jueves, 31 de octubre de 2013

Reencarnaciones, zombies, ritos, tabús y la sociedad letal.

"Paradojas de la mitología moderna: para el hombre primitivo, dice la leyenda, el tiempo no tiene sentido; para el hombre civilizado, en cambio, es la muerte la que no tiene sentido. Todo en cuanto no es moderno —lo antiguo, lo salvaje, lo bárbaro— le da algún sentido a la muerte." Roger Bartra, antropólogo.
 "En nuestra sociedad, tan amiga de la fotografía, la última escena del álbum familiar, el entierro, siempre falta." Nigel Barley, antropólogo.


PARA QUE EL MUERTO NO VUELVA...


La mayoría de los ritos y ceremonias funerarios tienen un origen común: el horror ante la eventualidad de que el espíritu del fallecido pudiera regresar para perturbar la paz de los vivos.

Y como al ser humano la imaginación no le falta, las triquiñuelas son variadas y, las más de las veces, muy curiosas.

Antiguamente, en los pueblos noreuropeos, se ataba el cuerpo después de decapitarlo y de amputarle los pies. Para que si volvía, no pudiese correr.


En los pueblos mediterráneos antiguos enterraban a los seres queridos lejos del poblado. En algunas comunidades, se sacaba el cadáver por la parte trasera de la casa, o se abría un boquete en la pared que después era tapado. Al volver, para asegurarse, daban varias vueltas por los alrededores, para desorientar al muerto.
En la antigua Roma, cuando llegaban al cementerio ya había anochecido del
todo. Asociaban el fuego con la muerte, por lo que al llevar al muerte al lugar del entierro, llevaban antorchas. De hecho, la palabra "funeral" viene de la voz latina "funus", que significa "tea encendida".
Los habitantes de la aldea de Trunyan, en la isla de Bali, suelen dejar los cadáveres de sus seres queridos en unas jaulas de bambú, para que la putrefacción haga su laborioso cometido.
Para los tibetanos budistas, no hay ninguna necesidad de preservar el cuerpo, ya que navegará por la senda de los cielos como un “barco vacío”. Por eso, en algunas aldeas, siguen la práctica que se conoce como Jhator, que en tibetano significa “dar limosna a los pájaros”. La generosidad y la compasión para todos los seres son importantes virtudes en el budismo, así que desmenuzan el cadaver en trozos pequeños para posteriormente ofrecérselo a las aves. 


En nuestra sociedad, simplemente tomamos la precaución de encerrarlos en una caja de madera, y colocamos una tapa, cuanto más clavos mejor, en el ataúd. Los bos de China, por si acaso, colgaban sus ataúdes en precipicios. Nosotros en cambio, la cubrimos con una pesadísima losa, la lápida. Con el luto, evitamos que el alma del muerto penetre en el cuerpo de los vivos, en un intento de borrar la propia imagen para despistar al alma en pena. En otros pueblos, el luto se expresa mediante el color blanco, para disfrazarse de espíritus no vivos, desorientando así a los posibles intrusos del mundo del más allá.
El tabú de la muerte es bien conocido en nuestra sociedad. En nuestra cultura estamos acostumbrados a todo tipo de eufemismos para referirnos a la muerte: por ejemplo, preferimos decir ‘cuerpo’ para no hablar de ‘cadáver’. Pero no es el único. El antropólogo británico James Frazer, en su libro La rama dorada, cita muchas de las culturas en las que existen tabúes relacionados con la manera de expresar la muerte, e incluso de nombrar a los muertos. Así, pueblos tan alejados como los guajiros colombianos, los mongoles o los tuaregs del Sahara evitan pronunciar el nombre de las personas fallecidas para impedir que la muerte regrese a por más víctimas.
Es singular el caso de los aborígenes australianos quienes, como muchas tribus indias, ponen a sus hijos nombres de objetos y animales. Así, con el muerto, cuyo nombre no se puede volver a pronunciar, desaparecen palabras de uso común -águila, fuego, árbol, nube- para las que inmediatamente hay que encontrar una nueva denominación, de manera que el idioma cambia constantemente y de forma caprichosa en cada pueblo, tribu, barrio o familia.
Entre los indios navajos se considera una grave descortesía interesarse por la salud de los otros, porque piensan que el mero hecho de mencionarla puede acabar con ella. Así que mejor no preguntárles qué tal están o cómo se encuentran.

SONRISAS Y LÁGRIMAS FÚNEBRES.

Quizás más complicado que desorientar al alma en pena para que no nos de un susto, es que las almas de los vivos tampoco nos las den. Afrontar la muerte es un acto difícil que ha dado frutos a muchas prácticas singulares en todo el mundo. 

La muerte en occidente se enfrenta, generalmente, con caras lánguidas, voces apesadumbradas y pausadas, comentarios comedidos, y quizás alguna que otra sonrisa de comprensión. 


"Nosotros bailamos y hablamos para confortar a los familiares. Si los demás estuviéramos sentados, tristes y abatidos, entonces el dolor de los familiares rebasaría con mucho al nuestro. Si nosotros nos limitásemos a estar afligidos, ¿a qué cotas de dolor llegarían ellos? Por tanto, nos sentamos a hablar, a reír, y a bailar hasta que los familiares también se ríen." 
A los Nyakyusa de Malawi, la sobriedad de un funeral occidental los llena de asombro.
  
