“La mayoría de la gente de Oceanía piensa en el tiempo y el espacio, por lo que el pasado, el presente y el futuro están organizados de manera diferente. El pasado está al frente, no atrás. La idea es que traigas ese tiempo y lo uses para ayudar a guiar tu presente y tu futuro”.
Sa'iliemanu Lilomaiava-Doktor, geógrafa cultural.
"Vā". En Samoa significa "entre", o "el espacio entre". Ese espacio entre lugares y personas: "connota respeto mutuo en acuerdos sociopolíticos que nutren las relaciones entre personas, lugares y entornos sociales", explica la geógrafa cultural Sa'iliemanu Lilomaiava-Doktor, experta en estudios de las islas del Pacífico.
Vā es el espacio intermedio, la intermediación. En Aotearoa y Hawái se conoce como wā. En la cultura tongana se lo conoce como "tauhi vā": se refiere al arte de crear y mantener hermosas relaciones socioespaciales, según el antropólogo Tevita O. Ka'ili. Analizando los términos tonganos, “ta” significa marcar el tiempo a través del ritmo; y “va”, significa espacio entre dos cosas.
"Nosotros pensamos las relaciones sociales de la manera en que pensamos el espacio como algo que crea relaciones sociales. El tiempo es lo que da ritmo a ese espacio, el movimiento", explica O. Ka'ili.
Imprescindibles son la simetría (tatau), la armonía (potupotutatau) y la belleza (mālie). Compartir comida, dar dinero, celebrar bodas y funerales... “todo esto forma parte del cuidado de las relaciones con los demás”.
En la cultura maorí y la japonesa, tenemos los conceptos de Vā o Wā. El Vā o Wā maorí es la vez, tiempo y espacio: estación, período de tiempo, intervalo, duración, área, región o espacio definido. El concepto Wa (和) en Japón refiere a la armonía social, ceder individualmente con el fin de garantizar la paz, para buscar el consenso social y prevenir el conflicto.
Vā es espacio, pero no es el espacio vacío, no el espacio que separa sino el espacio que relaciona, que mantiene a las entidades y cosas separadas juntas. Un espacio que es contexto y así da significado a las cosas. Los significados cambian a medida que cambian las relaciones/los contextos. Una conocida expresión sāmoana es ‘teu le vā’: apreciar o cuidar el Vā, las relaciones. Esto es crucial en las culturas comunitarias que valoran el grupo, la unidad, más que el individualismo: que perciben a la persona/criatura/cosa individual en términos de grupo. Trata de participación, obligación y reciprocidad que guían las interacciones, y en la escucha.
Los guaraníes explican que su palabra para la escucha con atención, «japysaka» o «apysa», sugiere «ver con los oídos» («a» es cabeza, «py» significa centro, y «sa» ojo). Los psicólogos llamaron «escucha activa» a la escucha reflexiva y respetuosa. Pero es algo que la gente ordinaria hacemos casi sin ser plenamente conscientes, en muchos momentos de nuestra vida. Se trata de pararnos a escuchar y a averiguar las diferentes perspectivas de los demás.
Los aborígenes ngan’gityemerri tienen una palabra para esta escucha, de tan esencial que es para su vida: dadirri. La educadora y artista nativa Miriam-Rose Ungunmerr-Baumann explica que dadirri es "respirar con alguien, escuchar profundamente, es conectar". Es "el manantial interior profundo dentro de nosotros. Somos gente del río, no podemos apurar el río. Necesitamos movernos con la corriente y entender sus caminos".
No son los únicos aborígenes que tienen una palabra para esto. «Kulini», «gan
´na», «winangar guru», «caber-ra-Nunga»… todas son palabras que lo designan.
En hebreo, para pedir a alguien que preste atención, dicen «pon corazón».
«Em sents?», «¿me escuchas?», dicen en catalán. El verbo «sentir» también significa escuchar. "Siente lo que te digo", dicen en Aragón.
El antropólogo Marshall Sahlins define de manera muy poética, evocadora y visual lo que es crear un vínculo afectivo. Según él, trata de ser “miembros unos de otros” y compartir una “mutualidad de ser".
Estar en sintonía con el cuerpo y los sentimientos del otro. Los humanos tenemos esa capacidad de participar simbólicamente en la existencia de los demás y, por lo tanto, de comunalizar la propia. Así es que ni el interés, ni la agencia, ni siquiera la experiencia son un hecho individual, y mucho menos egoísta.
En esos espacios entre personas, bien se sabe, todo puede ocurrir. Los encuentros pueden desestabilizar el suelo, y la silla.
