miércoles, 30 de noviembre de 2011

Cuando las mujeres mandan: la mujer guerrera.

 
 
 "Una multitud de mujeres aporreando su choza podía despertarle en medio de la noche. Las mujeres bailaban danzas indecentes, entonaban canciones en las que se burlaban de su virilidad y utilizaban el patio de su casa como letrina hasta que éste prometiese enmendarse. A esto lo llamaban «sentarse sobre un hombre » 

Marvin Harris, Nuestra especie.

En muchas tribus, las mujeres viven en unas circunstancias que hacen que su vida sea muy difícil.

Así, es el caso de las mujeres yanomamis y de Papúa de Nueva Guinea, sociedades en las que se practica la patrilocalidad. Al casarse tienen que abandonar sus casas para ir a vivir a la de su marido, lo que las aísla por completo de la protección de los suyos.

Esto es porque en estas pequeñas aldeas la victoria que se da en las cruentas batallas con las aldeas vecinas por la competencia de recursos dependerá de equipos de combate compuestos por varones que se han ejercitado juntos y creen unos en otros. ¿Qué mejor manera de formar equipos de combate que se compongan de padres, hijos, hermanos, tíos y sobrinos paternos corresidentes? Pero para poder permanecer juntos tras el matrimonio, estos varones deben llevarse a sus esposas a vivir con ellos.

Cuando los que viven en pequeñas aldeas se alían con los de las aldeas vecinas y se transforman en jefaturas más complejas y de mayores dimensiones, tiene que recorrer distancias cada vez mayores para cazar y comerciar, lo que los lleva en muchas ocasiones a permanecer fuera del hogar por largas temporadas. Cuando ocurre esto tienen que dejar a alguien al cargo de su casa, los cultivos, etc, pero la esposa no es digna de confianza porque permanece fiel a su propia familia, no a la del esposo, así que esta responsabilidad pasa a manos de la hermana. Aquí tiene lugar un cambio gradual de la patrilocalidad a la matrilocalidad; pues no darán a la hermana en matrimonio a no ser que su marido se traslade a la aldea de ella. 

De esta manera, cuando llegan de sus largos viajes, los maridos se convierten en extraños; son ellos los que se sienten aislados y deben vérselas con un frente unido de miembros del sexo opuesto que llevan toda la vida viviendo juntos. Así pues, allí donde prevalece la matrilocalidad el control de la esfera doméstica tiende a concentrarse, en su totalidad, en manos de las mujeres. Los maridos dejan de ser residentes permanentes para convertirse en una especie de visitantes y el divorcio es frecuente y tan fácil para las mujeres como para los hombres. Si un varón maltrata a la esposa o ésta se harta de él, ella y sus hermanas, madre y tías maternas lo expulsan sin miramientos, enviándolo de vuelta a su propia familia materna. Y el hecho de que el marido se encuentre a menudo ausente hace tanto más sencillo el divorcio.” 

En las sociedades donde existe la matrilocalidad las mujeres tienen mejor nivel de vida al estar protegidas por sus familias y entran en posesión de los medios de producción para influir en las decisiones políticas, militares y religiosas. 

“En las sociedades yoruba, ibo, igbo y dahomey, las mujeres eran propietarias de tierras y cultivaban sus propios productos. Las mujeres dominaban los mercados locales y podían acumular una riqueza considerable gracias al comercio. Para casarse, los varones tenían que pagar el precio de la novia, transacción en sí misma indicativa de que ésta era una persona sumamente valiosa y de que sus padres y parientes no estaban dispuestos a renunciar a ella sin que se les indemnizase por la pérdida de sus capacidades ecónomicas y reproductoras. De hecho, los pueblos del Africa occidental estimaban que tener muchas hijas era ser rico

En lo referente a la conducta sexual, no existía la doble moral. Aunque los hombres practicaban la poliginia, sólo podían acceder a ella una vez consultada la primera esposa y obtenido su permiso. Pero ellas también tenían bastante libertad, y en ocasiones mantenían relaciones extramaritales. Además, en numerosas jefaturas y Estados del Africa occidental, ellas mismas podían abonar el precio de la novia y desposar a otras mujeres, incluso en la sociedad Dahomey. construían una casa para su «esposa» y tomaba las medidas necesarias para que un consorte embarazase a ésta. Pagando los precios de la novia por varias de estas «esposas», una mujer ambiciosa podía hacerse con el control de una diligente unidad doméstica y adquirir riqueza y poder.

