
H. Lanvers. "África, tormenta de libertad".
Un joven etnólogo llamado Marcel Griaule, en 1931, decidió lanzarse a la aventura de atravesar África siguiendo el eje del Sahel. Cuando alcanzó Sanga, una pequeña aldea situada sobre los acantilados de la falla de Bandiagara , en el corazón de Malí, se quedó parado ante un mundo vertical: había llegado al País Dogón.
Abajo, al pie de una pared
rocosa de hasta 300 metros de altura, pudo ver pueblos de chozas de barro con techos de paja puntiagudos, baobabs, y en lo alto, excavadas en la roca, centenares de cuevas, misteriosamente construidas como moradas
por los pigmeos tellem (literalmente “los de antes”), una etnia que vivió en la falla antes de la llegada de
los dogón en el siglo XV. Los dogon las utilizan como cámaras funerarias. Así, cuando alguien muere, su cuerpo es enterrado allí arriba, cerca del cielo.
Griaule explica en sus textos que esta sociedad muestra una curiosa gran atracción por lo vertical. En sus danzas rituales, los hombres se mueven sobre zancos
de más de dos metros de altura. Otros llevan máscaras totémicas cuya
longitud duplica la del portador. “Aquí ya no se nota nada de la sumisión de la mayoría de las personas
que hemos encontrado hasta ahora”, escribe su acompañante Leiris. “Todos los que
conocemos, sean negros o blancos, al lado de esta gente, parecen figuras harapientas o esperpénticas. ¡Qué religiosidad
tan enorme! Uno se topa continuamente con lo sagrado, todo parece sabio y
trascendente… Esta noche suenan los cuernos, y desde lejos se escuchan
cantos.”

Amma, su dios, no existe en las alturas, sino en la red de vida de la tierra. Es el dios de agua que inoculó en la diosa tierra y dio origen a cuatro
parejas de gemelos (Nommo o Nummo), que representan la dualidad (el bien y el mal, día y noche, masculino y femenino...). Los Nommo son seres hermafroditas, ambigüos como lo que simbolizan. Pero uno de los gemelos, Ogo, quería gobernar él
mismo y robó semillas. Indignado por su
desobediencia, Amma le quitó la voz.
Después le transformó en un ser cuadrúpedo: el zorro pálido.
El antepasado Lebe Serou fue
sacrificado para dar fertilidad.“Fue el primer mortal, convertido en una gran
serpiente", afirmó el cineasta Jean Rouch. "Como testimonio de aquel terrible acontecimiento se fabricó
una máscara." Es la serpiente que vigila las cosechas.
Pero nada más mitológico que lo que se ha escrito sobre los dogón desde occidente. En realidad, el antropólogo Marcel Griaule nada escribió sobre la estrella más brillante que se ve desde la tierra, Sirio. Fue la antropóloga Germaine Dieterlen quien sostenía que el informante dogón Ogotemeli le había confiado a Griaule que los dioses nommo eran anfibios y llegaron desde el cielo en una nave voladora, y que sabían que Sirio tenía una compañera más pequeña, y que ya conocían los cuatro satélites de Júpiter. En 1976, el escritor Robert K. G. Temple publicó The Sirius mystery,
donde popularizó la idea de que los dogón habían tenido contacto con
extraterrestres; que tenían un conocimiento preciso
de hechos cosmológicos solo conocidos a través del desarrollo de la
astronomía moderna, ya que parecían conocer, según el relato de Griaule y
Dieterlen, que Sirio forma parte de un sistema estelar binario, cuya
segunda estrella, Sirio B, una enana blanca, había sido completamente invisible al ojo humano. El astrónomo Carl Sagán tuvo que intervenir, recordando que, curiosamente, todos los supuestos conocimientos de los dogón coinciden con los
conocimientos astronómicos alcanzados en Occidente a principios del
siglo XX, y también coinciden, claro, con los errores de la misma época. Jupiter, ahora se sabe, tiene por lo menos 63 satélites.

