
comprender la mentalidad japonesa, no tiene equiva­lente en otras lenguas, porque remite a una cultura afectiva propia. Los japoneses mismos se asom­bran ante la ausencia de un termino equivalente en las lenguas occidentales. Doi se esforzó por definir esta emoción: "depender del amor de otro", "acogerse cálidamente" o "entregarse a la dulzura de otro". La conducta del niño con respecto a su madre proporciona el arquetipo. Amae deriva de amai, que significa "azucarado". También se encuentra en las relaciones entre el marido y la esposa, el maestro y el discípulo, etc. 
La palabra "amanzuru" designa por su parte el hecho de conformarse. Así, según Doi, si bien en las relaciones desiguales la preferencia recae en amae, si las circunstancias no hacen posible este sentimiento, entonces hay que conformarse con amanzuru.

Margaret Mead señala un comportamiento denominado "musu" en Samoa. Esta manifestación afectiva traduce la negativa a hacer algo. Una mujer rechaza a su amante, una criatura no quiere acostarse, etcetera. Interrogado acerca de su negativa, el individuo declara simplemente que no sabe: "Es lo que me pregunto", "No sé, eso es todo''; dicha actitud se admite, se justifica y genera incluso "una especie de respeto supersticioso"


En Bali, M. Mead identifica una asociación entre el miedo y el dormir. Cuando los balineses estan asustados se van a dormir. Esta conducta se denomina "takoet poeles" (asustado dormido). Un dia, M. Mead les pide a sus ayudantes que lleven unos utensilios de cocina a una vivienda a la que debe trasladarse. Cuando más tarde llega, los descubre adormi­lados. Habían olvidado el paquete en el ómnibus y, asustados por la reacción que imaginaban en la etnóloga, se habían dormido. El miedo es un sentimiento controlado por el sueño. 

H. Geertz señala la singularidad del termino javanes "sungkan", "que se refiere a un sentimiento de cortesía respetuosa delante de un superior o un desconocido, una actitud de restricción, de limitación de los propios impulsos y deseos, a fin de no perturbar la ecuanimidad emocional de quien puede ser espiritualmente más elevado que uno".  

También nos habla este antropólogo de la "rasa" javanesa, que "tiene dos significaciones primarias: “sentimiento” y “significado”. Como "sentimiento" es uno de los cinco sentidos tradicionales javaneses: vista, oído, habla, olfato y sentimiento, y abarca dentro de sí tres aspectos del "sentir" que nuestra concepción de los cinco sentidos separa: gusto en la lengua, tacto en el cuerpo y "sentimiento" emocional en el "corazón", como tristeza y felicidad.
El sabor de un plátano es su rasa; una corazonada o presentimiento es un rasa; un dolor es un rasa; Y también lo es la pasión. (...) Rasa, según me dijo uno de mis informantes más dignos de confianza, es lo mismo que la vida; todo cuanto vive tiene rasa y todo cuanto tiene rasa vive. Para traducir estas proposiciones habría que hacerlo dos veces: lo que vive siente y lo que siente vive, y lo que vive tiene sentido y aquello que tiene sentido vive"


Eduardo Crespo cita la "vergüenza ajena" como una emoción tipicamente española caracterizada por la turbación interior sentida a la vista de un individuo que se comporta de manera inadecuada. La vergiienza experimentada, sin embargo, sigue siendo exterior al individuo que no participa en absoluto en la infracción de las normas, ni se siente culpable. Afecta una noción clave de la cultura española, la de dignidad.

El antropólogo Josep M Fericgla explica que el sentimiento de "morriña" "lo sufren los gallegos cuando están lejos de su tierra. "La morriña es una determinada añoranza de la lluvia, los olores y del verde especial que tiene la naturaleza en Galicia, al noroeste de España, a lo que se añade una mezcla de tristeza, pena, angustia, desazón y otros sentimientos de difícil descripción en castellano. La morriña es intraducible lingüística y culturalmente." Mientras, dicen que la "saudade" brasileña es el alma diciendo a donde quiere volver. El "hiraeth" galés es la sensación de anhelo por la patria, salpicado de suspenso, como si algo está a punto de perderse y nunca se recuperó. Una combinación de amor y melancolía por el hogar y el sentido de vulnerabilidad.

