jueves, 31 de octubre de 2024

Tolkien, Elíade y hacer bocalagarto: la Muerte.

¡Hola mochuelos!


De que voy a hablar hoy? De la muerte. Andaaaa con qué optismo me he levantado... Qué alegría.
Bueeeno, no es el tema más alegre del mundo. ¿Pero no os gusta festejar "jalouin"? ¿Y de qué creéis que va eso?, de disfrazarse y echarse unas risas y consumir y comprar y hacer el bobo y comer y...? Bueno sí... vale, va de eso. De todo menos de la muerte.
Pero nunca hay que dejar escapar la oportunidad de tocar el tema de la muerte, porque no hay nada más humano que eso. Como dijo J. R. R. Tolkien, el autor de El señor de los anillos, en realidad es de lo que van todas las historias humanas. Literalmente dijo:
"Las historias humanas son prácticamente sobre el mismo tема, ¿no creés? La muerte."
Y el señor Tolkien entonces, sorprendentemente, se puso a leer en esa entrevista a la filósofa feminista Simone de Beauvoir. Imaginároslo con aire de conservador, con su pajarita y su chaqueta británica de cuadros, explicando que leyendo el periódico (y quizás tomando el té) se topó con esta filósofa. Esto que Simone de Beauvoir escribió:

"No existe la muerte natural: nada de lo que le sucede a un humano es natural, puesto que su presencia pone en tela de juicio el mundo. Todos los humanos deben morir: pero para cada uno, su muerte es un accidente y, aunque lo sepa y lo consienta, una violación injustificable."

Bueno, pues os comento que lo que leyó el señor J.R.R. Tolkien fue realmente un párrafo del cuarto libro autobiográfico de la filósofa. Se titula: "Una muerte muy fácil" Y es un relato sincero y duro del día a día de la agonía y la muerte de su madre.

Una de las partes qué más impresionaron es cuando Beauvoir explica que tuvo que escuchar mucho aquello de "es que tu madre ya tiene edad de morir". Porque claro, a los ochenta años se es lo suficientemente viejo para convertirse en un muerto... Ella define esta idea, literalmente, como "tristeza y exilio de los ancianos". Y es que nadie puede pensar que ha llegado a esa edad, y mucho menos que por haber llegado a una edad determinada, estás condenada o condenado por la sociedad. Esto es un exilio social en toda regla. Y es que la muerte, como la guerra o una pandemia, siempre nos pilla con el pie cambiado. No es algo que esperemos, desde luego, siempre nos parte el día. De hecho, Mircea Eliade, filósofo experto en creencias y religiones humanas, explicó que en la mayoría de los mitos, el advenimiento de la muerte, el hecho en sí de la mortalidad humana, fue un accidente desgraciado y estúpido que sucedió después. Los antepasados míticos, los primeros humanos vivían felices e inmortales comiendo perdices, hasta que algún ser burlón les hace la jugarreta de anunciarles que serán mortales, y que morirán. O son los mismos antepasados que se equivocan y por un error absurdo, sin saber cómo ni porqué, eligen morir. Y entonces dejan de comer perdices y comienzan a ser devorados por las lombrices.

Y no, hoy tampoco os vais a librar. Hoy también voy a contar una historia, de los sioux:


El Viejo Chamán y la mujer.
 
“Un día, el Viejo decidió que haría una mujer y un niño, y los hizo a ambos de barro. Una vez que hubo moldeado el barro en forma humana, le dijo:

-’Tú serás gente’.

Entonces lo cubrió y se fue. Al volver a la mañana siguiente, retiró la cubierta y vio que las formas de barro habían cambiado un poco. A la segunda mañana habían cambiado más y a la tercera aún más. A la cuarta mañana retiró la cubierta, miró las imágenes y les dijo que se levantaran y anduvieran, y éstas lo hicieron. Fueron hasta el río con su hacedor y él les dijo que su nombre era Viejo.

Mientras permanecían de pie a la orilla del río, la mujer le preguntó a Viejo:
-‘¿Cómo es esto? ¿Viviremos siempre y no habrá final?’ 


Y él contestó: 


-‘Nunca lo había pensado... Debemos decidirlo. Cogeré este pedacito de excremento seco de búfalo y lo arrojaré al río. Si flota, la gente morirá, pero a los cuatro días volverán a vivir de nuevo; morirán sólo cuatro días. Pero si se hunde, tendrán fin’.
Arrojó el pedacito al río y flotó. Debían morir... pero solo cuatro días.
La mujer indignada se volvió, cogió una piedra y dijo: 


-‘No, no va a ser así. Tiraré esta piedra al río y si flota viviremos siempre, pero si se hunde, la gente debe morir, de forma que tengan piedad unos de otros y sientan lástima unos de otros’.
La mujer arrojó la piedra al agua.... y se hundió. 


-‘Así sea’, dijo Viejo. ‘Habéis elegido. Y así es como ocurrirá’.”


No sabemos si Tolkien llegó a leer el resto, donde Simone de Bobuaj escribe, tajante:

«No se muere de haber nacido, ni de haber vivido, ni de vejez. Se muere de algo".


Y tiene razón. No se muere "de vejez", no te mueres de viejo. Sí es cierto que existe la muerte como destino, la muerte celular, por envejecimiento. Y también lo es que esta muerte no es consecuencia de la vida, sino de la pluri-celularidad y la reproducción sexual. Y es que la muerte apareció en el mundo, agárrate, 2.500 millones de años después del origen de la vida en nuestro planeta. Que se dice pronto. Pero también es cierto que se muere de algo, de la acumulación de agresiones externas que causan enfermedades, vulnerabilidad, debilitamiento... De hecho, en Occidente ninguna muerte se considera real sin un certificado que explique la "causa de defunción". Es más: cada uno de los síntomas de la muerte (falta de respiración o pulso, frialdad y rigos mortis, relajación de esfínteres, insensibilidad ante los estímulos eléctricos) pueden darse sin que se produzca la muerte. El único signo seguro y certero de la muerte es el comienzo de la putrefacción del cadáver, la muerte biológica.
Si uno muere debido a un paro cardíaco y le reaniman, no se expide certificado alguno. Ya, ya sé que no tendría sentido que a alguien reanimado vivito y coleando, se le de un certificado de defunción. Bueno, ni tiene sentido ni sensibilidad. Pero aquí va un "choque cultural" que me gusta divulgar: En otras culturas, la muerte es algo menos preciso. Si alguien se marea y se derrumba, se puede decir que "se ha muerto". Imagínate que susto si alguien te cuenta que su hijo murió ayer y luego le ves correteando con un triciclo por un pasillo... Eso sí, en muchas culturas: si alguien muere finalmente, y no "renace", es tabú nombrar a esa persona fallecida, no vaya a ser que nombrándola, aparezca... En nuestra cultura, no utilizamos la palabra "muerte" tan alegremente... De hecho, utilizamos muchos eufemismos para nombrarla. Hace poco escribí una entrada en mi blog con un listado de muchos de ellos, los que más me habían gustado, y la verdad es que aquí sí que hay alegría y humor. Paso a decir algunos ejemplos:


El cuerpo pide tierra.

Ponerse el pijama de palo/madera.

Machacar hormigas con el caletre.

Hincar el poleo.

Se fue con la mayoría.

Está mirando las flores desde abajo.

Está chupando gladiolo. / Se fué al barrio de los acostados. / Se lo llevó la pelá.

Está haciendo bocalagarto. Más cerca del arpa que de la guitarra.

Dejó de fumar.

Entregó la cuchara.

Dobló la servilleta.

Se fue pal corral de los quietos / pal cortijo de los callaos / al solar de los calladitos.

Está roscando las escarbaderas.

No escuchará el siguiente cuco.

Se ha ido al pueblo de los topos.

Está entre las tres piedras. (El dolmen)

Y si pasamos a otros lugares del mundo:

En Polonia: se cayó de la bici / Pateó el calendario.

Dinamarca: la última camisa no tiene bolsillos.

En Haiti: se fue a la tierra de los sin sombreros.

China: extinguió las preocupaciones / Vendió huevo de pato salado.

Vietnamita: entró en el sueño de los mil otoños.

En esloveno: se fue a silbar a los cangrejos.

Cuba: cantó el manisero / Se mudó al barrio Bocarriba.

Qué imaginación. ¿Silvar a los cangrejos? ¿Cuál fue la línea de pensamiento?

Mucho se habla de lo que el Sapiens ha aportado al mundo. ¿Además de las alcantarillas, que ha aportado el ser humano al mundo? Pues precisamente eso: la conciencia de la mortalidad... y la pintura, las historias, la inventiva, la imaginación... También las películas sobre apocalipsis y la angustia y la ansiedad para hacerla frente, sí, a la muerte. Esto es lo más humano del mundo, el miedo a la muerte.

