jueves, 28 de mayo de 2020

La cooperación, la moral, y el señor de las moscas: soñar con los ojos abiertos.

"Somos solidarios por naturaleza
Por eso cuando yo bostezo, tú bostezas.
Por eso yo te protejo y tú me proteges.
Por eso compartimos el aire que respiramos desde el mismo eje.
Yo sé que el futuro es incierto
Pero aunque cierren fronteras
No podrán cerrar el mar abierto, pronto saldremos
A dejar nuestras huellas en el suelo
Sobre las nubes de nieve, bajo los lagos de cielo.
A sentir el sol que nos vacuna junto al agua que nos moja
Bajo a cascadas que lloran frente a una selva de hojas
Entre los bosques de flores de diferentes tamaños
Los arcoiris que pintan las estaciones del año
Como los colores de la ropa en pleno movimiento
Que cuelgan en los balcones para que las seque el viento
Y la mirada de la historia que quiere seguir contando
Que a pesar de que peleamos, nos entendemos bailando".
René Pérez Joglar.


Michael Tomasello y Felix Warneken del Instituto Max Planck de Leipzig en Alemania, demostraron que los niños a partir de un año de edad, cuando apenas están aprendiendo a caminar y a hablar, ya manifiestan espontáneamente ciertos comportamientos de ayuda mutua y de cooperación, sin que éstos les hayan sido enseñados por los adultos.

Durante su investigación, vieron que todos los niños ofrecían espontáneamente su ayuda como por ejemplo, para recoger y entregar al experimentador un objeto que se le había caído al suelo. “Esos niños son tan pequeños que aún usan pañales y apenas son capaces de hablar pero aun así, ya presentan comportamientos de ayuda mutua.” explicó Warneken. Es más, si el experimentador tiraba deliberadamente la pinza al suelo en lugar de hacerla caer por descuido, los niños no reaccionaban.

Además, cuando los niños obtenían una recompensa, la propensión a ayudarle no aumentaba, sino lo contrario: ofrecían menos su ayuda. “Este resultado sorprendente aporta una confirmación suplementaria a la hipótesis según la cual los niños son mayormente estimulados por motivaciones internas que por estímulos externos”.

En una entrevista le preguntaron a Tomasello, por qué podemos ser muy amables con la gente de nuestro entorno e incluso de nuestro país, y luego ser despiadados con los de fuera. Respondió que nuestros valores varían en función de en qué círculo nos movamos. No nos comportamos igual con el conocido que con el desconocido. Homologar ambos comportamientos es una de las grandes aspiraciones de la ética. "A veces somos generosos y a veces egoístas, dependiendo de la situación." El problema radica en que "nuestra capacidad de cooperar, evolucionó dentro de pequeños grupos. Hace 100.000 años éramos interdependientes con nuestro grupo cultural, pero luchábamos con otros grupos". "Favorecemos a los de nuestro grupo y desconfiamos de los de fuera." Es una característica que no debemos obviar, pero "si es algo que quieres cambiar, es posible que no puedas cambiar la biología, pero podemos crear instituciones sociales que reúnan a gente de distintas culturas en entornos colaborativos." Y explica: "hemos visto que cuando se colabora, la gente tiende a repartir con justicia lo que se obtiene. Cuanto más podamos construir situaciones en las que la gente colabore, y hagan cosas juntos de forma interdependiente, se facilitará un tratamiento más justo para todo el mundo. Incluso si es gente a la que no conoces, si trabajas con ellos sientes que lo adecuado es compartir con igualdad."  
Cooperar compartiendo los mismos valores es algo que, en último término, nos permite confiar en el valor de un dinero impreso en papel por desconocidos a miles de kilómetros de nuestra casa, por ejemplo.

Sione, Luke, Mano, Tevita, Fatia y Kolo, un grupo de adolescentes de Tonga procedentes de un internado de estricta tradición católica, terminaron en medio del océano Pacífico, en el islote rocoso y deshabitado de 'Ata, después de robar un barco de un pescador y pasar ocho días a la deriva. Allí pasaron 15 meses y, a diferencia de la novela clásica de William Golding, "El señor de las moscas" de 1954, "los niños trabajaron juntos en equipos de dos, comenzaron un fuego y nunca dejaron que se apagara y se mantuvieron amigos todo este tiempo" explica el historiador holandés Rutger Bregman en su reciente libro "Humankind". Comieron peces, cocos, pájaros y huevos, crearon un jardín agrícola, ahuecaron troncos para almacenar agua de lluvia, e incluso crearon un gimnasio con curiosas pesas y una cancha de bádminton. Hasta que un capitán de barco australiano, Peter Warner, rescató a los niños. Éste buen ejemplo de colaboración ocurrió en 1966.