Y explica también la "tuza", "emoción típica de la Colombia andina, que experimentan los denominados paisas. Sufren de tuza algunos hombres al ser abandonados por su amada y es una mezcla de pena, rabia, frustración, sequedad interior, tristeza, abandono... En sentido literal, la tuza es la parte central, seca y leñosa, que queda de una mazorca de maíz al extraerle los granos." 

Parecido es el sentimiento "awumbuk", de los baining en Papúa Nueva Guinea: Si un visitante ha dormido en la misma casa y ha comido de la misma comida (dos cosas que se le ofrecerán nada más llegar), cuando se marche, el anfitrión baining sentirá awumbuk. El vacío que todos hemos sentido alguna vez después de que las visitas se marchen de casa tras una larga y compartida estancia, es el awumbuk. Los síntomas son cansancio, dormir hasta muy tarde, pereza... Creen que los visitantes, cuando se marchan, arrojan una especie de pesadez, con el fin de viajar más ligeros. Esta pesadez durará tres días. Para desquitarse de esta densidad en el aire, existen dos soluciones: llenar un bol de agua que absorva el awumbuk y levantarse temprano al día siguiente para vaciarlo lejos. O dormir fuera de esa casa. Dos trucos para que la persona se aleje de su aislamiento y vuelva a la vida social y muy productiva de los baining.

Litost, checo: Denota un sentimiento humano profundo causado por la agonía que se siente al ver de manera repentina las miserias propias. Milan Kundera, autor de La insportable levedad del ser: “He buscado vanamente en otras lenguas el equivalente de esta palabra, porque me parece difícil imaginar como alguien puede comprender el alma humana sin ella”.

Vladmir Nabokov describe mejor que nadie la palabra rusa "toska": “Ninguna palabra del inglés traduce todas las facetas de toska. En su sentido más profundo y doloroso, es una sensación de gran angustia espiritual, a menudo sin una causa específica. En el aspecto menos mórbido es un dolor sordo del alma, un anhelo sin nada que nada haya que anhelar, una añoranza enferma, una vaga inquietud, agonía mental, ansias. En algunos casos podría ser el deseo por algo o por alguien en particular, la nostalgia, una pena de amor. En su nivel más bajo, se reduce al hastío, al aburrimiento.”

"Los anglosajones reprimen la ira en extremo", (continúa explicando David Le Breton). "La emoción feisty – to be feisty- está mal considerada en el mundo anglosajón. 

Las investigaciones de Rosaldo sobre los ilongots muestran el carácter culturalmente especifico del "liget", una emoción que se compara vagamente con la ira de los europeos, pero tiene una connotación positiva, dado que confiere poderío al cazador y es una vía de entrada simbólica en la edad adulta. "Cuando cazo estoy cargado de liget -dice un hombre-, porque no le tengo miedo'al bosque'". 

A. Strathern muestra entre los hagen, en Papua-Nueva Guinea, "pipil" y "popokl". Las manifestaciones de pipil implica que "la piel se cubre de sudor; se erizan los pelos de la nuca; nos da dentera; decimos que los espiritus van a matarnos y comernos." Popokl traduce una ira que puede no revelarse nunca. La manera habitual de su expresión pasa por la enfermedad. La confesión, proyectar el popokl en palabras, es la etapa inicial de la curación. 

Entre los esquimales utka, Jean Briggs (1970) no comprueba en la vida corriente ninguna expresión de ira. No sólo no la expresan, sino que no la sienten, ni disponen de termino alguno para denominarla, ni siquiera de un equivalente de ella. Cuando ven a un extranjero lleno de ira, lo definen como "infantil".

En muchas culturas africanas la expresión de la ira esta proscripta y no se manifiesta nunca. Si pese a ello se trasluce, se la atribuye entonces a la inmadurez y la hechicería. La palabra es el único medio de desactivar un conflicto.