Y el Sapiens tiene otra característica: es el único ser de la naturaleza capaz de destruir conscientemente a su propia especie. Ahí está también la inventiva en la guerra completa y letal: la guerra nuclear, los drones, los chips letales... Todo para matar. En mi segundo libro "La naturaleza que somos" cuento que en una de estas, se llegó a atar explosivos a murciélagos para que corrieran a ocultarse en las viviendas de los enemigos... Y sí que se ocultaron, bajo el coche del general. Hay un refrán wolof en Senegal, que reza: "el estiércol del murciélago cae sobre su propia cabeza".

La nuestra es una sociedad que hace de la muerte un tabú, o que reduce la muerte de manera nihilista, como algo que no tiene sentido y que merece ser ocultada, como se oculta los excrementos o el sexo. Que se avergüenza y hasta le parece obsceno los límites y las vulnerabilidades de su especie. No hay más que fijarse en la publicidad: zapatillas de marca que te hacen volar o maquillaje que te borra toda marca humana de la vida. El problema es que no hay nada más angustiante que lo reprimido cuando se despierta.

Se diría que hemos trascendido a la muerte, pero masacramos con el más perfecto refinamiento y la más cruel despreocupación a todas las especies vivientes.
Y esta es la paradoja: la nuestra es también una sociedad letal. Desde la industria bélica al monopolio de la muerte y violencia por parte del Estado, ecocidio, genocidio, etnocidio, pena de muerte, brutalidad policial, ahogados en el Mediterráneo, ciudades con pinchos en las esquinas y la muerte campando en nuestras televisiones... Ver la muerte mientras comemos entre publicidad de una marca de zapatillas y otro de maquillaje. Explotación capitalista obsesionada por el costo de la vida, y que no deja de mercantilizar a la muerte misma. Es lo que llaman la ‘muerte-espectáculo’, una versión de la realidad de la muerte como otro objeto que consumir, como un espectáculo más. Ante estas imágenes, podemos sentir apatía, anestesia moral o emocional, pero también podemos llegar a sentir empatía y conmovernos, o incluso rabia y frustración. Pero casi nunca ejercemos una verdadera reflexión sobre cómo nuestros privilegios se encuentran en el mismo mapa y que estamos realmente vinculados al sufrimiento y a la muerte de los demás.

Y recuerdo a otra filósofa, Susan Sontag en el libro "Respecto al dolor de otros", que escribe: "Los ciudadanos de la modernidad, los consumidores de violencia como espectáculo, adeptos de proximidad sin riesgo, están educados para ser cínicos. Algunas personas harán lo que sea por mantenerse pasivas".
Y siendo este un programa de historia, pienso yo que qué mejor que conocer la historia para vincularnos con la historia de los demás.

Ante la muerte, no hay nada mejor que apreciar mejor la vida; pero sobre todo, respetarla antes que nada en los otros.

Y termino con una frase de un libro titulado así "Antropología de la muerte" de Louis-Vincent Thomas:
"La muerte es a la vez horrible y fascinante [...]
Horrible porque separa para siempre a los que se aman;
porque el chantaje de la muerte es el instrumento privilegiado de todos los poderes;
porque hace que nuestros cuerpos terminen por desintegrarse en una podredumbre innoble.
Fascinante porque renueva a los vivos e inspira casi todas nuestras reflexiones y nuestras obras de arte, al tiempo que su estudio constituye un camino real para captar el espíritu de nuestra época y los recursos insospechados de nuestra imaginación.
Puede decirse con verdad que amar la vida y no amar la muerte significa no amar realmente la vida."

Si quieres escuchar esta entrada: https://go.ivoox.com/rf/135419787

miércoles, 25 de septiembre de 2024

La tauhi vā samoana y la escucha vulnerable y radical.

"Generar imaginarios de posibilidad dando valor a prácticas poco narradas en donde lo cotidiano interrumpe las dinámicas violentas: encuentros; escucha; acogida; un abrazo; un compartir."
Andrea García González. Antropóloga, periodista.

 “La mayoría de la gente de Oceanía piensa en el tiempo y el espacio, por lo que el pasado, el presente y el futuro están organizados de manera diferente. El pasado está al frente, no atrás. La idea es que traigas ese tiempo y lo uses para ayudar a guiar tu presente y tu futuro”.

Sa'iliemanu Lilomaiava-Doktor, geógrafa cultural.

 

"Vā". En Samoa significa "entre", o "el espacio entre". Ese espacio entre lugares y personas: "connota respeto mutuo en acuerdos sociopolíticos que nutren las relaciones entre personas, lugares y entornos sociales", explica la geógrafa cultural Sa'iliemanu Lilomaiava-Doktor, experta en estudios de las islas del Pacífico.

Vā es el espacio intermedio, la intermediación. En Aotearoa y Hawái se conoce como wā. En la cultura tongana se lo conoce como "tauhi vā": se refiere al arte de crear y mantener hermosas relaciones socioespaciales, según el antropólogo Tevita O. Ka'ili. Analizando los términos tonganos, “ta” significa marcar el tiempo a través del ritmo; y “va”, significa espacio entre dos cosas. 

"Nosotros pensamos las relaciones sociales de la manera en que pensamos el espacio como algo que crea relaciones sociales. El tiempo es lo que da ritmo a ese espacio, el movimiento", explica O. Ka'ili.

Imprescindibles son la simetría (tatau), la armonía (potupotutatau) y la belleza (mālie). Compartir comida, dar dinero, celebrar bodas y funerales... “todo esto forma parte del cuidado de las relaciones con los demás”.

En la cultura maorí y la japonesa, tenemos los conceptos de Vā o Wā. El Vā o Wā maorí es la vez, tiempo y espacio: estación, período de tiempo, intervalo, duración, área, región o espacio definido. El concepto Wa (和) en Japón refiere a la armonía social, ceder individualmente con el fin de garantizar la paz, para buscar el consenso social y prevenir el conflicto.

Vā es espacio, pero no es el espacio vacío, no el espacio que separa sino el espacio que relaciona, que mantiene a las entidades y cosas separadas juntas. Un espacio que es contexto y así da significado a las cosas. Los significados cambian a medida que cambian las relaciones/los contextos. Una conocida expresión sāmoana es ‘teu le vā’: apreciar o cuidar el Vā, las relaciones. Esto es crucial en las culturas comunitarias que valoran el grupo, la unidad, más que el individualismo: que perciben a la persona/criatura/cosa individual en términos de grupo. Trata de participación, obligación y reciprocidad que guían las interacciones, y en la escucha.

Los guaraníes explican que su palabra para la escucha con atención, «japysaka» o «apysa», sugiere «ver con los oídos» («a» es cabeza, «py» significa centro, y «sa» ojo). Los psicólogos llamaron «escucha activa» a la escucha reflexiva y respetuosa. Pero es algo que la gente ordinaria hacemos casi sin ser plenamente conscientes, en muchos momentos de nuestra vida. Se trata de pararnos a escuchar y a averiguar las diferentes perspectivas de los demás.

Los aborígenes ngan’gityemerri tienen una palabra para esta escucha, de tan esencial que es para su vida: dadirri. La educadora y artista nativa Miriam-Rose Ungunmerr-Baumann explica que dadirri es "respirar con alguien, escuchar profundamente, es conectar". Es "el manantial interior profundo dentro de nosotros. Somos gente del río, no podemos apurar el río. Necesitamos movernos con la corriente y entender sus caminos". 

No son los únicos aborígenes que tienen una palabra para esto. «Kulini», «gan
´na», «winangar guru», «caber-ra-Nunga»… todas son palabras que lo designan.

En hebreo, para pedir a alguien que preste atención, dicen «pon corazón».

«Em sents?», «¿me escuchas?», dicen en catalán. El verbo «sentir» también significa escuchar. "Siente lo que te digo", dicen en Aragón.

El antropólogo Marshall Sahlins define de manera muy poética, evocadora y visual lo que es crear un vínculo afectivo. Según él, trata de ser “miembros unos de otros” y compartir una “mutualidad de ser".
Estar en sintonía con el cuerpo y los sentimientos del otro. Los humanos tenemos esa capacidad de participar simbólicamente en la existencia de los demás y, por lo tanto, de comunalizar la propia. Así es que ni el interés, ni la agencia, ni siquiera la experiencia son un hecho individual, y mucho menos egoísta.

En esos espacios entre personas, bien se sabe, todo puede ocurrir. Los encuentros pueden desestabilizar el suelo, y la silla.