Entre los igbos de Nigeria, aunque los gobernantes de esos Estados y jefaturas eran casi siempre hombres, sus madres y hermanas ocupaban cargos que conferían a las mujeres un poder considerable. En algunas de estas sociedades existía la “madre de todas las mujeres” cuyo poder podía ser el mismo que el de los gobernantes masculinos. Un varón que infringiese las normas mercantiles de las mujeres, permitiese que su cabra devorase los cultivos de una mujer o maltratase a la esposa, se exponía a una venganza colectiva. Una multitud de mujeres aporreando su choza podía despertarle en medio de la noche. Las mujeres bailaban danzas indecentes, entonaban canciones en las que se burlaban de su virilidad y utilizaban el patio de su casa como letrina hasta que éste prometiese enmendarse. A esto lo llamaban «sentarse sobre un hombre » .
Por supuesto, en estas sociedades  no existen ni el elevado índice de infanticidio ni la preferencia por los hijos varones.

Pero la subordinación del varón en estas sociedades no alcanza el grado de subordinación de la mujer en las aldeas machistas. Esto no se debe sin embargo a una falta de crueldad y de piedad por parte de las mujeres, sino a una falta de poder, porque en estas sociedades estratificadas la mayoría de los varones ya no estaban entrenados desde la infancia en la caza de hombres, ni siquiera en la caza de animales. En vez de ello, se ven reducidos a la condición de campesinos desarmados y la mayoría de las mujeres ya no tenían que tratar con maridos cuyas dotes para la violencia se hubiesen curtido en el campo de batalla.

En cambio, en la India septentrional, el tener muchas hijas suponía un desastre económico para la familia, porque el padre tenía que abonar a cada marido de estas con dinero, joyas o telas; de ahí el alto índice de infanticidio. En los últimos tiempos, a algunos maridos les ha dado por reclamar dotes complementarias, lo que ha originado una oleada de quemas de novias. Además, a las viudas en esta sociedad, se les obliga a llevar una vida de reclusión, sin esperanza de un nuevo matrimonio, sujetas a tabúes alimentarios que las mataban de hambre… lo que provocaba que muchas de ellas prefiriesen la hoguera a la viudedad. 

¿A qué obedecen estas diferencias?

Cuando mujeres y hombres están igualmente capacitados para desempeñar funciones militares y productivas, el estatus femenino alcanza la paridad con el masculino. Se puede observar claramente comparando estas dos culturas de las que hablamos, África occidental y la India septentrional, donde la forma de producción de la primera no exige tanto la fuerza física que beneficie al hombre como la segunda.

En el Africa occidental, la principal herramienta agrícola no era el arado tirado por bueyes, como en la india septentrional, sino la azada de mango corto, de modo que, sin otra herramienta que simples azadas, las mujeres podían ser tan eficaces como los varones.
En la propia India, se cumple también en lo que atañe a extensas regiones al sur y al este de Kerala. Los estados agrarios de Sri Lanka, el sudeste asiático e Indonesia se basan todos en la producción «húmeda»» de arroz, en la que las mujeres tienen, como mínimo, la misma importancia que los varones para realizar tareas decisivas, y es precisamente en estas regiones donde las mujeres han disfrutado tradicionalmente de niveles excepcionalmente elevados de libertad y poder en las esferas pública y doméstica.

En la India septentrional, la contribución de las mujeres en la agricultura era menor. Los hombres monopolizaban el manejo de los arados tirados por bueyes y éstos eran indispensables para roturar los duros suelos. Esto hace un efecto cadena que provoca que los hombres se alcen con el monopolio del comercio, en ser los primeros en alfabetizarse ya que tenían que llevar los registros del comercio, y lo mismo ocurrió con las ramas administrativas del gobierno, donde adquirían este poder por su superior fuerza física. 

Sin embargo, esto ya no ocurre en sociedades como la nuestra, donde la mayor fuerza física no tiene esa importancia ya que mujeres y hombres se enfrentan en las mismas condiciones. ¿Qué necesidad hay de fuerza muscular si los procesos de producción decisivos se desarrollan en fábricas automatizadas o mientras las personas están sentadas en oficinas informatizadas? Así, esto explicaría el mayor grado de igualdad que existe en nuestra sociedad.

