“El hombre no es un ovni venido de una lejana galaxia; el hombre es un poema tejido con la niebla del amanecer, con el color de las flores, con el canto de los pájaros, con el aullido del lobo o el rugido del león. El hombre se acabará cuando se acabe el equilibrio vital del planeta que lo soporta."
Félix Rodríguez de la Fuente, naturalista divulgador.
Adivina adivinanza. ¿Qué esfera de fuego fue azotada por meteoritos hace 4.500 millones de años? ¿Que bola consiguió que del vapor de agua comenzara a llover durante millones de años hasta formar océanos, y que de esos océanos surgiera la vida hace 4.000 millones de años? ¿Que globo se llenó de oxígeno hace 2.500 millones de años, y estuvo cubierto de hielo en su superficie hace 700 millones de años?
El planeta tierra, un planeta que respira. La cara de la Tierra que entra en la noche emite más CO2, mientras que la cara de la Tierra que mira al Sol emite más O2.
Y además, es capaz de autorregularse y mantener temperaturas idóneas para la vida.
Algo muy común en estos días es leer "cambios climáticos han existido siempre en el planeta Tierra."
También podríamos recordar que en el pasado hubo animales que no se pudieron adaptar a un planeta cada vez más caluroso en el que sus fuentes de comida se secaron. Como ocurrió con los mamuts en otra época... Que nosotros dibujamos y cazamos.
Pero antes, volvamos a cuando en nuestro planeta no habían flores ni cantaban los pájaros, y la luna quedaba más cerca. Y para eso, repaso el libro de la bióloga Odile Rodríguez de la Fuente: La historia más fascinante del mundo. La historia de la Tierra es fascinante e importante, porque es tu historia. Se trata de entender el pasado de la Tierra para poder dimensionar el presente y reimaginar el futuro.
Al principio de los tiempos, nuestra atmósfera no tenía oxígeno. Y con suerte, porque así se hizo posible el inicio y proliferación de la vida, ya que esto permitió que se acumulara el dióxido de carbono y metano, dos gases de intenso efecto invernadero que retienen el calor y evitó que el planeta se congelara (el sol tenía menos fuerza).
Las bacterias fueron las primeras formas de vida (no necesitaban oxígeno) y hoy por hoy, son las más numerosas. Ellas inventaron la descomposición o el movimiento. Tú y todas las formas de vida integramos a bacterias y, al mismo tiempo, nuestras células son la fusión de bacterias primitivas. Y espera, una cosa más: estos microorganismos son inmortales, no envejecen y pueden vivir en los entornos más inhóspitos y extremos.
Las plantas no inventaron la fotosíntesis. ¡Fueron las cianobacterias! De este modo desechaban oxígeno, cosa que a la mayoría de las otras formas de vida que no lo toleraban no les vino nada bien, y fueron fulminadas. Las bacterias no dan puntada sin hilo. Será que son perfectas.
¡Todo cambió! La Tierra que antes era rojizo/anaranjada con océanos verdoso/amarillentos, se tiñó de azul. El oxígeno se acumuló y creó la capa de ozono, esa que nos protege de más del 90% de la radiación ultravioleta del sol. Y entonces, surgieron los seres pluricelulares, la reproducción sexual... y la muerte.
Otro libro que recomiendo. El paleobiólogo escocés Thomas Halliway publicó “Otros mundos”, una manera de viajar, no solo a distintos lugares sino también a distintas épocas. "(...) un mundo que ya no existe, pero que, gracias a lo que yace entre las rocas, sigue siendo discernible". El tiempo en este libro va de lo más actual hasta el más remoto pasado. Alaska hace 20.000 años. Kenia hace 4 millones, Italia hace 5,33 millones... Bolivia hace 32 millones de años:
Y esto es para que te asombres: Los gigantescos saurópodos del Jurásico, como el Diplodocus, no solo nunca pisaron una brizna de hierba, sino que tampoco se embriagaron con una flor. Entre la vida del último Diplodocus y la del primer Tyrannosaurus transcurrió más tiempo que entre la del último Tyrannosaurus y... tu nacimiento.
