"Quizás los saldu no estén bien
enseñados por sus Ancianos. Quizás hayan olvidado las enseñanzas
en su largo viaje por los desiertos" Ishi, el último yahi.
"Lo que la gente de la ciudad
no entiende es que las raíces de todos los seres vivos están
entrelazadas. Cuando un árbol majestuoso es derribado, cae una
estrella del cielo."
Chan´Kin Viejo, líder lacandón.
Son numerosos los mitos de todo el
planeta que cuentan cómo, al principio del mundo, el Cielo y la
Tierra se comunicaban entre sí a través de los árboles. Eran un
nexo entre dioses y hombres, entre una vieja y una nueva era, una
antigua y una nueva conciencia... Los árboles templo son conocidos
en todas las tradiciones: Los santuarios del árbol del sintoísmo
japonés, los árboles juraderos, de concejo o de junta de Europa
Occidental, el árbol de la palabra africano, los árboles centrales
o tótems americanos... el árbol como parlamento y lugar de reunión.
Desde este punto de vista, todos
los humanos compartimos una cultura, cualquiera que sea nuestro
origen, raza o sistema de creencias, el árbol parece haber sido un
punto de acuerdo y encuentro natural.
"En la tribu naga, que habitaba en
las selvas entre Birmania y la India, los árboles fueron testigos de
un solemne trato entre los Dioses y los hombres, por el cual éstos
se comprometían a preservar la armonía. Sin Embargo, un mal
espíritu comenzó a murmurar y a extender el rumor de que los
árboles crecían demasiado y que había que talarlos para que no
robaran la luz.Cuado los hombres derribaron los árboles, terminó el
tiempo de la armonía y sobrevino la desgracia."
Quizá en estos cuentos se
encuentra el secreto de las raíces del futuro en un mundo en el que
es preciso tomar conciencia de la importancia de los árboles y el
bosque.
"Hachakyum fue el primer dios lacandón que
bajó a la Tierra al principio del mundo. Lo primero que hizo fue el
Cielo junto con las estrellas. La Tierra estaba obscura. Hizo las
estrellas con arena y las sembró diciendo:
-"Las raíces de las
estrellas que he sembrado son raíces del árbol. Todas las raíces
de las estrellas son las raíces de los árboles. Los árboles están
sembrados junto con ellas. Al caerse un árbol, en el Cielo se caerá
una estrella."
Y cuando terminó de hacer las estrellas, había
claridad en la oscuridad."
"Yo soy la base de todo, sin mí el cielo se
desmoronaría, porque no tendría ningún apoyo. Yo creé todas las
cosas vivientes, las alimento y las mantengo. Soy la dueña de todo.
Todo se origina en mí, y todo regresa a mí. Mi poder no conoce
límites".
El rey Sol, Oba Olorun no
respondió, pero hizo una señal al cielo para que se mostrara severo
y amenazante.
"Aprende tu lección", dijo el cielo mientras
se alejaba. "Tu castigo será tan grande como tu arrogante
orgullo".
Iroko, la ceiba, preocupada,
comenzó a meditar en medio del gran silencio que siguió al
alejamiento del cielo. Iroko tenía sus raíces hundidas en las
entrañas de la tierra, mientras que sus ramas se extendían en lo
profundo del cielo. Iroko comprendió que había desaparecido la
armonía y que el mundo conocería la desgracia. Porque, hasta ese
momento, el cielo había velado sobre la tierra para que el calor y
el frío tuvieran efectos benévolos sobre las criaturas del mundo.
La vida era feliz y la muerte venía sin dolor. Todo pertenecía a
todos y nadie tenía que gobernar, conquistar, ni reclamar
posiciones. Pero la enemistad del cielo lo cambió todo. No llovía y
un sol implacable lo calcinaba todo. Llegó el tiempo de los
sufrimientos y la fealdad apareció sobre la tierra.
Una noche, la angustia y el miedo
hicieron su aparición. Luego llegaron todas las desgracias: toda la
vegetación desapareció y sólo Iroko permaneció verde y saludable
porque, desde tiempo inmemorial, había reverenciado al cielo. Iroko
les daba instrucciones a aquéllos que podían penetrar al secreto
que estaba en sus raíces. Entonces éstos reconocieron la magnitud
de la ofensa y se humillaron y purificaron a los pies de la ceiba
haciendo ruegos y sacrificios al cielo.