El corredor de amok de Malasia, tras una frustración o simplemente al oír el
termino "amok, amok!", se lanzaba a matar o herir a quienes encontrara en su camino. El único modo de detener su carrera asesina era matarlo, pero no sin precauciones, ya que aún con una lanza atravesada en su cuerpo trataba de eliminar a su adversario hasta el último suspiro. El hecho era tan frecuente
que en las ciudades se habían colocado en las esquinas horquetas o lanzas provistas de topes de retención, para que la población pudiese dominar a los corredores sin tener que acercarse demasia­do a ellos. 


Entre los ainus, el ataque de "umu" era provocado por la vista de una serpiente real o una de juguete, e incluso por el grito "serpiente!" Y esto en lugares donde ese reptil era raro. 

Schieffelin (1983) observa entre los kalulis de Nueva Guinea que no disimulan ni corrigen su sentimiento. La ira, la pesadumbre, el miedo, la compasión, etc, se expresan de forma dramatizada, apostando a una compasión social que no dejará de manifestarse. El hombre ofendido recorre a lo ancho y a lo largo la casa colectiva mientras lanza insultos a los cuatro vientos con el fin de llamar la atención social sobre la injusticia sufrida. Otro método es mostrar un semblante desespe­rado, con abundancia de lágrimas y lamentos, por ejemplo, durante un duelo. 

En sentido contrario, los shuar estimulan voluntariamente la rabia cuando es necesario disponer de un buen caudal de esta emoción. Cuando un hombre shuar debe ir a pelearse o a discutir con alguien, para lo cual necesita estar “bien cogido por la rabia”, come abundante ají para que esta tremenda variedad de pimiento picantísimo le queme la boca y le aumente la rabia.
Entonces, el sujeto se queda quieto y va pronunciando una sola sílaba en volumen quedo (¡am, am, am…!). La emite en tono grave, largo y suave pero claramente audible. Es una manera de decir: “no te acerques, estoy muy rabioso, estoy enfadado y soy peligroso”. Los hombres se enojan y son conscientes de su estado, pero pueden retener la expresión explosiva de su emoción todo lo que requiera la situación social. 

En ello hay también una elevada educación emocional, una gran dosis de templanza. Un gran control emocional, al que dedican importantes esfuerzos durante el proceso de enculturación. Se puede decir, incluso, que tienen un excelente control en el descontrol de sus expresiones emocionales extremadas.


Otra emoción muy importante es la risa, máxima expresión de alegría. Entre los shuar se sonríe menos que, por ejemplo, entre los occidentales, pero se ríe mucho más. Es probable que se sonría menos porque hay un contacto cotidiano permanente: viven en comunidades y agrupaciones familiares cuyos miembros pasan el día conjuntamente. En este sentido, la sonrisa tiene la función-señal de recibir amigablemente al otro dentro de tu propio espacio –o de pedir que otro te reciba amistosamente-, pero esto es innecesario cuando un grupo de personas pasan la mayor parte del tiempo diario juntas. 

La sonrisa es expresión de un sentimiento, no de una emoción. Pero la risa plena, a carcajadas abiertas, es otra realidad. La risa es expresión de una emoción básica. Es una risa alegre, primaria, escandalosa y descarnada. Les saltan las lágrimas y se golpean las piernas al reír para ayudarse a expresar con mayor énfasis tal estado emocional. 

 "Papá Roger siempre tiene una palabra para que los blancos se rían, pues dice que con el frío que hace allí en Europa, los blancos no se ríen mucho. Los músculos de su cara están congelados", escribe el congoleño Alain Mabanckou en su libro "Mañana cumpliré 20 años".
  "¿Tal vez la pérdida de la risa sea un signo de civilización?" se pregunta Fericgla.

y se lamenta de que "En Europa se ríe poco; es muy extraño ver a alguien reír hasta provocarse el lagrimeo y, menos aun, se ve a las personas reír golpeándose las piernas; esto era antes de formalizar la sociedad hasta el nivel de control y desconexión emocional (y neurótica) actual. Hasta tal punto ha desaparecido la expresión de esta emoción básica que hay cursillos de risoterapia, de un fin de semana de duración, para aprender a reír y para reír. La expresión plena de la alegría es un buen recurso terapéutico para descargar tensiones y para aliviar la entropía propia de las relaciones sociales.