El equipo del Instituto de Antropología Cognitiva y Evolutiva de Oxford realizó una encuesta intercultural sobre moral más grande y completa de más de 600 individuos representativos de hasta 60 sociedades de todo el mundo. La conclusión fue que la moral sirve para promover la cooperación, el bien común. Es decir, ser buena persona significa cooperar. Además, "no hay nada misterioso o mágico en la moral" como explica uno de los principales investigadores, Oliver Scott Curry. "La idea básica es que los humanos son animales sociales. Hemos vivido juntos en grupos sociales durante 50 millones de años." En este sentido, existe un acuerdo sobre lo que significa ser buena persona: ayudar a la familia, asistir al grupo, devolver favores, ser valiente, obedecer a los superiores (gente respetada, ancianos, chamanes, líderes...), dividir los recursos de manera justa y respetar las propiedades de los demás. "Estos siete tipos de cooperación explican siete tipos de moralidad: amor, lealtad, reciprocidad, valentía, deferencia, equidad y derechos de propiedad." Afirma que la moralidad evolucionó para promover la cooperación, pero también existen dilemas morales.
La evolución, como remarca Tomasello, ha fomentado la cooperación dentro del grupo, pero también la xenofobia hacia otros grupos. Cooperamos en contra de otros grupos. Los dilemas morales surgen cuando una forma de comportamiento cooperativo es incompatible con otra, o entra en conflicto con otra.
Una forma de comportamiento cooperativo se considerará moralmente mala por una sociedad, siempre y cuando se promueve a expensas o en contra de alguna otra forma mayor de cooperación. Por ejemplo, los ladrones son muy buenos cooperando para robar los bienes comunes, pero ya hemos dicho que no respetar los bienes de los demás se considera algo moralmente negativo. Bueno, hay una excepción, la tribu Chuuk de Micronesia. Los miembros de esa tribu respetan el robo si este se entiende como una manera de disputar la jerarquía. En cierto modo sería una extensión del concepto de valentía, otro rasgo de la buena moral.

Al mismo tiempo, la no cooperación también puede considerarse moralmente buena cuando facilita un resultado cooperativo más amplio. Un ejemplo es cuando una persona se desmarca de su comunidad laboral para denunciar al jefe con el fin de cooperar por unos derechos humanos básicos más amplios. El 13 de marzo de 2017, el bombero Ignacio Robles se negó a cooperar, a participar en el embarque en un recinto portuario de un cargamento de centenares de toneladas de armamento con destino a territorio saudí para no ser cómplice de la matanza de civiles, especialmente niños, en la guerra de Yemen.

"El caso de Katrina sigue maldecida por rumores, clichés, mentiras y racismo" se lamenta la preriodista Rebecca Solnit. "La historia que la mayoría de la gente escuchó era que tras el huracán, habían grandes grupos de hordas merodeadoras que volvían a la barbarie, el salvajismo, la violencia y lo que sea. Y fui a Nueva Orleans para ver lo que realmente sucedió, y fue una enorme cantidad de voluntariado, ingenio, altruismo, generosidad, heroísmo, por parte de las personas que quedaron varadas, y por parte de voluntarios y rescatadores." "Y la pregunta para mí es, entonces, ¿por qué la minoría se portó mal?" "Esa minoría que eran funcionarios públicos y vigilantes (...)" "el alcalde, el gobernador, y muchas otras personas tratan a la ciudad de Nueva Orleans como si estuviera llena de delincuentes, en lugar de víctimas." Así que "asumieron, falsamente, que debido a que la gente en general se estaban comportando de manera brutal, necesitaban medios bárbaros para reprimir a ese público."