"Revoltijos en la silla", como escribe Andrea García González. Ella es periodista y antropóloga. El libro "Calla y olvida. Violencias, conflicto vasco y la escucha vulnerable como propuesta feminista" es el resultado de una investigación etnográfica y feminista en el que recoge experiencias de mujeres que quiebran el silencio, reivindican la memoria y el reconocimiento en actos de resistencia frente al mandato del callar y olvidar.

Ella explica que la escucha vulnerable, como práctica, desafía certidumbres y dicotomías jerárquicas. Y este trabajo no es nada fácil:

"Encuentros con tan diversas posturas ideológicas, políticas, con tan diversas vivencias. Maratones emocionales que muchas veces me dejaban enferma en la cama. Mi cuerpo me frenaba. El cuerpo que sentía bienestar, el gozo de ir comprendiendo, pero que también indicaba tensiones."

"Revoltijos en la silla" cuando hay incomodidad. Cuando se te atraganta una historia o las reflexiones de otras personas que se oponen totalmente con tus vivencias y con las vivencias de tus seres queridos. Incomodidades que desvelan diferentes otredades encarnadas.

"Escucha que revuelve, escucha que expone, diálogos atravesados por conflictos e incomodidades. Encuentros que, como han mostrado las protagonistas de estas páginas, muchas veces no son fáciles.(...) No se trata de buscar consensos. Sino de zarandear. Diálogos y exploraciones en un momento político que puede resultar en un período de posibilidad para reconocer las distintas violencias y ponerlas sobre las mesas. Poder atender al dolor y también a los placeres, poder compartir memorias, en lo público y en espacios más íntimos. Un momento político y social que permita atender a la vulnerabilidad común en el abordaje de las violencias que nos atraviesan."

La escucha vulnerable conlleva conflictos (internos y externos), mezcla de emociones y sentimientos. Pero ojo, añade:

"No hay que equiparar violencia con conflicto. Lo que hace que un conflicto sea dañino es abordado con violencia."

"Los conflictos entre quienes han vivido la violencia extrema estaban presentes, la diversidad de experiencias y de puntos de vista chocaban, incomodaban, hubo momentos de tensión, pero también de distensión, de dolores cruzados y de entendimientos desde la vivencia compartida por la falta del familiar asesinado, de miedos, así como de calma al recibir sonrisas y abrazos, de sufrimiento que se expone pero también sentimientos de alivio y placer. La imagen de un <otro> que puede bloquear la posibilidad de la escucha se desplaza y genera un reconocimiento entre las distintas violencias acontecidas."

La escucha recogida en un abrazo, pero también una escucha movilizadora y
radical (que vaya a la raíz
de las violencias que han provocado el sufrimiento del que da testimonio). «Discutir», del latín «discutere»; deriva de «quatere»: sacudir. Palabra que utilizaban los antiguos romanos cuando sacudían plantas para ver si las raíces eran sólidas.
Cuando discutimos, debemos sacudir las palabras para ver si tienen raíces, si el argumento es sólido, si tiene fundamento.

La empatía es necesaria, sí, pero siempre que sacuda hasta las raíces. Que no mantenga las desigualdades, las jerarquías, que no limite el análisis crítico y que conecte con todos los espacios, también los temporales, el pasado y el presente.
"Ponerse en el lugar de la otra." "Ese ilusorio desplazamiento puede llevar a ignorar el lugar de escucha y por tanto las capas de poder que atraviesan las diferencias entre los dos lugares. Ponerse en el lugar, en la piel de la otra persona, no es solamente imposible per se -pues la piel no es transmutable y esa persona tiene sus propias experiencias y sentires-, sino que puede ser violento."

"Volver a conectar me genera calor y alegría", escribe también. Un poco como lo que los ingleses llamarían "warm glow", resplandor cálido, a esa satisfacción íntima cuando el encuentro y el entendimiento consigue aumentar el bienestar no solo de una misma, sino de otras personas.

En Senegal hay un proverbio: «mientras se pelean las ramas de los árboles, sus raíces se abrazan». El viento de las ideologías, de las situaciones, de la moda intelectual… hace que las ramas dancen o se peleen. Pero el fundamento de la vida humana está en las raíces del árbol, que se abrazan.


 

Fuentes:

Marking Indigeneity: The Tongan Art of Sociospatial Relations. Tevita O. Ka'ili

What Kinship Is-And Is Not. Marshall Sahlins

The Potential of Vā Part 2: Theoretical Frameworks of the Vā. Dr Benita Simati-Kumar

https://kealakai-byuh-edu.translate.goog/tevita-kaili-presents-new-book-on-tongan-sociospatial-relations?_x_tr_sl=en&_x_tr_tl=es&_x_tr_hl=es&_x_tr_pto=sc

martes, 27 de agosto de 2024

Eufemismos para la muerte o el morir, a lo largo del mundo.

El único hecho universal de la vida es la muerte. Sin embargo, diferentes culturas definen y reaccionan a la muerte de manera tan diversa que los acontecimientos que la rodean son un indicador clave de la exuberante inventiva de cada sociedad. Algunas reaccionan con bromas y humor, otras con grandes lloros. Otras con bailes jubilosos y las hay con vídeos post mortem. También están las que sacan a los difuntos de paseo tiempo después. 

Según el Diccionario de la lengua española, un eufemismo es una «manifestación suave o decorosa de ideas cuya recta o franca expresión sería dura o malsonante». En algunos casos, los caminos de pensamiento son intrincados...

 

EUFEMISMOS PARA LA MUERTE O EL MORIR, A LO LARGO Y ANCHO DEL MUNDO.

El cuerpo pide tierra.

Ponerse el pijama de palo/madera.

Machacar hormigas con el caletre. 

Hincar el poleo.

Se fue con la mayoría.

Está mirando las flores desde abajo.

Está chupando gladiolo. / Se fué al barrio de los acostados. / Se lo llevó la pelá. 

Está haciendo bocalagarto. Más cerca del arpa que de la guitarra. 

Dejó de fumar. 

Entregó la cuchara. 

Dobló la servilleta. 

Se fue pal corral de los quietos / pal cortijo de los callaos / al solar de los calladitos. 

Está roscando las escarbaderas. (Escarbadera son las patas de las gallinas, que muertas, tienen las garras hacia adentro, se enroscan)

No escuchará el siguiente cuco.

Se ha ido al pueblo de los topos.

Está entre las tres piedras. (El dolmen)

En Polonia: se cayó de la bici / Pateó el calendario.

Dinamarca: la última camisa no tiene bolsillos.

En Haiti: se fue a la tierra de los sin sombreros.

China: extinguió las preocupaciones / Vendió huevo de pato salado.

Vietnamita: entró en el sueño de los mil otoños. 

Esloveno: se fue a silbar a los cangrejos.

Cuba: cantó el manisero / Se mudó al barrio Bocarriba.

(Espera un momento... ¿Silvar a los cangrejos?)

ANÉCDOTAS, A PROPÓSITO DE TODO ESTO, DEL ANTROPÓLOGO NIGEL BARLEY. 


"- ¿Donde está tu mujer, Taab gaay?

- Murió anoche.

Me quedé de piedra. Él parecía tomárselo con mucho aplomo.

- ¿Y cómo fue?

- Sencillamente estaba caminando, se mareó y murió.

Balbuceé un pésame y mientras lo hacía, Pascal miró por encima de mi cabeza, saludó con la mano y sonrió. Levantando la vista, vi a su mujer bajando lentamente por la carretera. Sentí un acceso de ira por haber sido objeto de una broma tan estúpida. Entonces me acordé. Entre los dowayo, se describe a cualquiera que se desmaya o cae en coma como "muerto"; la muerte es algo mucho menos preciso que entre nosotros. Abundan las historias de gente que ha resucitado después de que empezaran a envolver sus cuerpos."


Y otra más:

"¿Sabes lo que es esto?", dijo mi anfitrión estirándose para dar una palmada a un bulto que tenía en un rincón de su cuarto de estar. Parecía un montón de ropa vieja. "Es mi abuela" ¿No vas a saludarla?

- Encantado de conocerla, abuelita. Resultaba difícil hacer un gesto: estrecharle la mano era imposible, pero darle una palmada al bulto hubiese sido una muestra de confianza excesiva. 

-Vaya, eso ha estado bien. 

- ¿Cuánto tiempo lleva muerta? 

- Nosotros no decimos eso. Está "durmiendo" o "tiene dolor de cabeza". No morirá hasta que abandone la casa. Ya lleva durmiendo tres años.
Se puso de puntillas y bajó un enorme radiocassette para entretenerme con algo de música. Me di cuenta de que las cintas estaban almacenadas en orden alfabético sobre el cuerpo, que resultaba una estantería muy cómoda.