El altruismo primero y la risa en segundo lugar son los mecanismos de defensa más adultos, los más elaborados, y también son los más sanos."


"¿Pero realmente las emociones deben sentirse de la misma manera para todas las personas en todos los lugares? Imagine a un comerciante de Nueva York en el piso de la bolsa de valores con palmas sudorosas, un corazón palpitante y un cuero cabelludo punzante. Luego piense en las mismas sensaciones experimentadas por un cristiano del siglo XIII arrodillado en una capilla fría en oración, o por un aborigen Pintupi en Australia al despertarse en la oscuridad de la noche con un dolor de estómago. El comerciante puede llamar a esos sentimientos "una descarga de adrenalina" o "miedo" (o, en un mal día, "estrés"). El segundo podría verlos como un "temor maravilloso" que lo alerta de la presencia de Dios. El tercero puede sentir "ngulu", un tipo particular de temor de la experiencia Pintupi cuando sospechan que otra persona está buscando venganza. Los significados con los que cargamos una emoción cambian nuestra experiencia de la misma.
Determinan si saludamos un sentimiento con deleite o inquietud, si lo saboreamos o nos sentimos avergonzados.

Todo se reduce a lo que crees que es una emoción. Cuando hablamos de emociones, creo que necesitamos lo que el antropólogo estadounidense Clifford Geertz en la década de 1970 llamó "descripción densa". Geertz hizo una pregunta elegante: ¿Cuál es la diferencia entre un parpadeo y un guiño? Si respondemos en términos puramente fisiológicos, hablamos de una cadena de contracciones musculares de los párpados, entonces un abrir y cerrar de ojos es más o menos lo mismo. Pero necesitas entender el contexto cultural para apreciar lo que es un guiño. Necesitas entender los juegos y las bromas, las burlas y el sexo, y aprender convenciones como la ironía. El amor, el odio, el deseo, el miedo, la ira y el resto también son así."

 Tiffany Watt-Smith: The Book of Human Emotions.

Fuentes:
http://josepmfericgla.org/2011/cultura-y-emociones
Las Pasiones Ordinarias - Antropología de Las Emociones. David le Breton.
http://nodulo.org/ec/2009/n086p03.htm
Etnografía de la comunicacíon verbal shuar. José E. Juncosa. 
Tiffany Watt Smith, "The book of human emotions"

viernes, 13 de junio de 2014

El País Dogón: el misterio de Sirio y Sigi.

"Una de mis tres mujeres es del País Dogón. Ella escapó de su pueblo cuando era adolescente porque no quería que le hicieran la mutilación genital, esos cortes que indicaba su tradición, y que luego la cosieran con las espinas del árbol de acacia del desierto. La encontré vagabundeando en Bandiágara y la llevé hasta mi casa. Es una mujer valiente. Y noble, como todos los dogones. ¿Puedes creer que nunca hubo un sólo robo en los últimos cien años en todo el País Dogón, toubab?"
H. Lanvers. "África, tormenta de libertad".

Un joven etnólogo llamado Marcel Griaule, en 1931, decidió lanzarse a la aventura de atravesar África siguiendo el eje del Sahel. Cuando alcanzó Sanga, una pequeña aldea situada sobre los acantilados de la falla de Bandiagara , en el corazón de Malí, se quedó parado ante un mundo vertical: había llegado al País Dogón.
Abajo, al pie de una pared rocosa de hasta 300 metros de altura, pudo ver pueblos de chozas de barro con techos de paja puntiagudos, baobabs, y en lo alto, excavadas en la roca, centenares de cuevas, misteriosamente construidas como moradas por los pigmeos tellem (literalmente “los de antes”), una etnia que vivió en la falla antes de la llegada de los dogón en el siglo XV. Los dogon las utilizan como cámaras funerarias. Así, cuando alguien muere, su cuerpo es enterrado allí arriba, cerca del cielo. 

