"Si reconocemos que cada talento humano nos resulta necesario y que no podemos permitimos el lujo de desperdiciar ningún
don a causa de barreras artificiales de sexo o raza o clase o nacionalidad, una de las cosas que debemos saber es si las supuestas diferencias entre los sexos son una mera elaboración establecida sobre una disparidad natural intrascendente con la que podemos enfrentarnos fácilmente en un mundo fértil en invenciones".
Margaret Mead.Male and female.
A study on the sexes in a changing world.
Margaret Mead.Male and female.
A study on the sexes in a changing world.
"Los sistemas sexo/genero y raza/etnicidad son nociones peculiarmente vinculadas al debate naturaleza/cultura.
Tanto el sexo como la raza son conceptos que hunden sus raíces en la biología y, por tanto, en la «naturaleza».
Ambos conceptos pretendían una biologización de las diferencias sociales presentándolas como inmutables y estableciendo la imposibilidad de cambio por razones «naturales».
En el siglo XIX, consolidada la sociedad de clases, aparece la ilusión de la igualdad de oportunidades y el espejismo de que cada persona es dueña de su destino. Pero si todas y todos somos «iguales», ¿Cómo mantener las desigualdades y el orden establecido? Verena Stolcke sugiere que la naturalización de las desigualdades sociales se revela necesaria para mantener el orden social imperante:
«Es esta amenaza de contestación del orden establecido lo que provoca a su vez que las desigualdades sociales sean "naturalizadas"» (Stolcke, 1992: 103).
De esta manera, se justifican las desigualdades económico-sociales en función de la construcción de maquiavélicos razonamientos como creer que los individuos discriminados no aprovechan las oportunidades que la sociedad les ofrece debido a su inferioridad, a deficiencias personales innatas, hereditarias, etc. Como señala Stolcke:
«Es decir, el culpable es el propio individuo o colectivo, o mejor dicho aún, su dotación biológica, su falta intrínseca de "talento" o de civilización más que el orden socio-económico existente» (Stolcke, 1992: 103).
En el siglo XX, el holocausto judío ocasionó un aborrecimiento generalizado de las teorias racistas nazis y aceleró la aparición de nuevas categorias de análisis que repudiaban la biología como explicación de las diferencias. Precisamente el término «etnicidad», que pone el acento en la dimensión cultural de las diferencias, fue utilizado por primera vez en 1953 (Stolcke, 1992: 94).
En la actualidad, la mayor parte de las investigaciones coinciden en afirmar que no existen «razas» en términos exclusivamente biológicos y que, por tanto, la desigualdad y la exclusión social atribuidas a diferencias raciales son construcciones culturales. Hay incluso antropólogos que aspiran a eclipsar del léxico la palabra «raza», apoyándose en la genética y la sociobiologia. Sin embargo, aunque en la gestación del concepto de género probablemente tuvieron un fuerte impacto las nuevas teorías que pretendían acabar con el determinismo biológico como justificación de la inferioridad, el nuevo contenido de la palabra «género», ligado al ámbito de lo «social», no aparece basta los años 80, aunque anteriormente existan trabajos en los que se diferencia el sexo social del sexo biológico.
Una diferencia importante es que la raza se subdivide en varias categorias, permitiendo una mayor variabilidad, mientras que el sexo se presenta como dual, lo que quiza dificulta aún más su deconstrucción. Actualmente, en la mayoría de las corrientes antropológicas, la raza, cuando menos, se debate, si no se niega, mientras que el sexo (y el dimorfismo sexual) apenas se discute como entidad estrictamente biológica y practicamente no se niega; desde luego, no existe ninguna intención de suprimirlo del vocabulario (si exceptuamos la recientísima y minoritaria corriente de antropología queer).
Esta persistencia nos lleva a preguntamos: ¿Son más necesarias las diferencias de género en las sociedades de clases para el mantenimiento del orden social y, por ello, más difíciles de deconstruir?
Probablemente, la deconstrucción del sexo sea mucho mas perturbadora que la deconstrucción de la raza."
Aurelia Martín Casares,
Antropología del género. Culturas, mitos y estereotipos sexuales.
¿Es el sexo para el género lo que la raza para la etnicidad... y la naturaleza para la sociedad?Verena Stolcke
¿Es el sexo para el género lo que la raza para la etnicidad... y la naturaleza para la sociedad?Verena Stolcke
2 comentarios:
A la profesora Aurelia Martín Casares la tuve de profesora en la asignatura de género en Granada, si te digo la verdad, otros profesores me han dejado más huella que ella.
Saludos
De hecho, la etnicidad, enhorabuena, parece imponerse con vigor, en detrimento de la raza. Es que la etnicidad involucra realidad cultural, historica. Las luchas de los pueblos originarios son tan identitarias cuanto las son en los pueblos de Europa frente a la invasion musulmana, siendo las opciones politicas posiblemente diferentes e, incluso, opuestas, ya que lo importante es que la ideologia se ponga a servicio de la integridad etnica. Ahora, el debate sobre el genero llega para agudizar esa problematica etnica, ya que implica que dentro de la lucha por la defensa de la etnicidad se incluya cambios significativos en provecho de la igualdad de genero.
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