Solnitt asegura en su libro "Un paraíso construido en el infierno" que "en la mayoría de los desastres, las personas se comportan de manera altruista y con recursos. Improvisan comunidades. Y a menudo encuentran en eso una verdadera sensación de alegría. Lo ves en el terremoto de 1906. Lo viste en el 11 de septiembre, y en Katrina."
"Lo que también ves es que, debido a que las autoridades piensan que somos monstruos, ellos mismos entran en pánico y se convierten en monstruos en el desastre. Algunos de los sociólogos con los que trabajé, Lee Clarke y Caron Chess, llaman a esto "pánico de élite", la sensación de que las cosas están fuera de control; y piensan que deben recuperar el control, ya sea disparando contra civiles sospechosos de robar, ya sea que eso signifique centrarse en el control y las armas como respuesta, en lugar de en la ayuda y el apoyo o simplemente dejando que las personas hagan lo que ya están haciendo magníficamente. Por lo tanto, realmente no solo cambia el sentido de lo que sucede en el desastre, en estos momentos extremos, sino que creo que cambia nuestro sentido de la naturaleza humana, quiénes somos y quiénes queremos ser."

 
El 9 de octubre de 1940, el fotógrafo Fred Morley captó una imagen idílica de la Segunda Guerra Mundial que fue ampliamente divulgada: un lechero que se abría paso entre las ruinas para entregar la leche, como hacía siempre a diario. Pero era falsa: el lechero, con bata blanca, era de hecho el asistente del fotógrafo. El "Espíritu Blitz" (Blitz es el término con el que se conoce a los bombardeos sostenidos en el Reino Unido por parte de la Alemania nazi) muestra el estoicismo y la determinación para seguir adelante en las situaciones difíciles. Hoy por hoy, muchos políticos recuerdan todavía este espíritu, tanto como otra propaganda puesta de moda en los últimos años "Keep Calm and Carry on" (Mantén la calma y continúa), un póster producido por el gobierno en 1939, al inicio de la guerra, que nunca se publicó.

De esta manera, el gobierno de entonces supo desviar la evidencia de los efectos físicos y psicológicos de ser bombardeado y se centró, en cambio, en las historias de la resolución británica
, con el fin de levantar la moral a sus ciudadanos y soldados. Sin embargo, hoy por hoy, esta retórica de sacrificio a menudo se combina con otra demanda: consumir, comprar una casa, un coche, hacer algo de sí mismos, "aspirar". Aspiraciones individuales con resolución, a la que llaman hoy "resiliencia": término que proviene de la física, saltar o rebotar, como les ocurre a las gomas elásticas cuando se estiran y regresan.
Pero el homo sapiens es archisociable, por eso tenemos una gran capacidad de cooperar. Lo malo es que esta interdependencia, es cierto, evolucionó en pequeños grupos, y que por eso luchábamos y luchamos con otros grupos, los Otros, los de fuera.

Pero el ser humano tiene otra herramienta para dejar de rebotar y saltar hacia adelante, que es la creación de instituciones sociales o situaciones que son capaces de reunir a gente de distintas culturas. Y cuando nos arremangamos y hacemos cosas juntos, somos propensos a actuar y repartir con justicia lo obtenido. A ser justos.

Si somos capaces de confiar en el valor de un dinero que no deja de ser un trozo de metal o de papel impreso por desconocidos a miles de kilómetros de nuestra casa, podemos cooperar compartiendo los mismos otros valores, en otras situaciones. 

sábado, 2 de mayo de 2020

Mindfulness al natural: Friluftsliv, Shinrinyoku, Keyif y otros caminos de pensamiento.

"El aburrimiento llega cuando ya ni siquiera sabemos qué esperamos. Lo único que uno percibe en ese vacío, que muchas veces se inflama hasta convertirse en asco existencial, es el latido del tiempo en uno mismo. (...) No es lo mismo esperar que tener esperanza. La esperanza está del lado del futuro; la espera está atrapada en el instante.(...) 
En muchos ámbitos de la vida esperamos a que algo madure y casi ni nos importa. No se le puede meter prisa al trigo. (...) 
Dejamos de percibir el mundo, para recibir noticias sobre él"

Andrea Köhler. (El tiempo regalado. Un ensayo sobre la espera).


