“La fotografía es nuestro exorcismo. La sociedad primitiva tenía sus
máscaras, la sociedad burguesa sus espejos. Nosotros tenemos nuestras
imágenes”.
Jean Baudrillard, filósofo y sociólogo.
"Los
arquitectos de Disneylandia fueron designados para remodelar el centro
de Nueva York, Times Square, revitalizar la Quinta Avenida y animar Central Park."
Marc Augé, antropólogo.
Extractos de:
"El viaje imposible"
Marc Augé, antropólogo.
"El viaje imposible es ese viaje que ya nunca haremos más.
Ese viaje que habría podido hacernos descubrir nuevos paisajes y nuevos hombres, que habría podido abrirnos el espacio de nuevos encuentros. Eso ocurrió alguna vez y es lo que nosotros experimentaríamos hoy si una señal indiscutible nos probara la existencia, en alguna parte del espacio, de seres vivos capaces de comunicarse con nosotros. Pero, mientras esperamos ese improbable o remoto encuentro, ya nuestra ciencia ficción le presta los colores de la guerra.
Los que viajan a lejanas regiones, generalmente en
grupo, para hacer provisión de sol y de imágenes, se exponen, en el
mejor de los casos, a encontrar solamente aquello que esperaban
encontrar: a saber, hoteles extrañamente semejantes a los que
frecuentaban en otros lugares el año anterior,
habitaciones con televisión para mirar el programa de CNN,
las series norteamericanas o la película pornográfica del momento, piscinas situadas junto a las playas y, en el caso de los más venturosos, algunos leones de Kenya fieles a la cita que les asigna por la tarde un hábil guía,
algunos flamencos rosados,
algunas ballenas argentinas,
algunos canastos o mostradores en los que los descendientes de los salvajes de antes venden sus baratijas a las puertas de sus reservas o hasta en el centro mismo de las ciudades donde,
empobrecidos,
se proletarizan.
habitaciones con televisión para mirar el programa de CNN,
las series norteamericanas o la película pornográfica del momento, piscinas situadas junto a las playas y, en el caso de los más venturosos, algunos leones de Kenya fieles a la cita que les asigna por la tarde un hábil guía,
algunos flamencos rosados,
algunas ballenas argentinas,
algunos canastos o mostradores en los que los descendientes de los salvajes de antes venden sus baratijas a las puertas de sus reservas o hasta en el centro mismo de las ciudades donde,
empobrecidos,
se proletarizan.
Pero, entendámonos bien: viajar, sí, hay que viajar,
habría que viajar, pero sobre todo no hacer turismo. Esas agencias que
cuadriculan la tierra, que la dividen en recorridos, estadías, en clubes
cuidadosamente preservados de toda proximidad social abusiva, que han
hecho de la naturaleza un "producto", así como otros quisieran hacer un
producto de la literatura y del arte, son las primeras responsables de
la ficcionalización del mundo, de su desrealización aparente; en
realidad, son las responsables de convertir a unos en espectadores y a
otros en espectáculo. El mundo existe todavía en su diversidad. Pero esa
diversidad poco tiene que ver con el calidoscopio ilusorio del turismo.
Vivimos en una época que pone la historia en escena,
que hace de ella un espectáculo y, en ese sentido, desrealiza la
realidad. Esa distancia para crear el espectáculo es notable en los
anuncios publicitarios de turismo, los cuales nos proponen "tours", una
serie de visiones "instantáneas" que nunca tendrán más realidad que
cuando, al regresar del viaje, las "volvemos a ver" a través de las
diapositivas.
Un antropólogo en Disneylandia.
La gente va a Disneylandia para poder decir que ha estado allí y para dar la prueba de ello. Se trata de una visita al futuro que cobra todo su sentido después, cuando se muestran a los parientes y a los amigos, acompañadas de comentarios pertinentes, las fotografías que el pequeño ha tomado de su padre mientras éste filmaba y luego la película del padre a manera de verificación.
En Disneylandia, es el espectáculo mismo lo que se
ofrece como espectáculo: la escenografía reproduce lo que ya era
decoración y ficción, a saber, la casa de Pinocho o la nave espacial de
La guerra de las galaxias. No sólo entramos en la pantalla, sino que,
detrás de la pantalla sólo encontramos otra pantalla. Así la visita a
Disneylandia viene a ser turismo elevado al cuadrado, la quinta esencia
del turismo: lo que acabamos de visitar no existe. Allí tenemos la
experiencia de una libertad pura, sin objeto, sin razón, sin nada que
esté en juego. Disneylandia es el mundo de hoy, ese mundo con lo que
tiene de peor y de mejor: la experiencia del vacío y la experiencia de la
libertad.