Tienen compañeros de bromas funerarios a los que se les asigna la tarea de insultar y exasperar constantemente a los muertos y deudos, los cuales no pueden mostrarse ofendidos. El lanzamiento de excrementos e insultos, los intentos de copular con el muerto, la glotonería y la ebriedad... emplean la anomalía, lo repugnante, el insulto, y la ambigüedad para definir la naturaleza de un acontecimiento peligroso y marginal, la propia muerte. De este modo, se mantiene la muerte y el dolor a la distancia social apropiada. En palabras de los loDagaa de Ghana: "Una persona con la cara larga no puede lamerse su propia herida"
No es un caso aislado. Los betsileo de Madagascar se han ganado la desaprobación de los misioneros por lo mucho que disfrutan celebrando los funerales: realizan combates entre hombres y toros, beben hasta quedar inconscientes y se cubren el rostro con las telas empleadas como mortajas para entregarse ciegamente a actos sexuales orgiásticos e incestuosos.
La etnia merina de Madagascar, los mismos betsileo y los bara, celebran un doble enterramiento. Cada 4-7 años, se celebra una exhumación o “famadihana” (literalmente “vuelta de los huesos”), siempre de carácter festivo que va acompañada de la ingesta de muy generosas cantidades de alcohol, música y bailes. Básicamente los celebrantes van en procesión cantando y bailando hasta la cripta donde están enterrados los cuerpos. Se les saca de allí, se les envuelve en un sudario nuevo y blanco y literalmente se les saca en procesión a hombros para que participen del festejo que puede durar varios días. Durante esta parte de la celebración, los vivos hablan con ellos directamente, es como un reencuentro con la persona cuya pérdida fue tan dolorosa unos años antes. Se les cuenta cuáles han sido las novedades en la familia y los cotilleos vecinales, se baila con ellos y se celebra que formalmente pasan a formar parte de los razana familiares. Los fragmentos de los sudarios son muy apreciados por los malgaches ya que se les supone unos potentes talismanes de la fertilidad. Las mujeres que quieren quedarse embarazadas toman trozos de sudario para colocarlos en sus almohadas. Acabada la celebración, se retornan los cuerpos a sus tumbas hasta el siguiente famadihana. Los participantes no deben mostrar tristeza en ningún momento del proceso.
  

REENCARNACIONES, VUDÚ Y CERTIFICADOS.

 
En pueblos como los dowayo la muerte es algo mucho menos preciso que entre nosotros. Cualquiera que se desmaya o cae en coma es descrito como "muerto", y abundan las historias de gente que ha resucitado después de que empezaran a envolver sus cuerpos.


La reencarnación es una creencia para nada excéntrica. “La irreversibilidad de la muerte biológica es un hecho científico moderno." advierte el filósofo y sociólogo Jean Baudrillard. "Es específico de nuestra cultura. Todas las otras afirman que la muerte comienza antes de la muerte, que la vida continúa después de la vida y que es imposible discriminar la vida de la muerte.”

A veces, no es necesario la eliminación total de la persona, sólo su alma, a través de lo que Levi Strauss llamó shock sociocultural, cuando "la integridad física no puede soportar la disolución del ser social". Es el ejemplo de la muerte vudú. El embrujado piensa firmemente que se muere sin remedio por estar sometido al conjuro, con su fé reforzada con las historias de horror que ha oído contar desde niño. Si a esto le añadimos el profundo rechazo social al que el embrujado está siendo sometido, los cuales evitan al condenado como si ya estuviese muerto (al igual que el ostracismo griego), el resultado es una muerte sin lesión, debida al miedo.
La sociedad secreta Bizango prefiere convertir a sus hechizados en zombies esclavizados. Conlleva la administración de la ortodoxina, el veneno del pez globo japonés, para simular la muerte de la víctima y condenarle a una vida de esclavitud.

Siempre ha asombrado el gran sentimiento de comunidad de los inuit que les hace repartirlo todo entre todos y a darlo todo por la supervivencia del pueblo, pero este hecho también tiene sus pegas. En el pasado, en épocas de penurias, los primeros en sacrificarse era la gente mayor, que simplemente, se suicidaba

En Occidente ninguna muerte se considera real sin un certificado que explique la "causa de defunción". La "muerte por envejecimiento" ha dejado de ser una causa aceptable para el certificado, tiene que añadirse una enfermedad concreta que nos haga ver que la muerte no tiene porqué ser algo inevitable. La falta de respiración o pulso, frialdad y rigos mortis, relajación de esfínteres, insensibilidad ante los estímulos eléctricos, pueden darse sin que se certifique la muerte. El único signo seguro y certero de la muerte es el comienzo de la putrefacción del cadáver.

Es una perspectiva nihilista ante la muerte. Edgar Morin, sociólogo y filósofo, explica que:
“El hombre oculta su muerte como oculta su sexo y sus excrementos. Se presenta bien vestido [...] Se diría un ángel. Se comporta como un ángel para expulsar a la bestia. Se avergüenza de su especie: le parece obscena”.




Baudrillard y Louis-Vincent Thomas, sociólogo y antropólogo, parecen estar de acuerdo en que el tabú de la muerte está relacionada con el control social. Baudrillard sugiere que el hecho de que la muerte sea ocultada, significa más bien que es omnipresente:

"Sabemos lo que significan esos lugares inencontrables: si la fábrica ya no existe es porque el trabajo está en todas partes [...], si el cementerio ya no existe es porque las ciudades modernas asumen por entero su función: son ciudades muertas y ciudades de muerte. Y si la gran metrópoli operacional es la forma lograda de toda una cultura, entonces, simplemente, la nuestra es una cultura de muerte."
Una sociedad letal: desde la industria bélica y la violencia por parte del Estado, hasta la cuota de cadáveres que consumimos en los medios todos los días. Por supuesto, si se trata del Primer mundo, se ocultan los muertos "por respeto" y se construye una tapadera de lo inevitable de la muerte a través de banderas, ostentaciones militares y tecnológicas, mensajes esperanzadores de los mandatarios...
Sin embargo, si la catástrofe sucede en un país tercermundista, todo apunta a una especie de pornografía de la muerte: primeros planos de cadáveres, imágenes de dolor, zoom de miradas desesperadas, etc. Pero a nosotros no nos pasan estas cosas. Al igual que en nuestra ciencia, hay una separación entre sujeto y objeto, entre la muerte objetiva lejana y ajena a nosotros, y nuestra vida reluciente y perfecta. Como la distancia que construímos entre los cuerpos decrépitos, envejecidos, discapacitados, y nuestros cuerpos de anuncio. Como cuando arrojamos flores a cierta distancia a la fosa.