Muchos mensajeros fueron enviados a
lo alto, pero ninguno pudo llegar a él. Sólo Ará-Kolé, el gran
buitre americano, consiguió trasmitir las súplicas de los hombres a
lo alto. El cielo se conmovió y grandes lluvias descendieron sobre
la tierra. Lo que quedaba vivo en ella se salvó gracias al refugio
que les ofreció Iroko. Luego volvió a reverdecer, aunque nunca
regresaron los días felices del principio del mundo. El cielo ya no
era enemigo, pero permaneció indiferente. Iroko salvó a la tierra
y, si la vida no es más feliz, la culpa hay que echársela al
orgullo.
EL CEDRO Y EL HIERRO.
Entonces dijo Dios:
–Detesto la arrogancia y el
orgullo, nadie más que yo debe ser exaltado.
Ya sabéis, al dios de los hebreos
nunca le gustó que nadie le hiciera sombra y el mismo día creó el
hierro, que habría de servir para derribar los árboles.
Los árboles lloraron amargamente y
dijeron a su creador:
–Creímos que seríamos los seres
más altos de la tierra y ahora, el hierro, nuestro destructor, ha
sido llamado a la existencia.
A lo que Dios contestó:
–Proporcionaréis vosotros mismos
el mango del hacha: sin vuestra ayuda, el hierro no será capaz de
haceros daño.
Aún los árboles no sospechaban
que faltaba muy poco para que fueran llamados a la existencia otros
enemigos implacables: los animales y el hombre.
Esta historia, seguramente muy
antigua, la resume un proverbio hindú según el cual “el hacha
pidió madera al bosque para su mango y el bosque se la dio”.
LOS PALITOS DEL CASTAÑO DE INDIAS.
Jupka
se sentó a los pies del Waganupa, donde cortó palitos rectos de
castaño de Indias. Colocó un
palito en el suelo, en dirección este-oeste; le echó un
poco de humo de su pipa de piedra; y dijo al palito:
-‘¡Tú
eres un Yahi! Tú eres un hombre, hisi, el primer hombre del
Pueblo".
Luego Jupka colocó un palito
corto en el suelo, le echó un poco de humo y
dijo como antes:
-‘¡Tú eres un Yahi! Tú eres una mirimi, una
mujer, la primera Yahi del Pueblo’
Jupka cortó más y más
palitos de castaño de Indias. No levantó la vista de su trabajo
hasta que el Sol estuvo bajo en el Oeste. Para entonces, había
personas en el cañón y en las praderas y en las colinas y a lo largo de
las corrientes de agua.
Esta historia la cuenta Ishi, el último indio Yahi. Y entre otras cosas, también dijo:
“Los Dioses de los Saldu (hombres blancos) están más allá de la comprensión de un Yahi. Dieron a su Pueblo ruedas, fuego-rápido y
hierro y acero, fuertes para hacer herramientas; les dieron muchas,
muchas cosas buenas... Pero, a mí me parece, no se preocuparon
demasiado de que su Pueblo fuera sabio. Al parecer no establecieron
un Camino —un Camino claro— para que lo siguieran los Saldu."
LA HIGUERA DE BUDA.
El árbol Bodhi fue la ficus religiosa.
Según los textos budistas, Sakhiamuni Gautamá se sentó debajo de
este árbol durante semanas. Como empezó una terrible tormenta, de
debajo de las raíces del árbol surgió Muchilinda, el rey de los
nagas (serpientes), se enroscó alrededor de Gautamá y lo cubrió
con su caperuza. Gautamá finalmente alcanzó la iluminación
espiritual y se convirtió en Buda (el iluminado) y originó el
budismo.
"Cruzó el río y, por fin, encontró una enorme higuera. Se sentó a
la sombra del follaje, cruzo las piernas y adopto la posición del loto.