Griaule explica en sus textos que esta sociedad muestra una curiosa gran atracción por lo vertical. En sus danzas rituales, los hombres se mueven sobre zancos de más de dos metros de altura. Otros llevan máscaras totémicas cuya longitud duplica la del portador. “Aquí ya no se nota nada de la sumisión de la mayoría de las personas que hemos encontrado hasta ahora”, escribe su acompañante Leiris. “Todos los que conocemos, sean negros o blancos, al lado de esta gente, parecen figuras harapientas o esperpénticas. ¡Qué religiosidad tan enorme! Uno se topa continuamente con lo sagrado, todo parece sabio y trascendente… Esta noche suenan los cuernos, y desde lejos se escuchan cantos.”

En realidad, su arquitectura vertical tenía un motivo sencillo: hasta hace relativamente poco, toda esta zona era hábitat de muchas fieras salvajes, como leones y hienas, y para vivir en tranquilidad debían construir en la altura. Así, cualquier recoveco de la pared era usado no sólo a modo de casa, sino hasta como huerto o almacén, en alturas de hasta doscientos metros.

Amma, su dios, no existe en las alturas, sino en la red de vida de la tierra. Es el dios de agua que inoculó en la diosa tierra y dio origen a cuatro parejas de gemelos (Nommo o Nummo), que representan la dualidad (el bien y el mal, día y noche, masculino y femenino...). Los Nommo son seres hermafroditas, ambigüos como lo que simbolizan. Pero uno de los gemelos, Ogo, quería gobernar él mismo y robó semillas. Indignado por su desobediencia, Amma le quitó la voz. Después le transformó en un ser cuadrúpedo: el zorro pálido.

El antepasado Lebe Serou fue sacrificado para dar fertilidad.“Fue el primer mortal, convertido en una gran serpiente", afirmó el cineasta Jean Rouch. "Como testimonio de aquel terrible acontecimiento se fabricó una máscara." Es la serpiente que vigila las cosechas.

Pero nada más mitológico que lo que se ha escrito sobre los dogón desde occidente. En realidad, el antropólogo Marcel Griaule nada escribió sobre la estrella más brillante que se ve desde la tierra, Sirio. Fue la antropóloga Germaine Dieterlen quien sostenía que el informante dogón Ogotemeli le había confiado a Griaule que los dioses nommo eran anfibios y llegaron desde el cielo en una nave voladora, y que sabían que Sirio tenía una compañera más pequeña, y que ya conocían los cuatro satélites de Júpiter. En 1976, el escritor Robert K. G. Temple publicó The Sirius mystery, donde popularizó la idea de que los dogón habían tenido contacto con extraterrestres; que tenían un conocimiento preciso de hechos cosmológicos solo conocidos a través del desarrollo de la astronomía moderna, ya que parecían conocer, según el relato de Griaule y Dieterlen, que Sirio forma parte de un sistema estelar binario, cuya segunda estrella, Sirio B, una enana blanca, había sido completamente invisible al ojo humano. El astrónomo Carl Sagán tuvo que intervenir, recordando que, curiosamente, todos los supuestos conocimientos de los dogón coinciden con los conocimientos astronómicos alcanzados en Occidente a principios del siglo XX, y también coinciden, claro, con los errores de la misma época. Jupiter, ahora se sabe, tiene por lo menos 63 satélites.

Lo que sí conocen los dogones es lo que pasa en la naturaleza, en la tierra y en la mente humana, tan misteriosas para los occidentales como el universo. 

Los poblados dogón se construyen de forma que su silueta dibuje un óvalo, simbolizando las ocho partes del cuerpo humano. Ocho era y es el número sagrado dogón. Los primeros gemelos y los colores ancestrales son ocho en sus mitos. 