- La echarás en falta cuando muera.-dije."

 

Nigel Barley, en su libro Bailando sobre la tumba, escribe que el único hecho universal de la vida es la muerte. Pero "en Occidente ninguna muerte se considera real sin un certificado que explique la causa de defunción. Si uno muere debido a un paro cardíaco y le reaniman, no se expide certificado alguno. Cada uno de los síntomas de la muerte (falta de respiración o pulso, frialdad y rigos mortis, relajación de esfínteres, insensibilidad ante los estímulos eléctricos) pueden darse sin que se produzca la muerte. El único signo seguro y certero de la muerte es el comienzo de la putrefacción del cadaver. Así que ahora ya ni siquiera sabemos dónde comienza la vida y la muerte; sus fronteras son redefinidas periódicamente."

 

viernes, 2 de agosto de 2024

La guerra de los algoritmos de Silicon Valley. Hibris en Palestina.

 “Con la guerra aumentan las propiedades de los hacendados, aumenta la miseria de los miserables, aumentan los discursos del general, y crece el silencio de los hombres”.
Bertolt Brecht.

"La mano invisible del mercado nunca funcionara sin un puño invisible (...) y el puño invisible que mantiene seguro el mundo para las tecnologías de Silicon Valley se llama armada, fuerza aérea y cuerpo de marines de los EEUU." 
Thomas Friedman.

"La antropología es la actividad científica más libre porque no se detiene en límites que interfieran con la capacidad de la mente para la autorreflexión. Este es un planeta donde la supervivencia a largo plazo está en riesgo. Los antropólogos no deberían acobardarse ante las grandes preguntas." 
Laura Nader, antropóloga.

Una gran pregunta.
Son tantas las sociedades que se han involucrado en la guerra que resulta tentador preguntar: ¿Es la guerra parte de la naturaleza humana? ¿Son inevitables el militarismo y la guerra?

Los seres humanos somos los únicos seres que sostenemos una violencia organizada a gran escala: la guerra completa. Nuestro pensamiento simbólico y nuestra comunicación compleja permitió que cooperáramos de manera tan sofisticada que no hay precedentes, pero también permitió nuevas formas de violencia completa, compleja y organizada. Hasta donde sabemos, otras especies de animales no luchan por ideas, conceptos y creencias.

Los seres humanos no somos malos ni buenos por naturaleza; tenemos una gran versatilidad cooperativa, una gran gama de capacidades y posibilidades.

Siempre que escribo sobre este tema, la mayoría de los comentarios que recibo insisten en que la guerra tiene sus raíces en el pasado evolutivo del Homo sapiens. Pero la evidencia antropológica indica que no es cierto. En 1940, la antropóloga Margaret Mead argumentó que algunas sociedades nunca habían inventado el conflicto armado organizado entre grupos rivales, es decir, la institución de la guerra, la guerra compleja. Ella señaló que algunos grupos contemporáneos de cazadores y recolectores, como los inuit de la región ártica y los lepchas del Himalaya, resolvieron los conflictos por otros medios. El registro etnográfico revela que los humanos hemos sido enormemente creativos a la hora de poner fin y prevenir a los conflictos: la mediación, los duelos, las pruebas, los juegos y las bromas, la música, los sistemas judiciales, las tradiciones orales, la autoayuda...

En el libro Beyond War, el antropólogo Douglas P. Fry identifica setenta y cuatro sociedades "no guerreras", en su mayoría cazadoras-recolectoras como los Mbuti de la República Democrática del Congo y los Semai de la península malaya. Ojo, no son sociedades pacíficas. Recordemos que la paz no es lo contrario a la guerra, sino a la violencia, y estas sociedades no están completamente libres de violencia. Pero han utilizado medios distintos del conflicto armado organizado para resolver disputas. Este antropólogo explica que la guerra humana no tiene raíces evolutivas, que el Homo sapiens tiene "una capacidad sustancial para abordar los conflictos de forma no violenta."
Otro antropólogo, R. Brian Ferguson, en un ensayo titulado "Diez puntos sobre la guerra" señala que: "Nuestra especie no está biológicamente destinada a la guerra" y "La guerra no es una parte ineludible de la existencia social" ni tampoco tienen una predisposición innata a la violencia. Desarrolla seis condiciones previas que hacen que la guerra sea más probable:
- Agricultura sedentaria;
- Aumento de la densidad de población;
- Jerarquías sociales pronunciadas;
- Comercio, particularmente de bienes de prestigio;
- Grupos sociales limitados;
- Graves reveses ecológicos.
 
Así, la guerra se volvió común y comenzó en más lugares. El surgimiento de los estados antiguos proyectó el militarismo en sus periferias y a lo largo de las rutas comerciales, y la expansión occidental desde finales del siglo XV generó o intensificó la guerra.

En definitiva: la guerra es una invención humana relativamente reciente que se ha extendido a medida que la humanidad se ha vuelto más agrícola, más organizada en sociedades estatales jerárquicas e imperios en expansión, y más involucrada en la conquista y el comercio intercultural.

Pero lo que está sucediendo hoy tiene un alcance más amplio que cualquier cosa que el complejo militar-industrial haya creado antes. Las guerras por algoritmos. Otro antropólogo, Roberto J. González, en su libro "Guerra virtual: la búsqueda para automatizar los conflictos, militarizar los datos y predecir el futuro", explica que actualmente, los químicos, los físicos y los científicos sociales están ahora trabajando junto con empresas digitales. Las tecnologías militares utilizan cada vez más inteligencia artificial para automatizar procesos de adopción de decisiones. La elaboración de armas virtuales se basa en los esfuerzos combinados de una gran variedad de científicos y expertos técnicos, no solo químicos, físicos, ingenieros, informáticos y analistas de datos, sino también investigadores de biotecnología, politólogos, psicólogos y antropólogos.

La antropóloga Catherine Lutz lo ha llamado la “normalidad militar”
“En un sentido importante, todos habitamos un campamento militar, movilizados para prestar apoyo al estado permanente de preparación para la guerra que nos ha acompañado desde la Segunda Guerra Mundial”.
Catherine Lutz, “The Military Normal: Feeling at Home with Counterinsurgency in the United States”.


Hibris (ὕβρις , hýbris) Desmesura. La arrogancia: esa persistente y terrible tendencia humana a abrazar la ambición ciega y la arrogante confianza en uno mismo. Los antiguos griegos comprendieron esta debilidad y conocieron sus peligros a través de mitos como la tragedia de Ícaro, un joven tan cautivado por el poder de la invención humana que se olvidó de sus límites.
En una sociedad fuertemente militarizada como la nuestra, los proyectos tecnológicos con exceso de financiación, y la prisa por crear sistemas computacionales para la guerra virtual, revela este defecto fatal que ha existido en el Homo sapiens.

... Amazon...


1.6 millones trabajadores (en 2021). Iguala el PIB de nueve países latinoamericanos juntos. Aúna la tecnología del S. XXI y la explotación del S. XIX. A los trabajadores les dicen "asociados". A los despidos, "cambio de roles".
Su lema: "Trabaja duro, diviértete y haz historia".

Como señaló el experto en tecnología Ramesh Srinivasan, de Estudios de la Información y Diseño/Artes de los Medios:
"Amazon ha hecho que sea tan barato y fácil comprar casi cualquier cosa... El Alibaba chino no es diferente... [Pero] ¿qué pasa con la tecnología de reconocimiento facial de Amazon que se vende a contratistas militares, la policía y el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas? ¿Estamos de acuerdo con este tipo de transacciones, de las cuales podemos encontrar ejemplos similares que involucran a todas las empresas tecnológicas poderosas?."
 
Todos los datos almacenados y transmitidos por estos dispositivos pueden militarizarse.
Pero es que la interconexión entre la tecnología y la militarización es muy estrecha y se remonta ya a mucho tiempo antes: "El radar, Internet, los sistemas de navegación GPS, los walkie-talkies, los motores de propulsión a reacción, la visión nocturna y la fotografía digital fueron inicialmente y se introdujeron como aplicaciones militares, y luego se adoptaron a usos civiles duales", explica el antropólogo David Price.

Sí, Internet. La Agencia de Proyectos de Investigación Avanzada del
Departamento de Defensa financió la investigación en informática que dio lugar a la creación de ARPANET, precursora de Internet. El desarrollo temprano de Silicon Valley fue financiado en gran parte por organismos de defensa y de inteligencia.

