Consideramos a los beowas (orcas) como nuestros hermanos. Nuestras historias del Tiempo de los Sueños que nos conectan con los beowas es que cuando un miembro de Thaua muere, se reencarna como un beowa. Los beowas siguieron siendo parte de Thaua, incluso después de morir. Los beowas ayudaban a los hombres arreando a las otras ballenas en la bahía de Turembulerrer (Bahía Doble) para que los balleneros las mataran. Budginbro, al igual que sus antepasados y los demás aborígenes, les daba a los beowas la lengua de la ballena muerta. Esto pronto se conoció como la Ley de la Lengua.
Mi gente tenía una amistad duradera con los beowas en el Edén, especialmente con el Viejo Tom. Mi abuela, Catherine Holmes, de soltera Brierly, nos contó sobre su bisabuelo, Budginbro, quien junto con otros Thaua nadaban con el Viejo Tom, agarrándose de su aleta dorsal; mis antepasados nunca resultaron heridos ni lastimados. Ella dijo que el padre de Budginbro, un hombre ciego, caminaba por la playa (Aslings) cantándoles a los beowas, y que estos lo seguían por la playa comunicándose con él. Era una fuerte amistad entre estos beowas y mi gente.
Para los Thaua, este fue un momento especial para estar vivos, una parte de nuestra historia que se transmitió de generación en generación. Espero que algún día pueda volver a conectarme con los beowas."
En Australia. En Twofold Bay, el pueblo costero Thaua, parte de la nación Yuin, tenía una conexión con las orcas a través del Sueño, una relación que era muy respetada y en la que se confiaba debido a la dependencia de los Thaua del océano para obtener recursos. Antes de la colonización, los Thaua tenían una interacción mutualista continua con las orcas de la zona, trabajando al unísono en la costa y en el agua hasta que un cadáver estaba listo para ser compartido, y las orcas recibían la lengua. Los Thaua incluso describieron una práctica de caza que incluía cantos que alentaban a las orcas a arrear a las ballenas barbadas cerca de la costa para que las mataran. Se cree que esta relación es anterior a la colonización europea por milenios y fue el verdadero comienzo de la noción de la "Ley de la Lengua". La caza comercial de ballenas, que comenzó en 1828, se benefició de la asociación de larga data de los aborígenes australianos con las orcas, lo que la hizo rentable en lugar de una actividad de subsistencia. También se dice que por codicia, los colonos rompieron la Ley de la lengua, que la orca llamada Tío Tom sufrió heridas en consecuencia al verse traicionada y al intentar amarrar su parte. Y que por ello, por las heridas, murió.
"Cuando los boran desean encontrar miel, llaman al pájaro soplando silbatos especialmente fabricados con conchas de caracoles. Cuando llega uno de esos pájaros, vuela alrededor cantando una especial canción llamada 'sígueme'. Los boran siguen al pájaro que vuela rápidamente delante y los espera hasta ser alcanzado, asegurándose continuamente de que lo pueden ver cuando vuela. Una vez que el pájaro ha llegado a la colmena, sustituye la melodía de su canto inicial por otra que viene a decir 'aquí hemos llegado'. Cuando los boran localizan la colmena en el árbol y la abren, extraen la miel, dejando la cera y las larvas para el pájaro."
La tradición de dejar su recompensa a los "guías de la miel" está reforzada por la leyenda de que, si no se les da su premio, las aves les conducirán ante un león o alguna otra fiera en próximas ocasiones.
Lo importante es que los boran son capaces de calcular la distancia a la colmena mediante tres indicaciones que les da el guía-miel: por el intervalo de tiempo que tarda en volver el pájaro una vez que ha entablado contacto con el pastor, por la distancia entre las sucesivas paradas que debe hacer el pájaro para esperar al hombre que le sigue, y por la altura de la posición que adopta al posarse, que va siendo cada vez más baja a medida que se acercan al nido.
¿Cómo pudo desarrollarse esta insólita colaboración mutua? ¿Quién tomo la iniciativa primero, el pájaro o los boran?
La antropóloga Anna Tsing, en su libro "Friction. Una etnografía de la conectividad global", cuenta sobre el mutualismo entre los Meratus, Indonesia, las abejas y los árboles miel:
Los meratus saben qué árboles son buenos para producir miel. El mangaris, Koompassia excelsa, es el árbol más alto de la selva tropical de Borneo, y se ha registrado que crece más de 80 metros; también es el árbol más popular para las abejas, y en muchas otras lenguas dayak de Borneo se lo conoce por la palabra local que significa "árbol de miel".
(...) Lo más común es que un hombre reclame un árbol siendo el primero en limpiarlo o, si el árbol ha sido abandonado por otros reclamantes, reanudando su limpieza. Pasa este derecho a sus hijos mientras sean activos en el mantenimiento del árbol como árbol de miel.(...) Se establece una relación de tres especies entre las abejas, los árboles de miel y las personas. Las personas fomentan la construcción de panales preparando los árboles. Salvan a los árboles de miel de ser talados en las plantaciones de quema y quema.(...) En las áreas vecinas en las que los madereros y los desarrolladores de plantaciones han talado la mayoría de estos árboles altos, la gente informa que ya no hay migración de abejas. Además, las especies de árboles están en peligro. Dada la diversidad del bosque y el amplio espaciamiento entre los árboles emergentes, muchos de estos gigantes del bosque están bastante aislados, en cuanto a especies, en el bosque; cada árbol emergente que se tala priva a una sección del bosque de una fuente de semillas para esa especie. La conservación de los árboles de miel preserva el número y la variedad de árboles emergentes, además de proporcionar un lugar de anidación para las abejas. Entre el cultivo y la naturaleza, las abejas, los árboles de miel y los humanos han creado una relación simbiótica mutuamente productiva."
Muy temprano, cuando todavía no salió el sol, llegan los pescadores en sus bicicletas, acomodan las redes y buscan en las aguas a sus socios de pesca, los delfines. La pesca sólo comienza cuando llega el delfín, y en realidad, es toda manejada por él. Los pescadores forman una hilera paralela a la costa, con el agua casi hasta la cintura, con una red de pesca llamada "tarrafa", de forma circular y fabricada en nylon.
El agua de este lugar es bastante turbia, y los pescadores no pueden ver los peces, pero los delfines, como disponen de un sistema de ecolocalización similar a un sonar, no necesitan ver con los ojos para poder seguir a los peces. Los delfines llevan a los peces hacia los pescadores, en ese momento, cuando los delfines giran dando círculos rápidos, los pescadores saben que deben arrojar las redes. Arrastran la red hacia la playa, y los que estaban en segunda fila ocupan su lugar para hacer una nueva captura. Los dos salen beneficiados: los pescadores obtienen pescados de mejor tamaño y peso que si pescaran sin ayuda de los delfines, y los delfines obtienen su ración diaria de más de 10 kilos de tainhas.
Esta sociedad entre delfines y pescadores se viene realizando desde la década del 40, en la ciudad de Laguna. En todo este tiempo los pescadores han aprendido a diferenciar a los "botos", (como llaman en Brasil a los típicos delfines tipo flipper); los conocen por sus aletas, por sus cicatrices, y hasta les han puesto nombres propios.
Pero nunca llaman a los delfines ni intentan tocarlos.
Fuentes:
http://memecio.blogspot.com/2007/01/el-increble-pjaro-gua.html
http://masabadell.wordpress.com/2008/01/10/el-pajaro-miel/
http://usuarios.multimania.es/tudanca/pescadel.htm
http://www.universalocean.es/pesca-con-cormoran-arte-y-tradicion-milenarias/