martes, 21 de octubre de 2025

La guerra de los drones y la IA: ¿quién está detrás del drón?

El hecho mismo de la existencia de los drones es algo que oficialmente se niega, por tanto "desconocido", no digamos ya el hecho de que se mate a víctimas inocentes. Una cuestión documentada pero desconocida es que las muertes con drones son para gran parte del mundo, como lo eran también para los EE.UU. hasta el 11-S, "asesinatos". 

"El fascismo florece en la "ilusión de invulnerabilidad", pensaba Walter Benjamin. (...) así es cómo la estética fascista representó el cuerpo. El supuesto éxito de la guerra tecnológica de los drones sin piloto se basa también en la ilusión de la invulnerabilidad. Es el cuerpo reducido a la coraza del dron teledirigido."

 

Joseba Zulaika. Antropólogo. Muerte desde Las Vegas.


Joseba Zulaika, Doctor en Antropología por la universidad de Princeton, publicó en castellano, en el año 2003 "Muerte desde Las Vegas. La guerra de los drones y la resistencia a la fantasía norteamericana". Ahora los pilotos no se suben a ningún avión. Las operaciones de los pilotos de drones militares norteamericanos matan a miles de kilómetros del frente de guerra, dejando una cantidad ingente de víctimas civiles anónimos.
Se hacen llamar "cazadores" y no se juegan la vida. No existe ninguna interacción humana... 

¿O sí?

Esa forma de caza llevada a cabo por vía satélite desde la base militar aérea de Creech cerca de Las Vegas, hasta las zonas de guerra...  ¿sostiene interacciones humanas? ¿Qué hay del trauma que sufren los pilotos de drones debido a la intimidad visual con la que contemplan las consecuencias fatídicas de sus acciones? ¿Existe fantasía mayor que la retroalimentación mutua entre terrorismo y contraterrorismo? 

En la guerra de drones, matar es un juego, una destreza, un arte. Para empezar, los pilotos de drones no son pilotos reales, sino pseudopilotos; no vuelan sobre territorio enemigo real, ni sufren los riesgos del enfrentamiento bélico, sino que están sentados en una estación de control mirando a una pantalla. Desde allí aprietan una palanca de mando...

Bueno, empecemos por el principio. Que bastante duro es este tema.

 De cuando el terrorismo sustituyó al "peligro del comunismo".

Los misiles Peacekeeper (pacificadores) fueron sustituidos por drones. Y los avistamientos de OVNIs, por terroristas-alienígenas.
 

La CIA y las Fuerzas Aéreas se unieron en el invierno de 2000 (un año antes del 11 de Septiembre) para trabajar en un proyecto sobre drones. El objetivo era armar un dron de reconocimiento Predator con misiles tipo Hellfire. Las primeras pruebas con éxito tuvieron lugar el 21 de febrero de 2001. 


El cambio fue así. 

En la Guerra Fría, existe una disuasión nuclear. Es decir, el Estado de Seguridad está comprometido a asegurar sistemas defensivos para que nunca sean usadas las armas nucleares.

La guerra contra el terror cambia de esta disuasión a la prevención y a la realidad espectral del desorden mundial bajo la amenaza omnipresente del terrorismo. Tal y como escribe el antropólogo Zulaika: la fantasía como caos inconquistable. 

¿Qué hay del piloto de drones?



"El piloto de drones no aborda al enemigo como un ser con sentidos humanos-
cara a cara, hablando, escuchando -sino como un objetivo. (...) La misión eliminar el objetivo con la palanca de mando. No se lo llama "homicidio" o "asesinato", sino targeted killing ("muerte selectiva"). (...) Cuando se trata de un "ataque múltiple", el piloto no ve allí abajo un objetivo individualizado, sino un grupo. Los daños colaterales se asumen como intrínsecos a la guerra: la muerte de hasta 30 civiles por cada combatiente se considera la norma en la guerra de drones.

Las víctimas de los drones son básicamente individuos genéricos, privados de su individualidad y unidos en una identidad biopolítica de grupo, al modo como se mira a los animales salvajes. Ese cambio categórico de individuo a grupo, de miembro a especie, es decisivo a la hora de difuminar la responsabilidad por la muerte de la víctima."

Y como tal, se lo mata.