La impermanencia es a lo único a lo que nos podemos aferrar, aseguran los budistas. "Se creen que experimentar tales estados ha de ser algo así como ser arrojado por la escotilla de una nave espacial para flotar eternamente en un vacío oscuro y helado. Nada podría estar más lejos de la verdad. Pero en un mundo dedicado a la distracción, el silencio y la quietud nos aterrorizan, y nos protegemos de ellos por medio del ruido y las ocupaciones frenéticas." asegura el maestro Sogyal Rimpoché.
Nosotros, y nuestra sociedad letal, al igual que nos comemos a los caníbales, preferimos matar al muerto.

 


Fuentes:
"Bailando sobre la tumba" Nigel Barley.
"Historia de las cosas" de Pancracio Celdán.
“Libro tibetano de la vida y la muerte” Sogyal Rimpoché
http://pepoladas.over-blog.es/article-rituales-de-enterramiento-38204996.html
http://tejiendoelmundo.wordpress.com/category/catacumbas-y-cementerios/
http://elbauldejosete.wordpress.com/asombrosas-culturas/
"El salvaje artificial" Roger Bartra.
http://jorgealbertoaguiar.blogspot.com.es/2007/01/el-estado-como-fetiche-el-fetichismo.html
http://jdeanicite.typepad.com/i_cite/2005/02/already_zombies.html
http://emc.eserver.org/1-4/hawkes.html
http://www.scribd.com/doc/74211707/Comaroff-and-Comaroff-Alien-Nation-Zombies-Immigrants-And-Millennial-Capitalism.
Nigel Barley, "Bailando sobre la tumba"
Edwin Ardener, "Witchcraft, Economics, and the Continuity of Belief" in Douglas (1970), 141-160, quotation from 154.
Wim van Binsbergen, "Witchcraft in modern Africa as virtualised boundary conditions of the kinship order."
Peter Geschiere, The Modernity of Witchcraft: Politics and the Occult in Postcolonial Africa trans.
A.R. Radcliffe-Brown, Prefacio a African Political Systems.
Philip Abrams, “Notes on the Difficulty of Studying the State.
http://digital.csic.es/bitstream/10261/8225/1/Jornades12_Marti%C3%8C%C2%81.pdf
http://www.psikeba.com.ar/articulos03/10-01/el-terror-en-michael-taussig-y-jean-baudrillard-del-estado-de-emergencia-al-no-evento.html  

“La construcción mediática de la muerte. Un estudio desde la filosofía, la antropología y la semiótica” Juan Carlos Herranz, Mónica Lafon. http://biblioteca.itam.mx/estudios/60-89/87/JuanCarlosHerranzLaconstruccion.pdf
http://www.socargcancer.org.ar/actividades_cientificas/2006_hombre_ante_la_muerte.pdf
E. Morin, El hombre y la muerte.
L.V. Thomas, La muerte.
L.V. Thomas, Antropología de la Muerte.

L. V. Thomas, El cadáver: de la biología a la antropología.
J. Baudrillard, El intercambio simbólico y la muerte.

domingo, 27 de octubre de 2013

Todo tipo de mentes: autismo, esquizofrenia, depresión, bipolar.

TEMPLE GRANDIN. AUTISMO.


Creo que comenzaré hablando un poco sobre lo que es exactamente el autismo. El autismo es un continuo muy grande que va desde algo muy severo, niños que no hablan, hasta científicos e ingenieros brillantes.

Y ahora quiero hablarles de distintas maneras de pensar. Yo pienso en imágenes. No pienso con palabras. Ahora, la quid de la mente autista es que se ocupa de los detalles.

Y la cosa es que el cerebro normal ignora los detalles. Bien, si uno está construyendo un puente, los detalles son importantes porque se caerá.

Así, ¿qué es pensar en imágenes? Como si digo "Piensen en un campanario de iglesia" mucha gente piensa en cierta forma muy generalizada. Yo veo sólo imágenes específicas que irrumpen en mi memoria, justo como Google con las imágenes.
 
La mente autista tiende a ser una mente especializada. Buena para una cosa, mala para otra cosa. 
El quid de la mente autista es que tiende a la fijación. Si a un niño le gustan las carreras de autos usemos autos de carrera en matemáticas. Imaginemos cuánto tarda una carrera de autos en ir a determinada distancia. En otras palabras, usar esa fijación para motivar a ese niño, esa es una de las cosa que tenemos que hacer.

Stephen Wiltshire dibujó de memoria una panorámica de Tokio, en un lienzo de 10 m, después de un corto paseo en helicóptero sobre la ciudad.
Y si los traen para realizar prácticas en sus compañías lo que deben saber del autismo, el tipo de mente Asperger, es que tienen que darles tareas específicas. No digan, "Diseña nuevo software". Tienen que decirles algo mucho más específico: "Bien, estamos diseñando software para un teléfono y tiene que hacer algo específico. Y sólo se puede usar tanta memoria". Ese es el tipo de especificidad que necesitan.

Es la mente que piensa en patrones. Estos son sus ingenieros sus programadores. Es específico. Así que, ven, mi pensamiento es de abajo hacia arriba. Tomo todas las pequeñas piezas y las junto como en un rompecabezas.
La cosa es que el mundo va a necesitar que todo tipo de mentes diferentes trabajen en conjunto. Tenemos que trabajar en el desarrollo de todos estos tipos de mentes. Y una de las cosas que me está volviendo realmente loca a medida que viajo y hago encuentros de autismo es que estoy viendo muchos pequeños cerebritos que no son muy sociables y nadie está trabajando en desarrollar su interés en algo como la ciencia.

"Sólo cuando las diferentes formas de la personalidad sean reconocidas serán posibles la justicia y los derechos humanos." Amanda Baggs, activista con autismo por la neurodiversidad: 
http://www.youtube.com/watch?v=JnylM1hI2jc
(traducción aquí:  http://tecnoculto.com/2008/04/15/amanda-baggs-in-my-language/)

ELYN SAKS. ESQUIZOFRENIA. 