Prometió: “Permaneceré en esta posición hasta que haya logrado la verdadera iluminación, aunque el calor marchite mi cuerpo mientras lo intento.” Y cerró suavemente los ojos, devorando lentamente el recuerdo del mundo exterior e interiorizándolo, penetrando en la última etapa de su viaje de búsqueda.
Prometió: “Permaneceré en esta posición hasta que haya logrado la verdadera iluminación, aunque el calor marchite mi cuerpo mientras lo intento.” Y cerró suavemente los ojos, devorando lentamente el recuerdo del mundo exterior e interiorizándolo, penetrando en la última etapa de su viaje de búsqueda.
Entonces, se disiparon todos los temores y las dudas que había existido
en las profundidades de su ser, como un pesado lastre, desde el
nacimiento. Finalmente, había llegado a las hondas e inconmovibles
raíces de su propia existencia."
Buda, lleno de gratitud hacia el
árbol, después de la iluminación, se quedó ante el árbol con
los ojos abiertos sin parpadear durante una semana entera.
EL EUCALIPTO DE PURUKUPALI.
Cuenta una leyenda australiana que, en la remota Era del Sueño, la tribu que habitaba en la isla de
Melville, en el norte, perdió su jefe, Purukupali. Después de su
entierro, se organizó un gran desafío: el que fuera capaz de
arrojar más lejos su lanza sería el nuevo jefe. Aquel día, todas
las lanzas que se hincaron en el suelo enraizaron convirtiéndose en
los primeros eucaliptos. Las de Pipinyawari, que volaron más lejos
que las demás, fueron los eucaliptos mayores. Pero Pipinyawari había
hecho tal esfuerzo que las vértebras salieron de su espalda.
Entonces, incapaz de asumir su papel de nuevo jefe, se tiró al agua
y se convirtió en un queenfish, pez que se caracteriza por sus
grandes aletas dorsales.
EL FRESNO YGGDRASSIL.
"Yo sé que existe un freno llamado Yggdrassi, la copa del árbol está bañada por blancos vapores de agua, de gotas de rocío que caen al valle. Se alza eternamente verde sobre la fuente de Urd. Es el gigante Dios de la fecundidad."
EL BAOBAB, EL ÁRBOL DEL REVÉS.
Son muchos los mitos que explican el
aspecto achaparrado del baobab, el árbol de la vida en la tradición
africana, del que se dice que sus ramas son raíces que arraigan en
el Cielo, ya que durante nueve meses al año permanece desnudo.
Según
la historia masai, el baobab fue el primer árbol creado y como
estaba solo y se aburría, empezó a caminar sobre la tierra, por lo
que Dios lo castigó volviéndolo a plantar boca abajo. Otro señala
que en los primeros días del mundo los dioses repartieron semillas
entre todos los animales para que las plantaran; las del baobab se la
dieron a la hiena, ésta un poco torpe, y enojada por haberlas
recibido en último lugar, decidió plantarlas al revés. Hay otra leyenda, en Kenya, cerca
de Kilimanjaro: Cuando Dios hizo el mundo puso al baobab muy cerca
del agua, de modo que se veía continuamente en el reflejo y veía a
los otros árboles y todos ellos le parecían más hermosos, ya que
sus flores son más pequeñas y menos vistosas y su corteza arrugada
parecía la de la piel de un elefante, arrugada... El baobab empezó
a quejarse. Entonces Dios, cansado, arrancó el árbol y lo volvió a
plantar al revés. Desde entonces, el baobab ya no puede verse, ha
dejado de quejarse y todo está de nuevo en orden.
EL MELOCOTONERO CHINO.
Una leyenda afirma que la Reina Madre
del Oeste, una de las deidades más poderosas desde la dinastía Han,
tenía un jardín donde los melocotones de la inmortalidad
fructificaban una vez cada 3.000 años, y el que comiera de los
mismos alcanzaría la inmortalidad. Entonces la reina organiza un
maravilloso banquete, el Panto Hui, o "El festival de los
melocotones", al que invita a los dioses y a los ocho inmortales
venerados por el taoísmo, que se alimentan tan sólo de los frutos y
las flores de este árbol. Por eso, el melocotón en China es símbolo
de longevidad.