Zulaika advierte y redunda en el gran cambio básico en la política contraterrorista bajo la administración de Obama: eliminarnos, en lugar de capturarlos. En lugar de trasladarlos a Guantánamo y torturarlos allí, o enjuiciarlos en cada caso. "En lugar de esto, la administración de Obama eligió asesinarlos sin más. La administración de Trump siguió el camino trazado por Obama. La captura conlleva ensuciarse las manos y puede inducir a la domesticación. Los cazadores prefieren la muerte de la presa."

("Primero la sentencia, después el juicio" grita la Reina de Corazones en Alicia en el País de las Maravillas.)

Barack Obama (Premio Nobel de la Paz) fue el único presidente que ordenó en secreto la muerte teledirigida de un ciudadano estadounidense que estaba en una zona de no guerra con EEUU.

"Uno podría decir que un aspecto crítico de semejante legitimidad, como el antropólogo Evans-Pritchard dijo sobre el rol del rey divino entre los Shilluk, es "no tanto gubernamental como sacerdotal"." Explica Zulaika, y zanja: "El soberano, una vez más, es al mismo tiempo sacerdote y asesino."

Al mismo tiempo, en el mundo de los terroristas, que "es una política clandestina, informal, desordenada y ritualizada", también se confía en el "carisma del martirio-revolucionario".

El problema es que "La ausencia de estructuras formales son la causa de que "la guerra contra el terror" sea esencialmente interminable e imposible de ganar."

Además, en esta guerra tampoco hay limitaciones por fronteras. 

 

"Los drones proyeсtаn soberanía porque prueban que el poder imperial tiene derecho a colapsar toda frontera territorial con impunidad. Que el campo de batalla terrorista se halla en todas partes(...) Esta justificación surge del supuesto de que la forma misma de la legalidad internacional puede ser abolida en la lucha contra el terrorismo, dada la naturaleza carente de forma del enemigo -total falta de respeto por la ley, la moralidad o la política- en una guerra sin fin. Así la falta de legalidad terrorista da lugar a su mímesis en la falta de legalidad del Estado."


"Un axioma político en la actual guerra contra el terror" escribe Zulaika, implica que el Estado soberano tiene el derecho de catalogar como "terrorista" a cualquiera, quien a continuación se convierte automáticamente en un individuo fuera de la ley humana -de modo que se le puede matar sin cometer homicidio- o fuera de la ley divina -de modo que su muerte no es un sacrificio válido para la comunidad y por tanto la falta de respeto a su entierro religioso tampoco es un sacrilegio-."

"Obama insistió en aprobar cada nombre nuevo en la creciente 'lista para matar' mirando las biografías de los presuntos terroristas, algo que un oficial denominó las macabras "cartas de béisbol". Según un informe, de las 3.000 personas asesinadas con drones hasta junio de 2011, la CIA sabía los nombres de tan solo 125 y consideraba que únicamente 35 de ellos eran "objetivos de alto valor. ¿Pero por qué un cazador necesita saber los nombres de las presas salvajes que va a matar? Solo los animales domésticos tienen nombres."

La base está en la noción de signature strike (que podríamos traducir como "ataque distintivo"): es decir, cuando se considera combatiente a toda persona que lleve una conducta "distinta", determinado modo de vida o que viva en zonas geográficas clasificadas como hostiles o sospechosas, sin más culpa que esa asociación. Quién es "terrorista" para las fuentes occidentales a base de aplicar la noción de "ataque distintivo" no lo es en absoluto para los nativos que viven de acuerdo a los modos de vida en esos territorios."

Ataque distintivo es un eufemismo, esa expresión que suaviza o reemplaza a otra que se considera dura, desagradable o malsonante.

Pero el poder del eufemismo es elemento constitutivo fundacional del discurso contraterrorista y por tanto clave también para la guerra de drones.

(La cuestión es -replica Humpty Dumpty, en Alicia a través del espejo- quién es el que manda, y se acabó.) 

Lanzar bombas es "acción militar cinética". La "tortura" es una "técnicas de interrogatorio mejoradas". Se llama a la "contienda armada" para tomar todas las medidas necesarias para proteger a los civiles sobre el terreno. 
 

¿Cómo convertir a un adolescente en cazador-asesino? 

Los drones se llaman Halcón, Predators (depredador), Reapers (segador). Los objetivos son "bug splat": aplastar al bicho. O "target": objetivos.


Zulaika cuenta que el piloto de drones Martin se identificaba como un halcón. Con radares de alta resolución y sensores de largo alcance, proporcionan vigilancia sobre un territorio de 64 mil kilómetros cuadrados al día. Pero luego, el piloto se preguntará: ¿la víctima que mató con un misil, era un terrorista o era un civil en el sitio equivocado? "Estamos salvando vidas", le dicen. Los drones tienen ojos, y son los suyos, y los de mucha gente más como él que están tras los drones, asesorando y monitoreando. 