 

De joven, estuve en un hospital psiquiátrico en tres ocasiones durante periodos prolongados. Los médicos me diagnosticaron esquizofrenia crónica, y me dieron un pronóstico "grave". Es decir que, en el mejor de los casos, se esperaba que viviera en una residencia y trabajara en puestos sin importancia. Afortunadamente, el caso fue que no desarrollé ese pronóstico. En cambio, soy catedrática titular en abogacía, psicología y psiquiatría, en la facultad de derecho de USC Gould. Tengo muchos amigos cercanos un esposo amado, Will.

Empecemos con la definición de esquizofrenia. La esquizofrenia es un trastorno cerebral. Su característica distintiva es la psicosis, o haber perdido el contacto con la realidad. Los delirios y las alucinaciones son el sello de este trastorno. Por ejemplo, cuando estoy psicótica, con frecuencia tengo la manía que he matado a cientos de miles de personas con mis pensamientos. En ocasiones, alucino, como esa vez que di vuelta y vi a un hombre levantando un cuchillo. Imaginen tener una pesadilla mientras están despiertos.

A menudo, el habla y el pensamiento se desordenan hasta el punto de perder coherencia. Al contrario de lo que muchos creen, la esquizofrenia no es lo mismo que el trastorno de personalidad múltiple o de personalidad dividida. La mente esquizofrénica no está dividida, sino hecha trizas.

Un episodio
ocurrió la séptima semana de mi primer año en la facultad de derecho de Yale. Cito de mis notas: "Concerté una cita con mis dos compañeras de clase, Rebel y Val para encontrarnos en la biblioteca el viernes noche para trabajar en un ejercicio de clase. Pero no pasó mucho tiempo antes de que yo hablara de una manera que no tenía ningún sentido.

"Los memos son visitas", les dije. "Determinan ciertos puntos. El punto está en
sus cabezas. Pat solía decirlo. ¿Han matado a alguien?" Rebel y Val me miraron como si a ellas o a mí les hubiese caído un balde de agua fría. "¿De qué estás hablando, Elyn?" "Oh, ya saben, lo de siempre. Quién es qué y qué es quién, del cielo y el infierno. Subamos al techo. Es una superficie plana. Es seguro."

Continúo con mis escritos: "A la mañana siguiente, fui a la oficina de mi profesor, y comencé a balbucear incomprensiblemente tal como lo había hecho la noche anterior, hasta que finalmente me llevó a la sala de emergencias. Una vez allí, alguien, a quien solo llamaré 'El Doctor' y todo su equipo de matones, se abalanzaron, me levantaron en el aire y me tiraron a una cama de metal con tanta fuerza, que vi las estrellas. Me ataron las piernas y brazos a la cama de metal con gruesas correas de cuero. Salió un sonido de mi boca que nunca antes había oído: mitad gruñido, mitad grito, apenas humano y de terror puro. Luego este sonido volvió a salir forzado desde algún lugar profundo de mi estómago y carraspeando salvajemente mi garganta."

Durante el año siguiente, pasé cinco meses en un hospital psiquiátrico. A veces pasaba hasta 20 horas en contención mecánica con los brazos atados, los brazos y piernas atadas, brazos y piernas atadas con una red con fuerza sobre mi pecho. Nunca golpeé a nadie. Jamás le hice daño a nadie. Nunca amenacé directamente.
 
Cada semana, en los EE.UU., se estima que una de cada tres personas muere inmovilizada. Se estrangulan, aspiran su propio vómito, se ahogan, tienen paros cardíacos. Le consulté a un psiquiatra, y dijo que por supuesto que él estaría de acuerdo en que la sujeción debe ser degradante, dolorosa y aterradora. Me miró como dándome la razón, y me dijo: "Elyn, realmente no lo entiendes: Estas personas son psicóticas. Son diferentes a ti y a mí. No experimentan las sujeciones como lo haríamos nosotros." En ese momento, no tuve el coraje de decirle, que no, que no somos tan diferentes de él. No nos gusta, como a él tampoco, que nos aten a una cama y que después nos dejen sufriendo horas.

Aún con el tratamiento excelente, familia y amigos maravillosos y ambiente de trabajo comprensivo; no hice pública mi enfermedad hasta hace relativamente poco tiempo, y eso fue porque el estigma de las enfermedades mentales es tan potente que no me sentía segura si los demás lo sabían. Si no escuchan nada más hoy, por favor escuchen esto: No hay "esquizofrénicos." Hay personas con esquizofrenia, y estas personas pueden ser sus esposos, sus hijos, sus vecinos, sus amigos, sus colegas.
La humanidad que compartimos es más importante que los trastornos mentales que podemos no compartir. Lo que deseamos quienes sufrimos un trastorno mental es lo que cualquiera desea: citando a Sigmund Freud, "trabajar y amar."

RUBY WAX. DEPRESIÓN.


Estuve en cama durante casi un mes, y cuando desperté me encontré internada.
Muy pocas de las personas que conocía; bien, no me enviaban muchas flores o tarjetas. Es decir, si me hubiese roto una pierna o si hubiese dado a luz, me habrían inundado, pero todo lo que recibí fueron un par de llamadas diciéndome que me animara. "¡Anímate!". Porque, claro, a mí no se me había ocurrido.

Porque si hay algo que acompaña a esta enfermedad, es que viene con un paquete, y es una verdadera sensación de vergüenza. Y si esto sucediera una y otra vez como en una grabación repetitiva, podrían tener depresión.

Aquí viene la pregunta. Y es, ¿cómo es que se puede sentir empatía por cualquier órgano de tu cuerpo que se dañe, a excepción del cerebro?


JOSHUA WALTERS. TRASTORNO BIPOLAR.