EL SICOMORO DE LOS SARCÓFAGOS.
Entre los antiguos egipcios se veneraba
el sicomoro, la higuera africana. Se pensaba que estos árboles eran
enacarnación de la diosa del cielo Hathor. Los campesinos les
dejaban ofrendas de alimentos y jarras de agua para que los fieles y
viajeros pudieran beber y regar el árbol. Es al sicomoro al que
encuentran las almas difuntas en el Más Allá, que adoptan la forma
de un pájaro y se posa en sus ramas, en el que Hathos les recibe y les
ofrece los higos y el agua de la vida eterna. Por eso, este árbol
facilitaba el tránsito y se usaba también para hacer
sarcófagos. Además, son dos sicomoros gigantes los guardianes de la
entrada del dios Ra que sale todas las mañanas.
EL BANIANO DE QAT.
El baniano de Melanesia es como una catedral. Los creyentes se
congregan en su sombra con la seguridad de que allí se haya su dios
o un espíritu divinizado, y que entonces ellos lo oirán, o lo verán,
o lo soñarán. Para ello, se utiliza un culto con comunión
incluida, bebiendo una nuez de coco llena de kava, un jugo
narcótico con la que los nativos se comunican con el poder. Y es que
este árbol también es nexo de unión entre el Cielo y la Tierra.
Cuenta la leyenda que el dios Qat, el dios civilizador que organiza la vida y la muerte, robó a una mujer sus alas mientras se bañaba, para casarse con ella. Lo malo
era que esta mujer, todo lo que tocaba, lo maduraba: los ñames, los
bananos... La madre de Qat le regañó, y ella lloró hasta que sus
lágrimas hicieron un gran agujero en la tierra, donde encontró sus
alas escondidas. Se las puso para escapar, pero Qat trepó por un
banano para raptarla y, cuando ya estaban bajando por el tronco,
alguien abajo cortó la raíz de aquel banano, por lo que Qat murió
estrellado y la mujer alada pudo escapar de nuevo.
LOS HOMBRES DE LA TIERRA MEDIA.
El dios Odín
(llamado padre de todas las cosas) y sus hermanos Vili y Vé,
dieron muerte al gigante Ymir.
El cuerpo de Ymir fue arrojado al
Abismo, y de su carne se creó la Tierra. Su sangre formó los Ríos
y los Mares, y de sus huesos y dientes nacieron las Montañas. Su
cráneo fue colocado sobre la Tierra y formó el Cielo, eternamente
sujeto por cuatro enanos: Norte, Sur, Este y Oeste.
Un día, paseando los dioses por la
playa nacida del mar, encontraron dos troncos de árbol: un fresno y
un olmo. De ellos tallaron al primer hombre y a la primera mujer.
Odín les concedió la vida y el alma; Vili, la capacidad de pensar y
de sentir; y Ve les concedió figura, habla, oído y vista. Fueron
llamados Fresno el hombre, y Olmo la mujer.
Fresno y Olmo tuvieron hijos y crearon
así la raza humana, a la que le fue concedido el derecho de habitar
el territorio de Midgard, también llamado la Tierra Media.
"Jamás es una palabra demasiado
larga hasta para mi. Mientras perduren vuestros reinos, querrás
decir; y mucho tendrán que perdurar por cierto para que les parezcan
largos a los Ents" Árbol Ent. J.R.R. Tolkien, "El señor de los
anillos"
Fuentes:
El gran árbol de la humanidad. Ignacio Abella
La magia de los árboles. Ignacio Abella.
Cada
año, los suaves ríos de Meghalaya cambian a ser torrentes, casi
imposibles de cruzar. Para cruzarlos, se valen de puentes construídos
con las raíces de la higuera. Para que se mantengan, tienen que
revisarlas generación tras generación. Ojalá nunca pierdan sus raíces. http://youtu.be/KLDZHhHnJS4
La magia de los árboles. Ignacio Abella.
http://www.docstoc.com/docs/39980430/Cuentos-del-Pacifico
1 comentario:
Muy interesante artículo y excelente compendio de tradiciones culturales realcionadas con arboles. Te felicito
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