Los dilemas morales son muy diferentes a los que surgían antes. "Los valores militares tradicionales, como el coraje y el honor, son ideas obsoletas, casi una burla en la guerra de drones, que es más como el juego de disparar al pez en una pecera, que una guerra verdadera." El problema es la disonancia, la incapacidad para saber con certeza quiénes son los objetivos.

"La distancia debería proteger al piloto de los efectos traumáticos de la "trampa 22" que supone la experiencia del soldado en el frente de batalla (si no mato yo al enemigo, el enemigo me matará a mi). Pero este "ojo en el cielo" del halcón también permite al piloto tener una vista íntima de las vidas a las que va a eliminar sobre el terreno. Aprieta el botón en Creech y a los dieciséis segundos el misil Hellfire da en el blanco en Afganistán (...)"
 

Nada es más difícil que mirar a otro ser humano a los ojos y matarlo cara a cara. En general, el hecho de que los soldados muy a menudo se niegan a disparar, es ampliamente aceptada.  "Es una simple realidad de la guerra que cuanta mayor sea la distancia es más fácil matar. (...) Las distintas formas de obtener distancia -desde el espacio, tiempo, sistemas de armas, diferenciaciones categóricas- son estrategias para evitar el impacto traumático del tabú de matar."

Sin embargo, en la guerra de drones, desaparece esta asimetría. La nueva guerra no asume riesgos ni bajas para todos los involucrados. Resulta ser guerra para unos, pero una especie de encuentro de Nintendo sin riesgos reales para otros.
Este tipo de guerras asimétricas no es algo nuevo. Escribe Zulaika que "en la era post-Vietnam un objetivo primordial del ejército norteamericano ha sido la de no exponer a los soldados al peligro del combate, conocida como la Doctrina Powell, consiste en aplicar una fuerza militar abrumadora y obtener una victoria rápida con mínimas bajas." Los drones van más allá y traen una guerra sin bajas.

Pero existe un contrapunto paradójico: el piloto cazador lejano ve de hecho con sus propios ojos la imagen entera y continua de su víctima, involucrada en su vida diaria social y familiar. Todo al detalle, como un voyeur que les sigue durante días. Por muy lejano que esté, gracias a las tecnologías de vigilancia, no podría estar visualmente más cerca de sus víctimas. El blanco lejano se convierte en una muerte close-up. Es esta intimidad la que resulta tan peligrosa para el piloto. Esta es la génesis de su disonancia cognitiva, de su colapso, de los problemas traumáticos.

Detrás de un dron hay un equipo de personas que operan desde tierra a miles de

kilómetros. Los analistas de inteligencia procesan la información que recopila, como imágenes de reconocimiento. Deben discernir si lo que ven es un perro o un civil, y si una persona es menor o mayor de edad, para después volver a casa sin dudas ni remordimientos. Zulaika cuenta como una mujer analista contaba cómo, después del disparo, vio a un niño acercarse a una víctima para luego intentar unir sus miembros mutilados. Atacar a las personas que socorren a las víctimas o que intentan recuperar los cadáveres para darles entierro es un crimen de guerra, pero muy común en la guerra de drones. También es muy común que los trabajadores del equipo detrás de un dron sean jóvenes que desean ver disminuir sus deudas por el pago de sus estudios en las universidad.  

Es el trabajo fantasma.

Por ejemplo, los que limpian Internet. “Seguro que hay moderadores de contenidos que no han padecido problemas de salud mental relacionados con su trabajo, pero yo no he conocido a ninguno”, afirma Milagros Miceli, una socióloga e informática que lleva seis años investigando el sector de la moderación de contenidos.

El software llamado "Inteligencia Artificial" depende de un trabajo infravalorado de millones de personas". "En las nuevas guerras pelearán los robots", advierte Zulaika. Es una fantasía en la que se intenta evitar la responsabilidad de la guerra. Hay unas cuarenta naciones que disponen de drones militares actualmente.


Fuentes:

Muerte desde Las Vegas: La guerra de drones y la resistencia a la fantasía norteamericana. Joseba Zulaika.
https://www.elcorreo.com/xlsemanal/personajes/inteligencia-artificial-mary-l-gray-trabajadores-en-la-sombra-precariedad.html

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