Los noruegos tienen en su idioma múltiples palabras referidas al tiempo libre en la naturaleza. "Friluftsliv" o vida al aire libre, fue un término acuñado en 1859 por el poeta noruego Henrik Ibsen, el autor de "Casa de muñecas", en su poema "En las alturas" (“Paa Vidderne”). En él, describe la importancia de pasar tiempo lejos para el propio bienestar físico y espiritual. El protagonista busca la soledad en la naturaleza para aclarar sus pensamientos sobre el futuro.

    "Sentado en la solitaria cabaña de campo
    reúno mi abundante captura
    Hay lumbre, un taburete y una mesa
    vida al aire libre (friluftsliv) para mis pensamientos"


Los alemanes gustan de la caminata o excursión (wanderung), especialmente por sus bosques.  Un término muy en boga es "Wanderlust": Wandern significa “vagar”, mientras que lust lo traducimos como “pasión”.
«La gente que sufre gusta de visitar los bosques», escribió Robert Walser en "Berlin stories": «Para ellos es como si el bosque sufriera con ellos en silencio, como si este comprendiera cómo sufrir y estar tranquilo y orgulloso en su sufrimiento». Una palabra del alemán que se refiere, precisamente, a esta soledad del bosque, o a la sensación de estar solo en el bosque, es "Waldeinsamkeit". No es para nada una palabra común en el habla, sino una palabra originada especialmente como motivo literario en el período romántico, el bosque como un ideal para el introvertido y soñador poeta. La primera vez apareció en 1796 en el cuento de hadas "La rubia Eckbert" de Ludwig Tieck.

"Estoy feliz de nuevo
No sufro
Aquí no hay envidia
Estoy feliz de nuevo
Soledad en el bosque".


El significado literal del término sueco "allemansrätten", es 'el derecho de todos', que en la Constitución de Suecia desde 1994 dice: «Todos tendrán derecho a la Naturaleza, según el allemansrätten». En finés: "jokamiehenoikeus", este derecho de acceso público a la naturaleza que también comparten Suiza y Noruega, consiste en poder transitar y pernoctar breve y temporalmente en terrenos abiertos de propiedad privada, con fines de recreación y ejercicio, siempre y cuando se respete y se cuide al medio ambiente, flora y fauna, a los propietarios y a todas las personas que disfruten del espacio. Aunque este derecho no se aplica a la llamada tierra vallada de uso privado. 
 
En el otro extremo, en la cultura maorí, un "rāhui" es una forma de tapu (tabú) que restringe el acceso o el uso de un área o recurso por parte de los kaitiakitanga (tutores) del área. Es la preservación de esa zona (tierra, mar, ríos, bosques, jardines, zonas de pesca...) por diversos motivos: necesidad percibida de conservación de los recursos alimentarios, de la fauna y flora allí existente, o porque el área en cuestión se encuentra en un estado de 'tapu', debido, por ejemplo, a una muerte reciente en el área.

Los suecos llaman "gökotta" a la costumbre de levantarse temprano por la mañana con el propósito de salir a escuchar el canto de los primeros pájaros. Tiene su origen en las celebraciones del Día de la Ascensión, fiesta cristiana que se celebra cuarenta días después del domingo de resurrección. Ingemar Liman en su libro "Traditional Festivities in Sweden", escribe: "La Ascensión se celebra a menudo levantándose temprano en la mañana (alrededor de las 3 ó 4 de la mañana) para ir a un bosque a oír cantar a los pájaros. Estas excursiones se llaman gök-otta, literalmente "el cuco (pájaro) de la mañana", ya que esta es la época del año cuando se puede escuchar la llamada del cuco".
 
Dar un paseo o caminar es parte importante de la cultura rusa: гулять, gulyat. Diferente a "khodit", un verbo que simplemente significa moverse de un lugar a otro a pie, "gulyat" también significa "pasar un buen rato". El lapso de tiempo de la caminata se llama progulka (en ruso: прогулка).
 
"Jordnær" es otro concepto noruego que significa "los pies en la tierra" y simboliza la aceptación y la conexión con los ancestros, el patrimonio y el medio ambiente. Otra palabra que da una idea del amor que tienen los escandinavos por salir a la naturaleza es "sólarfrí", aunque ésta tiene truco. Significa 'vacaciones de sol', y la Vitamina D es la protagonista. Se trata de disfrutar de un día particular (e inesperadamente) soleado y cálido.