En la cabeza del poblado se sitúa la Tógu nà, lugar de reunión adulta para debatir los problemas del poblado. Ocho enormes capas de mijo conforman el techo de esta construcción, de tan escasa altura que se debe entrar en cuclillas, dificultando así las confrontaciones físicas y alabando la humildad de la poca altura, donde sólo se puede alzar la palabra: la estrella que más ilumina en la tierra. 

El grueso del pueblo o cuerpo lo componen casas de adobe para habitar, y graneros, estando estos últimos separados por género. Ambos comparten el tejado puntiagudo característico de esta etnia, sin embargo, el masculino tiene más altura. Las mujeres guardan objetos personales en los suyos, y tienen la entrada prohibida a los hombres. Existe un edificio a las afueras de la ciudad, el lugar que ocuparían las manos de este ficticio cuerpo, donde las mujeres son desplazadas durante la menstruación. Los altares y lugares de culto se emplazan en el lugar de los órganos sexuales, vinculándolo con la fertilidad y la creación de la vida.

Entre los dogones, las emociones tienen su fuente en una corporeidad simbólica. La alegría, por ejemplo, es un sentimiento benéfico que despierta al hígado y hace latir suavemente al corazón al modo de un fuego que arde con regularidad. El "aceite" del hígado se funde y se traslada a las articulaciones para fortale­cerlas. En la ira, el corazón llamea, late con fuerza y "da punta pies que golpean los pulmones"; "'Todo se remueve' y el agua del hígado hierve, mientras que su aceite salta y chisporrotea como manteca demasiado caliente [ ...] . La vesícula biliar se hincha y derrama bilis en el hígado, lo que confiere "amargura a las palabras". El dolor físico o moral "carboniza" el hígado. Las lágrimas se consideran como una perdida del "agua de la sangre" (la linfa); el corazón se caldea y esta escapa por los ojos a la manera de agua hirviente. 

Hay más: el cuerpo no encuentra su principio en sí mismo, como creemos los occidentales, sino que, como el cosmos, también se compone del agua (sangre y líquidos del cuerpo), tierra (esqueleto), aire (soplo vital) y fuego (calor animal). Cada persona tiene en su clavícula ocho granos, cuatro masculinos y cuatro femeninos. El principio de la fuerza vital está en la sangre, y se llama nàma.

La ceremonia Sigi es el clímax de la vida de la tribu. La celebración sólo tiene lugar una vez cada 60 años, prolongándose hasta siete años y con alguna pausa de meses. El próximo Sigi tuvo lugar en 1967. Existe una lengua secreta ritual, el sigi sǫ (lengua de Sigi), que es enseñada a los dignatarios olubarū (nunca a las mujeres) de la Sociedad de las Máscaras durante los meses que dura el entrenamiento en la ceremonia sigi, y se utiliza para relatar la creación del universo, de la vida humana, y la llegada de la muerte en la Tierra. Esta historia se cuenta en siete episodios, uno por año. Aunque también se hace uso de esta lengua secreta para los diferentes rituales dogón. Durante estas procesiones, las máscaras y las danzas no faltan.

El hogón (lider espiritual) de los dogón autorizó a Rouch y Germaine Dieterlen a filmar el Sigi de 1967. Es un acontecimiento cíclico que va de aldea en aldea. Partiendo de un alejado pueblo llamado Youga Dogorou, una comunidad vestida con altas máscaras especiales para la festividad, algunas de hasta doce metros de altura, se desplaza hacia el Oeste recorriendo todos los poblados dogones, hasta terminar en el mismo pueblo. Las máscaras nunca se guardan, se destruyen cada 60 años.
Ahora, hay que esperar la ceremonia de 2027, si es que la habrá... Esto sí que es un gran misterio...



 

Fuentes:
http://www.mundo-geo.es/gente-y-cultura/dogon-la-magia-de-mali
http://www.historiasdenuestroplaneta.com/dias-dogones-trekking-visita-pais-dogon-mali/
http://www.rtve.es/alacarta/videos/otros-pueblos/otros-pueblos-mundo-dogon-mali/1527500/
Las Pasiones Ordinarias - Antropología de Las Emociones. David le Breton.

sábado, 7 de junio de 2014

La sexualidad igualitaria: Las Islas Trobiand.