Mientras me desempeñaba como artista fui diagnosticado con trastorno bipolar. A mis 16 años en San Francisco tuve un episodio maníaco en el que pensé que yo era Jesucristo.  Me enviaron a un lugar; una sala de psiquiatría. Cuando salí, fui diagnosticado y medicado por un psiquiatra. "Está bien, Josh, ¿por qué no te damos algo de... ...por qué no te damos un poco de Zyprexa? ¿Bien? ¿Mmmm? Al menos eso es lo que dice en mi lapicera". La primera mitad de la escuela secundaria fue una lucha contra los episodios maníacos y la segunda mitad fue de sobre-medicación que me hacía dormir todo el tiempo. Cuando terminé tenía que escoger. O negaba mi enfermedad mental, o me aferraba a mis capacidades.
La hipomanía; es como un motor que está fuera de control; tal vez un motor de Ferrari, sin frenos. Se sienten movidos a hacer algo que todo el mundo les ha dicho que es imposible. Cristóbal Colón, Ted Turner, Steve Jobs y todas estas mentalidades de negocio tienen esta ventaja para competir.
 
Pero, hace poco, se han producido avances en este campo. Salió un artículo escrito en el New York Times, en septiembre de 2010, que decía: "La manía justa". Tener la manía justa para ser elegidos por inversores que buscan empresarios con este tipo de espectro, ya saben de qué hablo, quizá no bipolares totales pero que estén en el espectro bipolar donde por un lado uno piensa que es Jesús y por otro lado tal vez genera un montón de dinero.

Quizás el estar loco depende de la suerte que tengamos, del dinero que tengamos.



 TRADUCCION TEXTUAL DEL VIDEO:
"La primera parte de este vídeo estaba en mi lenguaje nativo. Muchas personas han asumido que cuando hablo de mi lenguaje significa que cada parte del vídeo contiene un mensaje simbólico particular diseñado para ser interpretado por la mente humana.

Pero mi lenguaje no se trata de diseñar palabras o incluso símbolos visuales para ser interpretados. Se trata de estar en una constante conversación con cada aspecto de mi entorno. Reaccionando físicamente a todo lo que me rodea

Simplemente estoy interactuando con el agua. En esta parte del vídeo el agua no significa nada. Al igual que el agua interactúa conmigo, lejos de no tener propósito la forma que me muevo, irónicamente la forma que me muevo, es una respuesta a lo que me rodea

Cuando respondo a todo lo que me rodea. Es descrita como “está en su propio mundo”, lejos de no tener propósito. Pero si interactúo con un conjunto mucho más limitado de respuesta y solo reacciono a una parte más limitada de mi ambiente, la gente piensa que me estoy abriendo a la verdadera interacción con el mundo.

Ellos juzgan mi existencia, conocimiento y personalidad; según cual pequeña y limitada parte del mundo parezco estar reaccionando
La forma en que naturalmente pienso y respondo a las cosas se ve y se siente tan diferente a los conceptos estándar que mucha gente no lo considera pensamiento.
Pero es una forma de pensamiento por derecho propio. Sin embargo el pensamiento de la gente como yo solo es tomado en serio si aprendemos su lenguaje, sin importar previamente como pensamos o interactuamos.

Como ya escucharon, puedo cantar con lo me rodea, es solo cuando escribo algo en vuestro lenguaje que se refieren a mi como “comunicándose”
Yo huelo las cosas, yo escucho las cosas, yo siento las cosas, yo saboreo las cosas, yo miro las cosas.
No es suficiente mirar, escuchar, saborear, oler o sentir. Debo hacer eso a las cosas correctas, como mirar libros, y no hacerlo a las cosas incorrectas, o de contrario dudan que sea un ser pensante.

Y partiendo de su definición de pensamiento, definen su concepto de “persona” tan ridículamente que dudan que yo sea una persona real. Me gustaría saber honestamente cuantas personas si se encontraran conmigo en la calle creerían que yo escribí esto.

Encuentro muy interesante la forma en que el no poder aprender su lenguaje es visto como un déficit. Pero la dificultad de aprender mi lenguaje es visto tan natural que gente como yo es descrita oficialmente como misteriosa o intrigante.

En lugar que alguien admita que son ustedes mismos los que están confusos.

No autistas y otras personas cognitivamente impedidas que inherentemente confunden también somos vistos como no comunicativos si no hablamos el lenguaje estándar.
Pero otras personas no son consideradas no comunicativas si son olvidadizos de nuestro propio lenguaje al punto de creer que no existen.

Finalmente quiero que sepan que con esto no pretendo ser un show de fenómenos como para que den una mirada a los extraños trabajos de una mente autista.
Pretendo ser un fuerte enunciado de la existencia y valor de muchas clases de pensamiento e interacción en un mundo donde según cuan cerca puedas parecer en una de estas determina a un adulto o persona inteligente.

Y en un mundo donde eso determina si tienes o no algún derecho, hay personas que están siendo torturadas que están muriendo porque no son consideradas personas dado que su tipo de pensamiento es tan inusual que no es considerado pensamiento en lo absoluto.
Solo cuando las múltiples formas de personalidad sean reconocidas habrá justicia y los derechos humanos serán posibles."
Amanda Baggs (Amelia Baggs) 
 
(Más sobre Amanda Baggs en castellano "En torno a ser considerada retrasada": http://ovibcn.org/wp-content/uploads/2014/01/Coixos_i_precaries_Fent_vides_que_importen.pdf)


Fuentes:
http://www.ted.com/talks/temple_grandin_the_world_needs_all_kinds_of_minds.html
http://www.ted.com/talks/elyn_saks_seeing_mental_illness.html
http://www.ted.com/talks/ruby_wax_what_s_so_funny_about_mental_illness.html
http://www.ted.com/talks/joshua_walters_on_being_just_crazy_enough.html 

domingo, 20 de octubre de 2013

El progreso y el molong: la deforestación de los penan.


“Los que vienen de fuera siempre dicen que traen el progreso, pero todo cuanto traen son promesas vacías. Por lo que realmente luchamos es por nuestra tierra. Por encima de cualquier cosa, es lo que necesitamos." Arau, hombre penan, Sarawak, Malasia, 2007
Los penan practican el "molong", palabra que significa "nunca tomar más de lo necesario".