La aplicación de la tecnología ha aumentado, y la guerra resulta ser un acelerador del capitalismo y un factor más del mercado. El móvil, formaba parte del proyecto de defensa estratégica de los años 80, por el que se tuvieron que colocar cientos de satélites a los que después, tras la caída de la Unión Soviética, había que darles rentabilidad. Ahora es recíproco: el mundo del móvil está revolucionando el poder militar.

El antropólogo Roberto J. González en su libro antes mencionado Guerra Virtual, escribe:

"Cuando las personas se transforman en puntos de datos y las relaciones humanas se convierten en meras redes, la mercantilización de la información personal es casi inevitable sin una regulación significativa de la privacidad. Lo que esto significa, en términos prácticos, es que todos corremos el riesgo de que nuestra vida digital se convierta en parte de la economía militar-industrial.

Desde la perspectiva de un científico de datos, los dispositivos digitales portátiles preparados para Internet han transfigurado a miles de millones de personas en todo el mundo en máquinas atomizadas de producción de datos, alimentando información a cientos, si no miles, de algoritmos a diario. La militarización de estos datos es ahora una parte rutinaria del proceso, como lo sugieren informes recientes que detallan el uso por parte de la Agencia de Inteligencia de Defensa de datos de geolocalización disponibles comercialmente recopilados de móviles. Las agencias militares y de inteligencia pueden utilizar esos datos no sólo para vigilancia, sino también para reconstruir redes sociales e incluso atacar letalmente a personas individuales."
 

... Palestina...


En este genocidio emplean la inteligencia artificial conocida como “Habsora”, un término hebreo que se traduce como “El Evangelio”.
Los sistemas predicen la probabilidad de que una persona sea miembro de Hamás (Lavender), de que un edificio albergue a esa persona (Gospel) o de que esa persona haya entrado en su casa (Where's Daddy?, que se traduce como ¿Dónde está mi papa?).

Cada perfil del objetivo que genera Habsora incluye una estimación de las bajas civiles que se producirían si el objetivo fuera atacado. Esto implica que los comandantes israelíes están informados de los daños civiles que se causarán antes de ordenar a su personal que presione el botón.
 
"De la idea de que las personas estamos por encima o fuera de la naturaleza, de esta idea antropocéntrica, surge mitologías como la del superhombre nazi, o el hombre nuevo stalinista, o el hombre nuevo tecnológico que está por encima de cualquier problema." afirma la antropóloga e ingeniera ecofeminista Yayo Herrero. "Hay un salto enorme entre la trivialidad y ligereza de algunos actos y las consecuencias que tienen. Por ejemplo, basta apretar un botón para que se descargue una bomba, o para disparar un misil o para que nuestros planes de pensiones devoren territorios y miles de vidas humanas. Somos incapaces de articular reglas morales, porque la moral se basan en poder anticipar las consecuencias de nuestros actos, y decidir sobre ello. Muchos de nuestros actos cotidianos tienen consecuencias que no conocemos. Es una tecnociencia sin estar sujeta a la ética o por la moral y no tiene control social."
 
Los drones son la pieza central: se anuncian como armas de “precisión”, pero...
Un caso dramático ocurrió en septiembre de 2011, cuando en una operación conjunta con drones autorizada por la administración Obama, la CIA y personal militar estadounidense, asesinaron a Anwar al-Awlaki. Quienes organizaron el ataque con drones se basaron en la ubicación de su teléfono celular, que fue monitoreado por la Agencia de Seguridad Nacional como parte de un programa de vigilancia. Dos semanas después, un ataque con aviones no tripulados de la CIA, utilizando el mismo tipo de datos, mató a su hijo de dieciséis años, Abdulrahman al-Awlaki.

Pero hay trabajadores que se oponen a la
militarización de sus empresas: los investigadores de Google protestan contra el Proyecto Maven (un contrato del Pentágono que utiliza inteligencia artificial para analizar imágenes de drones); las protestas de los trabajadores de Amazon contra el uso de tecnología de reconocimiento facial por parte del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas de Estados Unidos; y la oposición de los empleados de Microsoft a un acuerdo para proporcionar cascos de realidad aumentada al Ejército de Estados Unidos.
 


Fuentes:
Roberto J. González es catedrático de Antropología en la Universidad Estatal de San José. Su último libro es War Virtually: The Quest to Automate Conflict, Militarize Data, and Predict the Future .
David H. Price es profesor de Antropología en la Universidad de Saint Martin en Lacey, Washington. Su último libro es The American Surveillance State: How the US Spies on Dissent (El estado de vigilancia estadounidense: cómo Estados Unidos espía a los disidentes) .

Cambiar las gafas para mirar el mundo. Herrero, Yayo; Cembranos Díaz, Fernando; Pascual Rodríguez, Marta.

sábado, 6 de julio de 2024

El nombre del mundo es Urihi a pree: la historia ambiental.

"Una vez roto el techo que al mismo tiempo nos separaba y nos elevaba infinitamente por encima de la Naturaleza infinita(...) la bella estratificación sociocosmológica de la modernidad comienza a implosionar frente a nuestros ojos. Imaginábamos que el edificio podía apoyarse solo sobre su planta baja, la economía, pero resulta que nos habíamos olvidado de los cimientos."

 
Eduardo Viveiros de Castro. Déborah Danowski
 (¿Hay mundo por venir? Ensayo sobre los miedos y los fines)

"La manera en que el Occidente moderno representa la naturaleza es lo que menos se comparte en el mundo. En muchas regiones del globo, no se concibe que humanos y no-humanos se desarrollan en mundos incomunicables y conforme a principios separados; el medioambiente no se objetiva como una esfera autónoma; las plantas y los animales, los ríos y los peñascos, los meteoros y las estaciones, no existen en el mismo nicho ontológico definido por su falta de humanidad."

 Philippe Descola (Más allá de la naturaleza y la cultura).

"No existe un solo bosque, sino muchos. Su morfología es el reflejo de nosotros mismos."

Lucía Triviño (Las hojas del bosque).

 

La gran distinción entre naturaleza y cultura, que funda a las ciencias sociales como algo distinto de las ciencias naturales, en realidad no es una constante universal, sino que es una creación histórica que solo se encuentra en las culturas occidentales de raíz judeocristiana y grecolatina. Es lo que Descola comenzó a explorar años antes en una etnografía con los achuar, una sociedad indígena de la Amazonia ecuatoriana, y que cristalizó en el libro La naturaleza doméstica. Simbolismo y praxis en la ecología achuar (1988). “La naturaleza no existía en su conjunto”. Cuenta que las mujeres que cuidan las plantas "las llaman niños y las tratan con la autoridad maternal que hacen con sus hijos". No hay un corte entre el espacio donde habitan los humanos, la aldea y el resto de la selva. Sus habitantes no-humanos se consideran más humanos que los propios humanos, por ejemplo, de una tribu enemiga. Extienden el carácter de humanidad a todos los fenómenos de la naturaleza con los que mantienen las más estrechas relaciones y con las que tengan más influencia en sus vidas, y en cambio, pueden negar la humanidad a sus congéneres de la raza humana que no se mantengan cercanas a sus vidas. La humanidad no es una sustancia, no es algo dado: es una relación. Es un compartir la práctica corporal y vivencial. Una relación con el mundo cargada de un fuerte contenido emocional.

Las sociedades tradicionales no viven "en armonía con la naturaleza", la ignoran y lo es todo. El antropólogo Viveiros de Castro suele dar los mismos ejemplos "del jaguar que experimenta la sangre de su presa como cerveza. O la nomenclatura botánica, que identifica especies “salvajes” como variedades de plantaciones indígenas que según ellos están cultivadas por espíritus o animales." "Así, lo que para unos es naturaleza o materia prima puede ser un artefacto técnico o cultural para otros."

En nuestras sociedades, creemos, hay una naturaleza y varias culturas o modos
de percibilarlas e interactuar con ella. En estas sociedades, al contrario, existe una unidad cultural (humana) y una diversidad de los cuerpos (naturalezas) con las que acceden y experimentan su común condición de humanidad. El ser humano es un elemento más de las interacciones que conforman el mundo.

Según la antropóloga Laura Rival, entre los Huaorani no existe oposición entre espacios "domesticados" y "salvajes", ni entre "los animales del bosque" y los "habitantes de la vivienda". Los animales no son domesticados sino "adoptados y reciben el mismo trato que los miembros de la familia". El bosque es el "medio donante". (El crecimiento de las familias y de los árboles: la percepción del bosque entre los Huaorani)

Todos estos autores advierten entonces que el análisis de las interacciones entre los habitantes del mundo ya no puede limitarse sólo al sector de las instituciones que rigen la vida de los humanos, como si lo que se decretara exterior a estos solo fuera un conglomerado de objetos a la espera de sentido y utilidad.
 