"Revoltijos en la silla", como escribe Andrea García González. Ella es periodista y antropóloga. El libro "Calla y olvida. Violencias, conflicto vasco y la escucha vulnerable como propuesta feminista" es el resultado de una investigación etnográfica y feminista en el que recoge experiencias de mujeres que quiebran el silencio, reivindican la memoria y el reconocimiento en actos de resistencia frente al mandato del callar y olvidar.
Ella explica que la escucha vulnerable, como práctica, desafía certidumbres y dicotomías jerárquicas. Y este trabajo no es nada fácil:
"Encuentros con tan diversas posturas ideológicas, políticas, con tan diversas vivencias. Maratones emocionales que muchas veces me dejaban enferma en la cama. Mi cuerpo me frenaba. El cuerpo que sentía bienestar, el gozo de ir comprendiendo, pero que también indicaba tensiones."
"Escucha que revuelve, escucha que expone, diálogos atravesados por conflictos e incomodidades. Encuentros que, como han mostrado las protagonistas de estas páginas, muchas veces no son fáciles.(...) No se trata de buscar consensos. Sino de zarandear. Diálogos y exploraciones en un momento político que puede resultar en un período de posibilidad para reconocer las distintas violencias y ponerlas sobre las mesas. Poder atender al dolor y también a los placeres, poder compartir memorias, en lo público y en espacios más íntimos. Un momento político y social que permita atender a la vulnerabilidad común en el abordaje de las violencias que nos atraviesan."
La escucha vulnerable conlleva conflictos (internos y externos), mezcla de emociones y sentimientos. Pero ojo, añade:
"No hay que equiparar violencia con conflicto. Lo que hace que un conflicto sea dañino es abordado con violencia."
"Los conflictos entre quienes han vivido la violencia extrema estaban presentes, la diversidad de experiencias y de puntos de vista chocaban, incomodaban, hubo momentos de tensión, pero también de distensión, de dolores cruzados y de entendimientos desde la vivencia compartida por la falta del familiar asesinado, de miedos, así como de calma al recibir sonrisas y abrazos, de sufrimiento que se expone pero también sentimientos de alivio y placer. La imagen de un <otro> que puede bloquear la posibilidad de la escucha se desplaza y genera un reconocimiento entre las distintas violencias acontecidas."
radical (que vaya a la raíz de las violencias que han provocado el sufrimiento del que da testimonio). «Discutir», del latín «discutere»; deriva de «quatere»: sacudir. Palabra que utilizaban los antiguos romanos cuando sacudían plantas para ver si las raíces eran sólidas.
Cuando discutimos, debemos sacudir las palabras para ver si tienen raíces, si el argumento es sólido, si tiene fundamento.
La empatía es necesaria, sí, pero siempre que sacuda hasta las raíces. Que no mantenga las desigualdades, las jerarquías, que no limite el análisis crítico y que conecte con todos los espacios, también los temporales, el pasado y el presente.
"Ponerse en el lugar de la otra." "Ese ilusorio desplazamiento puede llevar a ignorar el lugar de escucha y por tanto las capas de poder que atraviesan las diferencias entre los dos lugares. Ponerse en el lugar, en la piel de la otra persona, no es solamente imposible per se -pues la piel no es transmutable y esa persona tiene sus propias experiencias y sentires-, sino que puede ser violento."
"Volver a conectar me genera calor y alegría", escribe también. Un poco como lo que los ingleses llamarían "warm glow", resplandor cálido, a esa satisfacción íntima cuando el encuentro y el entendimiento consigue aumentar el bienestar no solo de una misma, sino de otras personas.
En Senegal hay un proverbio: «mientras se pelean las ramas de los árboles, sus raíces se abrazan». El viento de las ideologías, de las situaciones, de la moda intelectual… hace que las ramas dancen o se peleen. Pero el fundamento de la vida humana está en las raíces del árbol, que se abrazan.
Fuentes:
Marking Indigeneity: The Tongan Art of Sociospatial Relations. Tevita O. Ka'ili
What Kinship Is-And Is Not. Marshall Sahlins
The Potential of Vā Part 2: Theoretical Frameworks of the Vā. Dr Benita Simati-Kumar
https://kealakai-byuh-edu.translate.goog/tevita-kaili-presents-new-book-on-tongan-sociospatial-relations?_x_tr_sl=en&_x_tr_tl=es&_x_tr_hl=es&_x_tr_pto=sc
3 comentarios:
Excelente. Necesitamos más humanidad y menos especulación bursátil
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