Un antropólogo en Center Parc.
El placer real que experimentan centenares
de veraneantes felices en Central Parc se debe a la conciencia que ellos
tienen de estar jugando. Pero no se trataba de jugar en el sentido
directo del término. Se trata de jugar a "hacer como si", de jugar en el
sentido en que los niños juegan al doctor, al papá y a la mamá, al
policía y al ladrón. Visiblemente juegan cuando fingen tomar por un
verdadero lago la pequeña extensión de agua barrosa sobre la que se
deslizaban algunos botes de pedal; también visiblemente juegan cuando se
desplazan en familia y en bicicleta para detenerse en cada cruce de las
sendas y consultar el mapa, o bien hacen resonar alegremente la
campanilla de sus bicicletas para llamar la atención del peatón que ya
los había visto llegar hacía un rato.
A todo esto, el orden reinaba en Center Parcs. Aparentemente no había allí ningún policía (ni siquiera disfrazado, como en Disneylandia). También aquí tenía uno la sensación de un juego. El estado de los senderos era inmaculado; amos disciplinados llevaban todos los días a sus perros atados con una correa a los lugares que tenían éstos reservados para hacer sus necesidades; los automóviles, tanto a la entrada como a la salida, se deslizaban lentamente; las bicicletas conservaban la mano derecha. Padres irreprochables enseñaban a sus hijos el arte de respetar a los demás y al ambiente. Aquello era casi demasiado hermoso para ser cierto. Pero,¿era realmente cierto? ¿no prefiguraba Central Parcs lo que pronto sería para una buena parte de la humanidad la única realidad posible que pudiera vivirse? Hubo un tiempo en el que lo real se distinguía claramente de la ficción, un tiempo en el que se podía infundir miedo contando historias aun sabiendo que uno las inventaba, un tiempo en el que iba uno a lugares especiales y bien delimitados (parques de atracciones, ferias, teatros, cinematógrafos) en los que la ficción copiaba la realidad. En nuestros días se está produciendo lo inverso: lo real copia a la ficción. El menor monumento de la más pequeña aldea se ilumina para parecer una escenografía.
Espectacular!!
Esta manera de poner como espectáculo lo real, se extiende por todo el mundo. Muchos factores concurren a
producir este resultado. Evidentemente el turismo es el primero de
ellos. También hay que considerar la función creciente de las imágenes
(en Center Parcs están disponibles nueve canales de televisión). Pero
otro factor es también la ecología (cada vez nos habituamos más a
bañarnos en piscinas instaladas junto a las playas y desde ellas podemos
mirar, sin tocarlo, el mar, a lo largo de golfos contaminados). Otro
factor es también la demografía y la lucha de clases: hoy existen
residencias que son como castillos y plazas fuertes con puentes
levadizos electrónicos, existen villas privadas, villas para ancianos
donde éstos pueden hacer como si fueran jóvenes y existen fortalezas
para ricos en las que éstos pueden hacer como si estuvieran solos.
Los
arquitectos de Disneylandia fueron designados para remodelar el centro
de Nueva York, Times Square, revitalizar la Quinta Avenida y animar Central Park.
Después de la expulsión
de un gran número de habitantes de modestos recursos, se ha previsto la
construcción de un gran hotel atravesado por una brecha; por ésta habrá
de pasar un "rayo galáctico"; se ha considerado también la construcción
de un centro comercial provisto de pantallas gigantes: lo que la ciudad
real va a imitar hoy es la ciudad de Superman y de los dibujos
animados. Así se cierra el círculo que, desde un estado en que las
ficciones se nutrían de la transformación imaginaria de la realidad, nos
hace pasar a un estado en el que la realidad se esfuerza por reproducir
la ficción. Tal vez, a su término, este movimiento pueda llegar a matar
la imaginación, a agostar lo imaginario y traducir de esta manera algo
de las nuevas parálisis de la vida en la sociedad. Dentro del espacio
urbano y del espacio social en general, la distinción entre lo real y la
ficción se hace imprecisa.
La ciudad del futuro.