 Imponer el “desarrollo” o el “progreso” a los pueblos indígenas no les hace ni más felices ni más saludables. De hecho, los efectos son desastrosos advierte Survival, ONG por los derechos de los indígenas.

"El progreso impuesto ha destruido a muchos pueblos y amenaza a muchos más. Unos lo saben y deciden mantenerse aislados. Otros tienen una relación más estrecha con los foráneos; algunos reciben atención sanitaria destinada a  contrarrestar los efectos de las enfermedades introducidas y la devastación generada por la pérdida de sus tierras.

El factor más importante, con diferencia, para el bienestar de los pueblos indígenas es que sus derechos territoriales sean respetados.

Este estudio no niega los logros de la ciencia, ni defiende una visión romántica que añora una mítica edad de oro. Tampoco es un rechazo al cambio: todas las sociedades cambian constantemente. Pero las estadísticas muestran que cuando se les fuerza a abandonar sus tierras, su salud y su bienestar se deterioran, y las tasas de depresión, adicción y suicidio se disparan. Éstos son hechos demostrables. Los proyectos que desalojan a los indígenas de sus tierras e imponen el “progreso” causan una miseria incalculable. Esto no es sorprendente: el “progreso”, la convicción de que “nosotros” sabemos más, comparte con el colonialismo el efecto de apropiación de tierras y recursos nativos. Los pueblos indígenas no sobreviven a esta situación. Por el contrario, cuando están en sus propias tierras y eligen su propio desarrollo, simplemente prosperan."

“¿Qué clase de desarrollo es éste que acorta la vida de las personas? Se infectan de VIH/SIDA. Nuestros niños reciben palizas en la escuela y no quieren ir. Algunos comienzan a prostituirse. No se les permite cazar. Pelean porque están aburridos y se emborrachan. Están empezando a suicidarse. Nunca antes vimos algo así. ¿Esto es desarrollo??" se pregunta Roy Sesana, bosquímano gana, de Botsuana.

Jumanda Gakelebone, también bosquímano, añade: “Estos lugares (campos de reasientamiento) han convertido a nuestra gente en ladrones, mendigos y borrachos. Yo no quiero esta vida. Primero nos hacen indigentes al quitarnos nuestras tierras, nuestra caza y nuestro modo de vida. Luego dicen que no somos nada porque somos indigentes!" "Nadie puede decirme como vivir. Si yo fuera al ministro y le dijera "váyase de su casa" pensaría que estoy loco"
El impacto de dos culturas que se encuentran siempre ha tenido sus peligros. El antropólogo Wade Davis contaba un ejemplo drástico pero real. En 1957, cinco misioneros cometieron el grave error de lanzar desde el avión fotografías en actitud amistosa a los huaorani (Ecuador), una tribu que jamás había visto un objeto bidimensional. Concluyeron que era la tarjeta de visita del diablo y mataron con sus lanzas a los cinco misioneros. 

Hoy, los choques culturales son mucho menos inocentes, y en pos de un "desarrollo" colonialista, tienen consecuencias devastadoras. La multinacional suiza Nestlé, la empresa alimentaria más potente del mundo, impulsa una promoción irresponsable de la leche en polvo en detrimento de la leche materna en países del sur. La leche en polvo, disuelta en agua no potable y administrada con un biberón no esterilizado, provoca la muerte de un gran número de niños y la desnutrición de muchos de ellos. Según UNICEF, cada año mueren 1.5 millones de bebés por ser alimentados con leche en polvo.

“No es que los yanomami no quieran el progreso u otras cosas que tienen los hombres blancos. Lo que quieren es poder elegir y que el cambio no les venga impuesto, lo deseen o no. No estoy diciendo que esté en contra del progreso. Creo que es muy positivo cuando los blancos vienen a trabajar entre los yanomami, a enseñar a leer y escribir, y a plantar y usar plantas medicinales. Para nosotros, esto es progreso. Lo que no queremos son las empresas mineras, que destruyen la selva, o a los mineros que traen tantas enfermedades. Estos blancos deben respetar a nuestra tierra yanomami. Los mineros traen armas, alcohol y prostitución, y destruyen toda la naturaleza donde quiera que van. Para nosotros, esto no es progreso. Queremos progreso sin destrucción.” afirma Davi Kopenawa, líder y chamán yanomami.


Un ejemplo esclarecedor que cuenta Davis en la revista de National Geographic es el caso de los penan, Malasia. A medida que se talan los árboles, privados de sus sustento tradicional, se trasladan a sentamientos del gobierno construidos con la intención de sacar a los nativos de los bosques. Como resultado, menos de 300 de los aproximadamente 7000 penan siguen siendo nómadas.

Tu'o, hombre penan, se disculpa al antropólogo invitado por la cena: "¿Cómo se puede dar de comer a los invitados en un asientamiento? No es como en el bosque, donde hay comida en abundancia. Aquí sólo podemos sentarnos y mirar a los invitados, sin poder ofrecerles nada. Esta casa está bien construida, y tenemos colchones y almohadas. Pero las almohadas no se comen."


Long Iman es un campo de reasientamiento con una casa comunal de madera con el tejado de cinc y grandes habitaciones vacías, y con un río sucio de agua no potable, lleno de lodazales donde juegan los niños. Recientemente, programas de turismo por parte del gobierno permiten viajes organizados a estos asentamientos para que los habitantes del pueblo puedan vender sus artesanías. Sin embargo, pocos equipamientos prometidos (escuelas y clínicas) han llegado a construirse, y los que hay, se encuentran a largas distancias. Tampoco hay trabajo, y el poco que hay es en explotaciones forestales, destruyendo el bosque del que vivían.