Eric Lafforgue
"El sexo prematrimonial sigue siendo una parte idílica de estilo de vida de los isleños trobiandeses" Eric Lafforgue, fotógrafo.

"Los Trobriandeses se horrorizan de ver cómo los hombres blancos se revuelcan sobre el cuerpo de las mujeres. Un hombre solo eyacula una vez que la mujer conoce un primer orgasmo. La rapidez del acto sexual de los blancos los hacen pasar por idiotas o gente sin educación." Bronislaw Malinowski, antropólogo.

El fotógrafo Eric Lafforgue visitó con su cámara y sus ganas de aprender las Islas Trobiand, que se encuentran en el Mar de Salomón y son oficialmente parte de Papúa Nueva Guinea.

Algunas de las pecualiaridades culturales que más le sorprendió son la actitud tolerante hacia el sexo y a los amantes; y la solución de conflictos y el desfogue a través del cricket.

La sociedad Trobiand es matrilineal, el sistema de descendencia se define por la línea materna. Los hijos de los varones quedan adscritos a la familia de la madre, en este caso el hermano de la madre. 

Según Lafforgue, las chicas aprenden acerca de la anticoncepción muy temprano y la virginidad no tiene ningún valor en absoluto. Si una chica se queda embarazada, su familia mantiene al bebé, ya que, según la creencia tradicional local, los hombres sólo ayudan a abrirse a la mujer para el embarazo, pero el verdadero padre es un Baloma o espíritu "No hay vínculo entre el sexo y el embarazo". Por eso, "las relaciones entre las parejas casadas no tienen mucho en común con lo que sucede en Europa: aquí (en las islas Trobriand) el hombre es el que debe dar regalos a su esposa por la relación."

La mayoría de las aldeas tienen una choza especial llamado bukumatula que se utiliza para encuentros extramaritales. "Los isleños Trobiand tienen un enfoque relajado para el sexo antes e incluso después del matrimonio"  "A pesar del hecho de que el VIH y el SIDA se propaga rápidamente a través de la población de la isla, el sexo prematrimonial sigue siendo una parte idílica de estilo de vida de los isleños". Los habitantes lo llaman "la enfermedad sin medicina". "La educación occidental cambió el punto de vista de algunos isleños, pero no todos ellos", continúa Lafforgue.


Tampoco sus costumbres románticas se parecen en nada a las nuestras: consideran la piel blanca y el pelo rubio, feo. "Las costumbres románticas de los isleños de Trobriand no se extienden a los forasteros". " Los lugareños son gente muy orgullosa y valoran sus líneas genéticas" 

Y agrega: "Me invitaron a formar parte del círculo de bailarines que tornó a ser un placer sádico por burlarse de mis piernas peludas. No tenía ninguna esperanza con las chicas de aquí, porque no les gusta la piel blanca, y el cabello lo ven como un signo de fealdad y desaliño. El dim dim ( hombre blanco ) no es su ideal de belleza."

Después de que las autoridades coloniales prohibieran las guerras internas, el cricket es ahora un método de "reconciliación" y desfogue. 
"Un juego de cricket es siempre la ocasión para burlarse de los controles y los desafíos entre los pueblos. Se juega con mucha denuncia de irregularidades, a través del canto y del baile", explica Lafforgue.

"Las mujeres también participan en estas "batallas", vistiendo una falda de hierba y flores. También adoptan poses muy sugerentes, lo que probablemente es una sorpresa para las autoridades que introdujeron el cricket." "Las danzas siempre se llevan a cabo después de largas ceremonias de reconciliación, embadurnando a los participantes con una mezcla de aceite de coco, menta y citronela en sus cuerpos."

El antropólogo Bronislaw Malinowski ya escribió sobre estas islas:


"La sexualidad domina, en realidad, casi todos los aspectos de la cultura. En su sentido más amplio, es más bien una fuerza sociológica y cultural que una simple relación carnal entre dos individuos." afirmaba, ya en 1929.