Pero existe una última barrera a la igualdad entre los sexos. A pesar de la importancia menguante de la fuerza bruta en la guerra, las mujeres siguen excluidas de las funciones de combate en los ejércitos del mundo. ¿Se puede instruir a las mujeres para que sean tan eficaces como los varones en el combate armado con misiles balísticos intercontinentales, bombas inteligentes y sistemas de artillería informatizados? No veo razón para ponerlo en duda. Pero las mujeres deben decidir si desean ejercer presiones para obtener la igualdad de oportunidades en el campo de batalla o para obtener algo distinto:  
el fin de la guerra y el fin de la necesidad social de criar guerreros de talante machista, 
trátese de varones...
o de hembras.

Una mujer indígena sostiene a su hijo mientras se resiste al avance la policía estatal que trata de expulsarla, junto a otras 200 personas pertenecientes al Movimiento de los Sin Tierra, de una propiedad privada a las afueras de Manaos, en el Amazonas brasileño.

12 comentarios:

Emilio Manuel dijo...

Antropología de género, no se si por ser hombre, por tener ya una edad, o porque la asignatura no era fácil,lo que es cierto es que me costo sacarla adelante por el hecho de que había conceptos, el de propio género, no es fácil de asimilar cuando has sido educado en una familia machista dado que la sociedad también lo era, hoy algo menos.
Magnífica entrada.
Un saludo

Anónimo dijo...

Muy interesante: el control de los medios de producción influye directamente sobre las relaciones de género. ¡Y de qué manera!
Saludos.

Anónimo dijo...

No consigo ver los dos vídeos del principio. ¿Puedes poner sus enlaces? Gracias.

Antropólogaenlaluna dijo...

A qué videos te refieres, Matriarcal? En esta entrada no puse ninguno...

Anónimo dijo...

Perdona pues, debe ser algún error de mi navegador, me aparecen justo antes del artículo dos recuadros en gris con el botón "play" en ellos.

Antropólogaenlaluna dijo...

Sí, era cosa del navegador. Ya quité esos pseudo videos, gracias por el aviso ;)

Francesca Gargallo dijo...

A raíz de este artículo me queda claro el vínculo entre acumulación originaria, misoginia del capitalismo, colonialismo y racismo occidentales.

miryam biosca dijo...

Con todos mis respetos esto no habla de mujeres guerreras, habla de mujeres que se ponen en mente de hombres y no creo que estas tribus de las que hablas hayan tenido este comportamiento ancestralmente sino que es un comportamiento ya desvirtuado por la que llamas "nuestra sociedad" a la que yo pertenezco pero en la que no vivo precisamente porque infestó el mundo de desnaturalizaciones. Paridad? igualdad?.....La mujer guerrera no es una mujer que se dedica al comercio, ni a portar armas, las mujeres guerreras somos las que damos a luz, primeramente, pero además damos a luz a nuestras hijas e hijos sin anestesicos, sin oxitocina, sin epidural y sin que un medico nos diga que nos tenemos que tumbar porque así él esta más cómodo, tenemos la garra de dar a luz en nuestras casas aullando a cuatro patas o como se nos de la gana, las mujeres guerreras somos las que cargamos a nuestros bebes y no llevamos carritos (que nos hagan la vida más cómoda y más artificial)

miryam biosca dijo...