Pero los escandinavos también son expertos en disfrutar de las pequeñas cosas en el hogar. Los daneses tienen un concepto muy conocido: "hygge". Este término evoca una sensación de calor interno y de algo acogedor, comodidad, compartida o no, con placeres simples. Acurrucarte en el sofá con una manta y un buen libro. Confort y sensación de estar a gusto, en paz con el mundo, relajado. El "cosag" gaélico es también un pequeño agujero en el que arrastrase, de donde viene "cozy", acogedor, en inglés. Es cuando la lluvia y la humedad o la nieve de fuera hace que sintamos la llamada de un resguardo caliente, cómodo y hogareño, y con seres queridos, mejor. "Kos" es para los noruegos: una palabra que se refiere al estado del ser cuando está cálido, contento y, en general, tiene un buen momento de calma.

Es la misma sensación que el "gezelligheid" holandés, aunque esta palabra deriva de la palabra "amigo", resaltando más la compañía. En alemán tiene connotaciones similares la palabra "Gemütlichkeit", que describe los sentimientos de simpatía y compañía, y comodidad. Lo que para los finlandeses puede ser la palabra "kodikas": hogareño; y para los suecos: "mysig", acogedor.

Los suecos tienen otro concepto con bebida: "fika", que viene de tomar café (kafferep). Aún siendo grandes consumidores de café, el centro del bienestar no lo da esta bebida, sino todo lo de alrededor: un espacio cómodo, relajado, con buena compañía y una buena conversación.

"Zevk" and "keyif" significan "placer" en turco, pero "keyif" es una palabra que se utiliza de manera especial en Turquía, algo así como "un estado placentero de relajación ociosa". Se trata de parar y disfrutar el momento, difrutando de lo que hay alrededor... La comida, la bebida, los amigos, las vistas, la música callejera, las puestas de sol... "Kefi" es en Grecia: pasión, dicha... 

"Sabai" significa cómodo, pero eso no explica realmente cuán importante es esta palabra en Tailandia. "Sabai sabai", los tailandeses repiten las palabras para agregar un énfasis extra, una manera de decir: muy cómodo o realmente relajado, confortable, un estado de bienestar pleno. O tener el corazón cómodo: "sabai jai".

En muchos lugares de la Amazonía, hacen "caminos de pensamiento", unas profundas meditaciones a lo largo del territorio, o solamente sentados a la puerta de sus "malocas" o casas, que también son una nave para el pensamiento. También caminan el pensamiento durante la noche, tanto, que al día siguiente un saludo común puede ser "¿qué soñaste anoche?".

En Japón, aman a la naturaleza. La religión nativa, el sintoísmo, tiene una fuerte conexión con la tierra, en la qué se encuentran los dioses. No en vano, dos terceras partes del país está cubierto de bosque. Japón es uno de los países con una mayor proporción de bosques del mundo y con una gran diversidad de árboles, solo superado por países como Finlandia y Suecia.
"Shinrinyoku" en japonés, viene de baño de bosque (森林 bosque; 浴 baño), una terapia que se empezó a implantar en Japón a partir de los años 80 y que consiste en caminar por el bosque, pero con los 5 sentidos puestos en todo lo que te rodea. Además, gracias a Hisako Fujii, y su libro "Mosses, My Dear Friends", la observación de musgo se ha puesto de moda, en estos ecosistemas alfombrados de musgo.  
Pero estamos hablando de un lugar en el que concentrar la atención y la conciencia de manera plena en lo que se está haciendo en el momento, en lo que ocurre en el presente, es parte de su tradición. Algunos ejemplos conocidos de las artes zen son la ceremonia del té, el teatro Nō, el arte floral ikebana, el cuidado de los bonsais... pero también tradiciones no tan conocidas como "tsukimi" (mirar 見 y luna 月), que consiste en contemplar la luna llena en Septiembre, en el equinoccio de otoño. O la expresión japonesa "ginkô" (吟行) que significa literalmente "componer y pasear", lo que hacían los poetas de haiku: caminar durante horas sin pensar en nada mientras permanecen atentos a la naturaleza, solo tomando notas, nunca tomando fotografías. La poesía haiku es la que captura el momento describiendo imágenes evocativas en pocas palabras:

Masaoka Shiki
"Primavera en el hogar.
No hay nada
y sin embargo hay de todo."