"Los indígenas tratan la sexualidad no solamente como una fuente de placer, sino como una cosa seria e incluso consagrada."

"La vida de un indígena de las islas Trobriand se desarrolla así bajo una doble influencia: la de la familia de la madre que extrae la herencia y el poder y la del padre que lo eleva y lo alimenta."

"El marido comparte con la mujer los cuidados que deben darse a los niños. Acaricia y pasea al niño, lo limpia y lo lava, lo alimenta. Llevar al niño sobre los brazos o tenerlo sobre las rodillas constituye el papel y el deber especialmente atribuidos al padre."


"Para la persistencia y la existencia misma de la familia, el hombre y la mujer son indispensables, por eso los indígenas asignan a los dos sexos una importancia y un valor igual."

"Los niños gozan en las islas Trobriand de una libertad y de una independencia considerable. Se emancipan temprano de la tutela de los padres. La libertad y la independencia de los niños se extienden también al ámbito sexual. Los niños pueden referirse a la vida sexual de su mayores y asisten incluso a menudo a algunas de sus manifestaciones. En la casa, no se toma ninguna precaución particular para impedir a los niños ver las relaciones sexuales de sus padres."

"Hacia 12 a 14 años, los muchachos deben dejar la casa de sus padres con el fin de no obstruirlos en su vida sexual, y se incorporan a una casa de solteros o viudos. Las muchachas van también a una casa habitada por una persona viuda."

"En las condiciones normales, todo matrimonio va precedido de un período más o menos largo de vida sexual en común. Esto constituye una prueba de la profundidad de su compromiso y el grado de compatibilidad de sus caracteres. Durante este período de prueba, ninguna obligación legal incumbe a nadie. El hombre y la mujer pueden unirse a discreción y separarse. En algunas fiestas, los novios se separan y son infieles, siempre con toda discreción."

"El hombre que tiene éxito en el amor no tiene que recurrir a la agresión. La
orden moral pide no violar, porque la dignidad verdadera consiste en ser deseado, conquistar por el encanto, por la belleza, por la magia. Se constata por todas partes una desaprobación de la violencia, de la rapacidad, la codicia y, sobre todo, la deshonra de vivir una vida de privaciones y escasez. Al contrario, la abundancia y la riqueza, asociada a la generosidad, constituyen un título de gloria."

"El acto sexual también respeta una ética: la posición adoptada permite a cada uno de los cónyuges una gran libertad de movimiento para participar activamente y a igualdad en el intercambio y en la unión. Los Trobriandeses se horrorizan de ver cómo los hombres blancos se revuelcan sobre el cuerpo de las mujeres y las aplastan. Un hombre solo eyacula una vez que la mujer conoce un primer orgasmo y el acto continúa después hasta la saciedad de los dos. La rapidez del acto sexual de los blancos los hacen pasar por idiotas o gente sin educación, tomando a las mujeres blancas sin piedad, y se compadecen de no poder conocer los placeres que conocen bien las mujeres trobriandeses."

"En el día a día, cada uno está ocupado en su labores de su casa. En las islas Trobriand, un hombre y una mujer a punto de casarse nunca deben tomar una comida juntos. Eso desestabilizaría seriamente la susceptibilidad de un indígena, así como su sentido de la propiedad."

"Nuestra sociedad culpabiliza a una joven muchacha que comparte la cama de un hombre;
el trobiandés culpabiliza a la que comparte la comida con un hombre."


Fuentes:
http://www.fileane.com/espagnol/global_vidasexualdelsalvajes.htm
"The Sexual Life of Savages in North-Western Melanesia. An Ethnographic Account of Courtship, Marriage, and Family Life Among the Natives of the Trobriand Islands, British New Guinea" B. Malinowski.
http://www.dailymail.co.uk/femail/article-2627148/Inside-worlds-original-free-love-community-Trobriand-Islanders-change-spouses-want-dedicated-love-huts-settle-differences-game-cricket.html