Después del gran meteorito de hace 66 millones de años, transcurrieron "dos años de oscuridad, dos años sin fotosíntesis en todo el mundo, dos años de lluvia con ácido nítrico y sulfúrico disueltos cayendo sobre los océanos". "De tres cuartas partes de las especies de la Tierra, cada macho, cada hembra, cada adulto y cada cría están muertos. Es un invierno que durará una generación".
Kirguistán hace 225 millones de años:
“Para los oídos modernos, el silencio de este bosque es desconcertante y antinatural: no hay cantos de pájaros, porque esto es antes de que hubiera pájaros; solo los sonidos del viento, el agua y las alas de los insectos perturban el aire”.
Y llegamos al carbonífero. Millones de árboles escamosos reducidos a carbón,
hace 309 millones de años. Los bosques de carbón son pantanos de tierras bajas, con gran acumulación de troncos de árboles. Los inmensos estratos de carbón representan una biomasa enorme de plantas enterradas. La ironía es que el carbón depositado bajo tierra durante los últimos trescientos nueve millones de años desempeñará un papel fundamental en las primeras y aceleradas industrializaciones de los siglos XVIII y XIX. "Alrededor del 90% de todo el que existe actualmente en la Tierra se depositó durante el Carbonífero. Su gran abundancia en los lugares donde yacía hizo de él un combustible barato y de alto valor energético para la industrialización; el carbón movía las máquinas de vapor y era parte integrante del acero de alta calidad. El legado de los árboles escamosos perdura en una transformación climática que provocamos con cada tonelada de carbón quemada".
Y no solo el carbón, sino también el petróleo y el gas natural.
Australia, ya hace 550 millones de años, cuando la luna estaba más cerca de la Tierra, era mucho más brillante, los días duraban menos y muchas de las estrellas que hoy pueblan el cielo nocturno, como las Tres Marías de la constelación de Orión, todavía no estaban. Y de la explosión cámbrica (hace 520 millones de años), resume: "Todos los animales que existen hoy tienen su origen en el Cámbrico o, en algunos casos, antes". Antes "nada se adentraba en el lodo, ni nadaba activamente a gran velocidad por el agua sobre él." Los animales simplemente "recogían con tranquilidad los detritus o el plancton a la deriva". Pero de pronto "algunos han empezado a ir en busca de su alimento. Los animales se han animado; ha nacido el depredador".
Y aquí una oda al cangrejo de herradura y al coelacantos, que aparecieron en esta era y han permanecido prácticamente iguales hasta nuestros días. Será que son perfectos.
Odile Rodriguez de la Fuente, por su parte, explica además que "es posible que los primeros animales que se adentraron en tierra firme fueran escorpiones marinos. Poco a poco, diferentes especies evolucionaron y dieron lugar a los artrópodos arácnidos o miriápodos. Habéis leído bien: los insectos conquistaron la Tierra mucho antes que los anfibios."
También sugiere que las primeras plantas, (después de que líquenes y hongos les fertilizaran el suelo), evolucionaron a partir de unas algas verdes llamadas carofitas. "Así aparecieron las pioneras, pequeñas y sin hojas ni raíces, que empezaron ocupando las tierras más cercanas al agua. Es increíble pensar que todas las plantas evolucionaron a partir de las algas."
Más tarde, algunas plantas ya no se reproducían por esporas sino por semillas, y así se alejaron de las zonas húmedas. Como por ejemplo, el ginkgo: ejemplo vegetal de fósil vivo. Será que es perfecto.
Además de la semilla, otro invento que supuso un gran salto evolutivo fue el huevo amniótico. Las proteínas que intervienen en el desarrollo y replicación del ADN no pueden sobrevivir sin agua. Los amniotas pudieron explorar nuevos nichos, porque ellos estaban liberados de la restricción de encontrar agua dulce en la que poner sus huevos. Así, se asentaron en los desiertos y las tierras altas. (El huevo amniótico de los reptiles los llevó a convertirse en los animales terrestres más grandes del planeta: los dinosaurios.)
Pues de un líquido amniótico saliste tú. Te lo explica Thomas Halliday:
"El amnios nos resulta familiar por ser el contenedor de las "aguas" que se rompen durante el parto humano, el océano en miniatura en que cada uno de nosotros se protege mientras se desarrolla.