Me encontraba en este punto de mis recelosos pensamientos, cuando
me di cuenta de que caminando al azar acababa de salir de aquellos
dominios.
Una niña de unos doce años con el rostro animado y atento no dejaba de contemplar el paisaje y de pronto exclamó con una alegría comunicativa que nos hizo sonreír a todos:
Una niña de unos doce años con el rostro animado y atento no dejaba de contemplar el paisaje y de pronto exclamó con una alegría comunicativa que nos hizo sonreír a todos:
-"¡Papá, papá! ¡Esto huele a
campo!"
Yo la habría besado. La muchacha no lo sabía, pero en ella
acababa de encontrar a la primera representante de la resistencia.
No hablo de las poluciones o
contaminaciones atmosféricas. Más precisamente quiero hablar de una
triple sustitución: sustitución de los lugares de habitación por lugares
de trabajo, sustitución de los espacios de paseo por vías de
circulación y sustitución de los lugares de vida por un decorado (o si
se quiere: sustitución de la vida real por la ciudad virtual).
Hace cuatro años tuve ocasión de frecuentar a un grupo de indígenas que vivían en la frontera de Colombia y Venezuela. Poco importa aquí su nombre. Lo interesante del caso está en que esos indios, desprovistos de todo, volvían a encontrar cada noche en sueños a sus dioses y a sus antepasados. Los veían vivir en una ciudad inmensa, luminosa; al encontrarlos en el sueño, los indios podían también ellos dejarse conducir en automóviles automáticos y silenciosos, dejarse llevar por aviones que aterrizaban en el centro de la ciudad. Conversaban con sus parientes difuntos y al despertarse se regocijaban al pensar en que pronto ellos volverían definitivamente a unirse a esos difuntos.
Pero aquellos indios sabían también que estaban a punto de
desaparecer de la tierra y que su ciudad de ensueño era una ciudad de
muertos.
Quizás los volvamos a encontrar algún día."
El documental completo, aquí:
La película "Cannibal Tour" sigue a un grupo de ecoturistas europeos y estadounidenses mientras viajan de pueblo en pueblo a lo largo del río Sepik en Papúa Nueva Guinea, quienes pagan para ver antiguas ceremonias sagradas y toman fotografías de cada aspecto de la vida "primitiva". Los turistas sin querer revelan el etnocentrismo dominante en las cámaras de Dennis O'Rourke.
-¿Por qué no podemos regatear en las tiendas cuando compramos y en cambio ellos regatean constantemente?, pregunta un nativo.El documental completo, aquí:
5 comentarios:
http://www.rebelion.org/noticia.php?id=26032
http://www.rebelion.org/noticia.php?id=84362
En estos vínculos Santiago Alba Rico también habla de esto.
Muy interesante:-)
Buscando cuestiones sobre Mali y la destrucción de su patrimonio cultural he caído en tu blog que me parece muy interesante.
Me permito ligarte al mío y te visitaré a menudo para conocer más de este pañuelo que es nuestro mundo.
Un saludo
Interesante, como siempre. Desde luego el turismo no favorece para nada la conservación de la naturaleza, de las especies, de las costumbres, más bien es una forma de desarraigo.
Gracias por hacernos ver.
Me parecio muy interesante tu blog! Hace horas que estoy leyendo articulos jaja
Te quiero comentar que hace poco me decidi por estudiar antropologia, despues de hacer equivocadamente un año en otra carrera. Ahora creo que es momento de hacer lo que siempre quise! Y bueno, este blog me dio el ultimo empujoncito :)
Un saludo
Hola! Estoy estudiando Turismo y estoy en mi segundo año. Siempre en mi carrera nos han hablado del turismo como algo bonito, que te llena de satisfacción..sin hacernos ver su lado negativo. Ahora que estoy con el temario de Sociología, he entrado en contacto con los impactos medioambientales, socioculturales etc..y he acabado en este blog. Se me ponen los pelos de punta al leer y al ver a los turistas pagar para hacer una foto a la población local, y estos aceptar y ser tan amables con ellos solo para poder sobrevivir y comprarse algo que les guste. Ahora estoy viendo todo eso de una forma diferente y que me hace pensar.. A pesar de todos los aspectos positivos del turismo, hay muchas cosas que no me gustan y que no comparto. Gracias por enseñarnos lo que pasa en la realidad, eso puede hacer cambiar de opinión y abrir los ojos a mucha gente.
Un saludo,
Federica
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