Peter Brousius, antropólogo, vivió entre los penan casi cuatro años, y cuenta:
 

"La tierra está llena de significados culturales. Sólo para los ríos tienen más de 2.000 nombres, cada uno de ellos con su propia historia. Las excavadoras y las carreteras destruyen (...) la resonancia cultural del paisaje, todos los sitios con significado biográfico, social e histórico, quedan ocultos y se produce una especie de amnesia colectiva. "

"Los penan son tan profundamente diferentes"
cuenta Ian Mackenzie, lingüista canadiense que lleva años recopilando la lengua de esta comunidad "No tienen escritura, de modo que todo su vocabulario depende del conocimiento del mejor contador de historias. Hay un palabra para "el" "ella" y "ello", pero seis para "nosotros". Existen ocho palabras para sagú, porque es la planta que les permite sobrevivir. Compartir es una obligación, así que no hay una palabra para "gracias". Aunque en los asentamientos se está perdiendo esta tradición: no hay suficiente comida para repartir.

Y continua: "Pueden nombrar cientos de árboles pero sólo tienen una palabra para bosque. Su universo se divide en "tana 'lipeh, tana 'lalun, tierra de sombra, tierra de abundancia, y tana 'tasa' la tierra que ha sido destruida."

"En otros lugares en los que vivamos" afirma Asik, uno de los pocos penan nómadas que quedan, refiriéndose a los campos de reasientamiento, "el sagú ha desaparecido, han destruído los árboles y la tierra está asolada. Los animales se han ido y los ríos están llenos de barro. Nosotros dormimos en troncos duros, pero tenemos mucha comida". 


Los jabalíes son la principal fuente de carne para los nómadas penan, pero su número ha decrecido porque los leñadores cortan los árboles frutales de los que se alimentan. Como practican “molong”, palabra en idioma penan que significa "nunca tomar más de lo necesario", ponen poca presión sobre el bosque: dependen del bosque y les suministra todo lo que necesitan. Son cazadores excepcionales que cazan su presa utilizando un “lepud” o cerbatana, hecha del árbol bilian de madera magnífica y esculpida con una precisión increíble con la ayuda de taladro de hueso. La madera no está rajada como en otros sitios, de manera que el calibre tiene que ser preciso casi al milímetro, incluso con palos que miden 3 metros. Las flechas están hechas de la palmera sagú y con puntas de látex venenoso, procedente de un árbol del bosque, que puede matar a un hombre en cuestión de minutos. Todo lo que cazan lo dividen.

Asik conoce las hojas que curan, las que matan, y hierbas mágicas que se cree otorga poderes a los perros de caza y disipan las fuerzas de la oscuridad. Hay árboles que producen extrañas resinas y gomas que luego intercambian con mercaderes nómadas, enredaderas que producen guita y fibra para hacer cestas, una liana que arde durante días y permite transportar fuego. La planta más importante es la palmera sagú, el árbol de la vida. Asik ha talado varias en una mañana. Unicamente se cortan los troncos más grandes; los retoños más pequeños se preservan cuidadosamente para cosechas futuras. Esto es lo que se llama "molong". En un lecho de hojas frescas, extrae su pulpa que, mezclada con agua, se convierte en una pasta espesa que al secarse se convierte en harina de sagú. En una tarde, aseguran suficiente comida para una semana.

En una hora, levantan lamin, refugios construídos en una hora que les servirán de casa durante un mes. Los hombres y los niños cortan palos y rattan para hacer la estructura, las mujeres recogen hojas de palmera para hacer el tejado. Dos familias de cinco adultos y once niños, comparten una olla, una cazuela china, varias piedras de afilar, algunos dardos y cerbatanas, una caja de hojalata con llave, dos linternas, un radiocassette, tres cintas, ocho perros y dos monos.

"No hay nada romántico en esta gente desamparada, desnutrida y acosada por las enfermedades" señaló el primer ministro Mahathir Mohamad en 1990. James Wong, ministro de Vivienda y Sanidad Pública, por su parte señaló que "No queremos que corran por ahí como animales. Nadie tiene derecho ético de privar a los penan de del derecho a integrarse en la sociedad malaya"

Muchos políticos malayos han criticado a las ONG´s por meterse en asuntos nacionales de Malasia y las han acusado de intentar inhibir proyectos de desarrollo y de mantener a los penan sin desarrollo y sin asimilarse con el resto de la sociedad malasia. Muchos consideran la forma de vida de los penan incivilizada y anticuada. Un ejemplo de esta perspectiva es un poema frecuentemente recitado por el ex ministro de medioambiente y turismo, Datuk James Wong.

“O penan, Vagabundos del Árbol en la selva. 
Adónde el futuro os llevará?... 
Quizás nos parezcáis desaventajados y pobres, 
Pero qué más puede ofreceros la civilización?... 
Mas aún la sociedad y limpia la conciencia 
Podría mirar vuestra miseria con indiferencia, 
Sobre todo ahora que la nación sacudió la dependencia 
Sin aún levantar la mano que ayude a nuestro hermano? 
En cambio permitirle subsistir con cerbatana y chawats [taparrabos] 
Curiosidad antropológica de arte y naturaleza? 
Ay, el destino al final es vuestra decisión, 
Seguid siendo lo mismo – ¡o pasad el Rubicón!”

La tasa de deforestación de Malasia es la más alta del mundo tropical (142 km²/año), con una pérdida total de 14.860 km² desde 1990. Casi ha desaparecido la selva tropical de la tierra baja de Borneo, que es el hábitat primario de los penan, y que al mismo tiempo tiene los árboles más valiosos. 

Maybury-Lewis, antropólogo, afirma que "el genocidio, el exterminio físico de un pueblo, está condenado internacionalmente, pero el etnocidio, la destrucción de la forma de vida de un pueblo, no sólo no está condenado, sino que además se defiende como política adecuada". 

Y asegura: "La idea de que las sociedades indígenas son incapaces de cambiar y están condenadas a desaparecer es errónea. Las culturas sólo desaparecen cuando las aplastan fuerzas externas y las condiciones que se les imponen no les permiten adaptarse."