(...) Todavía conservamos los remanentes de nuestros antiguos rasgos ecológicos. Nuestras células son incapaces de superar los limites de la química más fundamental, y nuestro cuerpo porta el legado de aquel nuevo desarrollo que permitió a nuestros antepasados pasarse a la tierra."
Y Odile Rodríguez de la Fuente, añade: "Todavía hoy no hemos dejado atrás del todo el medio acuático en el que apareció y evolucionó la vida. Si lo pensáis, las células de los seres vivos recrean el medio líquido y son, en realidad, pequeños trozos de océano encapsulado."
Volvemos a Halliday, que se despide en Esperanza: una de las bases argentinas en la Antártida.
“Que los mundos de antaño sean extraños y bellos es una lección sobre la adaptabilidad de la vida. Sin embargo, hay una segunda lección que enseñan las rocas: la transitoriedad de nuestro mundo. (...) Estos paisajes, que damos por sentados, no son partes esenciales del mundo; la vida continuará sin ellos, sin nosotros. Con el tiempo el dióxido de carbono que emitimos será absorbido, una vez más, por las profundidades del océano, y los ciclos de la vida y los minerales continuarán”.
¿Y nosotros, los humanos qué? ¡Ah! Nuestra especie es joven e insólita... ¿Quién creería que existiéramos? Pero estamos trenzados en el mismo mechón de la evolución del planeta y sus formas de vida.
"En el complejo juego que es un ecosistema, cada individuo está conectado con otros, pero no con todos", advierte Halliday, "no solo es una red trófica, sino también de competencia: por dónde vive cada cual, por la luz y la sombra.... y de disputas internas entre individuos de la misma especie. La extinción irrumpe en esa red, rompiendo las conexiones y amenazando su integridad. Si se corta un hilo, el tejido se tambalea, se remodela, pero prevalece. Si se rompe otro, aún se mantiene. Durante largos periodos se hacen reparaciones conforme las especies se adaptan a los cambios, se alcanzan nuevos equilibrios y se establecen nuevas asociaciones. Si se rompen suficientes hilos a la vez, la red quedará desbaratada y al albur, y ese mundo tendrá que arreglárselas con lo poco que quede. Así, tras un episodio de extinción masiva, aparecen nuevas especies que sustituyen a las otras, y la red se autorrepara."
Nuestro lenguaje simbólico del pensamiento abstracto es una propiedad que ha emergido del impulso creativo del fenómeno vital. También lo fue la fotosíntesis.
"Desde nuestra aparición, hemos estado luchando por hacernos un hueco; explotando nuestro propio nicho ecológico, parte del cual es un modificador de hábitats, un ingeniero de ecosistemas, y adaptando los mundos en los que nos encontramos a nuestras necesidades biológicas."
Mientras, los vientos sobre el Sáhara en África fertilizan la selva del Amazonas en América del Sur con hasta 27 toneladas de polvo nutritivo. Y el Amazonas fertiliza los océanos y estimula la producción de oxígeno gracias a la actividad de plancton.
"Somos ingenieros de ecosistemas tan eficaces que la idea de una tierra prístina, no afectada por la biología y la cultura humanas, es imposible. Ese edén simplemente ha dejado de existir desde la aparición de los humanos. Aunque el daño que se está causando a los ecosistemas globales no tiene precedentes en la vida de nuestra especie, los programas de conservación deben decidir qué grado de impacto humano es deseable y alcanzable para cualquier ecosistema. ¿Preindustrial? ¿Precolonial? ¿Prehumano? Son preguntas difíciles".
Somos producto de una sublime sucesión de eventos conectados con otras formas de vida. Conocer el pasado paleontológico de la Tierra es ver una verdadera perspectiva a largo plazo, y es algo que nos da sentido de pertenencia.
Que sí, que la Tierra respira, se mueve y cambia. Pero, advierte el paleobiólogo:
"A diferencia de otras ocasiones en las que una sola especie, o un grupo de especies, alteró fundamentalmente la biosfera -la oxigenación de los océanos, la formación de los pantanos de carbón, la nuestra se encuentra en una posición inusual de control sobre las posibles consecuencias. Sabemos que el cambio se está produciendo, sabemos que somos responsables de él, sabemos lo que ocurrirá si este continúa, sabemos que podemos detenerlo y sabemos cómo. La cuestión es si lo vamos a intentar."