Descola lo explica así: "La antropología se ve, pues, enfrentada a un enorme desafío: o desaparecer con una forma agotada de humanismo, o metamorfosearse y repensar su campo y sus herramientas para incluir en su objeto mucho más que el anthropos, toda esa colectividad de existentes ligada a él y relegada hoy a una función de entorno. O, en términos más convencionales: la antropología de la cultura debe acrecentarse con una antropología de la naturaleza (...)."

“El término ambiente es interesante ya que básicamente es muy antropocéntrico, es todo lo que constituye el ambiente de los humanos (...) “todo este ambiente ha sido considerado durante mucho tiempo como algo exterior con lo cual los humanos habían impuesto una separación.”

Davi Kopenawa escribe en el libro "La caída del cielo: palabras de un chamán yanomami":
"Cuando hablan de la selva, los blancos suelen utilizar otra palabra, la de «medio ambiente». Esta palabra tampoco es nuestra y no la conocíamos hasta hace poco. Para nosotros, lo que los blancos llaman así es lo que queda de la tierra y la selva heridas por sus máquinas. Es lo que queda de todo lo que han destruido hasta ahora. No me gusta la palabra medio. La tierra no debe ser cortada por el medio. Somos habitantes de la selva y si se divide así, sabemos que moriremos con ella. Prefiero que los blancos hablen de «naturaleza» o de «ecología» entera. Si defendemos la selva en su totalidad, seguirá viva. Si la cortamos para proteger pequeñas parcelas que solo son el residuo de lo que ha sido saqueado, no se conseguirá nada bueno."

"Todo esto es, en nuestra lengua, urihi a pree: la gran tierra-selva. Es, creo, lo que los blancos llaman el mundo entero."


El nombre del mundo es gran tierra-selva. Casi como el título de un libro de la gran escritora de ciencia ficción Úrsula K. Le guin: El nombre del mundo es bosque.

"Athse significa Bosque, y el Mundo. De modo que tierra, terra, tellus significaba a la vez el suelo y el planeta, dos significados y uno. Pero para los athsianos el suelo, la tierra, no era el lugar a donde vuelven los muertos y el elemento del que viven los vivos: la sustancia del mundo no era la tierra sino el bosque. El hombre terráqueo era arcilla, polvo rojo. El hombre athshiano era rama y raíz."

Sí, es cierto. Esto último no es más que ciencia ficción, (aunque es de resaltar que K. Le Guin era hija de la escritora Theodora Kroeber y del antropólogo Alfred Kroeber.) 

Pero es que ya no hay que escatimar en miradas.

“Un bosque no sólo es un paraje natural, sino un paisaje cultural que cambia a través de la mirada”, escribe la historiadora ambiental Lucía Triviño. Por eso, advierte que la gestión y conservación de los bosques debe incluir y atender tanto lo biológico y ecológico, como la parte antrópica o paisaje cultural.
Pues, ojo, "la imagen general de un bosque prístino, casi primigenio, que no ha sido modificado por la mano humana, tiene más de mito que de realidad."

El libro y proyecto de Lucía Triviño se llama "Las Hojas del Bosque", y trata sobre cómo se percibe la naturaleza por las poblaciones que lo habitan y cómo influye en la construcción de sus culturas e imaginarios.

La historia ambiental
no se define simplemente como "la historia de la naturaleza". Es más complejo. Recuerda también que la dicotomía entre cultura y medio ambiente es artificial, así que lanza su definición de la historia ambiental como: «el estudio de las formaciones socioecológicas desde una perspectiva histórica.» (Citando al historiador italiano Marco Armiero).
Por eso, "el medio ambiente está muy lejos de ser un escenario estático e influye sobremanera en el desarrollo y devenir de las sociedades humanas. Ambos establecen relaciones y se modifican mutuamente."

Triviño recoge también de la profesora Ana Rosa Diarte (Decolonizar los saberes mayas: diálogos pendientes) el concepto maya k'áax.
"Como concepto maya, k'áax contrastaba marcadamente con el término "monte" de los españoles. K'áax para los mayas es una extensión de ellos mismos, un organismo vivo, a la vez que sustrato físico y metafísico de la cultura", "mientras que el monte se convirtió para los españoles en un espacio peligroso, enigmático y sospechoso, para los mayas significó la protección y salvación".

Igualmente, menciona a Tepeyollotl o "corazón de la montaña" de los mexicas, que se manifiesta tanto con los cerros como con el jaguar.

En este libro Las hojas del bosque, hay muchísima información y referencias, pero también hay cabañas, calveros y sendas entre la espesura de las hojas.
Hay sendas boscosas para bandidos, para hombres salvajes paganos, para enamorados y poetas, para romanos y para los que huyen, para historias de terror y mucho para la ficción.


"¿Por qué en ciertas zonas del mundo existe la creencia de que los árboles susurran? O ¿por qué en algunas culturas los árboles pueden funcionar como portales?", escribe... 

¿Por qué existe esa costumbre de abrazar árboles?

Al hilo de esto, una última advertencia de Lucía Triviño: que aunque estudiemos las interpretaciones religiosas, culturales, sociales, políticas y demás, desarrolladas alrededor de la naturaleza, nunca debemos perder de vista su condición real. "¿De verdad nos aporta más abrazar un árbol esperando un intercambio psíquico de información que nunca ocurrirá, en lugar de interesarnos en conocer el verdadero contexto cultural que ha facilitado que existan esas percepciones?"

viernes, 7 de junio de 2024

Ötzi y Reserva de musgo: una historia natural y cultural de los musgos.

Hombre de Hielo, Ötzi.
 "Las rocas, dueñas de la lentitud y de la fuerza, se rinden, sin embargo, al leve aliento verde del musgo, tan poderoso como un glaciar, que erosiona su superficie y las devuelve, grano a grano, a su condición de arena. Entre musgos y rocas tiene lugar una conversación muy antigua; poesía, sin duda."


"En el momento de la sexta extinción, ¿podríamos dejar de retorcernos las manos el tiempo suficiente para sentarnos tranquilamente a los pies de aquellos que han evitado todas las eras de extinción desde los albores de la vida en la tierra?"

Robin Wall Kimmerer, botánica.

 

¿Musgos en una página de antropología? Los musgos fueron las primeras plantas que colonizaron la tierra, tu planeta. Y no solo eso, además allanaron el camino al resto de criaturas, incluido tú. Si el planeta es como es, es gracias a estas plantas pioneras. ¿Te parece poco? Y por eso, en esta entrada te prometo que no solo aparecen los musgos, sino todo un mundo.

La palabra musgo viene del latín muscus, que significaba musgo, pero también espuma. Una espuma que cubre las zonas húmedas. Esto tiene sentido si entendemos la historia, nada más y nada menos que la de nuestro planeta. ¿Empezamos?

Fue hace unos 370 millones de años cuando los musgos iniciaron un gran  experimento de evolución.
Y lo hicieron en una superficie desnuda donde no había ni siquiera una garra de tierra. No tuvieron más remedio que adherirse a la roca desnuda, amontonarse en grietas y depresiones húmedas para evitar secarse bajo el sol que en ese entonces era demasiado intenso. Desarrollaron medios para retener agua y extraer minerales de la roca. Y lo hicieron tan bien, que todavía siguen así, y aquí, y no les va nada mal. No son las plantas más grandes ni las más numerosas, ni son especialmente bellas ni consumen demasiado. Son tan sencillas que con poco se apañan, pero cambiaron el planeta poco a poco

aumentando la vida en él. Quizás deberíamos atenderlos, teniendo en cuenta nuestra historia como especie y hacia donde hemos evolucionado...


Bueno, es que ya no estamos hablando de Historia, sino de relaciones intrincadas tras eones de evolución. Y para sumergirnos en todos estos eones, qué mejor que contarlos a través de una historia nativa indígena, del pueblo cree, una nación amerindia de América del Norte.


Hace mucho tiempo, todo el mundo estaba cubierto de agua. Bueno, en realidad fue culpa del dios Wisakedjak. Él inundó todo el mundo original que hizo el Creador, que lo suyo le costó. Y es que así son este tipo de dioses en la mitología, los dioses embaucadores: irrumpen y corrompen la vida normal, los patrones y convicciones, las normas establecidas, para luego crear de ahí cosas nuevas. Wisakedjak tendría el día juguetón y decidió sumergirlo todo, y luego se percató de los animales que nadaban en el agua... Así que creó una balsa con árboles para salvarlos. Pero se preocupó un poco por ellos, así que envió a una rata para ver cuánto cubría el agua bajo ellos. Este roedor se sumergió... y nunca más volvió. Luego mando al cuervo a buscar tierra, pero después de volar durante un día entero regresó derrotado. Wisakedjak entonces pensó en el rápido y astuto lobo, a quien dio un trozo de musgo que encontró en la balsa de madera construida de árboles. El lobo lo agarró y corrió en círculos alrededor de la balsa con aquella bola de musgo en la boca hasta que la bola empezó a crecer y a crecer, y a formar tierra. Continuó extendiéndose por la balsa y siguió creciendo hasta crear nada más y nada menos que el mundo. Tu mundo.