 
Fuentes:
http://assets.survivalinternational.org/static/files/news/PPM_informe_resumido.pdf
http://www.ourplanet.com/tunza/issue0403sp/pages/nothing_11.html
http://www.wildasia.org/main.cfm/ideas_lab/Neck_Ring_Girls

http://www.ted.com/talks/wade_davis_on_endangered_cultures.html

lunes, 14 de octubre de 2013

Máscaras africanas: el rostro de los espíritus.

Las señoritas de Avignon, de rasgos esculturales y alargadas, fueron fruto del contacto de Picasso con la famosa máscara Fang, el Ngil que el pintor español descubrió en el taller de Derain en 1907. 

No es una excepción. El arte africano ha sido fuente de inspiración para los nombres más destacados de la historia del arte europeo como Vlaminck, Matisse, Picasso, Derain y Braque, desde el siglo XIX. 

Pero las máscaras africanas no son trozos de madera más o menos decorativos, sino símbolos religiosos y sociales con una función reguladora en la vida del poblado. Generalmente se utilizan en ritos agrarios, funerarios, festivos e iniciáticos, son garantes de la cohesión y de la regulación social en el seno del grupo. Según su vocación, se reúnen durante las ceremonias religiosa, educativa, terapéutica o judicial. 

En los ritos funerarios, la máscara capta la fuerza vital que se escapa de un ser cuando muere, controla esa fuerza vital y evita que dañe a la colectividad y la distribuye en beneficio de todos. 

Como parte de las celebraciones como la cosecha de cultivos, las máscaras se utilizan para suplicar a los dioses por lluvia y una tierra fértil para los cultivos, así como para comunicarse con los ancestros. 

Como parte de una iniciación, preside un cambio, una transición: de niño/a a hombre/mujer, de ciudadano a guerrero, de la siembra a la cosecha.

Algunas mascaradas son meramente lúdicas, como puede ser un desfile o una danza que afianza la identidad cultural de una comunidad. 
En el momento del baile, la máscara protege al que la porta, y no es que interprete otro papel, sino que le convierte durante ese tiempo en otro ser. Cuando alguien se coloca la máscara, puede hablar de otra forma, moverse de otro modo, comportarse de otra manera... porque la línea que separa realidad e ilusión, dios y hombre, vida y muerte se desdibuja. Se considera máscara también al vestido, aunque lo más importante es la cabeza, donde reside la fuerza vital. 

La fotógrafa y profesora de bellas artes, Phyllis Galembo, lleva más de 20 años viajando a África y su diáspora para documentar el arte de la mascarada. 

"Es su creatividad. No es sólo la máscara, sino todo el conjunto y la singularidad del atuendo ritual" 

Mientras estuvo en Nigeria, Galembo comenzó a interesarse por “aso-ebí” un rito en el que familias enteras se visten con trajes idénticos en festivales públicos para demostrar su parentesco. Después, viajó fotografiando desde Benin a Bahía, las visiones del Vodou Haitiano, los disfraces de Halloween y por último, Maske, las máscaras africanas. Un trabajo que la misma autora define tanto “artístico como antropológico”

“Lo que más me importa en mi trabajo es documentar cómo la gente consigue vivir una vida aceptable bajo condiciones adversas. Como observadora artística me fascina la belleza que sobrevive incluso en las barriadas más pobres de nuestro planeta." 

“Siempre me ha fascinado cómo un trozo de tela puede transformar una persona común en un ser mágico, sea en el teatro, en un lugar sagrado o en la calle. Visitando estos rituales, tuve la maravillosa oportunidad de investigar mi propia obsesión por atuendos elegantes, en forma de retratos. Un par de veces fui literalmente invitada a dejar aparte mi Hasselblad y a participar en la ceremonia.” 

“A lo largo de un proyecto, me esfuerzo por acercarme a la gente que me planteo fotografiar. Siempre llevo conmigo un asistente que sea de la región. Ejercen de intérprete, organizan encuentros y solicitan los permisos correspondientes a las autoridades, los grupos religiosos y demás. También trato de entablar un diálogo fructífero con los miembros y los líderes de los grupos religiosos. Estos contactos a veces se convierten en amistades que duran muchos años. Como amiga y fotógrafa documental implicada es fácil conseguir acceso incluso a los lugares más sagrados.”

Un jovén de Haití sostiene las herramientas de las revoluciones modernas, una pistola y un teléfono. El pasado de Haití se encuentran en las cuerdas que simbolizan el sufrimiento de los esclavos. 


En Benin, este extraño personaje aparece en una ceremonia en honor a las mujeres llamada Agnoli. Se conoce como "la sabiduría no se vende en el mercado" 


En la variopinta región de Cross River, en Nigeria, existe una gran cantidad de tradiciones de máscaras. En la aldea de Alok una talla de Mmai Wata, un espíritu acuático femenino relacionada con la salud y la riqueza, corona el tocado de un hombre disfrazado. 


Otros espíritus representan a la naturaleza. 


En Eshinjok, una trupe de acróbatas llevan fibras tejidas a mano y teñidas de vivos colores, adornadas con conchas, cascabeles y tapones de botella.


Durante las fiestas de Freetown, Sierra Leona, los clubes sociales desfilan por las calles de la ciudad guiados por un diablo ancestral. 

En Kroo Bay, representan al espíritu del ciervo, propio de una sociedad cazadora, con una máscara tradicional de madera, unos guantes comprados y una armadura que en realidad es una red con rodajas de calabaza. 


De Francia a Bulgaria y de Italia hasta Finlandia, cientos de comunidades rurales europeas también conservan la costumbre de disfrazarse de bestias diabólicas y animales indomables, a través de espectaculares atuendos confeccionados con pieles de oso, cuernos de cabra y ramas de la vegetación más frondosa. En esta ocasión, fue Charles Fréger quien fotografió decenas de comunidades rurales a lo largo de 18 países en los que siguen celebrando estos ritos. 

Si quieres conocerlos: 

El hombre salvaje (II): la fiesta de los monstruos.

Fuentes:
http://www.hasselblad.es/masters-2001/octubre---phyllis-galembo.aspx
http://www.galembo.com
National Geographic. Abril 2012.