porque intuimos que cerca de nosotras van a estar mejor, van a sentir el calor y amor de su madre y se van a criar con mayor seguridad y autoestima, somos las que dormimos con nuestros bebes a pesar de que esto pueda ir en detrimento de nuestra relación sexual y marital al fin y al cabo, por nuestros hijos, por su seguridad y por que sientan amor y no abandono, somos las que amamantamos a nuestras crias a demanda y hasta que ellas y ellos quieran, somos las que trabajamos con nuestra bebe cargada, o buscamos trabajos que nos dejen estar al lado de nuestros hijos e hijas no teniendo que conferir su crianza y educación a otras personas, no ponemos nuestro estatus económico por encima de la salud y bienestar de nuestros bebes, somos las que pase lo que pase sacamos a nuestra familia adelante sin necesidad de depender del hombre y con confianza de que nos llegará lo necesario, pero que tambien sabemos luchar por el amor, creemos en el amor y tenemos la fe de que nuestros compañeros aprenderán a ir acompasados a nuestra fuerza vital, no nos divorciamos, y tenemos la suficiente autoestima como para saber que si un hombre nos ama de verdad no va a tener que buscar otras mujeres sino que va a luchar por permanecer al lado de la suya con total respeto. La mujer guerrera es una mujer sagrada, que cuida su cuerpo y su alma, que sana y hace sanar que no vive encasillada dentro de parametros culturales de ningún tipo, que se armoniza con la naturaleza, que sabe dónde están sus poderes y su magia y las utiliza para el bien de la humanidad y de su familia, es la mujer que menstrua en la tierra porque sabe que su luna es el liquido más fertil que jamás haya existido y lo ofrenda a los sagrados campos que nos dan de comer, es el líquido que está preparado para albergar la vida de los hombres y las mujeres de este planeta no hay nada más Divino, por ende no nos duele nuestra "luna" sino que la amamos como parte de un ciclo perfecto y mágico. Es la mujer que Cree y que Ama, sobre todas las cosas y a todos los seres, que sabe cual es su posición sagrada en la vida y que hace la guerra con puro Amor Universal, esperando que todos los seres de este mundo se unan en un solo canto, en un solo espíritu. Yo soy mujer guerrera, madre de niña guerrera, hermana de muchas guerreras que ya están despertando en el mundo, sabemos rescatar la verdadera ancestralidad , que es la de la intuición y la del Amor a nuestros hijos e hijas y a nuestros semejantes y vamos aprendiendola con humildad por el camino, si los yanomami luchan de esa forma es porque el hombre blanco con su avaricia les está reduciendo tanto el territorio y los recursos en busca de petróleo oro y gas que ya tienen que tomar medidas desesperadas, si en las mujeres hay codicia es porque los hombres nos han apretado tanto las tuercas que ya no sabemos ni donde está nuestra lucha. Te recomiendo "mujeres que corren con los lobos" de Clarissa Pinkola y la Luna roja, Miranda Gray, si es que no los has leído ya, y ojalá con todo el amor del mundo te animes a unirte al Klan de las mujeres guerreras, somos guerreras, de paz, de amor y sobre todo de LUZ.

Antropólogaenlaluna dijo...

Gracias por tu comentario Myriam, pero creo que estamos hablando de lo mismo. Cuando hablo de mujer guerrera, no me refiero a la mujer militar. Si te fijas, más abajo Marvin Harris (que es de donde extraí este texto) escribe: "Pero las mujeres deben decidir si desean ejercer presiones para obtener la igualdad de oportunidades en el campo de batalla o para obtener algo distinto: El fin de la guerra y el fin de la necesidad social de criar guerreros de talante machista, trátese de varones o de hembras."
Es decir, la mujer tiene el poder de transmitir estos mensajes a través del cuidado, mensajes de paz.
De todas formas, este texto se limita al tema del patriarcado y el matriarcado. Es decir, porque hay sociedades que POLÍTICAMENTE son patriarcales (como la capitalista en la que pertenecemos, nos guste o no) y otras son matriarcales (como muchas etnias chinas y muchas sociedades antiguas) Y bueno, ahí entra un debate que creo que es al que te refieres tú. Hay mujeres que dicen "bueno, yo no necesito mandar ni estar como gobernanta ni en la militancia, mi mayor poder es el del cuidado y transmisión de valores y de amor, lo que pasa es que este rol está muy infravalorado!" Otras dicen "Yo como mujer no sólo quiero tener ese rol, quiero tener la opción de entrar en el poder y decidir en el gobierno sobre mi pais!" Yo soy de las que opinan que de una manera u otra, todos/as tenemos que tener LIBERTAD de poder elegir nuestro camino, y dejar de ser meros juguetes u objetos. No quiero que nadie, ni hombres ni mujeres, ni políticos ni feministas, me digan "este es tu rol" porque yo elijo mi vida. Y sobre todo contra lo que lucho es contra la pobreza, contra la desigualdad no sólo de género sino de clases sociales y de todos los seres humanos. Y ahí entra el tema de la política, de la sociología, de la producción... y la necesidad de crear un mundo mejor sin desperdiciar a nadie, sea de la condición que sea.
Saludos guerreros ;)

Anónimo dijo...

hola, que buen articulo!
, de verdad me pareció bastante interesante y que imágenes tan extraordinarias. Me preguntaba si sabías de que fotógrafo es la ultima foto, de la mujer del movimiento sin tierra. Estoy haciendo un trabajo sobre la mujer y movimientos sociales y me interesaría saber más sobre ello. te dejo mi correo para estar en contacto. gracias! justafreak79@gmail.com

Antropólogaenlaluna dijo...

Hola, los datos de esta fotografía: REUTERS/Luiz Vasconcelos-A Critica/AE.
saludos!