Así continua la historia, narrada en 1911 y recogida por el etnógrafo y arqueólogo Alanson Skinner:

"Lobo continuó corriendo durante una semana mientras la tierra seguía creciendo. Siguió creciendo durante dos semanas. Al final de este tiempo, Lobo había triunfado tanto que nunca regresó. Dado que la tierra está construida sobre agua, esto explica la existencia de manantiales subterráneos.
Cuando Lobo llevaba una semana fuera y aún no había regresado, Wiságatchak dijo a los otros animales: "Bueno, el terreno ahora debe ser lo suficientemente grande para que podamos vivir en él".


Así honra el pueblo cree al musgo, porque fue gracias a su propagación que existe la tierra tal y como es. Pero también se honra al lobo, el que dio forma a la tierra, salvando así a las demás criaturas y a él mismo. Los nativos americanos han reconocido desde siempre el papel que desempeña el lobo en la protección de la salud de otras especies y a su familia. Son los médicos de la tierra, dicen, mantienen a todos los seres fuertes y saludables.

Así que volvemos al mundo de estas briofitas, es decir, de las plantas que no tienen ni raíces, ni tallos, ni hojas, pero sí mucha dignidad. En el libro "Reserva de musgo, una historia natural y cultural de los musgos" de la editorial Capitán Swing, Robin Wall Kimmerer nos cuenta que el musgo es "el primer paso en la evolución hacia una existencia terrestre, a medio camino entre algas y plantas vasculares." Y ahora pueden sobrevivir incluso en un desierto. Pero no pueden crecer ni hacer la fotosíntesis ni reproducirse sin agua. Así recuerdan siempre esos estanques primigenios de dónde vinieron sus ancestros.

Y la historia científica nos dice que, "antes de que el mundo fuera verde, la vida solo existía en el agua. En las bahías, poco profundas, las olas rompían contra una orilla vacía. En el continente achicharrado por el sol no había árboles que dieran un poco de sombra. Esa primera atmósfera carecía de ozono y el sol golpeaba la tierra con toda su intensidad, una lluvia mortal de radiación ultravioleta que dañaba el ADN de toda criatura que se aventurara por la orilla.

Sin embargo, en el mar y en los estanques interiores donde el agua filtraba los rayos ultravioletas, las algas se afanaban en alterar el curso de la historia evolutiva. De los mechones de algas salían burbujas de oxígeno, el gas resultante de la fotosíntesis que, molécula a molécula, se acumulaba en la atmósfera.

El oxígeno, una presencia nueva, reaccionó con la intensa luz solar en la estratosfera para producir la capa de ozono que terminaría por proteger a toda la vida terrestre.

Solo en ese momento las condiciones en la superficie de la tierra permitieron que la vida emergiera del agua."

Y fue entonces cuando se hizo la mudanza, de la mar a la tierra, ya ahora más segura.

Además de los
musgos, también fueron oportunistas los helechos y los

líquenes. Capaces de aferrarse a un suelo pobre nutrientes, sus esporas germinan donde otras no pueden. Son capaces de buscar nuevos bienes inmuebles en cualquier paisaje devastado. Saben sacar beneficios donde otros sufren. Pero, al contrario que en el lucrativo negocio de los bienes inmuebles del capitalismo, estas especies pioneras no solo modifican el entorno, también hacen el mundo mucho más habitable para otras vidas, para otras plantas, para otros animales, incluido tú. Porque apuntalan el entorno formando suelos más fértiles, y crean las condiciones en las que otras especies menos adaptables pueden prosperar. De hecho, los musgos facilitan el desarrollo de los árboles. Como si de una gran e imponente nave se tratara, a los troncos caídos y recubiertos de musgo se conocen habitualmente como «troncos nodriza». De ellos, crecen robustos otros árboles.

A Robin Wall Kimmerer le gusta imaginarse cómo se produjo la migración de esa existencia acuática a los rigores de la tierra.

"Tal vez... tal vez los estanques se secaron, dejando las algas varadas en el fondo como peces fuera del agua.

O tal vez las algas colonizaron las grietas en sombra de las orillas rocosas."


Sea como fuere, las primeras plantas terrestres emergieron del agua para tratar de sobrevivir en tierra. Los briófitos aparecieron por primera vez en el registro fósil durante el período Devónico, hace aproximadamente 370 millones de años. Y fueron cubriendo la tierra.
Y así mismo se conocen a los musgos en los idiomas nativos de esa botánica potawatomi. En los idiomas anishinaabe, musgo se dice aasaakamig y aasaakamek, que tienen el significado de "aquellos que cubren la tierra."

Así que tenemos que los musgos fueron las primeras plantas que colonizaron la tierra. Y no solo eso, además allanaron el camino al resto de criaturas. Wall Kimmerer cuenta en este libro que "Muchos entomólogos consideran que las fases más tempranas de la evolución de los insectos tuvieron lugar en las matas de musgo. La humedad que les ofrecían constituía un entorno de transición entre la vida acuática primitiva y los organismos terrestres más avanzados."
Por eso, si te fijas bien, son muchos los insectos que rondan por los musgos.

No solo sostiene a muchos insectos. Hay seres que están profundamente imbricados a los musgos, a los que tratan mil veces mejor que nosotros, por cierto. Porque lo hemos hecho los humanos a los osos de agua o tardígrados es un auténtico infierno. A estos microorganismos les hemos hecho sufrir hirviéndolos, en una explosión nuclear, y hasta en el espacio. Todo para ver lo que aguantan. Y sí, claro que aguantaron. Lo llevan haciendo durante toda su existencia con los musgos.

 


Si la resiliencia del musgo es impresionante, la de los tardígrados no lo es menos. La botánica escribe: "La vida del oso de agua es inseparable de los musgos en los que vive. Por la manera en que se entrometen en el follaje y avanzan torpemente con sus ocho patas robustas, los osos de agua guardan un parecido sorprendente a un oso polar diminuto. De cintura baja, con la cabeza redonda y el cuerpo traslúcido de un tono blanco perla, el oso de agua clava sus largas garras negras en los tallos de musgo. En lugar de una mandíbula llena de dientes, posee piezas bucales absorbentes. Se alimenta agujereando una célula de musgo con un estilete, como una aguja hipodérmica, y sorbiendo su contenido."

No sé porqué, los seres humanos levantamos los hombros cuando cae la lluvia sobre nosotros.¿Alguien lo sabe? En días de lluvia, nos encogemos, realentizamos nuestras rutinas, caminamos como si lleváramos peso encima de nuestras cabezas y solo queremos llegar a nuestro agujero hobbit. A los musgos y a los osos de agua, les pasa lo contrario: cuando no hay lluvia, se encogen, se secan, realentizan su metabolismo hasta niveles que todavía nos resultan misteriosos.

Cuando no hay lluvia, en las sequías, los musgos y los osos de agua se preparan de manera espectacular, casi como si estuviesen entre la vida y la muerte:

"En el proceso de la desecación, ni los musgos ni los osos de agua se ven dañados. Se encuentran en un estado de animación suspendida, en el que pueden tolerar cualquier extremo de temperatura u otras presiones ambientales."

"Las hojas del musgo se enrollan y contorsionan cuando el agua se evapora, quedándose secas y crujientes. Los osos de agua también se encogen al deshidratarse, reduciendo su tamaño a un octavo de lo que era, formando miniaturas de sí mismos en forma de barril, que se conocen como «toneles». El metabolismo se limita casi por completo, de modo que el tonel puede sobrevivir en ese estado durante años. Los vientos secos se llevan a los toneles como motas de polvo, dispersándolos hasta nuevas matas de musgo, mucho más lejos de lo que sus pequeñas patas podrían haberlos llevado."

"Cuando se secan, todos sus signos vitales desaparecen: no hay movimiento, ni intercambio de gases, ni metabolismo. Entran en un estado conocido como anabiosis, o falta de vida. Sin embargo, en el momento en que el agua regresa, la vida se renueva de inmediato."

Reviven con una gota de agua.

"Cuando hay agua disponible, por el rocío o la tan esperada lluvia, los osos de agua y los musgos se empapan y se hinchan hasta recuperar su tamaño y su forma normales. En veinte minutos, el musgo y el oso de agua, en perfecta sincronía, retoman sus actividades habituales."