Los poblados dogón se construyen de forma que su silueta dibuje un óvalo, simbolizando las ocho partes del cuerpo humano. Ocho era y es el número sagrado dogón. Los primeros gemelos y los colores ancestrales son ocho en sus mitos.
En la cabeza del poblado se
sitúa la Tógu nà, lugar de reunión adulta para debatir los problemas del
poblado. Ocho enormes capas de mijo conforman el techo de esta
construcción, de tan escasa altura que se debe entrar en cuclillas,
dificultando así las confrontaciones físicas y alabando la humildad de la poca altura, donde sólo se puede alzar la palabra: la estrella que más ilumina en la tierra.
El grueso del pueblo o cuerpo lo
componen casas de adobe para habitar, y graneros, estando estos últimos
separados por género. Ambos comparten el tejado puntiagudo
característico de esta etnia, sin embargo, el masculino tiene más
altura. Las mujeres guardan objetos personales en los suyos, y tienen la
entrada prohibida a los hombres. Existe un edificio a las afueras de la
ciudad, el lugar que ocuparían las manos de este ficticio cuerpo, donde
las mujeres son desplazadas durante la menstruación. Los
altares y lugares de culto se emplazan en el lugar de los órganos
sexuales, vinculándolo con la
fertilidad y la creación de la vida.
Entre los dogones, las emociones tienen su fuente en una corporeidad simbólica. La alegría, por ejemplo, es un sentimiento benéfico que despierta al hígado y hace latir suavemente al corazón al modo de un fuego que arde con regularidad. El "aceite" del hígado se funde y se traslada a las articulaciones para fortalecerlas. En la ira, el corazón llamea, late con fuerza y "da punta pies que golpean los pulmones"; "'Todo se remueve' y el agua del hígado hierve, mientras que su aceite salta y chisporrotea como manteca demasiado caliente [ ...] . La vesícula biliar se hincha y derrama bilis en el hígado, lo que confiere "amargura a las palabras". El dolor físico o moral "carboniza" el hígado. Las lágrimas se consideran como una perdida del "agua de la sangre" (la linfa); el corazón se caldea y esta escapa por los ojos a la manera de agua hirviente.
Hay más: el cuerpo no encuentra su principio en sí mismo, como creemos los occidentales, sino que, como el cosmos, también se compone del agua (sangre y líquidos del cuerpo), tierra (esqueleto), aire (soplo vital) y fuego (calor animal). Cada persona tiene en su clavícula ocho granos, cuatro masculinos y cuatro femeninos. El principio de la fuerza vital está en la sangre, y se llama nàma.

Hay más: el cuerpo no encuentra su principio en sí mismo, como creemos los occidentales, sino que, como el cosmos, también se compone del agua (sangre y líquidos del cuerpo), tierra (esqueleto), aire (soplo vital) y fuego (calor animal). Cada persona tiene en su clavícula ocho granos, cuatro masculinos y cuatro femeninos. El principio de la fuerza vital está en la sangre, y se llama nàma.
La ceremonia Sigi es el clímax de la vida
de la tribu. La celebración
sólo tiene lugar una vez cada 60 años, prolongándose hasta
siete años y con alguna pausa de meses. El próximo Sigi tuvo lugar en 1967. Existe una lengua secreta ritual, el sigi sǫ (lengua de Sigi), que es enseñada a los dignatarios olubarū (nunca a las mujeres) de la Sociedad de las Máscaras durante los meses que dura el entrenamiento en la ceremonia sigi, y se utiliza para relatar la creación del universo, de la vida humana, y la llegada de la muerte en la Tierra. Esta historia se cuenta en siete episodios, uno por año. Aunque también se hace uso de esta lengua secreta para los diferentes rituales dogón. Durante estas
procesiones, las máscaras y las danzas no faltan.

Ahora, hay que esperar la ceremonia de 2027, si es que la habrá... Esto sí que es un gran misterio...
Fuentes:
http://www.mundo-geo.es/gente-y-cultura/dogon-la-magia-de-mali
http://www.historiasdenuestroplaneta.com/dias-dogones-trekking-visita-pais-dogon-mali/
http://www.rtve.es/alacarta/videos/otros-pueblos/otros-pueblos-mundo-dogon-mali/1527500/
Las Pasiones Ordinarias - Antropología de Las Emociones. David le Breton.
1 comentario:
Sobre Rouch: http://www.rouge.com.au/3/rouch_tribute.html
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