"Los musgos pueden perder hasta el 98 por ciento de su humedad y sobrevivir. Hay musgos que han revivido con un chapuzón en una placa de Petri tras cuarenta años de deshidratación en un herbario mohoso."

"El proceso que permite que estas criaturas merodeen en la frontera entre la vida y la muerte sigue siendo un profundo misterio que los musgos no dejan de llevar a cabo bajo nuestros pies."

Al fin y al cabo, nos recuerda la botánica, fueron las pioneras en salir del agua y vivir en un mundo demasiado hostil, y esto hace pensar que si el planeta vuelve a ser hostil, serán las que sigan aquí, resistiendo.

Sí, sobreviven a explosiones nucleares. Pero ni los osos de agua ni los musgos pueden crecer sin agua, sin su origen.

Por ejemplo, cuenta la científica: "Para que la alquimia de la fotosíntesis se produzca, los musgos deben estar empapados de humedad. Una fina capa de agua sobre la hoja del musgo es la puerta por la que el dióxido de carbono se disuelve y accede a la hoja, comenzando así la transformación de la luz y el aire en azúcares. Al carecer de raíces, no puede acceder a las reservas de agua de la tierra, por lo que su supervivencia depende de la lluvia. Es por eso que los musgos abundan más allí donde hay humedad constante, como las zonas rociadas por el agua de una cascada o los acantilados de los que brotan manantiales."

Y por eso, forman colonias, para la retención hídrica:
Como una esponja, "las hojas entrelazadas crea una red porosa de hojas y espacios vacíos que guarda el agua. Cuanto más densa sea la red, mayor será su capacidad para retener agua."

Así, se convierte en
una alfombra más elaborada que cualquier otro tejido sobre la faz de la tierra, hecho de sol y tierra.


También en su reproducción sexual dependen del agua, porque funciona gracias a hilillos de agua entre macho y hembra. Ellos podrían decir que lo que les une, es todo un acueducto.

Robin Wall Kimmerer lo explica de manera simple y bella: "El espermatozoide
tiene que nadar por una película continua de agua para llegar al óvulo. El racimo de hojas puede capturar el agua de la lluvia y del rocío, y los espacios capilares entre las hojas conducirán el agua de una planta a otra, como un acueducto transparente que une al macho y a la hembra. Si esta película de agua se rompe por cualquier motivo, la barrera que impide que el espermatozoide llegue al óvulo resultará infranqueable. Los óvulos solo pueden fecundarse cuando el musgo esté cubierto de agua de lluvia, rocío o la espuma de una cascada para conducir el espermatozoide. En un año seco, lo más probable es que la reproducción fracase."


Así crecen los esporofitos o esporangios, que si te fijas bien, son esos filamentos altos y alargados que sobresalen de la alfombra de musgo y tienen arriba una pequeña cápsula, como una cofia.

Bueno, pero si esta reproducción por hilillos de agua fracasa, tampoco nos llevemos las manos a la cabeza. Que por algo los musgos todavía continúan alfombrando los bosques.
Tienen más estrategias. Por un lado, tienen de aliados involuntarios, como los lobos, de los que he hablado antes, que los dispersa más lejos. O como la comunidad invertebrada. O incluso tus pies cuando caminas por la ciudad. Para los musgos, nuestro paisaje urbano se asemeja a grandes acantilados.

Hay sexo hasta en Nueva York. Pero ojo, que para los musgos, el sexo no es lo único:
"El sexo no es su única manera de propagarse. Mucho antes del advenimiento de la biotecnología, los musgos ya podían fabricar clones, llenando el entorno de copias genéticamente idénticas de sí mismos. De hecho, la mayoría de las especies de musgo pueden regenerarse por completo a partir de un fragmento pequeño. Una única hoja, rota por accidente, que cayera sobre un suelo húmedo, podría producir una nueva planta".

Y tiene más estrategias, como por ejemplo, evitar la competición. "Las diversas especies pueden coexistir cuando crecen en hábitats propios, no compartidos con las especies hermanas. Es el equivalente briofítico de "Una habitación propia»."

Cómo llegan a su habitación propia, a su hábitat propio, es todo un misterio. Tal y como cuenta Wall Kimmerer:
A lomos de la corriente de aire viajan semillas y esporas, el mismo plancton aéreo en todos los lugares del mundo. "Lo extraordinario no es la biodiversidad, o la riqueza de criaturas que pueblan la Tierra, sino que esta no sea idéntica en todas partes."
"De algún modo, cada espora errante encuentra la forma de llegar a casa."


Este plancton aéreo viaja por todo el mundo sin pasaporte, y en cada lugar del mundo los humanos entendemos a los musgos de diferente manera. Yo estuve buscando sobre la manera en que se dice "musgo" en diferentes idiomas, y me topé con un artículo de una historiadora llamada Nikita Azad, del Punjab, India. Ella cuenta que la palabra para musgo es "kai", pero no solo para musgo y no para todos los musgos. Kai es la palabra en hindi, en la India, para todas plantas que crecen cerca del suelo y resbaladizas: liquen, musgo, mohos, verdín...

Y en cada lugar del mundo, también ha sido diferente el uso el musgo, pero siempre como aislante. Lo raro es lo nuestro, que solo lo pensamos en los belenes y en cestitas de plástico de colores.

El musgo compactado es un maravilloso aislante natural. Los pueblos septentrionales forraban sus botas y manoplas con musgos mullidos, que les proporcionaban una capa más de aislamiento. También acolchaban camas y fabricaban almohadas. Cuando, en un glaciar del Tirol que empezaba a descongelarse, se encontró el cuerpo del famoso «Hombre de Hielo», Ötzi, de más de 5.000 años, sus botas aparecieron forradas de diversas especies de musgo. De hecho, han analizado miles de fragmentos de 75 especies distintas de musgos y plantas hepáticas enterradas junto a la momia.

También se utilizaron los musgos para pañales de un solo uso, toallitas antisépticas, compresas, como relleno en el interior del portabebés, envolviendo a los niños en un nido mullido. Hay musgos que pueden absorber entre veinte y cuarenta veces su peso en agua."Una absorción semejante a la de los Dodot del supermercado, que hizo de esos musgos los primeros pañales de usar y tirar." Algo imprescindible para poder transportar a los bebés a la espalda.
Incluso se usó musgo para limpiar pescado, para quitar toxinas evitando que se reseque.

Y ya que he comenzado con una historia nativa americana, vuelvo con lo que nos recomienda la sabiduría indígena. Wall kimmerer nos advierte que objetos como los prismáticos, las lupas, los microscopios o los telescopios son una maravillosa ayuda, pero nada comparados con la atención, con el tiempo y la paciencia. El ojo solo ve lo que la mente conoce. Wall Kimmerer escribe:

"Nuestra agudeza a escala intermedia es vulgar, pero no tanto por los defectos de los ojos como por la inclinaciones de la mente. ¿Acaso la potencia de nuestras invenciones nos ha llevado a desconfiar del ojo humano? ¿O hemos llegado a menospreciar aquello cuya percepción no requiere el empleo de tecnología, sino tiempo y paciencia? Por sí sola, la atención puede competir con la lente de aumento más potente."

Sabemos cómo funciona el buscador de Google, pero no el buscador de la mente: solo cuando se repite un patrón, el cerebro lo interpreta y recibimos su significado de la mente consciente, y entonces sabemos sabemos lo que estamos viendo.
Pero "las secuencias neuronales que permiten procesar lo que vemos han de entrenarse mediante la experiencia. Las sinapsis se activan y las estrellas aparecen. Lo invisible resulta inmediatamente evidente. Si nos situamos al nivel del musgo, la perspectiva de un humano de metro ochenta caminando por un bosque no es muy distinta a la que se tiene en un vuelo a diez mil metros sobre el continente. Todo un reino natural pasa desapercibido cuando estamos a tanta distancia del suelo, cada día, sin verlo. Los musgos y otros seres vivos de menor tamaño nos invitan a instalarnos durante un tiempo en los límites de la percepción ordinaria. Lo único que nos piden es prestar atención. Mirar de cierta forma permite que un mundo nuevo se nos revele".

¿Y para qué prestar atención y conocer este nuevo mundo? Ella lo explica:

"Conocer la geometría fractal de cada copo de nieve hace que el paisaje invernal resulte aún más asombroso. Conocer los musgos enriquece nuestro conocimiento del mundo."

Y yo añado, que quizás haya que hacer como el lobo, que aún en su carrera para sobrevivir, siempre se para, se para para mirar hacia atrás.